Socialismo o Barbarie, periódico Nº 186, 30/09/10
 

 

 

 

 

 

El balance de la izquierda

La Lista 5 plantó un mojón

Las elecciones de la CTA dejan lecciones de importancia para los sectores obreros independientes y la izquierda. La idea de que iban a ser “rutinarias” se demostró de una ceguera y conservadurismo colosal, ancladas en otra tara común a la izquierda: su inveterado sindicalismo que se afirma en la idea de que a los trabajadores sólo les pueden interesar sus reivindicaciones, dejando la política para los militantes…

Política de masas… las sectas a sus casas

Por el contrario, era evidente que las elecciones del 23 iban a ser un acontecimiento político en el seno de un sector de los trabajadores del país y que era un obligación revolucionaria intervenir con una política unificada apuntando a poner en pie un polo clasista.

Además, hay otro gravísimo problema en el seno de la izquierda independiente: los compañeros del PO y el PTS, en función de inexplicables razones de mini aparato, se pusieron de espaldas a uno de los pocos sectores de trabajadores que, aun con todas sus contradicciones, se ha lanzado a una lucha política.[1]

Muchos compañeros y compañeras que votaron la Lista 5 destacaban precisamente eso: el hecho de que el paso para lanzar la lista y votar a su candidato haya sido en asamblea de 500 compañeros. Criminalmente, estos dos partidos se pusieron de espaldas a esa realidad en función de un supuesto cálculo de inserción y votos que luego no se verificaron en los hechos.

Por nuestra parte, estamos orgullosos de haber peleado a brazo partido por una lista clasista unificada, y luego de haber sostenido con todas nuestras fuerzas la campaña común del Frente Clasista. Algo que fue un acierto completo, y no solamente por los resultados numéricos obtenidos con nuestras relativamente limitadas fuerzas. Se trata de algo más importante: de un problema de concepción. A nuestro modo de ver, las organizaciones revolucionarias existimos fundamentalmente para ayudar a que la vanguardia obrera se eleve al plano de las tareas políticas estratégicas: no concebimos la política revolucionaria como algo que se hace en “sustitución” de la clase obrera.[2]

Por el contrario, el rol absolutamente imprescindible e irreemplazable del partido es para ayudar a elevar –y elevarse también él en el transcurso de esta pelea– al plano político a lo más avanzado de la clase obrera. Se trata de elementales enseñazas leninistas que toda la experiencia del siglo XX sólo vino a confirmar, pero que el PO y el PTS no atinan a comprender.

De ahí que habitualmente escindan lo sindical y lo político, y piensen siempre las tareas del partido –que son imprescindibles porque ninguna organización deja de tener tareas propias y específicas– radicalmente por separado de las necesidades de la vanguardia y la clase, nunca como parte de ellas. Son más bien sectas, no verdaderamente partidos.

La votación de la 5

Dentro de los sectores politizados de la CTA, la elección de la Lista 5 tuvo su importancia. Está claro que de manera conjunta las listas 3, 4 y 5 podríamos haber superado el 10% de la votación y constituirnos en un polo de alternativa en el contexto de esta crisis de la CTA. Lamentablemente, esto no pudo ocurrir por la falta de previsión política y divisionismo criminal del PO y el PTS. Así, quedamos expuestos en cierto modo al ridículo de presentar tres listas de la izquierda.

Lo más destacable en la elección de la Lista 5 fueron tres datos: se logró obtener el 30% de los votos a nivel del conjunto del neumático, quedando nuevamente instalada la experiencia de FATE como la alternativa frente al ex adjunto de la CTA, Pedro Wasiejko, que podría quedar debilitado por la derrota de su fracción. En segundo lugar, se hizo una importantísima elección en el Gran Buenos Aires –el cordón obrero más importante del país– con votaciones de importancia en varios distritos: en las zonas sur y norte del GBA la 5 salió primera entre las listas de izquierda (en San Fernando quedamos segundos detrás de la 10). Y, por último, se hizo realmente una elección de alcance nacional: hubo votos para la 5 en todo el país (lográndose votaciones muy dignas en distritos donde a priori las fuerzas de las listas 3 y 4 eran más importantes).

En síntesis: alrededor de la experiencia de FATE se está recorriendo un camino que es uno de los principales mojones en la vanguardia obrera en el país para poner en marcha un polo de clase que le dispute a la burocracia el histórico proceso de recomposición que está en curso. La campaña en la CTA, a pesar de todas las limitaciones políticas y materiales, sirvió claramente para darle mayor proyección a esta experiencia.

Llamamiento

Inmediatamente después de las elecciones, la Lista 5 se reunió y, ante la crisis en la que quedó sumida la CTA, hizo un llamamiento público a las listas 3 y 4 a dar una respuesta en común. Independientemente de las diferencias que hemos tenido en esta elección, es una obligación que se impone ante los acontecimientos que se están viviendo en la central. Sin embargo, el PO respondió que “en virtud de las diferencias tenidas antes y durante la elección no estaban de acuerdo con reunirse” a sacar una posición común; por su parte el PTS, como es habitual en su curso autoproclamatorio, ni siquiera se dignó a responder el teléfono…

El llamado de la 5 sigue en pie porque es más estratégico: hay que aprovechar la crisis de la CTA para seguir dando pasos hacia un polo clasista en nuestro país. De ahí que, en conjunto con los compañeros que integramos la lista, estamos en un intercambio de ideas para ver cómo darle continuidad al muy progresivo espacio que hemos conformado.


Notas:

1. Es realmente vergonzoso la campaña de calumnias cuando hablan de FATE, sólo porque no tienen ningún peso real en esa experiencia. Más bien, deberían sacarse el sombrero de que una experiencia obrera intente proyectarse al plano político. Que sepamos, no hay muchos precedentes de esto en los últimos años. Por ejemplo, desde la experiencia de Zanon jamás se dio un paso político de este tipo en toda su trayectoria, y la experiencia de Kraft todavía es mayormente sindical. Solamente el subte esbozó aperturas para ese lado, aunque lamentablemente por la vía de la cooptación creciente de una fracción de la burocracia.

2. Otro rasgo típico, sobre todo del PTS, es el “doble estándar”: un instrumentalismo extremo que predica el “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. Como serían “el único partido revolucionario” todo estaría justificado, independientemente de que en un lado hagan una cosa y en otro lo opuesto. Todo vale si sirve a las razones de la secta. Lo que además es un factor de despolitización para una militancia que termina aprendiendo más a hacer maniobras que a hacer política revolucionaria.