Mabel Bellucci es
activista del feminismo y otros frentes sociales. Además de
estar elaborando trabajos que hacen a la lucha del
feminismo, en este caso está próxima a editar un libro
sobre la militancia gay-lésbica de los ´80, en particular
sobre la figura de Carlos Jáuregui, histórico dirigente de la CHA
(Comunidad Homosexual Argentina). Quisimos
conversar con ella acerca de los debates que cruzaron el
feminismo, las organizaciones LGBT y la izquierda partidaria
durante la pos-dictadura y el neoliberalismo,
tratando de hacer un puente a los desafíos del presente.
Los derechos humanos como “gran paraguas” para la
militancia de género
SoB:
Contános, cómo empezaste, a partir de
que surgió la
idea de hacer un libro sobre Carlos Jáuregui.
M.B.: Fue así.
Al principio del 2007, yo tenía interés en hacer un
homenaje a Carlos, porque veía que Carlos estaba solamente
vinculado a través de las Marchas del Orgullo y le propuse
a mi amigo Martín De Grazia si quería que hagamos una mesa
en el Rojas. Y él me dijo: “¿Por qué no escribimos un
libro?”
SoB:
Así nomás.
M.B.:
Así
nomás. Y entonces fue una muy buena oportunidad en función
de que yo milité con Carlos, milité con todo el grupo que
actualmente es la CHA. No te digo que era amiga personal,
pero sí tenía entrañables relaciones y básicamente activábamos
en distintos frentes. Entonces, me pareció interesante la
propuesta. Y empezamos a hacer trabajos de archivo. Básicamente
fueron trabajos de archivo y ahí los documentos… uno
empieza por una cosa y termina en otra. Sucedió que a mí
los documentos me llevaron para un lugar y a Martín lo
llevaron para el otro. En conclusión, disolvimos nuestra
relación contractual, si querés, de alguna manera, porque
a mí me interesó más que nada recuperar
toda esa historia de activismo tan particular que tuvo
Carlos y no su historia de vida. Entonces este libro no
es una biografía. Es un libro básicamente que trata de
reconstruir la etapa que va desde la posdictadura hasta 1996, que es
el año en que muere Carlos por SIDA, cómo se fueron
configurando los distintos movimientos sociales en el
espacio público y que Carlos los entrelazó, los hizo
dialogar, los articuló. Entonces vendría a ser como una
mirada desde los movimientos a ese período tan particular
que fue la configuración de una sociedad que estaba en
escombros después de la dictadura militar, hasta su
reinserción en las políticas neoliberales.
SoB:
¿Cuáles serían para vos las características de ese período
postdictadura y de la “primavera democrática” y cómo
entraba ahí la causa del activismo gay de Carlos, cómo era
recibido?
M.B.:
Fue un
momento… Yo estuve en todo ese período, porque recuperé
la militancia en el año 82. Lo hice desde el feminismo,
después mi vinculación con Madres, entonces de alguna
manera. Es como una doble pata, si bien trabajo los
documentos, también muchos recuerdos me vienen en función
de estos acontecimientos. Una etapa donde teníamos que
hacernos de nuevo y con grandes secuelas que aún siguen
presentes, que no creo que se puedan resolver colectivamente
tan fácilmente, ¿no? Entonces, ese fue como un momento de
mucho empuje, porque todos estábamos interesados en
intervenir de distintas formas y a la vez las instituciones
estaban muy abiertas. Entonces, ahí creo que hubo como un
movimiento madre, si lo querés llamar así, que fueron los organismos
de derechos humanos que era como el “gran paraguas”
donde todos nos apoyábamos. Las feministas empezamos como a
sacar la cabeza, armar grupos y demás, y los gays con la
fundación de la CHA, que fue en el 84 inmediatamente salió
la tapa de 7 Días, donde se visibilizaban Carlos y en un
abrazo fuerte, una tapa que tuvo mucho impacto...
SoB:
Sí, fue muy recordada.
M.B.:
Claro.
Y a los 2 meses salió la solicitada en Clarín. Fue como un
proceso muy acelerado. Entonces, eso era más o menos el
espacio, la gran constitución de los organismos de derechos
humanos, con los cuales era muy difícil dialogar,
convengamos. También todavía nadie estaba preparado.
SoB:
¿Y la dificultad, en qué estribaba? ¿Había prejuicios,
había homofobia?
M.B.:
Había
homofobia, había sexismo, decían barbaridades. Y por un
lado, era la homosexualidad, como se llamaba en ese momento,
y por el otro lado era que las mujeres nos teníamos que
mostrar prolijas y nada de hablar de sexualidades, ¿no? Ni
aborto ni nada que se le parezca. Igualmente, también era
el momento de época. Esto uno también tiene que hacer
justicia, porque si no… Prevalecían, como siempre,
cuestiones mayores. Y en esto, es cierto, era el gran
momento del destape de los desaparecidos, de los campos de
concentración, del Juicio a las Juntas. Entonces, en ese
gran marco, salir… Es decir, el juego era el siguiente,
nosotros y nosotras nos incorporamos, para tener un gran
paraguas, un paraguas también mediático, pero a la vez hacíamos
cosas por nosotros mismos. Por un lado estaban los gays que
hacían estas acciones y nosotras sí teníamos más
cobertura. Porque ya en ese momento se había creado la
Subsecretaría de la Mujer, ya estaba el primer Encuentro de
Mujeres Sindicalistas, ya empezó a funcionar el Encuentro
Nacional de Mujeres, los diarios como Tiempo Argentino de
aquella época, ya habían abierto una separata (la revista
Todo es Historia), teníamos publicaciones propias. Teníamos
más andar. Y lo que sí, no había muchos diálogos entre
nosotros. Las mujeres éramos las mujeres y los varones eran
los varones. Por más que ya para 1986 la CHA ya empieza a
participar tibiamente en los 8 de Marzo. Los 8 de Marzo eran
como una gran algarabía, después fue sustituido por la
Marcha del Orgullo. Entonces ahí era como que se juntaba…
SoB:
De hecho, en la calle…
M.B.:
Claro,
tal cual. Sí, por ejemplo, quien mantenía una no postura o
una no visibilidad eran las lesbianas. Eso sí. Está
solamente en ese momento ATEM 25 de Noviembre, que eran
separatistas y lo siguen siendo y ellas dieron una cobertura
muy fuerte a formación de camadas de lesbianas y al tema
del aborto. Después estaban las mujeres de la CHA que eran
un grupo muy minoritario que estaban todavía debatiendo si
eran homosexuales o si eran lesbianas. Después en 1986,
creo que no me equivoco, se funda Lugar de Mujer, un espacio
de orientación feminista, que se llamaba así para que
converjan las distintas tendencias de los feminismos, y ahí
empezó como a aparecer un movimiento muy tibio de un taller
de reflexión de lesbianismo y después tuvo su dinámica...aunque
todavía no era un movimiento, eran como espacios, espacios
de sensibilidades, de encuentros...Es muy interesante
porque tanto Carlos como Ilse
Fuskova, que fue la primera
referente lésbica que tuvo la Argentina, ellos tenían
modelos… Carlos, por un lado, por haber vivido un año en
París y entonces ahí vio, por ejemplo, la convergencia de
las agrupaciones gays y lesbianas con partidos políticos de
izquierda. La Liga Comunista Revolucionaria que tuvo una
fuerte influencia. Después él estuvo en Nueva York y vio
lo que habían dado las políticas de Harvey Milk, mientras que Ilse tuvo también una influencia fuerte
de Berlín. Berlín Occidental fue un centro de exploración
muy importante, al igual que San Francisco y New York.
Entonces, ya venían con una cabeza sobre como trabajar. Es
decir, que la unidad no se va a formar por identidades, sino
que se va a formar a través de coaliciones por demandas
virtuales. Esto era muy claro. Después todo esto entra en
discusión en los ´90 con toda la
teoría
Queer
Visibilidad y derechos
SoB:
Por lo menos desde la experiencia de Carlos y de Ilse, que
también considerás, por otro lado, ¿cómo era la recepción
hacia los movimientos sociales y los partidos políticos?
Vos hablás que hubo algo que fue singular en él, en su
trayectoria militante, que fue capaz de entrelazar… las
cosas que, de alguna manera, la dictadura había roto.
M.B.:
Claro,
claro. Tal cual. Lo interesante es que Carlos siempre tuvo
una visión muy clara, Carlos y el grupo, ¿no? Marcelo
Ferreira, César Cigliutti, Luis Miglié, Gustavo Pecoraro,
Daniel Retamar, mucha gente. Uno habla de Carlos pero es un
conjunto. Es cierto que Carlos era, de todos ellos, el que
tenía más condiciones de ser referente.
Y evidentemente, estaba muy bien recepcionado por el mismo
grupo. Él era la cabeza visible. Primero porque fue
el primero que se visibilizó, eso le dio una autoridad
como pocas. Muchos tenían que usar otro apellido para poder
publicar…y en las marchas salían todavía con máscaras,
la mayor parte de ellos. Entonces no era un tema menor que
pusieras la cara en 1984.
SoB:
Era un paso importantísimo, ¿no?
M.B.:
Era un
paso importantísimo. Y Carlos bregaba por la visibilidad,
e Ilse también. La primer política era ser visible. Como
dice una feminista negra norteamericana: “El silencio no
nos protege”.Su política concreta era: “Por favor,
visibilizarse, después hablamos.” Entonces, es cierto que
a Carlos, como a Ilse, jugarse tan de lleno y empezar a
convocar a los medios, se les abría un gran espacio que se
estaba articulando y tenía dos figuras. Y entonces todos
los demás se referenciaban en esas dos figuras. Esto era
importante para entrar en diálogo o en discusiones o lo que
fuere. Entonces, Carlos tenía, por un lado, el tema de la
visibilidad como su gran tema y el segundo tema era los
derechos. Esto es inaugural. Mientras nosotros, desde el feminismo, teníamos otras propuestas como mucho más
abarcadoras. Terminar con el patriarcado, etc,etc. Pero
él tenía una cosa así muy fáctica y muy práctica.
SoB:
Más reivindicativa y ustedes más programática..
M.B.:
Él lo
que decía era: “Hay que tener derechos”. Y a los hechos
me remito que no se equivocó. Entonces, para tener derechos
había que dialogar con los partidos o había que dialogar
con las instituciones. Sino, ¿cómo tenés derechos? Esto
es así. Es así de simple. Y entonces, Carlos, como el
antiguo MAS de los años 80, tenía figuras de gays,
lesbianas, más de gays, que se concentraban en Daniel
Retamar, (una figura que fue muy poco recuperada). Yo no he
conseguido documentación sobre él, lamentablemente. Tal
vez Gustavo Pecoraro… tendría que buscar el listado.
La CHA y el MAS (Movimiento al Socialismo) en los ´80
|
Carlos Jáuregui,
charla en un local del viejo MAS
|
SoB:
Sí, hubo varios compañeros.
M.B.:
Varios
compañeros que ellos habían armado Alternativa
Socialista por la Liberación Sexual.
SoB:
¿Esto era una agrupación?
M.B.:
Era
como una corriente dentro del MAS, que ellos se reunían
entre ellos. Y ahí como Gustavo se había acercado a la
CHA, hizo una relación muy estrecha con Carlos. Entonces
Carlos, lo primero que hace es acercarse al MAS y hacen dos
o tres charlas que las organiza la Juventud
Socialista del MAS. Después… no aparecen testimonios.
Hay una nota de la Juventud en el periódico de la Juventud
Socialista del MAS, un reportaje que le hacen a Carlos, pero
que yo nunca lo encontré. Me costó mucho buscar estos
datos. Y además porque la mayor parte de los testimoniantes
están muertos. Los protagonistas de la época porque el
SIDA los barrió a todos ellos. Con excepción de Gustavo
Pecoraro. Entonces ahí hacen una alianza. Gustavo y Daniel
piden colaboración para que
entre en el punteo del partido algo más elaborado sobre las
demandas, en ese momento de las minorías
sexuales, así se llamaban. Entonces ayudan Carlos y el
grupo. Y bueno, y ese punteo se mantuvo en el partido.
SoB:
Como una especie de puntos programáticos, algo así.
M.B.:
Claro.
Puntos programáticos. Que no quede solamente en una línea,
sino algo mucho más elaborado. Y después, bueno, Daniel
colaboró con la CHA y empezaron un cruce de diálogos entre
la CHA y el MAS.
SoB:
¿Esto todo en los 80?
M.B.:
Sí.
Muy al principio. Esto habrá sido del 84 al 87. Primero
hasta que Carlos se va en muy malas condiciones de la CHA en
el 86 y siguen ahí sosteniendo el vínculo con Daniel
Retamar y con Gustavo Pecoraro.
SoB:
Visto a la distancia, suena como algo bastante de
avanzada. Yo recuerdo que en 2009, el PS daba como toda una
novedad que uno de sus candidatos electorales fuese
“abiertamente gay”... No era novedad, no eran los
primeros, si estamos hablando de estas iniciativas en el
86..
M.B.:
Claro.
Entonces es cierto también, digo… hay que tener como
miradas más piadosas, no tan lapidarias. No era fácil para
la conducción del MAS hacer un reconocimiento… Entre
bambalinas se comentaba, nadie expulsaba ni hacía juicios
ni nada por el estilo, había como una tolerancia de
coexistencia, y la gente que conformaba este grupo,
evidentemente no podían salir públicamente. Sí los
debates que armaban entre la CHA y el MAS fueron
publicados en los boletines de la CHA, no así en el periódico
del partido. Esto te demuestra que había mayor interés
por parte de los gays que por parte del partido. Nunca hubo
una sola nota de lo que se hizo… Un poco lo que yo le
retruqué a Zamora. ¿Por qué no le dieron un espacio?
Aunque sea que escriban 5 líneas. Yo eso no lo encontré.
SoB:
¿No llegaron a tener ninguna publicación propia?
M.B.:
No, no
salió. Y hay cosas muy naif, si vos leés los artículos de
la época, por ejemplo, Gustavo y Daniel discutían y los
corrían por izquierda a la CHA. Decían: “no levantan el
aborto… “ Si uno las mira en el presente, dice:
“bueno, no levantan el internacionalismo obrero”…
Pero todo se estaba armando, eso era lo interesante.
Cuando uno revisa una determinada conquista, para que esa
conquista se haya consolidado como tal, pasaron tantas cosas
en el medio... No es que viene alguien y dice: “Votemos
esto”. No, corrió mucho agua bajo el puente. Esto es
interesante que se reconozca como tal. Intervinieron actores
de distintos lugares: partidos políticos, movimientos
sociales, organizaciones sindicales… entró de todo para
que suceda. Incluso hasta la misma derecha puede haber
estado pensando, por ejemplo, con el tema del voto femenino.
Victoria (Ocampo) con su grupo también levantaba el voto…
Hay que hacer historia, tener un poco de memoria y ver cómo
se van madurando algunas demandas de conjunto, de conjuntos
cruzados, cortados, esto, que para mí es muy valioso.
Feministas separatistas y gays identitarios
SoB:
Me interesaría una cosa más en relación al trabajo de
esta etapa del movimiento. ¿Cómo era la relación entre el
feminismo y los LGBT?
M.B.:
En
general tanto las feministas heterosexuales como las
lesbianas eran separatistas.
¿Qué quiere decir esto? Que también se entiende. Es un
grupo que no quiere, en su militancia, en su campo de acción,
que intervengan… en ese momento era muy necesario. Pero no
era suficiente. Sin embargo, en las actividades que
desarrollaba la CHA iban algunas feministas sueltas de Lugar
de Mujer o que aparecían en el boletín con los nombres,
intervenían en las mesas en la reunión del MAS. Hay también
que tener en cuenta que todos estos movimientos se armaron
con el gran aporte de las exiliadas que trajeron sus
experiencias de los países en donde se habían refugiado.
Esto fue muy importante. El feminismo mexicano fue traído a
la Argentina, el francés, el italiano. Esto dio un gran
aporte y los gays también. De Bélgica, de Holanda, de
Francia, y esto ayudó y enriqueció mucho. Por ejemplo, Carlos
aparece acompañando a toda la lucha por la despenalización
de aborto a partir de los 90. La Comisión por el
Derecho al Aborto fue fundada en 1988, fue una mesa redonda
que se armó en ATEM, en las jornadas de ATEM y de ahí
surgió. Así que ya en los 90 se empezó a entender y
discutir la despenalización del aborto. En el 94, cuando
fue la reforma constitucional, Carlos intervino. No fue una
demanda que atrajese mucho a los gays, y esto hay que
decirlo, quizás porque en ese momento una buena camada venía
de extracción católica.
SoB:
Ambas luchas estaban separadas, ¿no? El problema derivado
de la identidad sexual y por otro lado el feminismo.
M.B.:
Tal
cual. Había como una gran división. Y dentro del feminismo
también. Yo siempre intervine por la despenalización del
aborto. En otras cosas a mí no me vas a encontrar. Yo quería
poner todas las energías ahí. Y también las lesbianas que
iban haciéndose visibles adherían, pero no aportaban más
con respecto al aborto. Y bueno, había tensiones... Ahora, el
movimiento que más aletargado estuvo fue el lesbianismo.
Y si bien ahora hay muchas agrupaciones de lesbianas muy jóvenes
que son muy divertidas, que hacen acción directa, que están
casi vinculadas con corrientes autonomistas y demás. Por
ejemplo, retomando el escenario actual con el debate por el matrimonio
igualitario, fueron muy pocas las lesbianas que salieron
a dar la cara, con excepción de María Rachid, Marta Dylon
y Albertina Carri, no ví muchas más en televisión. Lo
mismo en los debates, muy pocas son las compañeras
feministas que dieron la cara mínimamente para decir: “Acá
estamos, ¿no?”
SoB:
Fue más predominantemente
gays, ¿no?
M.B.:
Sí.
Lo que sí hubo bastante corrección política por parte de
los medios. Porque al principio empezaron hablando del
matrimonio gay y después ya se fueron emprolijando…
SoB:
Del mismo sexo, igualitario…
M.B.:
Derechos universales, eso sí. Eso creo que fue un gran
trabajo que hicieron los gays y lesbianas con los
periodistas, con los parlamentarios, de acercarles material,
de hacerle orejas.
Unir lo que la dictadura y neoliberalismo desgarraron
SoB:
El libro está próximo a salir, ya está en la editorial,
¿no?
M.B.:
Sí.
SoB:
Si vos, ahora que lo estás viendo de conjunto, pudieras
sintetizar la trayectoria de ese momento, y en particular la
tarea que llevó adelante Carlos, ¿cuál fue el legado por
decirlo así? Porque vos fuiste también protagonista de
muchas cosas, pero en algún momento dijiste: “esto es
importante rescatarlo. Acá hay algo valioso y singular
porque puede servir para otros…”
M.B.:
El
objetivo, no sé si lo voy a obtener, es que sea una caja de
herramientas para los movimientos sociales. Porque yo
creo que los años 90 fueron como la dictadura militar,
rompieron con la memoria. Entonces, hay un montón de
nuevas agrupaciones que surgieron a partir del 2000, con más
fuerza en el 2001, que desconocen por completo qué es lo
que pasó antes. Hay un antes y un después y ni se
preocupan y parece ser que todo empezó de cero. Y después
de semejante guerra
política, ideológica y económica, como fueron el
conservadurismo neoliberal, es algo lógico.
Primero
ese es mi objetivo, un objetivo más pedagógico. Y segundo,
decir, acá hubo una modalidad de activismo que mucho se
puede recuperar y otro quizás ya no. Porque no se puede
transplantar en escenarios históricos tan diferentes. Pero
sí el de las coaliciones a mí me parece fundamental. Para
mí las coaliciones son fundamentales que converjan en una
demanda puntual. Yo no he renunciado a mis principios
socialistas, libertarios, ni nada por el estilo. Pero sé
que podemos hacer diferentes caminos y que cada uno arme su
fiestita, si querés llamarlo así, por ejemplo hay muchos
compañeros y compañeras que apuestan a la lucha sindical,
otros a la partidaria, otros a la acción directa. Todo eso
suma. Me parece que acá hay una visión muy corta. Porque
cuando de repente aparece una demanda de envergadura y que
tiene que impugnar y armar fisuras contra la hegemonía del
poder, en todo eso convergemos. Yo estuve todos estos
tiempos en la plaza y demás y había de todo. Entonces,
esto es lo interesante. Bajar un poco este clima de
hostilidad entre pares. Yo quizás no estoy de acuerdo con
vos, pero no te impugno. Quizás esto pueda resultar muy
gandhiano, lo que quieras, pero me parece que tiene que
haber como un aprendizaje de tolerancia por nuestras partes,
pero no esa tolerancia burguesa. Decir: “sos un diferente,
te respeto”. No. Saber que en determinada circunstancia
vos me vas a necesitar y yo te voy a necesitar a vos. Yo no
milito en ningún partido político en este momento. Pero
eso no descarta que yo sé que frente a determinada situación
de adversidad colectiva, personal, recurra a los partidos.
No cabe ninguna duda. Ni se me cruza por la cabeza decir que
no. Entonces, como los partidos van a necesitar –necesitar
en el sentido político, no utilitario– esto yo creo que
tiene que haber como algún tipo de diálogo más fluido.
Respeto de cada uno de sus territorios y que la convergencia
se va a dar porque el contexto histórico y la lectura y de
ese contexto histórico te lleva a la convergencia.
Y esto
más o menos era lo que Carlos exponía. Y además tenía
una cosa muy interesante que era un tipo muy personal,
porque vos ibas con Carlos y era como ir caminando con
Gardel, toda la gente lo paraba, lo saludaba. La gente
estaba más allá de pensar que era un gay. Esto era muy
interesante, lo que lograba Carlos. Ahora esto resulta muy fácil,
pero en aquel momento, no. Pero a la vez tenía una dinámica
grupal que era del silencio y de escucha. El tenía una
memoria infernal de escucha. El escuchaba todo,
absolutamente todo. Y él lo que hacía era abrir un espacio
y meter a todos. Después que se vaya decantando por sí
mismo. Pero él no dejaba a nadie afuera del compromiso.
Esto es muy interesante. Y lo hizo con muchas experiencias.
SoB:
Se ve claramente por lo que contás, que él tenía claro
dónde quería ir.
M.B.:
Claro.
El quería lograr todo esto. Además, Carlos no se colgaba
ni con discusiones… entre pares, él estaba más allá.
Porque él tenía como un objetivo y además como sabía que
se iba a morir, eso nunca lo dijo, siempre se lo reservó
para sí, entonces él iba más allá. Por ejemplo, la
primer Marcha del Orgullo fue bendecida por el pastor
Alberto González de la Iglesia Metropolitana que alojaba
lesbianas. Había otro fermento de grupos de lesbianas e
iban muchas travestis a pedir consulta. Y las feministas,
las lesbofeministas se brotaron. Y Carlos dijo: “pero si
el pastor no es Quarracino, si él quiere bendecir, bueno,
los que no quieren no vayan, vengan después, pero acá hay
lugar para todos”. Claro, todo el movimiento recién se
estaba armando, entonces era muy necesario flexibilizar,
dialogar y había
figuras muy fuertes, que no sé si en la actualidad hay,
como en ese momento.
SoB:
Hablás de que no hay dirigentes o personalidades…
Respecto de lo anterior quizá lo que pasa es que no hay
tradición de unidad o articulación, alrededor de hacer
frente común por un punto. Eso no quiere decir que persigas
el mismo fin último. Porque algunos quieren la revolución,
otros no. Pero se puede dar alrededor de una demanda
puntual.
M.B.:
Claro,
una demanda puntual. Fijáte cómo fue lo de Brukman, que
estábamos todos y ahí nadie decía, “yo voy a hacer la
revolución”. Hubo también como muchos delirios, pero fue
esto, fue articulación.
SoB:
Te agradecemos este tiempo. Estamos esperando ansiosos el
libro para poder acompañarlo y también presentarlo. Y
bueno, esperamos que tengas muy buena recepción no sólo
por la importancia del testimonio en sí, valioso en sí
mismo, sino para no pensar (muy tontamente)
que las cosas
empezaron con uno, sino que uno está justamente porque
estuvieron todos los compañeros, todas esas agrupaciones,
toda esa lucha anterior que hace que hoy por ejemplo, exista
el matrimonio igualitario (con todas las contradicciones que
esto significa también). Otro aspecto que vos resaltaste
muy bien, como cuestión pedagógica es que la historia
también puede servir como fuente de aprendizaje. Conocer lo
que han hecho otros, aunque no lo puedas trasladar mecánicamente
al presente, hay enseñanzas ahí que pueden ser muy buenas
herramientas para la lucha de hoy.
M.B.:
Nosotros tuvimos esta oportunidad, que la
generación del 60 le enseñó al 70. Y acá los 80
quedaron como aislados entre la dictadura y el
neoliberalismo. Entonces, no hubo mucho aporte.
SoB:
Claro, no hubo transmisión…
M.B.:
Y después
se generaron como castas, como cosas fijas, y al no haber
dinámica, no hubo transmisión. Antes sí, hubo genealogía.
Entonces sí.
Creo que
los aprendizajes tienen que ser mutuos, sin ser con esto
populista. El otro día, por ejemplo fui a La Plata a un
intercambio con un grupo de chicas lesbianas y me divertí
muchísimo. Pero las chicas no sabían siquiera sobre Ilse y
las luchas del pasado...Yo apuesto a esta cosa de ir y
venir, básicamente para no quedar abroquelado. Ni ellas que
solamente todo es la acción directa, ni yo pensando que con
las grandes figuras..Tiene que ser un ida y vuelta
permanente.
SoB:
Muchas gracias, Mabel.
M.B.:
Gracias a ustedes.