En
los últimos meses una de las noticias más importantes ha
sido el comienzo de luchas obreras en algunas grandes fábricas
-sobre todo multinacionales- de China. El reclamo obrero se
organiza, básicamente, alrededor de dos puntos: la
exigencia de aumentos salariales y el derecho a la
sindicalización independiente. La importancia del
acontecimiento acaba de llegar a la tapa de la revista
inglesa The Economist: esta titula “El
creciente poder de los obreros chinos” como marcando
la importancia al fenómeno.
En
todo caso, lo que podemos decir desde estas páginas, es que
incluso a pesar de que en esta primer etapa la burocracia
del PCCH ha dejado correr estas luchas… las mismas están
marcando un punto de inflexión que apunta a ser histórico:
el comienzo de entrada en escena de la nueva y joven clase
obrera china en el contexto de la crisis mundial.
En
fin, un fenómeno que las corrientes socialistas
revolucionarias debemos seguir con atención, tratando de
poner sobre la palestra –en el terreno más propagandístico-
la inicial tradición obrera y socialista que encarnó Che
Du Xiu
en oposición a lo que fue el carácter burocrático y
realmente “antisocialista” del maoismo.
Introducción:
China, el “Paraíso Capitalista” y el “Infierno
Obrero”
Lo
que CFK y la “Santa Alianza” global de políticos y
patrones admira y envidia de China, su relativamente rápido
y sostenido desarrollo económico capitalista, no tiene un
“pulcro” origen “milagroso” sino una “lodosa”
historia. Las reformas económicas estructurales que la
burocracia “comunista” gobernante ha introducido (no pacíficamente)
desde fines de la década del 70 convirtieron a China en lo
que hoy, más allá de matices que le imprimen singularidad,
es: un “paraíso capitalista”. La grandiosa irrupción
presente de la clase obrera china contra las cadenas de
opresión y explotación burócratico-patronales, cuya
trascendencia histórica y perspectiva posible trataremos de
precisar, demuestra (por si alguien necesitaba una “señal”)
que la producción de este “paraíso” requiere
necesariamente de un “infierno obrero”, es su sostén y
fundamento.
Reformas Estructurales Capitalistas y (con) Formación
de la Nueva Clase Obrera China
Desde
hace al menos 30 años, y con el “desarrollo (capitalista)
como regla de hierro”, las reformas impulsadas por la
burocracia provocaron la disolución de la propiedad comunal
en el campo y su reemplazo por las pequeñas propiedades
familiares, la privatización o semi-privatización de
empresas estatales y la apertura (política de “puertas
abiertas” según Deng Xiaoping) de la economía a la
inversión de capital extranjero. El campo, antes reino de
la “igualdad de la miseria material”, se transformó en
un espacio geográfico devastado ambientalmente por el
desarrollo “a cualquier precio” y en un negocio
altamente rentable para los funcionarios locales (cuyo poder
creció notablemente por la descentralización de la
administración en la década del 80), quienes, valiéndose
de su guanxi[i],
lograron apropiarse de las tierras más lucrativas, a
veces comprándoselas a precios módicos a los campesinos,
otras veces simplemente robándolas, pero siempre en función
de la acumulación privada y la miseria social. La vida del
campesino en el campo, ahora sin protección comunal o
estatal, puede transcurrir en la pequeña tierra arrendada
al Estado, poco fértil (la que “sobró”), difícil de
“hacer valer” en el “libre mercado”, o como mano de
obra en las tierras de los burócratas-patrones o de los
patrones amigos (o cómplices) de los burócratas. Pero el
grueso de las masas campesinas (más de 100 millones de
personas) se transformó en una “población flotante”
que se dirige a las ciudades en busca de trabajo, es decir,
en un enorme “ejercito de reserva” de “trabajadores
migrantes”.
El
sector estatal industrial urbano, antes “pilar” de la
economía china y garantía de seguridad social vital para
sus millones de trabajadores, fue “reestructurado”, o,
mejor dicho, achicado, privatizado o semi-privatizado. Las
empresas que se mantienen estatales (refinerías, petróleo,
metalurgia, militares y otras pocas) fueron “achicadas”
y reorientadas en función de la rentabilidad y la
eficiencia dictada por el mercado capitalista. Otras
empresas fueron directamente vendidas a inversores privados
(“nacionales” o “extranjeros”) y muchas son
administradas en común por funcionarios estatales,
autoridades del partido y empresarios privados. También hay
empresas “estatales”, pequeñas (pero rentables) y
ubicadas en las provincias, en dónde el burócrata local
opera de hecho como propietario, con todo lo que eso (con)lleva.
En la ciudad, como en el campo, los funcionarios hacen valer
sus “influencias” para llevarse su “parte”. Todo
este proceso[ii]
(achicamientos, privatizaciones, semi-privatizaciones)
expulso a más de 50 millones de trabajadores de sus
empleos, masa que (ya sin la seguridad social asegurada por
el Estado, sin su “tazón de arroz de hierro”) se suma
al “ejército” disponible. Y esta “disponibilidad”
tenía su razón de ser.
La
Esencia del “Milagro Chino” y su Integración al Mercado
Mundial Capitalista: La Superexplotación Obrera como Regla
de Hierro
La
“apertura” de la economía china a las inversiones de
capital “extranjero”, combinada con la orientación
hacia la “industria manufacturera”, generó la rápida
integración estratégica del país al mercado mundial
capitalista como la “fábrica (o el taller manufacturero)
del mundo”. Productos textiles, electrónicos, autos y un
largo etcétera recorren el mundo con su “Made In
China”. La clave de este éxito, que representa un enorme
sostén al “milagro” de las “tasas chinas”, es fácil
de explicar. La “ventaja comparativa” de China respecto
a casi cualquier otro país del mundo es su “ejército
disponible” de trabajadores (cientos de millones)
desesperados (sin su acostumbrado “tazón de arroz de
hierro” o su porción de tierra rentable), baratos y (eso
se creía hasta ahora) sumisos. El gobierno chino fue muy
meticuloso en preparar una a una todas las condiciones
necesarias para crear un ambiente paradisíaco para las
inversiones de capitalistas extranjeros. La materialización
de este ambiente es, sin lugar a dudas, la creación de
“zonas económicas especiales” (ciudades enteras) en
donde las empresas tienen de hecho, en complicidad con los
funcionarios (políticos y sindicales) locales, “vía
libre” (más allá de toda ley) para decidir el régimen
laboral (extensión de la jornada laboral, otorgamiento o no
de seguros médicos, sociales, etc.) y “... contratar y
despedir de acuerdo a las condiciones de mercado y a los
criterios de eficiencia económica”[iii].
Con este terreno preparado para explotar cómo y cuánto se
necesite para obtener altas y rápidas ganancias, no es difícil
encontrar el “secreto terrenal” del “milagro” chino.
La
“regla de hierro” esencial que se impuso, oculta tras la
retórica acerca del “desarrollo”, la “eficiencia” y
la “modernización de las fuerzas productivas
atrasadas”, fue, como estamos viendo, la de la subordinación
absoluta del trabajo al capital (o de los trabajadores a los
capitalistas). Y durante estos años la “regla” operó
con éxito. La proporción del PBI que se utiliza para los
salarios de los trabajadores disminuyó año tras año
durante 22 años pasando del 56,5 % (1983) al 36,7 % (2005)[iv]
mientras que la productividad laboral no para de crecer, en
los últimos 5 años creció al 9% anual[v]. Está claro, para los burócratas
y capitalistas es todo un éxito. Pero no existe plan
perfecto. La clase obrera, ya sin “tazones”, no tiene
nada que perder en esta situación, sólo sus cadenas. Y
empezó a removerlas.
Honda,
Foxconn, sus
“Réplicas” y el Despertar de un Nuevo Movimiento Obrero
en China (o “Este es un Punto de Inflexión. Ya no podemos
Contar con la Mano de Obra Barata China”[vi])
Durante
todo el transcurso del 2010 hasta hoy sectores cada vez más
amplios de la clase obrera china ha entrado en acción
contra esta realidad opresiva que los reduce a simples
“cuerpos disponibles para la explotación”. Burgueses de
todo el mundo, sus representantes políticos y voceros en la
prensa, están asustados por el “infierno obrero” que
irrumpe (al que llaman inocentemente “malestar laboral”)
y amenaza su “fábrica del mundo”[vii].
Tienen razones para temer. Desde las reformas estructurales
que impulsaron la “corta marcha” de China al capitalismo
nunca la clase obrera había actuado tan masivamente y por
un tiempo tan prolongado. Las últimas grandes luchas las
habían protagonizado en el 2002 los trabajadores de algunas
industrias pesadas por la defensa de su empleo y pensiones
amenazados por más “achicamientos” y privatizaciones.
Actualmente las luchas se centran en la industria
manufacturera y el sector exportador (motor de la “fábrica
del mundo”), muchas localizadas en las “zonas económicas
especiales”, y con una fuerza de trabajo, como vimos,
principalmente migrante del campo o expulsada de alguna
empresa estatal.
El
conflicto en Foxconn Technology (subcontratista de
multinacionales como Dell, Apple y Hewlett-Packard, Nintendo,
etc.) es un ejemplo trágico de la situación de la clase
obrera en China. Ubicada en la “zona económica
especial” de Shenzhen (muy cerca de Hong Kong), que en
pocos años pasó de ser un “pueblo de pescadores” a un
centro industrial y de producción “atractivo” para los
jóvenes[viii]
de familias campesinas en busca “desesperada” de empleo,
Foxconn es una “fábrica-ciudad” de más de 400.000
obreros que viven y trabajan bajo un régimen militar. 96
horas semanales de trabajo, sueldos de 150 dólares por mes,
ritmos de trabajo desquiciantes, imposibilidad de hablar
entre los trabajadores, de salir de la “ciudad-fábrica-prisión”
para “recrearse”, en fin, el mismo infierno. En lo que
va del año 12
trabajadores se suicidaron. Otros 4 lo intentaron pero
sobrevivieron y 20 fueron detenidos por la empresa. Todos
los muertos tenían entre 18 y 24 años. Luego de la
trascendencia de los suicidios en la prensa mundial y de las
protestas de los mismos obreros en la fábrica y de
familiares de las víctimas fuera de la fábrica, sumado a
acciones de solidaridad en Hong Kong y Taiwán, los patrones
se “sensibilizaron” y otorgaron un aumento salarial al
mismo tiempo que, por las dudas, construyen redes (¿?) en
torno a los pisos de los dormitorios de los trabajadores
para que el que salte al menos no se lastime (¿?).
Lamentablemente, estos “suicidios”, en realidad
asesinatos patronales, muestran, en un sentido negativo, la
situación límite, desesperante de una joven clase obrera
que ante el extrañamiento respecto de su propio cuerpo y de
su vida en función de intereses ajenos, decide, en un último
acto, (re)apropiarse de la vida para perderla.
Pero
el desarrollo desigual de la conciencia de una joven clase
obrera también tiene ejemplos positivos de (re)apropiación
de la vida a través de la lucha contra las condiciones que
la denigran. Por ejemplo, el triunfo de la huelga en la fábrica
de autopartes de la empresa japonesa Honda en la ciudad de
Foshan provocó (como si se tocara un nervio) una formidable
ola de huelgas porque demostró que se podía ganar, más o
menos, pero ganar. Recordemos brevemente que los
trabajadores de esta fábrica (unos 2000), luego de 2
semanas de huelga, choques con la policía y con la
burocracia sindical estatal (la única representación
sindical permitida), lograron un aumento de sueldos de casi
el 30 %[ix].
Aunque se haya firmado un acuerdo, la lucha, en realidad, no
terminó.
Como
parte del acuerdo, la empresa pidió 2 meses para
“examinar” las demandas de los trabajadores, que exceden
largamente lo económico, por ejemplo, el derecho a celebrar
elecciones para reemplazar a los burócratas sindicales de
la rama local del sindicato único nacional que actúa como
“títere” de los patrones[x].
Lo que tanto o, mejor dicho, lo que más teme la burocracia
capitalista china: que los trabajadores comiencen a
organizarse desde abajo en sindicatos independientes. Los
trabajadores de Honda perciben el acuerdo como un simple
“alto el fuego” porque saben que tanto ésta como otras
demandas sindicales y políticas (no económicas) serán difíciles
de arrancar porque atacaría un fuerte sostén del régimen
y, sobre todo, desataría la fuerza organizada de las masas
obreras chinas. Para que el ejemplo no se propague el
gobierno ha tratado de “convencer” a las empresas para
que concedan aumentos salariales “preventivos” (antes de
que se active una protesta).
Pero
la clase obrera reaccionó más rápido. En la fábrica de
componentes de audio Merry Electronics, localizada en la
“ciudad de la juventud”, 1000 trabajadores lograron
luego de varios días de huelga un aumento de salario del
10% y la modificación de los cambios de turno. El jefe de
la empresa dijo que hacía tiempo que había decidido
aumentar los salarios pero que “no se lo había anunciado
a su plantilla”[xi]
(¿?). En Yacheng Electronics, otra empresa electrónica de
la misma provincia, 2000 trabajadores iniciaron una huelga
por aumentos salariales y menos horas extra. El desenlace de
este conflicto está abierto. Cerca de Shangai también los
trabajadores han entrado en acción. En
la provincia de Xi’an, 900 obreros de Brother (un
fabricante japonés de máquinas de coser industriales)
entraron en huelga por 1 semana en reclamo de un incremento
salarial y mejoras en las condiciones de trabajo. Volvieron
a trabajar pero siguen negociando con los patrones. En la
provincia de Jiangsu, 2000 trabajadores de KOK International
(empresa taiwanesa de componentes para motos y autos)
iniciaron una huelga por aumentos salariales, por pago de
horas extras y contra la ausencia de seguridad social y
seguro contra accidentes. Luego de un violento choque con la
policía, los trabajadores llegaron a un acuerdo. También
se produjeron, aunque muy pocas todavía, algunas huelgas en
empresas estatales con iguales demandas que frente a las
privadas: aumentos salariales, reducción de la jornada
laboral, seguros médicos, etc. Todas estas luchas que hemos
mencionado, y que cubren una parte de la totalidad de las
luchas, se desarrollaron (y se siguen desarrollando)
solamente en los últimos 2 meses.
Es
importante remarcar que los protagonistas de todas estas
luchas, con todo su desarrollo desigual, tienen algo muy
importante en común. La enorme mayoría son jóvenes
trabajadores migrantes (no tanto trabajadores estatales
despedidos) que ya no consideran a la ciudad como un hogar
temporal, no tienen como perspectiva regresar al campo sino
(chocando contra el ahora más “relajado” sistema hukou de residencia temporal que les impedía, como a los negros en
los township
sudafricanos durante el Apartheid,
enraizarse urbanamente) asentarse en la ciudad con una
perspectiva vital ajena a la explotación y al maltrato. En
las fábricas, estos jóvenes han demostrado una gran
audacia táctica (huelgas relámpago, carteles en las
paredes de la fábrica, quedarse en la puerta sin ingresar,
etc.) que combinada con la utilización de las nuevas
tecnologías (comunicación entre los trabajadores de una
misma fábrica o de otras a través de SMS´s) resulta
efectiva para combatir las dificultades que tienen para (auto)organizarse.
Todavía la lucha tiene muchos limites, como el prejuicio
remanente entre los trabajadores de origen rural y los
urbanos estatales, también el contenido económico de la
mayoría de las demandas, pero la potencialidad del
despertar de cientos de millones de trabajadores, su
entrenamiento en la lucha, el seguro “descubrimiento”
(como ya lo hicieron los trabajadores de Honda) del
trasfondo político (aún sin ver, lo que resultará más
complejo, un horizonte socialista auténticamente obrero) de
las demandas económicas, representa, indudablemente, un
hecho de enorme trascendencia y repercusión para la clase
obrera mundial.
Hace
pocos días, el gobierno chino declaró, ante las
“infamias” acerca de que “el entorno de inversión en
China está empeorando”, que “las inversiones
extranjeras están seguras en su país”[xii].
Claro, cuentan con el ejército, la policía, y los burócratas
sindicales oficiales, pero no cuentan (quizás estos
“comunistas” no lo recuerden) con que el capitalismo
crea en su desarrollo a sus propios sepultureros y la clase
obrera china empieza a mostrar que ya no quiere vivir para
producir “paraísos” o “milagros” ajenos. La
historia recién comienza.
Chen Du Xiu fue el fundador del PCCH a comienzos de los
años 20 y lo dirigió mientras este fue una corriente
revolucionaria, obrera y socialista. Luego fue barrido
por el estalinismo-maoismo y llegó a simpatizar con el
trotskismo. Para más información ver “La
revolución china de 1949” en la revista
Socialismo o Barbarie nª19.
[i]
En su sentido más amplio es una red personal de
influencias que deriva en relaciones clientelares o
incluso de tipo mafioso, clave para entender el rol político
y económico de los burócratas regionales. Ver Au Loong
Yu, “China: ¿Final de un modelo o nacimiento de un
nuevo modelo?”, Revista Transversales Número 17
invierno 2009-2010.
[ii]
Que está explicado fragmentariamente en Lin Chun,
“Lecciones de China: Reflexiones Tentativas sobre los
30 Años de Reformas Económicas”, Revista
“Herramienta” Edición Web Nº2; también en Robert
Weil, “Conditions Of The Working Classes in China”,
Abril 2006, Edición Digital de “Monthly Review”.
[iii]
Maurice Meisner, “La China de Mao y Después. Una
Historia de la República Popular”, Pág.528,
Editorial Comunicarte.
[iv]
“Proporción del PBI de China destinada a Salarios
sigue Disminuyendo”, Spanish News China, 12/5/2010.
[v]
Vincent Kolo, “Honda Strike: A Turning Point for
Nascent Worker´s Movement”, chinaworker.info,
12/6/2010.
[vi]
Frase dicha por Terry Gou, el multimillonario taiwanés
dueño de Foxconn. En
Andrew Batson / Norihiko Shirouzu, “Chinese Workers
Win Wave of Raises”, Wall Street Journal, 7/6/2010.
[vii]
Por ejemplo, algunos títulos encontrados al azar en la
prensa mundial son “El Final Próximo del Modelo de Fábrica
de China” (periódico indio “The Hindu”,
13/6/2010), “Fin del Modelo de la Fábrica Mundial”
(periódico malayo “The Star”, 5/6/2010).
[viii]
De hecho se la conoce como la “ciudad de la
juventud” ya que el promedio de vida de su población
es de 27 años. Robert Weil, “Shenzhen: City of Youth”, Junio 2008,
Edición Digital de “Monthly Review”.
[ix]
El porcentaje parece importante pero en realidad “pone
al día” (y quizás ni llega a eso) salarios
congelados desde hace, al menos, 2 años.
[x]
Rumores que circulaban durante el conflicto entre los
trabajadores indicaban que al principal burócrata
sindical de la fábrica los patrones le habían pagado
600.000 yuanes para romper la huelga. Vale aclarar que
el salario mensual de los trabajadores antes de la
huelga era de menos de 1.000 yuanes. Dato en Vincent
Kolo, Op.Cit.
[xii]
“Primer Ministro Chino Asegura que la Inversión
Extranjera en su País está Segura”, 19/7/2010,
Agencia EFE.