El 25 de junio de 1966, un golpe
militar derrocaba al gobierno del radical Arturo Illia. Las
Fuerzas Armadas encabezadas por el general Juan Carlos Onganía
inauguraban así una nueva etapa de autoritarismo y represión
en nuestro país. El nuevo gobierno militar levantó la
bandera del anticomunismo acérrimo, la censura política,
la represión a las luchas obreras y el oscurantismo y la
decadencia en las ideas, las manifestaciones culturales y la
educación.
Con un plan económico destinado
a favorecer la inversión capitalista extranjera, el
gobierno congeló los salarios y suspendió las convenciones
colectivas de trabajo. A la vez, estableció un acuerdo de
precios y salarios con 85 empresas líderes. Acordó reducir
el déficit de aquellas empresas que racionalizaran el
personal, estableció una devaluación del 40% sobre las
exportaciones agropecuarias y recurrió a préstamos del
FMI.
En la esfera de la educación,
el régimen golpista llevó adelante su cruzada
anticomunista. Para el gobierno de Onganía, la Universidad
significaba el principal reducto “subversivo” que
acechaba y contaminaba a la sociedad con nuevas ideas en las
artes y la ciencia. Un importante desarrollo de la clase
media y una incipiente radicalización política a inicios
de los 60 hacían de las facultades un importante centro político
y cultural.
En la noche del viernes 29 de julio de 1966, a un mes de haber dado el
golpe, Onganía declara la intervención de la Universidad: “Entre
1957 y esa noche, la Universidad de Buenos Aires, la más
potente y poblada de las nacionales, vivía una época de
oro inaugurada con el rectorado del filósofo e intelectual
Risieri Frondizi, hermano del presidente Arturo. En su gestión,
que luego continuó el ingeniero Hilario Fernández Long, se
modernizó la Universidad, se lanzaron campañas de
alfabetización, se fundaron las carreras de Psicología y
Sociología, el Instituto del Cálculo –que estudió la
trayectoria del cometa Halley–, se creó el Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),
se fundó la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA),
que llegó a editar 11 millones de libros a precios bajos,
en fin, se democratizó la Universidad hasta niveles antes
desconocidos en la Argentina”.(1)
Ante el anuncio de la intervención, autoridades
universitarias, profesores y estudiantes rechazan la medida
y toman las facultades en defensa de la autonomía y el
cogobierno universitario. Ese viernes 29 de julio por la
noche, en la Facultad de Ciencias Exactas, la Guardia de
Infantería rodea y carga sobre las instalaciones. Los gases
lacrimógenos y los garrotazos a profesores y estudiantes,
incluidos el decano Rolando García y el vicedecano Manuel
Sadosky, van a ser el símbolo de lo que se denominó “La
noche de los bastones largos”. Los carros de la policía
cargados con cerca de trescientos detenidos y numerosos
heridos fueron el saldo de la represión policial en
Exactas. “El profesor Carlos Varsavsky, director del nuevo
radio-observatorio de La Plata, recibió serias heridas en
la cabeza; un ex secretario de la Facultad, de 70 años de
edad, fue gravemente lastimado, como así mismo Félix González
Bonorino, el geólogo más eminente del país”.(2) De la
misma manera fueron desalojadas las demás facultades, salvo
en Medicina, donde no se llegó a reprimir.
Luego de la salvaje represión, la dictadura clausuró
durante tres meses las facultades. A fines de agosto de ese
año asumió como interventor en la UBA, Luis Botet, cuyo
lema iba a ser “La autoridad está por encima de la
ciencia”. Botet colocará vigilancia permanente en
pasillos y aulas para sostener en forma práctica su lema.
El ataque sufrido por la Universidad va a significar
el desangre científico en las distintas ramas educativas. Más
de 1.300 profesores e investigadores renunciaron, y a fines
de 1966, 215 científicos y 86 investigadores partieron
hacia el exilio en una verdadera “fuga de cerebros” ante
la arremetida militar.
Tres años después, la movilización derrumba el proyecto militar
En diciembre de 1966, cinco meses después de la
represión, asumirá como ministro de Economía, Adalbert
Krieger Vasena, que aplicará la vieja receta de los
recortes presupuestarios en Salud y Educación. La reducción
en las subvenciones del gobierno a las universidades fue una
de las medidas que tomó para achicar el gasto público. Se
dictaron tres leyes de facto referentes a la Universidad. La
ley 17.604 sobre las universidades privadas, la ley 17.778
de universidades provinciales y la 17.245 de universidades
nacionales. Ésta última estipulaba un autogobierno
restringido a los profesores ordinarios. Las elecciones de
claustro serían mediante voto secreto y los estudiantes
tendrían un representante ante el gobierno de la
Universidad, con voz y sin voto.
El proyecto dictatorial de Onganía había asestado
un duro golpe al avance de la educación, la ciencia y el
arte. El imperialismo aplaudió el ataque a la Universidad,
porque abría las puertas a un nuevo negocio a la vez que
acallaba las voces que comenzaban a levantarse contra la
opresión capitalista. Pero el general Onganía no podrá
eternizarse como gendarme del orden en aquel momento histórico
en esta región del “mundo occidental y cristiano”. Con
mucho esfuerzo pero con nuevos ímpetus, la juventud
estudiantil y sectores de la comunidad universitaria
irrumpirán tres años después en distintos puntos del país,
con epicentro en Córdoba, hiriendo de muerte al régimen
del onganiato y abriendo una nueva etapa política, junto al
movimiento obrero, en la lucha de clases de nuestro país.
En la actualidad, la “modernización
capitalista” de la educación prevé nuevos vientos
privatistas, el desprecio por la investigación científica
y un neocolonialismo cultural opuesto a los intereses de las
grandes masas de trabajadores y sectores empobrecidos. De
aquí surge la necesidad de preparar y desarrollar una
respuesta revolucionaria en el ámbito de la educación y la
ciencia a este nuevo ataque del imperialismo y sus agentes.
Notas:
1. María Seoane, en “La historia oculta de la
noche de los bastones largos” (26/9/06).
2. Carta de Warren Ambrose al New York Times
(30/7/1966).