El ENM de Paraná era una oportunidad para que el
movimiento de mujeres se pusiera de pie con un plan de lucha
por el derecho al aborto, porque este año la Iglesia venía
golpeada luego de la derrota que sufrieron con la aprobación
del matrimonio igualitario, y este mismo hecho había
instalado en la sociedad y en los medios de comunicación el
debate sobre el aborto.
Solapado por arriba y más abiertamente por abajo, en boca
de sus militantes, el discurso del gobierno frente a esto
es: vamos a dar el aborto legal, pero después de las
elecciones de 2011. Con esto quieren convencer al movimiento
de mujeres de dos cosas: la primera, que no hace falta
luchar, sino sólo esperar; la segunda, que hay que votar a
Cristina. ¿Cuál fue la excusa para no legalizarlo en estos
siete años? La Iglesia. Y esa excusa les tambalea desde que
la legalización del matrimonio gay probó que la Iglesia ya
no decide sobre estas cosas. Por eso estamos en inmejorables
condiciones para lograr la legalización del aborto ya.
Sin embargo, para este Encuentro se puso en marcha un
acuerdo reaccionario entre la Comisión Organizadora
(dirigida por el PCR) y la Campaña Nacional por el Derecho
al Aborto, que consistió en separar las escuelas donde
funcionan los talleres de “Anticoncepción y Aborto” y
los de “Estrategias para la legalización” (ver artículo
anterior), y abrirle las puertas de par en par a la Iglesia
para copar la escuela donde se debatía aborto y que la
discusión se transformara en una batalla para echar
nuevamente a la Iglesia del Encuentro. En Tucumán habíamos
dado ya este paso y este año podríamos haber partido de
esa base superior, si la Comisión Organizadora hubiera
garantizado Escuela
de aborto libre de Iglesia.
Pero no, prefirieron que la izquierda haga el trabajo sucio
de echar a la Iglesia, mientras el resto del Encuentro
transcurría como si nada ocurriera.
Las Rojas fuimos con una política muy clara: intentar que
en la escuela de Aborto y en la de Estrategias se hiciera un
plenario de todos los talleres, sin la Iglesia, para
discutir cómo avanzamos las que estamos de acuerdo en
luchar por conquistar la legalización y cómo construimos
una agenda común para salir a las calles a exigir que se
apruebe la ley.
La pelea en los talleres
En los talleres del día sábado dimos esa batalla y
muchas compañeras independientes estuvieron de acuerdo en
hacerlo. Las militantes de la Iglesia impedían el verdadero
debate, llevándonos a discutir (en pleno siglo XXI) aborto
sí, aborto no. La indignación crecía, pero era difícil
porque la mayoría de las coordinadoras de los talleres y
las militantes del PCR defendían que la Iglesia estuviera
presente con el argumento de que “todas somos mujeres”.
A pesar de esto, de varios talleres salió la
propuesta de que el domingo nos juntáramos en un plenario
las que estamos a favor de pelear por el derecho al aborto
(sin la Iglesia, por supuesto) para discutir entre todas qué
pasos podíamos coordinar en común para volver a nuestros
lugares con alguna propuesta unificada.
El domingo los ánimos estaban más caldeados: muchas
compañeras que era la primera vez que iban al Encuentro habían
salido muy calientes de los talleres, porque sentían que
había sido estéril, que había sido como estar en una cápsula
del tiempo discutiendo con la Inquisición. Pero esa mañana,
hubo que hacer lo que había que hacer, lo que la
Comisión Organizadora se negó a garantizar: sacar a la
Iglesia cuando los patoteros intentaron entrar a la Escuela,
golpeando y tirando gas pimienta a las mujeres que estaban
en la puerta. ¡Las mujeres no sólo resistimos sino que las
sacamos a patadas! Mientras tanto los talleres ya no podían
funcionar como si nada. Las compañeras de los talleres nos
empezamos a organizar y fuimos sacando a la Iglesia de cada
taller y de la Escuela, una por una. Y esto a pesar de que
la Comisión Organizadora y las militantes del PCR las
defendían.
Una vez que sacamos a la Iglesia, se podía hacer el
plenario en la escuela. Pero otro hecho impidió que se
hiciera. Las compañeras del Plenario de Trabajadoras (PO)
tenían programada una actividad propia por el aborto legal
en una plaza para el mediodía del domingo, y priorizaron la
invitación a esa actividad en lugar de sumarse con todo a
tratar de sacar asambleas en las escuelas. De más está
decir que la diferencia no es de lugar, si en la plaza o en
la escuela. Pasa que el lugar adonde realmente podía salir
una asamblea donde participaran las mujeres independientes
era la escuela, ya que lo de la plaza, aunque el PO lo
llamaba “asamblea” era una actividad del PO a la que
luego se sumó el PTS. Las compañeras del PO tuvieron la
suficiente comprensión para darse cuenta que no era
contradictorio hacer un plenario en las escuelas y luego ver
de unificar en la plaza, pero el PTS y su agrupación Pan y
Rosas se opuso tozudamente a la posición de Las Rojas de
que se hicieran plenarios en las escuelas y que las
decisiones salieran de la base que participó en los
talleres. Y el domingo lo impidieron abiertamente, saliendo
primeras y rapidito de la escuela hacia la plaza. El PO
decidió seguirlas en vez de quedarse a pelear la asamblea
en la escuela con nosotras, clausurando así la posibilidad
de realizarla.
Hacer una asamblea en una plaza hubiera sido muy útil si
la dirección de la FUBA hubiera tenido la política de unir
allí a las cientos de compañeras de la Universidad, que
habían llegado con la fuerza del estudiantazo, de las tomas
y asambleas de colegios y facultades, a los talleres de
aborto y estrategias. Pero La Mella se negó a impulsar ningún
plan de lucha en el Encuentro, y el PO priorizó su acuerdo
por arriba con La Mella. Entonces, cada corriente se dedicó
a hacer su propio negocio de aparato: cada una llevaba a sus
contactos a sus propias actividades paralelas, en lugar de
ayudar a que se tendiera un puente entre las jóvenes
luchadoras del estudiantazo y las miles de mujeres de todo
el país para dar la batalla por el plan de lucha. Si a la
asamblea la convocaba el movimiento estudiantil con sus organismos en lugar de los partidos de izquierda,
seguramente hubiera sido más fácil convocar a las demás
participantes del Encuentro, en vez de hacerle el juego a la
burocracia feminista en su esfuerzo por separar a su base de
la izquierda.
Fuimos igual a la asamblea de la Plaza 1º de Mayo porque
estamos convencidas de que toda confluencia es importante si
sirve para impulsar acciones comunes para luchar por la
legalización. Y a esa altura, cuando estaba clarísimo el
acuerdo entre la comisión organizadora-PCR y la Campaña
Nacional por el Derecho al Aborto para que no saliera ningún
plan de lucha unificado, era importante que en alguna
instancia del Encuentro se sentara una posición: luchemos
ahora, no nos comamos el verso de que en algún siglo
venidero el kirchnerismo va a romper su pacto con El
Vaticano y va a dar el derecho al aborto; que se vea el
movimiento de mujeres en las calles, para que el aborto
legal deje de ser una consigna y se transforme en realidad.
Propuestas para continuar la lucha
En esta asamblea se denunció la responsabilidad del
gobierno de Cristina por las muertes por aborto clandestino,
nos pronunciamos por la separación de la Iglesia y el
Estado y se votaron dos propuestas muy importantes: impulsar
movilizaciones en todos los centros políticos del país
para el 20 de octubre para exigir la legalización. Y
movilizarnos el día que se empiece a discutir en el
Parlamento la ley de aborto, para que se apruebe. La Iglesia
católica ya avisó: está conformando redes de militantes
anti aborto, pro muerte de mujeres por aborto clandestino, y
va a realizar movilizaciones contra la ley. El gobierno las
va a usar de excusa para dilatar y dilatar y dilatar la
cuestión. Las mujeres, jóvenes y trabajadoras tenemos que
empezar a organizar la movilización del 20 y preparar en
todas partes la movilización al Congreso el día que se
debata la ley.
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Para que en todas partes se vea: por el derecho al aborto,
libre, legal, seguro y gratuito
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20 de octubre: todas a Congreso
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El día del debate en el parlamento: todas a Congreso