Las
medidas anunciadas, despidos en masa que podrían llegar al
20% de la fuerza laboral, son socialmente un salto al vacío
sin red. Es que se han ido eliminando paliativos como los
subsidios de desempleo, que consistían en enviar a sus
hogares con el 60% del salario a los trabajadores
“sobrantes”. [1]
También,
el gobierno cubano decidió hace más de un año, para reducir gastos,
poner fin, en forma progresiva, a la famosa “libreta”,
con la que se podían comprar productos a precios muy bajos.
La “libreta” cubre aproximadamente el 30% de las
necesidades alimentarias. [2]
Al
mismo tiempo, todos los analistas descartan que, de la noche
a la mañana, una masa que oscilaría entre 500.000 y un
millón de trabajadores pueda pasar a vivir decentemente
como “cuentapropistas” u organizarse en “cooperativas
de trabajo”, “micronegocios”, etc.
Como
en el resto del mundo, y en especial en América Latina, el
“cuentapropismo” en Cuba será sólo otro nombre del
subempleo y la miseria.
En
1995, al culminar la crisis del “período especial”,
después de la disolución de la Unión Soviética, los
“autoempleados” o “microempresarios” en Cuba
llegaron a ser 210 mil. A finales del año pasado eran sólo
140 mil. [3] ¡Ahora rápidamente tendrían que
multiplicarse por 6 ó 7! ¡Es un terremoto social!
Al
ratificarse el plan de despidos en masa, la burocracia
promete que “nadie quedará abandonado a su suerte”. [4]
Pero esa fórmula tan vaga contrasta con la magnitud de los
despidos, y con medidas concretas como eliminar la
“libreta” y los subsidios de desempleo.
Si el
plan se aplica hasta el fondo, se podría abrir una crisis
social y política inédita, que quizás sería en muchos
aspectos más grave que la del “período especial”.
Aunque ésta fue muy dura, se daba en una sociedad más
“igualitaria”, que conservaba cierta acumulación de la
“prosperidad” anterior y donde el núcleo dirigente,
especialmente la figura de Fidel Castro, mantenía una
“legitimidad” indiscutible y pudo así evitar el
derrumbe.
Hoy
las desigualdades y la polarización social han crecido
cualitativamente, así como la pérdida de legitimidad y el
descreimiento, especialmente entre las nuevas generaciones.
La palabra “socialismo”, en boca de esta burocracia
masivamente corrupta, debe sonar a hueco para muchos
trabajadores y estudiantes.
Pero,
al mismo tiempo, ni el capitalismo en general, ni Estados
Unidos en particular exhiben en estos momentos su cara más
atractiva. No están en 1989/91, sino en su peor crisis
desde la Gran Depresión. ¡La legitimidad del capitalismo
también está por el suelo!
Lo
que decidirá todo, es qué va a hacer la clase
trabajadora. ¡Ése es el gran signo de interrogación!
Si este ataque animase a algunos sectores a cerrar filas y
enfrentarlo desde posiciones de clase, se abriría en
Cuba otra historia (realmente) revolucionaria y socialista.
Notas:
1.-
Fernando Ravsberg, corresponsal en La Habana, “Cuba
elimina subsidio al desempleo”, BBC Mundo,
03/02/10.
2.-
Eric Toussaint, “Los desafíos de Cuba”, CADTM,
22/06/10.
3.-
Gerardo Arreola, corresponsal en Cuba, “La Habana elimina
barreras legales que limitaban al sector privado”, La
Jornada, 25/09/10.
4.-
Raúl
Castro, cit.