En los últimos días,
dos importantes noticias indicaron que la burocracia ha
pisado el acelerador en el curso a la restauración
capitalista. La primera de ellas fue el anuncio de despidos
en masa de trabajadores estatales, condición en la que
está la gran mayoría de la fuerza laboral de la isla. La
segunda, consiste en la “liberación” de 178 nuevos
rubros para la “actividad privada” –en una primera
instancia, bajo la forma de “cuentapropismo”–. En 83
de esas 178 actividades privadas, además se podrán
contratar empleados. De esa forma tendrán que arreglárselas
los que serán despedidos, cuya cifra –según fuentes
oficiales– oscilaría de 500.000 a un millón de
trabajadores. Podría llegar, entonces, al 20% de la fuerza
laboral de Cuba, estimada en seis millones de trabajadores.
Buenos muchachos...
Increíblemente, la ratificación oficial de los
despidos en masa, que comenzarían en el primer trimestre
del 2011, quedó a cargo de... los dirigentes de la
Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
En los estados capitalistas, el anuncio de medidas
antiobreras, despidos, planes de “austeridad”, etc.,
suele estar a cargo de los gobiernos y/o las entidades
patronales. Los burócratas sindicales tienen asignado otro
papel: derramar algunas lágrimas y suspiros, y hasta
“protestar”... aunque sin hacer nada en serio.
Pero en la isla, a falta (todavía) de una burguesía
cubana cabalmente constituida, los burócratas del gobierno
y el PCC decidieron que fuesen los muchachos de la CTC los
que diesen la buena nueva.
El comunicado de la CTC sostiene que el programado
despido de 500.000 a un millón de trabajadores, se hará
para “...continuar la construcción del socialismo,
avanzar en el desarrollo y la actualización del modelo económico que
debemos seguir, consolidando las conquistas alcanzadas...”
[1]
Ante eso, cabe
contestarles: ¡Por favor, señores burócratas! ¡Basta de
manchar el nombre del socialismo, que ya lo han dejado hecho
una piltrafa! Por lo menos, los capitalistas y sus
gobiernos, cuando despiden trabajadores, dan muchos
argumentos verdaderos o falsos pero dejan tranquilo al
socialismo.
El
detonador de la crisis capitalista mundial
En verdad, el detonador
inmediato de este vuelco de la burocracia no es la necesidad
de “continuar la construcción del socialismo”, sino el
deterioro que la crisis mundial ha producido en la débil y
muy poco socialista economía cubana. Esto genera un
poderoso envión... al capitalismo.
Dependiendo
primordialmente de la exportación de níquel y de los
ingresos del turismo en sus relaciones con la economía
mundial, la economía cubana se ha resentido mucho por la
crisis. El precio del níquel tuvo una catastrófica baja de
60.000 dólares la tonelada a menos de 10.000. [2] En cuanto
al turismo, aunque el número de visitantes se mantuvo
estable, redujeron significativamente lo que gastan.[3]
Asimismo, la crisis de Venezuela repercutió directamente en
la Isla, por la caída de contratación de servicios y los
retrasos en sus pagos de parte de Caracas.[4]
Sin embargo, estos son sólo
factores desencadenantes que agravan los problemas
estructurales de la economía cubana, pero que no los crean.
De la misma manera, el
mantenimiento del criminal bloqueo por parte de EEUU a pesar
de algunas medidas cosméticas de Obama, no contribuye
precisamente a mejorar la situación. Pero es falso que los
principales problemas vienen hoy de allí.
Como señala el citado
informe económico de Prensa Latina, hoy Cuba
“mantiene relaciones en la esfera comercial con más de
tres mil compañías extranjeras de los cinco continentes y
su intercambio abarca a más de 170 naciones. Éste se
realiza en mayor medida con las Américas, luego con Europa,
Asia y Medio Oriente, y otras áreas geográficas.”[5] El
bloqueo de EEUU es dañino (y es un deber combatirlo). Pero
hay que saber también que hoy, pese al bloqueo, la amplitud
de las relaciones económicas y comerciales de Cuba es
la que describe Prensa Latina.
¿Quiénes tienen la culpa, los trabajadores o la
burocracia?
La coyuntura de la crisis ha puesto al rojo
vivo un problema estructural de fondo: la bajísima
productividad del trabajo en Cuba. Esto revela la incapacidad
orgánica de la burocracia del PC cubano de
desarrollar las fuerzas productivas, organizar eficazmente
la economía y, sobre todo, motivar a la gente para que
trabaje. Pero la burocracia prefiere echarle la culpa a los
trabajadores que no tienen arte ni parte en la conducción
del país y de su economía.
En
un discurso ante la Asamblea Nacional que precedió a las
medidas de despidos en masa, Raúl Castro dijo una frase que
lo resume todo: “Hay que borrar para siempre la noción de
que Cuba es el único país del mundo en que se puede
vivir sin trabajar.”[6] Con eso se justifican las
medidas ya esbozadas en ese discurso.
Dicho de otra manera: la burocracia del PCC opina
que el gran problema de Cuba es que los trabajadores son
vagos que quieren vivir sin trabajar. Por eso, planea
despedirlos en masa, a ver si los que restan se deciden a
poner el lomo. O, como dicen, con otras palabras, los ya
citados burócratas de la CTC: “Nuestro Estado no puede ni debe
continuar manteniendo empresas, entidades productivas, de
servicios y presupuestadas con plantillas infladas, y pérdidas
que lastran la economía, resultan contraproducentes, generan
malos hábitos y deforman la conducta de los
trabajadores. Es necesario elevar la producción y la
calidad de los servicios, reducir los abultados gastos
sociales y eliminar gratuidades indebidas...”.
[7]
¡Son los trabajadores los que tienen “malos hábitos”
y “conductas deformadas”! Esos vagos son los
responsables. Los despidos, como señala Raúl Castro en el
discurso citado, van a ser “una trascendente contribución
al mejoramiento de la disciplina social y laboral”.
[8]
¡La burocracia, que viene conduciendo el Estado y
la economía desde los 60 sin rendir cuentas a nadie, sería
absolutamente inocente del desastre! Durante décadas hizo
lo que quiso. Los trabajadores no tuvieron ningún mecanismo
democrático para debatir y decidir libremente ni para
conducir el país y su economía. ¡Todo, absolutamente
todo, fue decidido y dictado desde arriba!
En todos esos años, la burocracia cubana (como sus
iniciales referentes de Moscú y Pekín) fue de la ceca a la
meca... y de disparate en disparate. Desde la absoluta
estatización (dictada en 1968) de todas las actividades
(incluso del más ínfimo “cuentapropismo”, como los
plomeros) hasta la actual onda privatizadora, pasando por la
“zafra de los 10 millones de toneladas”, una imitación
caribeña del fracasado “Gran Salto Adelante” de Mao.
Tardíamente, bajo el acicate de la presente crisis
mundial, en Cuba se están agravando los mismos problemas de
fondo que en la Unión Soviética, China y demás ex “países
socialistas” condujeron, por distintos caminos, a la
restauración capitalista. También allí las dictaduras
burocráticas donde los trabajadores no deciden nada,
fueron orgánicamente incapaces de competir en
productividad con el capitalismo. A eso se sumó otro
hecho decisivo: que se trataba de economías nacionales
en el marco del capitalismo mundial... un pequeño
problema desestimado por los burócratas fabuladores del
“socialismo en un solo país”.
Un
problema mayúsculo de responsabilidad directa de la
burocracia
Como todo sector social privilegiado que vive a
costa de trabajo ajeno, la burocracia cubana se autoabsuelve
de responsabilidades y echa las culpas a los de abajo,
porque creerían “que se puede vivir sin trabajar”.
Pero las responsabilidades directas de la
burocracia ahora se agigantan con la crisis, comenzando por
el problema de los problemas: la comida. Esta una cuestión
estructural muy seria de la economía cubana, y que
puede tener consecuencias sociales y políticas explosivas.
También permite echar luz sobre la fenomenal
ineficiencia de la burocracia del PCC.
Cuba importa la mayor parte de los alimentos
que consume la población. El 60% de las calorías
consumidas por los cubanos viene de afuera. [9] La
consecuencia es que, cuando por la crisis caen las
exportaciones de níquel o los ingresos del turismo, también
cae la capacidad de Cuba de importar comida.
Esto parece increíble en un país de tradición
agrícola como Cuba, pero es la continuación de un problema
que viene desde su época de colonia yanqui, cuando se
impuso el monocultivo de caña de azúcar. Después de la
revolución, la burocracia siguió con el mismo esquema
productivo, sólo que ahora le vendía el azúcar a la
Unión Soviética. Luego, el fin de la URSS y los cambios en
el mercado mundial, obligaron a cerrar gran parte de los
ingenios azucareros y sus tierras dejaron de cultivarse.
Pero eso no fue aprovechado por la burocracia para
normalizar la producción de alimentos. Así hoy, según un
órgano oficial, “en Cuba, nación agrícola por
excelencia, el 50 por ciento de sus tierras están ociosas o
deficientemente explotadas...”. [10] ¡Al mismo tiempo
Cuba malgasta gran parte de sus divisas en importar comida!
La “acumulación originaria” de la burocracia está en marcha
En el centro del escenario, las luces manejadas
desde la cúpula de la burocracia apuntan a los “malos hábitos”
de los trabajadores. En cambio, ni en los discursos en la
Asamblea Nacional ni en los “Pronunciamientos” de la CTC
se habla mucho del “hábito” más escandaloso que existe
en la Isla: la fenomenal corrupción que se extiende de
arriba abajo del aparato burocrático.
Cuando en julio pasado un militante de toda la vida
del PCC, el académico y economista
Esteban Morales, de 67 años, doctor en Ciencias, se le
ocurrió denunciar el tema en una carta pública, fue
inmediatamente expulsado del Partido.
Morales,
en una carta abierta titulada “Corrupción: ¿La verdadera
contrarrevolución?”[11] advertía que “cuando
observamos detenidamente la situación interna de Cuba hoy,
no podemos tener duda de que la contrarrevolución, poco a
poco, va tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y
del Gobierno. Sin duda, se va haciendo evidente, de que hay
gentes en posiciones de gobierno y estatal, que se
están apalancando financieramente, para cuando la
Revolución se caiga, y otros, que pueden tener casi todo
preparado para producir el traspaso de los bienes estatales
a manos privadas, como tuvo lugar en la antigua URSS.”
Y
agrega Morales: “En realidad, la corrupción es mucho más
peligrosa que la llamada disidencia interna. Esta última aún
se encuentra aislada: carece de programa alternativo, no
tiene líderes reales, no tiene masa. Pero la corrupción
resulta ser la verdadera contrarrevolución, la que mas
daño puede hacer, porque resulta estar dentro del
gobierno y del aparato estatal, que son los que realmente
manejan los recursos del país. Si no, veamos algo muy
simple: ¿cuándo hay leche en polvo en el mercado negro,
que ha ido subiendo de precios hasta llegar a 70 pesos el
kilogramo?: cuando la leche en polvo llega a los almacenes
estatales. No hay mejor ejemplo que ese. Y así es con todos
los productos que se adquieren en el mercado negro por parte
de la mayoría de la población. Es decir, a cuenta de los
recursos estatales, existe un mercado ilegal, del cual todos
se benefician, menos el Estado. ¿Y que me dicen, de los
vendedores en los alrededores de las grandes tiendas en
divisas, proponiendo de todo? Se trata de una corrupción de
la que casi todos participan, generada por la corrupción de
funcionarios estatales. Porque, que sepamos, en Cuba hay un
solo importador: el Estado.” (subrayados nuestros)
Morales da en el clavo: como en la antigua URSS (y
también en China) la formación de la nueva burguesía
nacional pasa necesariamente por un período previo de
“acumulación originaria”, que consiste en el
aprovechamiento a gran escala (inicialmente “ilegal”) de
los recursos u operaciones económicas y financieras que
directa o indirectamente maneja el estado. Tal fue el período
iniciado por Brejnev en la ex URSS y Deng Tsiao Ping en
China.
Haciendo una metáfora, podríamos decir que el
curso restauracionista en Cuba es como los dos rieles de
un ferrocarril, que corren paralelos.
Un riel es el de la transformación de los
trabajadores cubanos, en una clase trabajadora “normal”...
según las normas capitalistas: es decir, con un buen sector
de desempleados que genere un saludable terror al despido, y
el resto con una amplia diferenciación de estratos, desde
los sectores más “privilegiados” hasta los más
precarios y subempleados. Ese es el sentido de las
“reformas” anunciadas en estos días, los despidos en
masa y el “cuentapropismo”, para “mejorar la
disciplina social y laboral”.
El otro riel, el decisivo de la restauración,
es la generación de una burguesía cubana, algo que
aún no se ha consumado, pero que, como describe bien
Morales, está en marcha a través de los sectores “en posiciones de
gobierno y estatal, que se están apalancando
financieramente, para cuando la Revolución se caiga, y
otros, que pueden tener casi todo preparado para producir el
traspaso de los bienes estatales a manos privadas...”
Notas:
1.- “Pronunciamiento de la Central de Trabajadores de
Cuba”, Cubadebate, 13/09/10.
2.- Roberto Salomón, “Economía cubana: nuevos desafíos”,
Prensa Latina, 25/08/10.
3 y 4.- Eric Toussaint, “Los desafíos de Cuba”, CADTM,
22/06/10.
5.- Roberto Salomón,
cit.
6.- Raúl Castro, “Nuestro único camino es proseguir la
lucha con optimismo – Discurso en la Asamblea Nacional”,
ACN (Agencia Cubana de Noticias), 01/08/10.
7.- “Pronunciamiento...”,
cit.
8.- Raúl Castro,
cit.
9.- Eric
Toussaint, cit.
10.- Marianela Martín González, “Agricultura cubana:
Devolver el aliento a la producción agropecuaria”, Juventud
Rebelde, 16/12/07.
11.- Esteban Morales Domínguez, “Corrupción: ¿La
verdadera contrarrevolución? (06/07/10)”, www.socialismo-o-barbarie.org,
edición del 18/07/10.