Estados
Unidos - I
Obama cuesta abajo
Por
Claudio
Testa
“El
hombre que llegó a la Casa Blanca generando una expectativa
irracional, ahora está pagando el amargo precio de la
realidad... Obama está próximo a su fin.”
(Alexander
Cockburn, “The Fall of Obama” [“La caída de Obama”],
CounterPunch, July 16, 2010)
Caída libre en la “opinión pública”
y amenaza de catástrofe electoral
El
2 de noviembre próximo se harán en EEUU las llamadas
elecciones de “midterm”. Es la votación que se
realiza a mitad del mandato presidencial. En ella se eligen
legisladores federales –senadores y representantes
(diputados)– y también una parte de los gobernadores y
otras autoridades y legisladores de estados y municipios.
Estas
elecciones suelen ser también un “barómetro” del
mandato presidencial. Ahora, previsiblemente, este rasgo se
va a acentuar. Todo indica que los temas “locales” (que
en la política de EEUU suelen tener un peso importante) van
a pasar a segundo plano. Las elecciones del 2 de noviembre
se esbozan ya como un plebiscito sobre la administración
Obama.
Si
esto sucede, el resultado amenaza ser un fenomenal
“voto castigo”. Es que los datos de las encuestas
indican ya una abrumadora desaprobación. El
motor de este repudio es la catástrofe económica
que ha provocado un “colapso en el nivel de vida”
de gran parte de la población (ver recuadro).
“Según
encuestas nacionales, una creciente mayoría de votantes
estadounidenses desaprueba el manejo de la economía del
presidente Obama. En la encuesta de Washington Post/ABC News,
43 por ciento aprueba el manejo y 54 por ciento lo
desaprueba, en lo que resulta el peor nivel desde que el demócrata
llegó a la presidencia. Otra encuesta de CBS News registró
casi lo mismo, con sólo un 40% que está de acuerdo... Esta
desaprobación afecta la calificación en general del
mandatario: casi seis de cada 10 votantes dicen que ya
carecen de fe en Obama...” 1
Pero a los legisladores, tanto demócratas como
republicanos, no les va mejor: casi un 40% dice “no
tener confianza en los legisladores de ambos
partidos”.
“Un
tendal de promesas incumplidas”
Al
brutal deterioro en las condiciones de vida de las masas
trabajadoras estadounidenses, se le suma lo que un
desilusionado partidario de Obama, columnista de la revista “liberal”
(“progre”) The Nation, calificó como “un
tendal de promesas incumplidas”. 2
Y
esto es verdad incluso para sus escasas promesas
(aparentemente) cumplidas, como la “reforma del sistema
de salud” y la recién aprobada “reforma
financiera”. Es que Obama es un maestro en el arte de dar
gato por liebre.
Tras
la fachada de la “reforma sanitaria”, Obama burló en
verdad su promesa electoral de “opción pública”
y dejó en pie el poder de las aseguradoras, las clínicas
privadas y las corporaciones farmacéuticas.
La
“reforma financiera” es otro caso de gato por liebre.
Tiene poco que ver que ver con una regulación burguesa en
serio del sector financiero, como fue la ley Glass-Steagall
de la época de Roosevelt.
Como
dice el Wall Steet Journal para tranquilizar a sus
lectores, la “reforma financiera” votada es “un punto
de inicio, no un punto final”. 3 “La
legislación –aclara otro artículo– otorga a 10
agencias reguladoras la discreción de redactar cientos de
normas financieras. En lugar de la ley en sí, será este
proceso, acompañado de una ofensiva de lobby de los
bancos, el que determinará los contornos precisos del
entorno financiero.”
4
¡Y no hay duda que será esa “ofensiva de lobby de
los bancos” –léase millones en sobornos a los
funcionarios de las “agencias reguladoras”– la que va
a determinar esos “contornos”!
Uno
de esos “contornos” ya es particularmente escandaloso.
Permite otorgar nuevos rescates financieros... sin
tomarse la molestia de pasar por el Congreso para aprobarlos.
Cuando a fines del 2008 estalló la crisis financiera, Bush
se vio obligado a hacer votar en las cámaras el paquete de
700 mil millones. Fue un trámite difícil, que estuvo al
borde del fracaso y que generó grandes debates y escándalos
políticos. Ahora los bandidos de Wall Street pueden dormir
tranquilos... los nuevos rescates no tendrán esas
dificultades: se podrán usar directamente fondos federales
sin necesidad de aprobación del Capitolio.
Comparemos
esta generosidad hacia los bancos, con las trabas para
mantener los subsidios a millones de trabajadores en paro.
¡Para eso exigen que se vote en las cámaras... que hasta
ahora se han negado, para no aumentar el déficit fiscal!
El
contenido concreto de las dos principales “promesas
cumplidas” de Obama –las reformas sanitaria y
financiera– es una buena radiografía de su administración.
Pero, por supuesto, el motivo central de descontento
popular no es ése, sino el “colapso del nivel de
vida” con eje en el desempleo.
Otro
frustrado partidario de Obama –el Premio Nobel de Economía,
Paul Krugman– subraya más o menos lo mismo: “El
problema ‘es la economía, estúpido!’ –le
grita Krugman a Obama–... Si la economía mejora
notablemente durante los meses anteriores a una elección, a
los presidentes en ejercicio les va bien; si la economía
está estancada, les va mal... Lo que importa son los
resultados económicos actuales...”
5
Pero
de esa percepción correcta, Krugman extrae una conclusión
utópica: “Lo mejor que Obama podría haber hecho para
evitar un revés electoral en noviembre, hubiera sido lanzar
un plan de estímulo de dimensiones equivalentes a la crisis
económica... su verdadero error fue hacer muy poco
para crear empleo.”
6
(subrayados nuestros)
Krugman,
como muchos “liberals”, va de la verdad del diagnóstico
a lo quimérico del remedio, Es como si un médico dijese:
“usted tiene cáncer; entonces, para curarse, rece diez
padrenuestros y cinco avemarías”.
Es
que Obama (y antes Bush) lanzaron “planes de estímulo de
dimensiones equivalentes a la crisis”. Pero esos “planes
de estímulo”, por motivos profundos y objetivos, no
tuvieron nada que ver con una reedición de los grandes
programas de obras públicas del New Deal, en la anterior
Gran Depresión de los años 30. Aunque con salarios
miserables y sin dar soluciones de fondo, fueron un
paliativo real del desempleo.
Ahora,
en lo que amenaza ser la Gran Depresión del siglo XXI, se
impuso otro tipo de “planes de estímulo”:
principalmente darles billones a los grandes bancos y
corporaciones financieras. Así, supuestamente, se reactivarían
el crédito y las inversiones productivas... al final, esto
solucionaría el desempleo. Los resultados están a la vista
en EEUU, Europa y el resto del mundo: lo único que se
“reactivó” es la más desenfrenada especulación
financiera.
Pero
esta “equivocación” no es un “error personal” de
Obama y demás administradores políticos del capitalismo.
Expresa, por un lado, la configuración actual del
capitalismo estadounidense y mundial. Pero, por el otro,
refleja también distintas situaciones de la lucha de
clases.
Los
dirigentes políticos de la burguesía estadounidense
actuaron en los años 30 bajo la presión (y el temor) de un
extraordinario ascenso obrero y de una radicalización
notable de sectores de vanguardia que lo encabezaban. Hoy no
estamos (aún) en una situación parecida. Y además Obama,
los burócratas sindicales y el amplio cortejo del
“progresismo” demócrata han cumplido un rol de primer
orden en mantener la pasividad y confusión de las masas
trabajadoras.
Sin
embargo, a la larga, la burguesía estadounidense está
jugando con fuego. La serie interminable de ataques
brutales a la clase trabajadora y las masas populares está
acumulando material explosivo en una escala sin
precedentes... ¡El problema es el detonador!
Notas:
1.
David Brooks, corresponsal en Nueva York, “Más del 50%
desaprueba a Obama”, La Jornada, en www.socialismo-o-barbarie.org,
edición del 18/07/10.
2.
Eric Alterman, “Obama: un tendal de promesas
incumplidas”, The Nation, julio 2010, en
www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 18/07/10.
3.
Victoria McGrane y Michael R. Crittenden, “La legislación
final endosa una serie de compromisos”, Wall Street
Journal, en www.socialismo-o-barbarie.org, edición del
18/07/10.
4.
Damian Paletta y Aaron Lucchetti, “El Congreso aprueba
reforma financiera”, Wall Street Journal, 16/07/10
5.
Paul Krugman. “The Pundit Delusion”, New York Times,
July 18, 2010.
6.
Op. Cit.
Estados Unidos - II
“Colapso
en el nivel de vida”
Por
Claudio Testa
La
causa de esta desaprobación mayoritaria y creciente a la
gestión de Obama es lo que una investigadora define como el
“colapso en el nivel de vida en EEUU”, con “más
pobreza según todos los criterios”: “Más de 15
millones de estadounidenses carecen totalmente de empleo, la
cantidad de los que no tienen vivienda ha aumentado en un
50% en muchas ciudades, y casi 40 millones viven de cupones
alimentarios, más que en ningún momento en los casi 50 años
de ese programa.”1
La
base de este colapso social es el desempleo masivo,
sin final a la vista y sin soluciones efectivas de parte del
gobierno. Pero este desastre no viene solo: va acompañado
de la degradación del salario y las condiciones de
trabajo, de las ejecuciones de millones de hipotecas que
dejan a las familias en la calle, de la bancarrota de
multitud de pequeños negocios, etc., etc.
La
catástrofe del empleo es, efectivamente, el centro de la
crisis social. La cifra “oficial” del 9,7% es un maquillaje
escandaloso de la verdadera situación.
“El
entorno inmediato de la gran mayoría de los estadounidenses
–señala otro estudio– no dejó de degradarse desde el
2008, a pesar de lo que digan las estadísticas y los
‘expertos federales’. El desempleo real se sitúa
por lo menos entre el 15% y el 20%, y está entre
el 30% y el 40% en las ciudades y las regiones más
afectadas por la crisis.”
2
(subrayados nuestros)
Hay
una variedad de maquillajes –que no son de uso exclusivo
de EEUU– para borrar de las estadísticas a buena parte de
los molestos desempleados. Uno de esos numerosos trucos, es
el de considerar “empleado” a quien haya trabajado por
lo menos 15 horas al mes sin recibir sueldo en una empresa
familiar. Otra prestidigitación es borrar de las estadísticas
a los millones de “trabajadores desalentados”, que dejan
de buscar trabajo porque no consiguen.
3
“Nunca
tantos estadounidenses –prosigue el último texto
citado– han estado dependiendo de los bonos de alimentación
del gobierno federal. Representan una importante proporción
jamás alcanzada de las rentas familiares. Paralelamente,
los Estados están obligados a multiplicar los recortes
presupuestarios y suprimir servicios sociales de todas
clases, agravando simultáneamente el paro. ¡Y estos fenómenos
ocurren mientras se considera que el impacto del ‘plan de
estímulo económico’ de la administración Obama alcanza
su máximo!
“Entonces,
no hay que sorprenderse al saber que el consumo de los
hogares no aumenta y que incluso disminuye como lo muestran
las ventas minoristas de mayo y que el mercado inmobiliario
continúe su descenso a los infiernos. Las proyecciones más
fiables de los indicadores muestran por otra parte que la
economía estadounidense nuevamente se contraerá durante el
segundo semestre... Contrariamente al discurso de Washington
y Wall Street, de hecho, la austeridad ya ha llegado para la
gran mayoría de los estadounidenses que no tienen trabajo,
sino casas hipotecadas y/o deudas superiores a sus activos,
y no pueden pagar más la Universidad a sus hijos, sus
salidas o sus vacaciones, sin hablar del consumo cotidiano.
Además, en muchas localidades no hay recolección frecuente
de la basura domiciliaria (o se debe pagar más impuestos),
perdieron un día de distribución del correo, disminuyó la
protección por falta de policías, deben hacer colas
interminables frente a las ventanillas de las
administraciones como consecuencia del despido de los
funcionarios, sus hijos tienen menos profesores en las
escuelas, las que a su vez brindan menos servicios (cafetería,
transporte escolar). En general, son las administraciones
locales y los Estados quienes efectivamente han implementado
desde hace muchos meses una política de austeridad,
ocultada en el extranjero; y esto se acelera.”
4
Esta
catástrofe social está dando un nuevo salto: ya 2,5
millones de desempleados han dejado de percibir subsidios de
paro. Y esta cifra crece semana a semana. A fines
de julio, a ese número se agregará otro millón cien
mil que tendrán vencidos sus seguros de desempleo.
5
Aunque
los subsidios sean miserables, han contribuido, unidos a los
bonos de comida, a alejar un estallido social y a evitar una
depresión aun mayor del consumo. Pero los plazos se alargan
junto con el número de trabajadores parados. Y gran parte
de la burguesía y sus políticos exigen terminar con ese
“gasto improductivo” que fomenta una “inmoral
ociosidad” y hace crecer el déficit fiscal.
Así,
la senadora Sharron Angle, de Nevada, opina que “hemos
deformado a nuestra ciudadanía: los desempleados
deliberadamente no buscan trabajo para vivir del seguro sin
incomodidades”.
6
Además, extender el seguro de paro aumentaría el déficit
federal en 33.000 millones. Claro que acaba de aprobarse una
partida extra de 37.000 millones para guerra de Afganistán...
Y no hablemos de los billones gastados en
“rescates” y “estímulos” para los bandidos de Wall
Street...
Notas:
1.-
Christine Vestal, “Colapso en el nivel de vida en EEUU”,
Global Research, en www.socialismo-o-barbarie.org,
edición del 18/07/10.
2.-
“Los cuatro ‘puntos únicos de fallo’ del sistema
mundial”, Global Europe Anticipation Bulletin (GEAB)
N° 46, en www.socialismo-o-barbarie.org, edición del
18/07/10.
3.-
Op. Cit.
4.-
Op. Cit.
5.-
Juan Gelman, “Seguros inseguros”, Bitácora, en
www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 18/07/10.
6.-
Op. Cit.
Estados
Unidos - III
¿Giro
a la derecha?
Por
Claudio Testa
La
perspectiva de la derrota Obama y de un triunfo republicano
en las elecciones de noviembre, sumado al crecimiento de
movimientos reaccionarios como el Tea Party, hace que muchos
analistas hablen de “giro a la derecha”. Con la misma
ligereza con que hace dos años se exageró la subida de
Obama como un vuelco político radical hacia la
“izquierda”, ahora para algunos casi se estaría al
borde del fascismo en EEUU.
En
verdad, la situación es mucho más compleja y matizada. Aquí
no podemos hacer un análisis global de la situación, pero
sí algunas observaciones puntuales acerca de las
elecciones, el movimiento de masas y el fenómeno del Tea
Party.
Las
elecciones
Las
elecciones en las “democracias” burguesas son un reflejo
cada vez más deformado y fraudulento de la mítica
“voluntad del pueblo soberano”. Por un lado, son ya más
parecidas a campañas publicitarias para vender desodorantes
o comida para mascotas, donde lo que cuenta son los gastos
millonarios en TV y otros medios. Por el otro, el aparato
del Estado trata de bloquear las expresiones independientes
y clasistas, y encauzar el voto hacia partidos de distinta
“camiseta” pero que juegan para los mismos intereses
generales del capitalismo.
El
“bipartidismo” es la forma más eficiente de
lograr eso: el “voto útil” del “ciudadano” queda
enjaulado en la disputa entre un partido “conservador”,
“reaccionario” o de “derecha” y otro partido
“progresista” o de “izquierda”... cuyas diferencias
y promesas se minimizan cuando asumen el gobierno. La etapa
neoliberal ha acentuado este fraudulento mecanismo político,
sobre todo en los centros del capitalismo. EEUU es uno de
los países donde esto se verifica con mayor nitidez. Así,
en la Gran Depresión de los años 30, las diferencias
programáticas entre demócratas y republicanos tenían
dimensiones substanciales. Hoy no es así, lo que no implica
que no haya una pelea de perros rabiosos entre ambas
pandillas.
Todo
esto hace muchas veces confuso el significado del voto.
El encuadre de los electores en el bipartidismo, activa los
fraudulentos y contradictorios mecanismos del “voto
castigo” (voto al partido opositor para castigar al
gobierno que defraudó) o su opuesto: el “voto por el
mal menor” (voto al partido oficialista porque el otro
es peor aún).
En
época de crisis, el mecanismo del “voto para castigar al
gobierno” se acentúa. En Europa, en el marco del
bipartidismo, ha llevado en los últimos años a un “sube
y baja” de gobiernos de “derecha” e “izquierda”,
que verdad no son consecuencia de un gran vuelco
reaccionario de las masas, ni tampoco de una mayor
radicalización hacia la izquierda. Simplemente, la gente
“vota en contra”.
Esto
es también lo que previsiblemente puede suceder en las
elecciones de 2 noviembre en EEUU. El “voto en contra” o
“voto castigo” podría ser abrumador. Obama tratará de
hacerle frente impulsando el mecanismo opuesto: el “voto
por el mal menor”. O sea, “los republicanos son todavía
peores que yo...”
En
EEUU esto se ve aún más distorsionado, porque las
elecciones están diseñadas para que los trabajadores y los
pobres no vayan a votar. Desde hacer las elecciones en un día
laborable hasta la exigencia de inscribirse previamente,
todo alienta a la marginación de los más castigados por la
crisis.
Es
probable así que un amplio sector de las masas juveniles y
de trabajadores que votaron por Obama hace dos años, en
noviembre simplemente se abstengan. Este fenómeno ya se ha
visto en algunas elecciones parciales, donde el triunfo
republicano se debió más bien a esa abstención que a un
salto notable del voto “conservador”.
¿Qué
está pasando en la cabeza de la gente?
La
clave de la situación es que la clase trabajadora, víctima
principal de la crisis, no está movilizada. Sus
respuestas a los terribles golpes han sido cualitativamente
más débiles que en Europa, América Latina o (ahora)
China. Si hubiese una mayor respuesta obrera y popular, sería
también casi seguro un cierto grado de radicalización
política, por lo menos a nivel de las vanguardias de
las luchas.
Esto
no significa que “no pasa absolutamente nada”. Existe un
complejo proceso de recomposición de la clase trabajadora,
que tiene que ver principalmente con los nuevos sectores
provenientes de la inmigración, y que ahora comienzan a
enfrentar las leyes racistas, como la del Estado de Arizona.
Es este movimiento esencialmente de trabajadores el que ha
recobrado la tradición clasista del 1º de Mayo. Ha habido
también luchas (fragmentarias) de trabajadores (sobre todo
en servicios), algunos movimientos de resistencia a
desalojos de viviendas hipotecadas, movilizaciones
estudiantiles (en la Universidad de California) y luchas
democráticas (principalmente por los derechos de LGBT).
Pero todo es aún limitado y muy fragmentario.
Sin
embargo, la debilidad de la movilización, tampoco significa
que, en la cabeza de la gente, los golpes de la crisis no
hacen mella.
En
relación a eso, en lo que pasa en la cabeza de la gente,
hay que subrayar datos de una de las principales
encuestadoras, The Pew Research Center. Un survey realizado
en mayo pasado, halló que el “socialismo” es visto
favorablemente por un alto porcentaje!
“La
gente joven –dice el informe– es más positiva
hacia el ‘socialismo’ –y más negativa hacia el
‘capitalismo’– que los de más
edad.”[1](subrayados nuestros) En la franja de 18 a 29 años
“socialismo” y “capitalismo” quedan igualados en un
43% de opiniones “positivas” para cada uno. Entre los
negros, gana el “socialismo” con un 53%. En las capas más
pobres (menos de 30.000 U$ de ingreso familiar anual) el
socialismo es visto “positivamente” por un 44%.[2]
Estos
resultados son doblemente significativos, teniendo en
cuenta la magnitud del “lavado de cerebro” a que está
sometida la población en EEUU, y la situación de
desmovilización de los trabajadores.
El
movimiento Tea Party
Sin
embargo el único “movimiento” a escala nacional
que parece destacarse en el escenario político-social, es
un movimiento de derecha, el famoso Tea Party. Este
un dato muy importante –y muy negativo– pero hay
que evitar sobredimensionar, viendo ya a un
arrollador e incontenible movimiento de masas fascista, como
los de Europa en el siglo pasado.
En
primer lugar, hay una “inflación mediática” del Tea
Party, impulsada por FoxNews y otros medios de extrema
derecha, que presenta cualquier pequeña movilización como
una acción de amplias masas.
Asimismo,
este peculiar “populismo de derecha” no agrupa (aún) a
masas plebeyas significativas, como fue el caso de los
fascismos europeos. Sus componentes provienen
mayoritariamente de sectores relativamente acomodados de
clase media y media-alta.
Menos
aún este populismo de derecha conforma un movimiento orgánica
y programáticamente unificado, con un liderazgo al que se
disciplinan todos. Más bien la nota dominante son los
puntos de desacuerdo. El tema racial, por ejemplo, acaba de
generar una grave crisis.[3]
El
espectro de desacuerdos de ese movimiento abarca casi
todos los temas importantes de política interior y
exterior, desde quedarse o retirarse de Iraq y Afganistán,
y apoyar o no a Israel, hasta cuestiones fundamentales de
política económica, libertades civiles, aborto, casamiento
gay, separación de la Iglesia y el Estado, etc., etc.[4] Su
punto central de unidad es el odio cerril, teñido de
racismo, a Obama.
Pero,
aunque el Tea Party se inició en gran medida como un
engendro de sectores del Partido Republicano, ahora
se está esbozando una división que puede ser grave. Todo
un sector del Tea Party postula conformarse como un “tercer
partido” de derecha, en ruptura con los republicanos.
El descrédito de los políticos de ambos partidos
tradicionales, da bases a esta jugada.
Si
esto llegase a ser así, se daría la paradoja de que el
secular bipartidismo estadounidense comenzaría a romperse
por su rama derecha.
Notas:
1.-
“«Socialism» Not So Negative, «Capitalism» Not So
Positive”, The Pew Research Center, May 04, 2010,
http://people-press.org/report/610/socialism-capitalism
2.-
Cit.
3.-
Greg Moses, “Racism Implodes Tea Party”, CounterPunch,
July 19, 2010.
4.-
Will The Tea Party Movement Succeed Or Will Ideological
Divisions Doom It To Failure?, The American Dream,
July 2010.
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