La
conquista del derecho al matrimonio igualitario y la
aplastante victoria sobre la Iglesia y la derecha
reaccionaria no debe hacernos perder de vista los debates
respecto de cómo luchar y las evidentes debilidades que la
pelea por este derecho democrático tuvo. Para
la Iglesia ésta fue una derrota política en toda la línea.
Por un lado, porque ni una sola de las múltiples tácticas
que intentaron les dio resultado: aprietes y extorsiones a
senadores, petitorios, campañas de afiches, marchas donde
movilizaron todo el poder de su aparato, sus influencias y
el poder económico con los subsidios que les da el Estado.
Por otro lado, no pudieron imponer ninguna restricción ni
recortes a la ley: ni frenar el derecho a la adopción de
las familias homoparentales mediante la “unión civil”
que quisieron meter a último momento por la ventana, ni
siquiera consiguieron la “objeción de conciencia” para
los funcionarios que como en todo Estado laico tienen la
obligación de casar a todos/as quienes lo deseen.
Seducción a los
parlamentarios o movilización callejera
Hay
que decir que se llegó al momento del debate en Senadores
con una muy apretada e incierta sensación hasta muy entrada
la sesión. Esto se debió centralmente a la lógica de lobby
parlamentario adoptada por la Federación LGBT que en lo
político (aunque lo nieguen) responden al oficialismo. La
Federación se dio la política de seducción de los
parlamentarios uno a uno y jamás llamó a movilizar, sembrando desde el comienzo la confianza en el Congreso y en la
no confrontación con la Iglesia (que no hizo sino
movilizar y confrontar violentamente todo el tiempo con
cuanto recurso tuvo a mano), como única vía para
conquistar el matrimonio igualitario. Al tal punto, que por
ejemplo durante la concentración frente al Congreso, los
militantes de la Federación llegaron a pedir a los
independientes y a la izquierda “que no cantáramos contra
la Iglesia porque eso podía influir negativamente sobre el
ánimo de los senadores” y llegaron a hacer de cordón de
seguridad de un grupo religioso fundamentalista que se había
apostado provocadoramente en las puertas del Congreso
rezando por la familia “como Dios manda: varón y
mujer”. De más está decir que no sólo los repudiamos,
sino que los obligamos a retirarse de la Plaza con sus vírgenes
y rezos en latín (!!) a otro lado.
Para
nosotros esta estrategia de seducción a los parlamentarios
es la que puso en riesgo de conseguir este triunfo, que es un
triunfo de la lucha de las organizaciones del movimiento y
la movilización popular.
La Federación y los K
Esta
política de la Federación estuvo a tono con el perfil bajo
del kirchnerismo
que dio “libertad de conciencia” a su bloque para que
votara, y no movilizó
ni apareció como fuerza política en las marchas que se
hicieron. A esto hay que sumarle al escándalo de que
Cristina K recién se pronunciara explícitamente a favor
del matrimonio igualitario sólo un día antes de la votación en Senadores estando a miles de
kilómetros de distancia durante su gira diplomática en
China, compelida seguramente por la masiva movilización que
las reaccionarias iglesias hicieron frente al mismo
Congreso. Llamar a
esto “progresismo” es bastante pobre y poco jugado,
tan poco jugado como los golpes desesperados de teléfono
del propio Kirchner el día mismo de la votación intentando
inclinar algunos votos indecisos o “no positivos” a
favor de la ley. Pero lo que realmente pinta de cuerpo
entero a los K, es que no hayan querido movilizar, “ni
hacer olas” por ningún motivo, no vaya a ser cosa que el
pueblo se “avive” y descubra que a través de la lucha
en las calles se puedan conseguir cosas... y después se le
ocurra venir por el derecho al aborto, por el salario, o el 82% móvil, o vaya a
saber qué otra cosa más. Como todo gobierno burgués
patronal el miedo a
las masas movilizadas, y a que las masas puedan venírsele
en su contra, es constitutivo. Ante esto es mejor tenerlas encuadradas por el
miedo, las burocracias sindicales o por la creencia de que
con el parlamento burgués se resuelven todos los problemas
de la sociedad.
En
ese sentido este gobierno ha sido campeón en adelantarse de
algún modo tomando banderas históricas de los movimientos
sociales o los organismos de derechos humanos, presentándose
como abanderado de esas luchas para quedarse luego con sus réditos
políticos, aunque jamás fuese hasta el fondo de esa pelea.
Tanto es así que en estos días cuando se haga la ceremonia
en que la Presidenta dará curso a la modificación
establecida por la reforma de la ley de matrimonio
igualitario, ya
anunciaron que estarán presentes las organizaciones del
movimiento con la Federación LGBT y la CHA a la cabeza, para “agradecerle que se
haya puesto al frente de esta lucha” (!!), como si la
conquista fuese obra de este gobierno o de la Presidenta que
fijó posición el último día, y no un
triunfo de la lucha de las organizaciones del movimiento y
la movilización popular.
Movilización
independiente y alianzas estratégicas
Desde
que nacimos a la
vida política como Carne
Clasista, hemos insistido en este punto respecto de los métodos
de lucha y de la independencia
política del Estado y el gobierno. Así lo hicimos en
cada Marcha del Orgullo en el Bloque de los independientes y
la izquierda; así lo hicimos con nuestros volantes en el
momento mismo de la creación “por arriba” de la
Federación al
amparo del Estado y el INADI, donde debatimos fraternalmente
con los compañeros denunciando la trampa y la cooptación
del gobierno y el error de entregar la independencia política;
las mismas discusiones llevamos en nuestro primer debate público
con la Federación y la CHA sobre la unión civil en el
2006. Este recorrido transitado junto con Las
Rojas nos da derecho a seguir planteando las discusiones
abiertamente, sin sectarismos pero también sin
hacerle “seguidismo” a la Federación y al gobierno,
ya que con nuestras humildes fuerzas militantes hemos
sostenido una política consecuente sobre la problemática,
y no como otras organizaciones que aparecieron de repente y
oportunistamente como “las abanderadas de la lucha democrática
por las minorías” cuando jamás tuvieron ninguna
elaboración, ni organización específica alrededor del
tema.
Estas
discusiones de métodos y de ubicación política no son
diferencias “teoréticas” sino que tiene consecuencias
muy profundas, ya que hace
a la comprensión de quién lleva adelante esa pelea,
quiénes son o pueden ser sus aliados
estratégicos (para nosotros la clase trabajadora y el
movimiento de mujeres) y bajo qué métodos se lucha (1).
Estas definiciones son muy importantes ya que como lo hemos
dicho hasta el cansancio, en el capitalismo toda conquista está amenazada y así como el
Estado puede verse obligado a conceder algún derecho, también
en un momento de reacción nos lo puede quitar. Tal el caso
actual de lo que ha sucedido con el matrimonio gay en el
Estado de California donde por un breve lapso, existió el
derecho al matrimonio y luego fue prohibido nuevamente, con
lo cual las parejas ya casadas se encuentran hoy día en un
limbo jurídico y en pleno litigio. Por esto la apelación a
un movimiento de
lucha en las calles, es el único reaseguro para que se
defiendan esas conquistas en caso de una situación
reaccionaria y en todo caso, habrá quienes sigan
organizados para ir por más y uniéndose junto a otros
explotados y oprimidos, ir por todo. Apoyándonos en este
triunfo, queda planteado ir por el conjunto de
reivindicaciones del movimiento: la derogación de los códigos
represivos, la ley de identidad para las personas trans, la
conquista de trabajo genuino para trans y travestis en
situación de prostitución, la educación sexual laica,
científica y feminista que incluya la diversidad sexual y
fundamentalmente el derecho al aborto libre, legal, seguro y
gratuito.
Notas:
1-
A propósito, salvo organizaciones de mujeres de izquierda y
alguna otra excepción, resultó vergonzosa la ausencia de
las feministas enroladas en la “Campaña verde” por el
Derecho al aborto en las movilizaciones por el matrimonio
igualitario…