Desde
un sector de la Marrón de FATE, que incluye a los
militantes del nuevo MAS pero que lo excede, se impulsó la
participación en las elecciones y dar batalla por la
conformación de una lista clasista y unitaria para las
elecciones de la CTA del 23 de septiembre pasado.
Estas
elecciones tuvieron un significado totalmente distinto a las
del 2006 (la burocracia se presentó toda junta) y las
transformó en un
hecho político nacional que abrió una crisis política que
aún no se cierra, planteando una oportunidad para que
desde los sectores obreros independientes y la izquierda se
dé una pelea política por la independencia de clase.
La
división y polarización que cruzó a toda la sociedad
desde el conflicto con el campo por la 125 afectó a toda la
burocracia. La dirección histórica de la central se dividió.
Un sector se alineó alrededor del gobierno, Yasky-Wasiejko,
y otro alrededor de la oposición sojera, Micheli-De Gennaro.
La decisión política del SUTNA San Fernando tuvo el objetivo
de llevar la pelea por la independencia de clase a los más
amplios sectores de la vanguardia y la militancia afiliada a
la CTA y servir también para volver a medir fuerzas en el
gremio con Pedro Wasiejko. Junto con esto, también tenía
el propósito de pelear
por
la unidad de los sectores clasistas al interior de la
central para evitar la cooptación, dispersión,
desmoralización y hasta la derrota en manos de la
burocracia de algunas de las experiencias independientes.
Triunfo en FATE y 30 % en el gremio
En concreto, la Lista 5 encabezada por la Marrón de FATE, ganó
la elección en los lugares de trabajo donde iban sus
principales dirigentes. Ganó en FATE con el 48% de los
votos (y se enfrentó en el conjunto del gremio al candidato
a secretario adjunto de la CTA y secretario general del
gremio, P. Wasiejko, obteniendo entre FATE, Firestone y
Pirelli el 30% de los votos). Ganó holgadamente en el
Garrahan, ganó en judiciales de Morón y sólo perdió su
candidata de ATEN Neuquén.
La
pelea por la unidad fue también una pelea contra la
dispersión. Si la Marrón no se presentaba como tal en FATE
(por intermedio de la 5) y/o se abstenía de la pelea política,
hoy muy probablemente estaríamos hablando de una
derrota… y un triunfo de Wasiejko en FATE. De hecho,
la expectativa de Wasiejko y la militancia Violeta en la fábrica,
era que ganaban en San Fernando. Además, decían que el
triunfo en el plebiscito salarial, hace menos de un mes, era
un “aval” a su política y se vería “confirmado” en
estas elecciones.
Por
último, pero no menos importante, lamentablemente un sector
minoritario de la Marrón hizo campaña y llamó a votar a
la Lista 1, sacando el 13% de los votos (53). ¡La
pelea por la unidad antiburocrática y clasista estaba
planteada, hubo que pelearla contra viento y marea y se
terminó ganando con claridad en FATE lo que no deja de ser
un importante éxito político de la Lista 5!
En
relación al gremio de conjunto, la Lista 10 sacó 491 votos
(55%), y la 5 salió segunda, sacando un 30 % (267) de los
900 votantes. Este es
un resultado muy bueno así sea menor en relación al 48%
sacado por la Marrón en febrero del 2008 cuando se votó a
secretario general nacional del gremio. Esto muestra dos
cosas: por un lado, que esta elección fue mucho más “política”
y alejada de las preocupaciones cotidianas de los compañeros,
por lo que costó que fueran a votar; y por el otro, que a
nivel del gremio en su conjunto hubo cierta dispersión del
voto anti-Wasiejko (ver datos adjuntos con la votación en
el conjunto del gremio).
Los compañeros de FATE se la jugaron
La
gran mayoría de las agrupaciones que dirigen gremios o
estructuras importantes son frentes únicos. Algunos tienen
una rica trayectoria de enfrentarse en forma independiente a
la patronal y/o a la burocracia dominante en esa
estructura o el gremio, pero muchos ideológicamente no son clasistas: es decir, son objetivamente
antipatronales y antiburocráticos, pero
políticamente hay de todo como en botica. Justamente al
estar sometidos a una elección que era eminentemente política,
estos frentes únicos crujieron y muchos se rompieron.
El
caso más claro fue el del Subte, donde una mayoría de
delegados llamó a votar a la Lista 10 encabezada en Capital
por Beto Pianelli y una minoría de aproximadamente el 30 %
de delegados llamó a la abstención.
El
frente único que dirige la AGD-UBA y encabeza el compañero
Correa del PO, no sólo salió segunda en su gremio, sino
que ni siquiera pudo hacer una declaración común como
directiva…
En el
caso de la Marrón de FATE, a pesar de todas las
contradicciones y dificultades, se hizo una experiencia riquísima.
Una mayoría del cuerpo de delegados, la Ejecutiva y una
asamblea de 500 compañeros de base, avaló la presentación.
Fueron candidatos de la Lista del Frente Clasista 3
ejecutivos sobre 4, y 7 delegados sobre 12; también los dos
compañeros recientemente reincorporados, y el compañero de
la Junta Disciplinaria del gremio por minoría.
Por
supuesto que la Marrón “crujió” y tensionó a todos
sus componentes. Esto explica que no se haya hecho toda la
campaña necesaria al interior de la propia planta y que no
haya sacado una mayor diferencia de votos.
Pero a pesar
de todo esto la Marrón pasó la prueba: mantuvo su unidad,
ganó en la fábrica y salió segunda en todo el gremio.
Con la autodeterminación o contra ella
Las
tensiones que se generaron aún persisten, se instaló una
discusión en la fábrica. Es que un sector hizo campaña
contra la Ejecutiva, el cuerpo de delegados y la asamblea, y
no fue precisamente la Lista 10 de Wasiejko –lo que estaba
descartado– sino un delegado de la Marrón.
La
Marrón, está dicho, es un frente único que surgió de la
lucha y se mantiene independiente de la patronal y la
burocracia. Pero a su interior
se procesan muchas presiones, posiciones políticas e ideológicas,
y lamentablemente –como en este caso– compañeros que
defienden ir detrás de algún sector burocrático.
El
debate y las posiciones encontradas son parte de la
democracia obrera: es saludable, imprescindible y necesario
que toda organización obrera discuta alrededor de qué
orientación tomar ante los diversos problemas políticos y
sindicales que se presentan. ¡Pero
una vez que una asamblea de base vota y toma una resolución,
ésta se debe acatar!
Para
nosotros la posición de apoyar a la Lista 1 (de la histórica
burocracia degenarista de la CTA, entregadora de una y mil
luchas) fue un gravísimo
error político: va contra la independencia de clase de los
trabajadores y los ata a un sector patronal.
Como
si esto fuera poco, la actitud de algunos compañeros de
desacatar la asamblea fue otro problema grave, aunque de
otro tenor. Para decirlo con claridad: es un problema que
merece ser clarificado para el conjunto de los compañeros
porque en otro contexto nadie dudaría de llamar
“carnero” o “mulo” de la empresa al que no acatase
una medida de lucha, por ejemplo. En definitiva, lo que está
detrás de esta actitud, es si se respeta el proceso de
autodeterminación, de experiencia de los trabajadores, o
no.
“Todo en asamblea”
La
rebelión obrera de FATE del 2007, y el conflicto del 2008, despertó
y tuvo como motor un fuerte proceso de autodeterminación
obrera que se resumió en “todo en asamblea”. Este
proceso de autodeterminación sigue vivo en FATE, en el
gremio en su conjunto y es lo que expresa la Marrón. Por
esto los compañeros son permanentemente
atacados por la empresa y la burocracia.
Es
lógico que la empresa ataque a las asambleas, castigue
descontando las horas no trabajadas, persiga de todas las
maneras posibles a los delegados de la Marrón, que presione
para que se firmen acuerdos sin consultar a la base, que
intente tentar con plata a algún compañero y un largo etcétera.
También es lógico que la burocracia de Wasiejko ataque la
democracia obrera y el proceso de autodeterminación, porque
de seguir desarrollándose su puesto de burócrata está en
riesgo.
Wasiejko
y la dirección del gremio es de lo más sutil y pérfida en
atacar la autodeterminación. Contrapone la asamblea, la
democracia directa de los trabajadores, a los plebiscitos,
una forma de democracia patronal [1].
Ahora
bien, que esta “desautorización” salga de un integrante
de la Marrón es grave. No sólo porque se queda atacando y
desautorizando a la asamblea, sino porque se educa y transmite que cada uno hace lo que quiere: “si
me gusta acato, y si no, no”.
Las
argumentaciones utilizadas para hacer esto empeoran el
asunto y no lo mejoran. Veamos: “En la asamblea quedaba
poca gente y los compañeros se estaban retirando”…
Primero, no fue así. Pero acá hay un problema de calidad y
no de cantidad. Se votó en asamblea: esto es lo
definitorio. Si había “poca gente” hubiesen mocionado
no votar. Si no había acuerdo político, o no había
condiciones políticas para votar, no se hubiese votado como
ya ocurrió en otras oportunidades con otros temas.
En
definitiva,
el
desconocimiento de la asamblea ha ido de la mano de un
problema político: haber dado pasos que cuestionan la
independencia de clase que expresa la experiencia de la Marrón.
Fortalecer al sector clasista
Lo
que se reveló y queda como un dato fundamental de la elección,
es que el sector clasista es mayoritario y salió
fortalecido, y que el proceso de autodeterminación va
avanzando más allá de todas las contradicciones que como
experiencia real no puede dejar de tener. En síntesis: la
experiencia hecha en las elecciones de la CTA, continúa
colocando a la Marrón y a FATE como una de las experiencias
más avanzadas y prometedoras del nuevo clasismo.
Notas:
1-
Ver SoB 184, pag. 6, “Qué pasó en FATE”.