Actualmente,
la izquierda costarricense está compuesta por una serie de
grupos cuya incidencia nacional es nula o verdaderamente ínfima.
Inclusive el Frente Amplio que logró sacar un diputado en
las pasadas elecciones, no goza de la presencia política
–electoral y sindical– que en su momento tuvieron el
Partido Vanguardia Popular –nombre del PC en Costa
Rica–, el Partido Socialista y el MRP durante la década
de los ochenta.
Si
se analiza el componente humano de la izquierda tica, en su
gran mayoría está constituida por jóvenes universitarios,
quienes cuentan con la orientación de unos pocos cuadros
históricos. Esto es un elemento positivo en cuanto a la
perspectiva histórica de las organizaciones de izquierda,
pero que también da cuentas de una de sus principales
debilidades: su
reducida presencia entre sectores de la clase obrera
costarricense.
Pero
además, creemos que otra debilidad de la izquierda
costarricense radica en que durante décadas han confundido
–y lo continúan haciendo– clase obrera con el sector
servicios, equiparando de manera mecánica a sectores como
el magisterio u oficinistas del Estado, con los sectores de
la clase obrera que realmente representan el núcleo duro de
la producción capitalista. Así, pareciera que para algunas
organizaciones de la izquierda quien posea una orden
patronal es inmediatamente un posible candidato para ser el
sujeto social de la revolución socialista en Costa Rica.
Desde
nuestra perspectiva la discusión es un tanto –por decir
lo menos– compleja, ya que la verdadera apuesta de la
izquierda debe consistir en organizar sindical y políticamente
a los sectores que potencialmente tienen las facilidades
materiales para detener la economía capitalista del país.
Y sin lugar a dudas, actualmente en Costa Rica ese sector de
la clase trabajadora se concentra en las zonas francas y
grandes fincas agroexportadoras, epicentros del modelo
exportador nacional.
Una
buena forma de ejemplificar esto es echándole un vistazo a
la lucha contra el TLC: durante todo el proceso hubo
importantes y multitudinarias movilizaciones del
sindicalismo estatal, del movimiento estudiantil y otros
sectores, pero ante el hecho categórico de que la clase
obrera industrial no fue parte de esta lucha, la burguesía
tica tuvo un amplio margen de maniobra para lograr imponer
el TLC.
Muy
diferente hubiese sido la correlación de fuerzas si las y
los trabajadores de la industria privada hubiesen
intervenido en la lucha contra el TLC. Pero lo que ocurrió
fue que paradójicamente estos sectores obreros fueron los
que terminaron por volcar la balanza a favor del TLC, tanto
por su pasividad ante las movilizaciones y posteriormente
por su apoyo masivo al Sí durante el referéndum.
Por este motivo, quienes hacemos parte del PST
consideramos que introducir esta discusión de carácter
estratégico –¿Qué izquierda y qué partido construir en
CR?– es de gran importancia política si lo que se
pretende es lograr un relanzamiento de la alternativa
socialista en Costa Rica.
Y para desarrollar de manera satisfactoria esta discusión,
vemos necesario realizar un análisis del modelo de país
dentro del cual nos desenvolvemos, para de esta forma
determinar las principales coordenadas histórico-políticas
del país en los últimos cincuenta años.
El nacimiento y desarrollo del movimiento obrero en la primera mitad
del siglo XX
Durante
la primera mitad del siglo XX, la lucha de clases en Costa
Rica presentó un interesante nivel de enfrentamiento político.
Es durante este período que se desarrollaron los
principales movimientos políticos del proletariado
costarricense, llegando incluso a constituirse una verdadera
y masiva cultura política de la clase obrera, que con el
pasar de las décadas se fue consolidando y permitiendo el
surgimiento de importantes organizaciones sindicales y políticas
de la clase trabajadora.
Sin
ánimo de caer en un recuento extenuante, nos limitaremos a
reseñar algunos procesos que ejemplifican lo que acabamos
de apuntar.
En
primera instancia, tenemos que mencionar el importante
aporte político-cultural que en su momento representó el
Centro de Estudios Sociales Germinal, espacio que nació
como un centro de formación política y sociológica para
la clase trabajadora, pero que a su vez propició el núcleo
fundacional de la CGT en el año de 1913 –con fuerte
influencia del anarcosindicalismo español–.
En
este mismo año, tuvo lugar la primera celebración del 1º
de Mayo en nuestro país, cuyo eje político fue la denuncia
de la explotación laboral de la cual eran víctimas las y
los trabajadores.
También
es durante la segunda década del siglo XX, cuando se
desarrolló la lucha contra la dictadura de los hermanos
Tinoco, quienes habían llegado al poder en 1917 tras
derrocar al presidente Alfredo González Flores. En la pelea
contra el tinoquismo tuvieron mucho peso los docentes y
estudiantes capitalinos, quienes con la quema del periódico
oficialista de aquel entonces precipitaron la caída del
gobierno dictatorial e impulsaron el desarrollo político
del movimiento obrero y popular costarricense.
Para
estos mismos años, las repercusiones internacionales de la
Revolución Rusa ya se hacían sentir en nuestro país,
sobre todo con el desarrollo de grupos de corte socialista.
En este sentido, vale rescatar la memoria de Aniceto
Montero, quien daría los primeros pasos para la construcción
de un instrumento político propio de la clase trabajadora.
(1)
Pero
fue durante la década de los años veinte donde la clase
trabajadora costarricense dio pasos importantes en su nivel
de maduración política, lo que en gran medida marcaría la
antesala del posterior enfrentamiento durante la década de
los años cuarenta. Y es que el contexto político nacional
–e internacional– en estos años, fue un intenso y
provechoso laboratorio para que importantes segmentos de la
clase trabajadora realizaran sus primeras experiencias de
lucha y alcanzaran importantes conclusiones políticas.
Esto
quedó demostrado con la huelga general de 1920, que implicó
el desarrollo de fuertes movimientos de trabajadores y
trabajadoras en diferentes partes del país. (2) Fruto de
esta huelga, el proletariado costarricense alcanzó
importantes conquistas en el plano laboral, como la jornada
de ocho horas laborales.
Para
1931 el grado de maduración del movimiento obrero
costarricense hizo factible la fundación del Partido
Comunista, cuyo principal dirigente político fue Manuel
Mora. Esta organización llegaría a convertirse en uno de
los principales actores políticos del país durante los
siguientes años, sobre todo luego de dirigir la histórica
huelga bananera de 1934 que por semanas paralizó la
principal actividad económica del país.
Esta
huelga marcaría un hito político en la historia política
nacional, que potenció al PC como un partido de carácter
nacional y con una fortísima incidencia en la política de
esos años.
Posteriormente
durante la década de los años cuarenta, el movimiento
obrero costarricense continuaría obteniendo fuertes
conquistas sociales, aunque muchas de éstas fueron
mediatizadas como “concesiones” otorgadas por sectores
de la burguesía –en esto el PC tuvo mucha responsabilidad
con su política de alianza con sectores “progresistas”
de la burguesía–.
En
síntesis, durante las primeras cinco décadas del siglo XX,
la izquierda costarricense se desarrolló a partir de
presentar una fuerte y creciente vinculación con los
sectores obreros más dinámicos del capitalismo
agroexportador, cuyos mejores exponentes fueron los
trabajadores bananeros de la UFCO.
A
partir de esta convergencia entre el sujeto social y el
sujeto político, el Partido Comunista se convirtió en una
verdadera potencia política, que en su momento fue visto
como una alternativa real de poder por importantes segmentos
de la clase trabajadora en el país.
La década de los cuarenta y la guerra civil
Tras
varias décadas de desarrollo del movimiento obrero y con el
notable desgaste del modelo agroexportador, durante los años
cuarenta en el país se comienza a desarrollar una fuerte
corriente anti-comunista y anti-obrera por un lado, que se
combinó a la vez con un marcado sentimiento anti-oligárquico
cafetalero.
Esto
lo expresaron los intelectuales socialdemócratas del
“Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales”,
quienes comenzaron a esbozar una lectura ultra-conservadora
del país desde las clases medias.
En
el fondo, esta corriente de intelectuales socialdemócratas
era un síntoma más de la fuerte tensión político-social
que atravesaba al país en los años cuarenta, donde los
sectores más conservadores empezaron a ver con temor el
desarrollo del movimiento obrero y de paso, del Partido
Comunista.
Este
enfrentamiento tuvo su mayor puesta en escena con la guerra
civil de 1948, cuya verdadera finalidad consistió en
desmantelar del todo al movimiento obrero clasista e
independiente, a la vez que desarrollar a nuevos sectores de
la burguesía.
De
esta manera, el figuerismo fue la manifestación político-militar
de esa corriente socialdemócrata, que tras su triunfo en la
guerra civil impuso un nuevo proyecto estratégico de la
burguesía, o lo que es lo mismo, impulsó un nuevo modelo
de país.
Entre
los principales ejes del proyecto socialdemócrata-liberacionista,
podemos indicar los siguientes:
a) Un marcado carácter anti-comunista:
el figuerismo se encargó de construir un país
profundamente anti-comunista. Esto se reflejó en la
ilegalización y persecución política a los militantes del
PVP hasta1975.
b) La destrucción de la tradición del movimiento obrero:
tan
sólo un año después de finalizada la guerra civil, el
gobierno de facto figuerista suprimió el 80% de las
organizaciones sindicales, y sólo permitió la existencia
legal de las organizaciones que fueron su base social
durante la guerra, como la Rerum Novarum. Además, por medio
de Alberto Martén, se implementó el solidarismo en la
empresa privada, el cual se convertiría con el paso de los
años en uno de los principales dispositivos anti-sindicales
de la burguesía en Costa Rica.
Por
esto apuntamos que la verdadera causa que desencadenó la
guerra civil fue el ataque al movimiento obrero, y no la
supuesta defensa del voto como pregonaron los figueristas y
socialdemócratas durante décadas. (3)
c) Reconceptualización ultraconservadora de la historia e identidad
nacional: la
historiografía socialdemócrata se encargó de construir
una interpretación idílica del país, caracterizada por un
fuerte peso del catolicismo e idealización de una CR
igualitaria, campesina, etc.
La guerra civil marcó la historia de la izquierda costarricense
La
guerra civil representó una fuerte derrota del movimiento
obrero costarricense, y a su vez, una derrota de dimensiones
históricas para la izquierda, de la cual todavía no ha
logrado recuperarse. Y es que el figuerismo se encargó de
tender una barrera política entre las organizaciones de
izquierda y su sujeto social, la clase trabajadora.
El
Pacto de Ochomogo –que contó con el beneplácito de
Manuel Mora– le permitió al figuerismo apropiarse políticamente
de las conquistas sociales que obtuvo la clase trabajadora
tras varias décadas de movilización; mantener un Código
de Trabajo que nunca se aplicó a cabalidad –sobre todo en
lo concerniente a la libertad sindical–; además pudo ilegalizar al Partido
Comunista y destruir las organizaciones sindicales más
combativas e independientes de la burguesía.
En
pocas palabras, la guerra civil y los desatinos políticos
de la dirección comunista –de marcado corte
estalinista– representaron la destrucción de las mejores
tradiciones políticas que había desarrollado la clase
trabajadora durante varias décadas: su carácter clasista y
su organización independiente de la burguesía.
De
esta forma, durante décadas la izquierda costarricense se
ha visto distanciada de los sectores obreros que juegan un
rol medular en la producción capitalista nacional, aspecto
que ha sido determinante para explicar su carácter
marginal. Luego de la guerra civil, la izquierda en su
conjunto se ha visto distanciada de su sujeto social; por
esto mismo se ha convertido en una especie de sentimiento
político restringido a sectores de la inteligencia
universitaria y de las clases medias.
Aunque
durante los años setenta y ochenta el PVP tuvo un fuerte
peso en el sindicalismo bananero –con el trasfondo de la
revolución centroamericana–, éste ya no era el sector más
dinámico del capitalismo tico –como sí lo era en los años
treinta–, sino que era un sector del proletariado que en
cuanto a la nueva estructura industrial del país, ocupaba
una ubicación más periférica.
Más
recientemente esto se ha profundizado con el desarrollo de
la nueva estructura económica exportadora, donde la clase
trabajadora vive sometida a los peores ritmos de explotación
laboral y sin ningún tipo de garantías políticas; se ha
conformado un enclave de Zonas Francas donde rigen las leyes
de las transnacionales y no las disposiciones del Código de
Trabajo.
Hasta
que no se logre avanzar en la organización sindical y política
de estos nuevos contingentes de la clase trabajadora
industrial, la izquierda tica no logrará superar su carácter
marginal y prácticamente universitario. Con esto no
queremos desdeñar la importancia de que la izquierda tenga
incidencia dentro del sindicalismo en los sectores estatales
y del movimiento estudiantil, pero sin lugar a dudas la
verdadera apuesta de la izquierda debe consistir en
organizar a los sectores dinámicos
de la clase obrera que realmente puedan paralizar el país,
es decir, el de las industrias exportadoras y
agroexportadoras.
Esa
es la izquierda y el partido que desde el PST nos estamos
abocando a construir.
Notas:
1.
Este proceso fue mucho más lento y desigual que la
conformación de instancias gremiales, algo que resulta
comprensible debido a la fragmentación de la conciencia que
genera el capitalismo, donde a primera luz la explotación
laboral se presenta “disociada” de la esfera política,
o lo que es lo mismo, las y los trabajadores no logran
asociar fácilmente que su lucha por salarios no debe verse
aparte de la lucha por disputarle el poder político a la
burguesía.
2.
Sobre la participación de las mujeres trabajadoras en las
luchas sociales de Costa Rica durante estos años,
recomendamos la lectura del ensayo Las luchas obreras
urbanas en Costa Rica (1900-1930), de la historiadora
Virginia Mora. Se puede acceder en versión pdf en la
siguiente dirección: http://www.nuso.org /upload/articulos/2397_1.pdf
3. Al respecto, recomendamos la lectura del libro Urnas de
lo inesperado de Iván Molina y Fabrice Lehouch.