El
país sigue conmovido por las muertes de Kirchner y Mariano
Ferreyra. No podía ser de otra manera. Las mismas son
representativas de las
profundas tendencias
que vienen cruzando la vida política nacional en los últimos
años.
Kirchner
y Mariano
Detengámonos
entonces en lo que expresan las muertes de Kirchner y
Mariano a un mes de ocurridas las mismas. Se trata de
acontecimientos representativos de tendencias opuestas
en la dinámica política del país. Por un lado,
Kirchner fue la figura política burguesa que vino a “normalizar”
la Argentina luego del incendio del 19 y 20 de diciembre
del 2001, y por el otro, Mariano simboliza el proceso de
reorganización de la clase obrera del país y su durísima
lucha por
sacarse de
encima el tutelaje de la burocracia sindical.
Más
allá de todos los “discursos”, es un hecho cierto que
Kirchner fue la principal figura política patronal de la última década que,
como dijo el patriarca del PJ Antonio Cafiero, cumplió
la función histórica de “recuperar la institución
presidencial”.
Efectivamente,
Kirchner rescató a la principal institución del régimen
de dominación capitalista, la
Presidencia, de la peor crisis que sufriera la
democracia de los ricos establecida desde el año 1983 luego
de la caída de la dictadura militar.
No
se trató solamente de la presidencia: también fue el autor
de la relegitimación de la Corte Suprema de Justicia y,
conjuntamente con la oposición, del traslado de las
disputas políticas al Congreso.
Por
su parte, la muerte de Mariano es –de un modo lamentable,
por cierto- representativa de la
vitalidad del proceso de recomposición de la clase
trabajadora. Es decir, de la puja incesante que se viene
dando desde el 2001 por una nueva organización de la clase
obrera argentina. Se trata de una lucha que pasó de los
componentes más “inorgánicos” de la clase trabajadora
(desocupados, fábricas recuperadas, asambleas populares)
a
los batallones más “estructurales” de la clase obrera
como son los trabajadores del subterráneo, la alimentación,
el neumático, ferroviarios de distintas líneas y ahora los
tercerizados del Roca.
Este
proceso se da en un contexto dónde la patronal viene
discutiendo -con preocupación- acerca del “modelo
sindical” que tiene el país y la conveniencia o no de
impulsar alguna “reforma” al mismo. La muerte de Mariano
puso sobre la palestra eso: uno
de los grandes tema estratégicos hoy es la discusión
acerca del futuro de la organización obrera.
Entre
los de arriba esta discusión tiene un costado de fondo. No
solamente está la inquietud por la eventual presión de las
luchas reivindicativas (salariales y de los tercerizados)
que se puedan venir el año entrante. El interrogante pasa
por, qué hacer ante el
creciente cuestionamiento de la base obrera a la actual
estructura sindical.
En
esas circunstancias, es evidente la de Mariano se transformó
en una muerte representativa
no sólo por ser un joven militante de izquierda, sino
porque murió en un
lugar dónde se jugaba una de las batallas de la recomposición
obrera en curso.
El
hecho es que si los Kirchner lograron recomponer la
autoridad presidencial, una de su principal tarea pendientes
sigue siendo parar el proceso de reorganización obrera que
se sigue extendiendo, llegando
incluso ahora a cuestionar a la burocracia en gremios de
enorme importancia como el ferroviario.
La
tendencia a la normalización del país, al mismo tiempo que
el contrapuesto proceso de reorganización que desborda el régimen
sindical totalitario,
son
dos de las tendencias de fondo de la vida política nacional
y que encontraron su expresión contrapuesta en las muertes
de Kirchner y Mariano.
Como
garantes del capitalismo argentino
Una
tarea de la coyuntura sigue siendo clarificar
acerca del verdadero carácter del “proyecto K”. Hay
cuestiones de fondo y de forma que deben ser delimitadas.
Respecto
del fondo del asunto, es lo que está dicho: no hay manera
de desconocer –cuando se hace un análisis serio del
asunto- que si las jornadas revolucionarias de diciembre del
2001 tenían elementos que potencialmente podían ir más
allá de los límites del capitalismo argentino, lo
que hicieron los esposos K fue montarse en esa ola pero para
inhibir esa tendencia: de allí que hayamos definido a Néstor
como hijo burgués del Argentinazo.
Las
pruebas son simples: no ha habido ninguna reforma realmente estructural en lo que hace al carácter capitalista del país. Ni la
propiedad privada industrial ni la agraria ni los bancos han
sido tocados. Las
condiciones de superexplotación obrera están incólumes
(más allá de la recuperación del empleo y de la
asistencia estatal de la pobreza). Los mismos Kirchner han
sido garantes de esta clase obrera dividida
entre efectivos, contratados, de agencia, etcétera,
heredada de la dictadura militar y el menemismo (y que el
asesinato de Mariano ha venido a poner sobre la palestra).
En relación con el carácter dependiente del país del
imperialismo, la supuesta “autonomía” ganada con el
pago al contado de decenas de miles de millones de dólares
solamente ha servido… para que ahora el FMI haya sido
“invitado” para “establecer un índice inflacionario
confiable”.
Sin
embargo, sí hay algo que distingue al gobierno de los K de
los que se sucedieron a partir de 1983. Los Kirchner, como
hijos burgueses de las jornadas de diciembre del 2001 que
son, necesariamente
debían operar cambios en las formas para poder ganar
legitimidad. Desde ese punto de vista, son evidentemente
el personal político
patronal “más a la izquierda” que ha habido en el país
en las últimas décadas.
En
estas condiciones, dejaron correr una serie de conquistas,
concesiones y / o “reformas”. Algunas de ellas
fueron, en realidad, arrancadas con la lucha, precisamente
por las relaciones de fuerzas más generales creadas por el
2001 y que en parte siguen presentes hasta el día de hoy;
otras fueron simplemente gestos desde arriba.
Si
entre las primeras podemos ubicar las dificultades para
reprimir “el conflicto social” (que es presentado como
un rasgo “propio” del gobierno y no como una
circunstancia “obligada” por la realidad), determinadas
conquistas como las seis horas de trabajo en el subterráneo
de Buenos Aires, la conquista del matrimonio igualitario
para personas del mismo sexo, y hoy mismo, aunque más
indirectamente, la simple inscripción del nuevo sindicato
de los compañeros del subte; entre las segundas están
aspectos de la Ley de medios, las peleas con Magneto,
algunos paliativos a los jubilados o el relativo progreso en
algunas de las causas de derechos humanos.
Sin
embargo, entre
conquistas y concesiones no
hay nada que haya significado cambios de conjunto en el carácter
capitalista semicolonial o dependiente del país.
Las
fanfarrias por Kirchner de tantos “izquierdistas”
interesados en los puestos estatales solamente sirve para
colocar una cortina
de humo sobre el fondo del asunto: como dijo Paolo Rocca
del grupo Techint, a
Kirchner había que reconocerle el haber “sacado al país
de la crisis”. Los K actuaron como garantes del capitalismo nacional aunque bajo las formas que les
permitió la realidad creada por la rebelión popular del
2001.
¿Hacia un gobierno más “normal”?
Respecto
de las perspectivas del gobierno de Cristina, en las últimas
semanas se han ido afirmando una serie de tendencias: de
manera “sigilosa” parece estar inaugurándose un giro
hacia el centro político en pos de su reelección para el
2011.
Sin
embargo, no deja de hacer esto sin “maniobras”, como han
sido las recientes medidas para los jubilados o el
reconocimiento de la simple inscripción del sindicato del
subte.
Respecto
de la gestión gubernamental del último mes hay varias
cosas para señalar. El gobierno de Cristina parece estar
dando un giro hacia
el perfil original cuando la campaña presidencial del 2007.
Como se recordará, en la campaña presidencial de ese año,
se había comprometido a garantizar a la Argentina como
“un país normal”. Este plan luego quedó desbaratado
por la polarización entre los de arriba inaugurado con el
conflicto con el campo del año 2008.
Sin
embargo, la muerte de Kirchner ha significado como un “bálsamo”
para su gestión, produciendo un giro ascendente en la
popularidad de Cristina. Mucha gente se muestra solidaria
con lo que significó la muerte de su esposo estando ella en
la presidencia.
Pero
mas allá de algunas poses “combativas”, la realidad es
que el gobierno se apresuró a tomar una serie de medidas
que figuraban como cuentas pendientes exigidas por la
patronal: desde el pago de la deuda externa al Club de París,
la vuelta a algún tipo de relaciones con el FMI, el cajoneo
de la ley de participación en las ganancias empresarias, y
un largo etcétera.
Sin
embargo, la aplicación de un programa más “aggiornado”
se está dando de una forma distinta que sí el mismo
hubiera estado en manos de un recambio opositor.
Es
decir, no es la oposición la que está capitalizando la
muerte de Kirchner para imponer un giro “centrista” a la
situación política. Es
la propia Cristina la que intenta girar hacia el centro político
y recuperar el favor entre los de arriba buscando las vías
de un gobierno de más unidad nacional, aunque haga esto sin
dejar de maniobrar para no descuidar su “flanco
izquierdo”.
La
propia Cristina es la que se está postulando para dar una
vuelta más de tuerca en el proceso de normalización
del país que los K vienen encarnando desde el 2003,
reelección
del 2011 mediante.
Porque
hoy no puede descartarse que el ciclo de los K formalmente
continúe –o trate de hacerlo-. Pero
esto se haría “reinventándose” más hacia el centro
político cómo el mejor garante de gobernabilidad para la
patronal. Un gobierno que vuelva a expresar elementos de
unidad nacional (o al menos de mayor unidad burguesa).
Formalmente continuaría siendo el mismo gobierno…
pero
de contenido estaría en cierta medida inaugurando otro
ciclo político.
El triunfo de los tercerizados del Roca
En
sentido contrario a la evolución del gobierno K está el
proceso de recomposición obrera. El hecho básico aquí es
que este proceso está
pegando un salto hacia adelante.
La
muerte de Mariano -y la lucha de los tercerizados del Roca- ha
puesto sobre la palestra la esclavitud que significa la
tercerización. A nivel de otras líneas del
ferrocarril, y entre otros sectores de trabajadores, se
comienza a reclamar lo mismo que los compañeros del Roca:
el pase a planta permanente. Esto está comenzando a ocurrir
entre trabajadores tercerizados de la líneas Mitre o
Belgrano Sur. También entre los trabajadores tercerizados
telefónicos o de luz y fuerza.
¿Qué
pasará ahora que hay una gran posibilidad de que los
tercerizados del Roca pasen a planta permanente? Parece
evidente que ese hecho significará un enorme estímulo para la pelea de los tercerizados en todo el país.
En
este sentido la pelea porque se cumpla el pase a planta de
los 2000 compañeros del Roca se debe combinar con otra
desde ahora mismo: la
exigencia de la afiliación a la Unión Ferroviaria de todos
los compañeros. Porque, entre otras cosas, el hecho es
que durante 2011, debe haber elecciones al cuerpo de
delegados del Roca; y es un hecho que el triunfo de la lucha
de los compañeros pone más cerca de disputar la
línea Roca como tal.
El
eventual triunfo de los tercerizados del Roca debe servir
también para dar un impulso a la pelea por meter en la cárcel
a Pedraza. De lograrse eso, quedaría mucho más cerca un
objetivo todavía mayor: barrer
a la burocracia sindical de la Unión Ferroviaria…
Hacia un endurecimiento del gobierno con el activismo y la
izquierda
Las
circunstancias que venimos señalando preanuncian un 2011 más
polarizado, por lo menos del gobierno con el activismo y la
izquierda. A medida que la división entre los de arriba se
va “mediatizando”, lo
que parece preanunciarse es un enfrentamiento más “clásico”
entre el gobierno y sectores de vanguardia de los
trabajadores y la izquierda. Esto más allá que continúen
las riñas entre oficialismo y oposición en el Congreso.
En
estas mismas páginas analizamos la búsqueda del gobierno
de establecer un tramposo
“pacto social”. No está claro que puedan lograrlo con
la formalidad del caso. Pero lo que es casi seguro es que la
CGT va a tener un papel de primer orden en el “disciplinamiento” de los reclamos salariales que vayan más allá
de lo pautado.
A
esto hay que sumarle la división de la CTA. Con la crisis
de la misma, el proyecto de reconocerla como una
“alternativa” al desprestigio de la CGT ha quedado golpeado aunque ahora Cristina le haya tendido una enorme
mano a Yasky con el reconocimiento de la simple inscripción
del subte (atención, reconocimiento que no deja de ser en
parte también un triunfo de los compañeros).
En
fin, nada parece poder evitar que, en lo inmediato, la CTA
quede debilitada como mediación sindical burocrática con
“rostro humano”. A priori, esto fortalece a la CGT. Pero
también podría fortalecer a la izquierda en el terreno
sindical.
Si
para el año que viene no se puede preveer todavía un
ascenso de las luchas en regla (por la favorable coyuntura
económica y el corsé burocrático de ambas centrales
sindicales), sin embargo es un hecho que aquellas que desborden las pautas establecidas se las verán seguramente con una
respuesta más dura
por parte del gobierno K que ya ha dicho por boca de la
propia Cristina que “40 millones de argentinos no aguantan
más los piquetes y cortes de ruta”. Para ese escenario seguramente endurecido con el activismo y la
izquierda hay que prepararse [2].
Notas:
1.-
La Nación, 24-10-10. En el momento que cerramos esta edición,
el gobierno acaba de conceder la inscripción del nuevo
sindicato del subte. Más que nada la medida parece estar
concebida para tirarles una soga a Yasky y a Beto Pianelli
al tiempo que seguir alimentando la ilusión de que de la
mano del gobierno K “se pueden lograr las cosas”…
2.-
Aunque se trate de otro tipo de fenómeno, no puede dejar de
denunciarse el reciente asesinato de indígenas tobas por
parte del gobernador K de Formosa por el solo delito que
estaban reclamando tierras que les correspondían…