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Derecha yanqui aplaude
acuerdos
Una de las expresiones más cavernícolas
de la derecha yanqui es la Heritage Foundation. Es de
la especie que considera a Caperucita Roja como una
peligrosa agitadora marxista. Son entonces significativos
sus aplausos a la cumbre de Santa Marta:
“La cumbre entre el nuevo presidente
Juan Manuel Santos y Chávez es potencialmente un paso
positivo para las Américas [o sea, también para EEUU]. La
reunión bajó las tensiones que habían crecido
recientemente...
“La cumbre subrayó la esperanza de
relaciones bilaterales más estables y productivas. Santos
habló de abrir una nueva página en las relaciones de
Colombia-Venezuela. Y Chávez asintió.
“Las partes se comprometieron a
reestablecer relaciones diplomáticas... También acordaron
establecer varias comisiones comunes para dar nuevo impulso
a los lazos comerciales de infraestructura y seguridad. La
prometida creación de una comisión común de seguridad, es
fundamental para reestablecer la confianza.
“Chávez aseguró que su gobierno no
apoya a las FARC... Categóricamente prometió que «no
permitirá la presencia de guerrillas o de terroristas en
suelo venezolano».”[1]
La recomendación final de estos
gorilas es respaldar la movida Santos-Chávez “con una
activa diplomacia de EEUU”.
Nota:
1.-
Ray Walser, “Santos–Chávez Santa Marta Summit: A Moment
of Promise”, The Heritage Foundation, August 13,
2010.
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La
provocación lanzada contra Venezuela por el ex presidente
colombiano Álvaro Uribe días antes de terminar su mandato
–que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas y
hasta a la posibilidad de incidentes armados– no pasó
finalmente a mayores. Pero el problema se “solucionó” corriéndose
todos hacia el centro del espectro político. En
relación a Chávez, esto incluyó desde un duro ataque a la
guerrilla colombiana hasta importantes acuerdos económicos
y políticos con el régimen de Bogotá. Tácitamente, el
paquete también incluye el no cuestionamiento de las bases
militares yanquis que desde allí amenazan al resto de América
Latina.
Como
decíamos en la anterior edición de Socialismo o
Barbarie, con esa provocación Uribe intentó “«marcar
la cancha» de las futuras relaciones colombo-venezolanas.
Hay que tener en cuenta que tanto desde Caracas como también
desde Bogotá se viene alentando un mejoramiento de las
relaciones. En función de eso, estaba programado que Chávez
asistiera a la asunción de Santos. Ya se hablaba del «abrazo
Santos-Chávez» que simbolizaría la «reconciliación»
colombo-venezolana”.[1]
Finalmente,
el “abrazo Santos-Chávez” sólo se postergó unos días.
En la ciudad de Santa Marta, Colombia, en la quinta San
Pedro Alejandrino donde Bolívar falleció en 1830, Santos y
Chávez no sólo anduvieron de abrazo en abrazo, sino que anunciaron
amplios acuerdos. Las dimensiones de esos acuerdos
–tanto por sus puntos explícitos como por los
temas que implican tácitamente– indican que las
cosas ya estaban cocinadas desde antes que Uribe lanzara
su petardo póstumo. O sea, no fue la “magia
negociadora” de Néstor Kirchner la que habría calmado a
las fieras.
Estos
acuerdos básicos van a ser implementados por cinco
comisiones colombo-venezolanas, encargadas de los
siguientes temas: 1) Reimpulso del comercio y plan de pago
de las deudas venezolanas. 2) Acuerdo de complementación
económica, con baja de aranceles para distintos productos.
3) Inversiones en las zonas de frontera. 4) Desarrollo de
obras de infraestructura (en especial de transporte de petróleo
y minerales venezolanos para exportarlos a Asia por los
puertos colombianos del Pacífico). 5) Seguridad (en este
punto “el gobierno colombiano logró hacer que Chávez se
comprometiera a rechazar la lucha armada y a retirar
cualquier apoyo a las FARC, así sólo sea moral”.[2] ¡Pero
de los paramilitares que operan a ambos lados de la
frontera nadie habló una palabra!
Por
supuesto, como dice el refrán, “del dicho al hecho, hay
un largo trecho”. Pero no hay ninguna duda sobre la
dirección en que se están moviendo las cosas entre Chávez
y el nuevo presidente de la patronal colombiana. Su
acercamiento significa que ambos se desplazan políticamente
hacia posiciones de “centro”.
En
nuestro artículo anterior, ya explicamos qué significa eso
en relación a Santos. Esa movida es apoyada por la mayoría
de la burguesía colombiana, aunque sectores de extrema
derecha no parecen estar muy conformes. El estallido el
jueves 12 de un coche-bomba frente a la principal radio de
Bogotá –que causó siete heridos y daños en más de
1.000 apartamentos– fue una advertencia de eso.
En
el caso de Chávez, se trata claramente de un curso a la
derecha. Es muy significativo que, en la cumbre de Santa
Marta, fuese Chávez y no el presidente colombiano
el encargado de lanzar rayos y centellas contra las
guerrillas, mientras Santos se daba el lujo de no tocar
el punto.
Pero
no se trata sólo de este curioso y significativo cambio de
roles. Mientras tronaba contra las guerrillas, Chávez fue
asombrosamente mudo en un tema mucho más importante:
las siete bases militares cedidas por Uribe a EEUU, y que
apuntan a América Latina y, en primer lugar, a Venezuela.
Y el
asombro es doble, porque fue la concesión de esas bases
el año pasado (después del ataque a Ecuador en el 2008) el
punto fundamental de fricción con Bogotá. Aunque sin
llegar en ese momento a la ruptura de relaciones diplomáticas,
Chávez dispuso en represalia el “congelamiento” de
las relaciones comerciales. Esto hizo caer en picada las
ventas colombianas a Venezuela, que es su mercado más
importante después de EEUU.[3] Además, se suspendieron
pagos de bienes ya exportados por Colombia.
Ahora
lo de las bases yanquis fue completamente olvidado en
Santa Marta. Chávez calló... y el que calla, otorga.
Esto
es tanto más notable, porque en la misma Colombia siguen
los cuestionamientos a las bases. Así, la Corte
Constitucional colombiana acaba de resolver esta semana que
el convenio firmado por Uribe con EEUU es inválido
porque no fue ratificado por el Congreso. De todos modos, la
pelea no está decidida porque el Congreso podría ahora
sancionar el acuerdo.[4] Lo que interesa subrayar aquí, es
que Chávez se ha retirado ostensiblemente de esa pelea.
Notas:
1.-
“Relaciones colombo-venezolanas – Un provocación que
puede tener graves consecuencias”, SoB, periódico
Nº 182, 05/08/10.
2.-
“El lanzamiento de una nueva relación”, revista Semana,
Bogotá, 11/08/10.
3.-
“Exportaciones de Colombia a Venezuela cayeron un 28,8 por
ciento”, Informe21.com, 03/09/09.
4.-
“Corte tumba tratado militar con EEUU, pero Congreso lo
puede revivir”, El Tiempo, Bogotá, 18/08/10.
“Hoy
–señaló Chávez– la guerrilla colombiana no ve la
realidad de América Latina, donde en Nicaragua, El
Salvador, Guatemala y Uruguay los gobernantes fueron
guerrilleros, abandonaron las armas y ganaron el poder por
las urnas... Hoy la cosa es con el voto...”[1]
“Así
como uno le propone al gobierno de Colombia buscar el camino
a la paz, a la guerrilla también. La guerrilla colombiana
de verdad no tiene futuro por la vía de las armas, no hay
futuro, es absolutamente falso que vayan a derrotar al
Estado colombiano... y luego además se han convertido en
una excusa del imperio para intervenir en Colombia y
amenazar desde allí a Venezuela.”[2]
Antes,
las condenas a las FARC y al ELN corrían a cargo del
gobierno de Colombia, mientras que Chávez –sin haber
hecho jamás una defensa política de las guerrillas– pedía
que se las reconociera como “fuerzas beligerantes” y se
entablaran así negociaciones de paz de igual a igual.
Ahora,
en cambio, las considera “una excusa” de los yanquis...
una fórmula similar a la que usaban los partidos
comunistas, que tachaban de “agentes del imperialismo” a
las corrientes de izquierda que no compartiesen sus políticas
capituladoras.
Pero
lo más importante es el camino que les marca Chávez:
hacer como los ex guerrilleros de “Nicaragua, El Salvador,
Guatemala y Uruguay”, que “abandonaron las armas y
ganaron el poder por las urnas...”
Pero
estos señores no sólo “abandonaron las armas”, sino
también cualquier pretensión de transformación de la
sociedad. Hoy son simples administradores “progres”
del capitalismo neoliberal. Aquí cerca tenemos el gran
ejemplo del ex tupamaro Mujica, ensalzado por las
corporaciones y por la prensa más conservadora, como La
Nación, que lo pone de modelo de presidente “serio”
y “amigo de los empresarios”.
Los
ex guerrilleros que hoy gobiernan Nicaragua, El Salvador y
Guatemala no la hacen mejor. En esos países, todo sigue
igual que antes; en primer lugar, la miseria de las
masas populares, hoy agravada por la crisis y la dependencia
colonial de un imperialismo en bancarrota. Recientemente,
una de las proezas de los gobiernos de estos “ex
guerrilleros” ha sido reconocer al gobierno ilegítimo de
“Pepe” Lobo en Honduras, continuador del golpe de Estado
de Micheletti y encubridor de asesinatos diarios de
activistas sindicales y de la resistencia. El escandaloso
reconocimiento del régimen golpista y asesino de Honduras
es línea bajada por el Departamento de Estado. Los “ex
guerrilleros” la han acatado sin chistar.
Siempre
hemos tenido diferencias políticas y programáticas
fundamentales con las FARC y el ELN.[3] Pero esas
profundas desavenencias son opuestas a las que ahora
expresa Chávez, que exhorta a las guerrillas
colombianas a dejar las armas para irse a la derecha, a
postularse como buenos administradores del capitalismo.
Notas:
1.-
Constanza Vieira, “Reunión Chávez-Santos - Brisa
recompone relaciones Colombia-Venezuela”, Inter Press
Service (IPS), 10/08/10.
2.-
“Chávez dice que guerrilla no tiene futuro”, Deutsche
Presse Agentur (DPA), 08/08/10.
3.-
Sobre nuestras críticas a la guerrilla colombiana ver en
www.socialismo-o-barbarie.org: “Las FARC en una
encrucijada” (en edición del 08/06/08), “Repudiamos la
cobarde masacre perpetrada por Uribe” (en edición del
09/03/08) y “Que las FARC y el ELN sean reconocidos como
beligerantes” (en edición del 27/01/08).