La
pelea que dimos los días previos a la votación de ley de
matrimonio entre personas del mismo sexo, abrió amplios
debates al interior del movimiento de mujeres y LGTTBI. En
La Plata, donde hay varias organizaciones ligadas al
autonomismo (posfeministas) el debate fue, central y paradójicamente,
si había que luchar o no por el derecho al matrimonio.
La
discusión se clarificó en una reunión que estábamos
todas las organizaciones con el objetivo de realizar una
contramarcha el día 13, día en que la Iglesia preparaba su
gran marcha naranja. A estos activistas les parecía que no
había que pelear por el matrimonio porque “ellos no se
querían casar”, ponían todo el eje en la separación de
la Iglesia del Estado y nada más…Cualquiera podría creer
que pecaban de izquierdistas, de que su objetivo es destruir
la familia patriarcal, y formar uniones libres. Permítannos
dudar, por lo que finalmente terminó ocurriendo.
En
primer lugar, ésta era una pelea para empezar a hacer
efectiva esta consigna, en momentos en que la Iglesia sacó
todo su aparato opresor a las calles para defender la
familia heteronormativa, monogámica y de maternidad
compulsiva; era de primerísimo orden para todo aquél que
se considera un luchador por los derechos de las mujeres y
de las personas lgttbi, salir a enfrentarla. Las cosas son
concretas, y la lucha contra la Iglesia se materializaba en
luchar por el derecho al matrimonio. Un derecho democrático
fundamental que da vergüenza que recién en el 2010 se haga
efectivo, pero que en el marco de la influencia brutal que
tiene la Iglesia en América latina, y en particular la
necesidad, para el capitalismo, de que las mujeres seamos
vacas paridoras de mano de obra barata para migrar al
centro, esto significaba un duro golpe.
No
por casualidad es el primer país en Latinoamérica. Y más
en general, esta derrota a la Iglesia, nos deja mejor
paradas para luchar por cualquiera de nuestros derechos,
empezando por el derecho al aborto. Que dicho sea de paso,
como dijo Trostky, es un triste derecho. Las socialistas
feministas queremos una sociedad donde las mujeres podamos
decidir sobre nuestros cuerpos y no lleguemos a la necesidad
de tener que abortar, aunque sea en las mejores condiciones.
Pero entendemos que en los marcos de esta sociedad la
conquista por la educación sexual laica, la anticoncepción
gratuita y el aborto libre legal y seguro es un paso para
luchar por una sociedad libre de opresión y explotación.
Sin
embargo, con argumentos izquierdistas, estas compañeras le
dieron la espalda a esta pelea, porque a partir de una
disputa que hubo con nuestra agrupación Las Rojas por los
espacios callejeros (entre otras cosas si tuviéramos la
posición común de luchar por el derecho al matrimonio,
podríamos haber pintado las paredes juntas) las compañeras
se “ofendieron” y no sólo no querían la consigna “
por la ley de matrimonio”, sino que peor aún: se
dedicaron a militar en contra de la marcha (poniendo una película
a la misma hora en la Facultad de Humanidades) y a hacer una
campaña de derecha contra Las Rojas.
Con
esta actitud, está claro que su rol termina siendo
funcional a la Iglesia. Esto parte de un debate más
profundo, de su concepción de construir espacios paralelos
sin enfrentar las instituciones que encarnan la opresión
capitalista patriarcal, como claramente se vio en el
Encuentro Nacional de Mujeres pasado, cuando se conformaron
con un taller de aborto mientras la Iglesia nos robaba el
Encuentro.
Desde
Las Rojas nos parece muy importante que revean sus
posiciones y saquen las conclusiones debidas, de cara a la
próxima tarea que tenemos para seguir derrotando a la
Iglesia, que es echarla de una vez por todas de nuestro
Encuentro y por la conquista de nuestros derechos. Esperamos
que esta vez no las encuentre ausentes.
El
PO cantó ausente
Como
en todas las demás regionales, en La Plata desde Las Rojas
y el Nuevo MAS pusimos todo por derrotar a la Iglesia y
conseguir el derecho al matrimonio entre personas del mismo
sexo, llenando una y otra vez el centro de la ciudad con
nuestros afiches llamando a la movilización.
Pero
lamentablemente una gran cantidad fue tapada por el Partido
Obrero, que creyó mucho más importante una fiesta del
Centro de Estudiantes que conduce que la lucha de las minorías
sexuales por la igualdad de derechos. Esto no sólo porque
el PO tiene la
costumbre de tapar a los compañeros de la izquierda,
sino también y sobre todo por su
atraso político generalizado en materia de género, por
el cual no hizo un solo cartel, ni en las calles ni en las
facultades, por el triunfo de las minorías sexuales.
Claro,
su agenda tenía asuntos mucho más urgentes: la fiesta del
viernes. Repudiamos esta actitud sectaria del PO que poco
puede ayudar al triunfo de las luchas.