Es
una pena que tanta alharaca político-electoral tape otros
temas que son en sí mucho más importantes e interesantes.
Por ejemplo, cuál es el lugar de las retenciones en las
arcas del Estado. Esto es, a quién le saca (y a quién le
da) dinero el Estado, cuánto le saca y en concepto de qué.
En suma, cuál es la estructura impositiva del país. Este
tema, que parece “técnico”, dice mucho sobre de qué
clase de sociedad –hoy, qué clase de capitalismo– se
trata en cada caso. Por ejemplo, los estados capitalistas
relativamente menos desiguales son aquellos en los que el
Estado recauda cerca del 50% del producto bruto en
impuestos. Y a su vez, estos impuestos se aplican, en esos
países, sobre todo a las ganancias empresariales. El Estado
argentino recauda alrededor del 30% del PBI en concepto de
impuestos, pero en esa masa tienen casi más peso los
impuestos al consumo popular, como el IVA, que los impuestos
a la renta, como Ganancias. La renta financiera paga 0%, por
ejemplo.
¿Y
las retenciones? No existían hasta 2002, cuando se
impusieron en plena emergencia. Desde entonces, aportan, según
estudio de Ieral-Fundación Mediterránea, entre
el 10 y el 17% de todos los ingresos del Estado nacional;
para este año, se estima el 13% (La Nación, 2-8). Así, Marcelo Capello, director de FM, reconoce
que “una eliminación
completa de las retenciones sobre el campo es inviable a
corto plazo. La recaudación por esos derechos osciló entre
el 60 y el 287% del superávit primario (antes del pago
de deuda) desde 2002 hasta ahora, y de allí la dificultad
de erradicarlas totalmente". Por si alguien no lo
recuerda, la FM ha sido siempre bastión neoliberal,
financiado por Arcor y cuna de Domingo Cavallo.
La
SRA calcula que el total de retenciones será este año de más
de 7.500 millones de dólares, el 85% de ellos derivados
del complejo sojero. Ernesto Ambrosetti, economista de
la SRA, estimó que el Estado podría arreglárselas sin la
plata de la soja “si
gastara con mayor eficiencia, efectividad y economía”.
Por ejemplo,
“quitando los subsidios a empresas de servicios públicos”
(La Nación,
2-8). Para que se entienda, lo que propone es que los
sojeros recuperen sus millones de dólares y que el Estado tape el agujero haciéndole pagar a
millones de personas
mucho más caro el gas, la luz y el transporte.
Claro,
como el garca en cuestión es economista de la Sociedad
Rural, que no necesita votos, puede decir esta canallada sin
sonrojarse. Pero no menos canallas son los garcas del Grupo
A, que proponen hacer
exactamente lo mismo, sólo que no se atreven a decirlo con
la ejemplar claridad de su aliado campestre. Intentan
disimular hablando de “canjear retenciones por anticipos
de Impuesto a las Ganancias” (idea del PRO), pero saben
muy bien que eso no resuelve nada. Y todos ellos son
enemigos del “gasto público en subsidios”.
Por
otra parte, si se caen las retenciones el problema no sólo
será el agujero en las arcas del Estado nacional. El
gobierno, en su momento, un poco a los cachetazos y otro
poco por cálculo, aceptó redistribuir un 30% de los
ingresos de la soja a provincias
y municipios. Así, resignaba parte de los ingresos del
Tesoro pero ganaba aliados que hoy pueden ser muy útiles,
si no hay más ingresos por retenciones, también van a
crujir las finanzas de intendentes y gobernadores, que ya
están murmurando que el asunto no les gusta nada.
Por
último, digamos que la embestida de los oligarcas liberales
apunta también a socavar
aun más los salarios que lo que lo hacen los K, esto vía
el aumento exponencial de los precios internos. En
efecto, las retenciones, además de darle recursos al
Estado, significan una baja del precio local de los
productos que se exportan. Si desaparece el impuesto y los
“productores” reciben íntegro el precio internacional
por sus granos y oleaginosas, esto se
traslada de manera inmediata al consumidor local. Las cámaras
de la harina y de los productores de pollos y cerdos (los
grano son insumo fundamental para ellos) ya avisaron, si
vuelan las retenciones, se disparan los costos… y los
precios. Los mismos garcas que adjudican la inflación al
“gasto público”... guardan cauto silencio sobre esta
amenaza al bolsillo de los trabajadores y sectores
populares.