Socialismo o Barbarie, periódico Nº 193, 21/01/11
 

 

 

 

 

 

Bolivia: crisis de los combustibles

Los fantasmas del Octubre boliviano
hacen retroceder a Evo Morales

Por Martín Camacho
Socialismo o Barbarie Bolivia

“He preferido cuidar la economía no obstante el costo político. Con mucha firmeza, con valentía decidimos”
(Discurso de Evo Morales, el 29 de diciembre)

Una gran necesidad para llevar la lucha hasta el final

Falta una organización revolucionaria en Bolivia

Por Martín Camacho
Socialismo o Barbarie Bolivia

La necesidad de la acción unificada de la izquierda revolucionaria en estos tiempos –donde los grupos se invisibilizan en los grandes movimientos populares– es evidente. Los grupos deberíamos salir de nuestra “burbuja” comprendiendo que las fuerzas de la izquierda revolucionaria en Bolivia están demasiado reducidas: no hemos logrado superar aún la crisis histórica del POR.

El hecho es que, además, tampoco el proletariado termina de recuperarse del todo de la derrota de los mineros de 25 años atrás, razón por la cual, lo que campean son distintas variantes de populismo, indigenismo y reformismo.

Sin embargo, se hace imperativo dar una expresión política de izquierda al desborde al gobierno masista que va creciendo. Es obvio el peligro que sea desde el “centrismo burgués” del MSM o desde la derecha que se capitalice el desprestigio del Gobierno.

Hay que poner en marcha una campaña unificada por un Instrumento Político de los Trabajadores, buscando que la iniciativa sea tomada por los sindicatos más combativos en las circunstancias donde la reciente casi rebelión popular mostró los límites del gobierno del MAS y las renovadas posibilidades de poner en pie una alternativa revolucionaria.

Presentamos a continuación un artículo de nuestros compañeros de SoB Bolivia sobre la reciente crisis en dicho país. La misma hay que enmarcarla en el estallido de rebeliones populares en Túnez o el sur de Chile precisamente por la misma razón: el desmesurado aumento de los alimentos y los combustibles que se está produciendo como una de las derivaciones de la crisis económica internacional.

La Paz.- En menos de una semana, a fines de diciembre pasado, el Gobierno boliviano se vio enfrentado a una irrupción popular de enormes proporciones sin precedentes desde mayo-junio del 2005.

En primera instancia, Morales saca el Decreto Supremo 748 el día 26 de diciembre en el cual se decretó un aumento en el precio de la gasolina de un 73% y del diésel del 83%. A los tres días (29 de diciembre), el gobierno masista tiene que salir a dar explicaciones porque el país se empezaba a incendiar, pero tratando de mantener los aumentos con una serie de correcciones. Sin embargo, el 31 de diciembre, una hora antes de terminar el año, Morales se vio obligando a retroceder en chancletas, derogando este decreto ante el peligro de que el país empiece a ser ingobernable. ¿Qué es lo que pasó en el medio? ¿Cómo es que un gobierno supuestamente con tanto apoyo “popular” se ve obligado a girar en redondo? ¿Qué tan progresista es un gobierno que pretende tomar una medida de liso y llano ajuste neoliberal sobre el consumo popular?

Flor de “estatización”: las petroleras privadas son las únicas que se benefician

Este decreto se emite con la justificación de que serviría “para combatir el contrabando y equiparar los precios nacionales con los precios internacionales”... Pero nos preguntamos: ¿desde cuándo el criterio debe ser la equiparación de los precios cuando esto solamente puede estar al servicio de aumentar de manera sideral un servicio esencial para los trabajadores?

Acá es donde se hace evidente que la supuesta “nacionalización” de los hidrocarburos fue más bien una suerte de fiasco político. El precio del barril del petróleo que les paga el Estado a las transnacionales sería demasiado “bajo” para las mismas. Supuestamente, con este precio las empresas se verían “sin ganancias”; y esa es la justificación por la que no han invertido un boliviano en estos años...

Se quejan porque hoy día el precio del barril de petróleo, en el mercado interno, es de  27 dólares. Es obvio que este precio es inferior al de los demás países de la región, y ni hablar del valor del barril internacionalmente.

Sin embargo, la realidad es que el gobierno venía subsidiándoles a las empresas parte de la diferencia entre ese precio interno y el internacional. Volveremos enseguida sobre esto.

La realidad es que el gobierno, lo que pretendió con esta medida, es eliminar todo o parte de ese subsidio y trasladárselo al bolsillo popular, siempre en beneficio de las empresas petroleras capitalistas.

Por esto mismo, el decreto buscaba elevar el precio del barril del petróleo a la friolera de 59 dólares: ¡un alza de más del cien por ciento!

Recordemos que hace más de diez años que el combustible está subvencionado por el Estado: son 380 millones de dólares que los gobiernos sacan de las ganancias del gas y son pasados al combustible líquido. Anteriormente ningún gobierno se había animado a tocar esta subvención. Pero parece que el gobierno “popular” del MAS boliviano está decidido a terminar con estos beneficios.

La justificación del gobierno para el intento de aumentos fue un nuevo engaño a la población trabajadora. Al respecto, el vicepresidente de la Nación Álvaro García Linera dijo lo siguiente en la presentación del Decreto: “que se ha evidenciado que la demanda creciente de carburantes en el mercado interno responde a actividades de contrabando que buscan obtener beneficios ilegítimos con el transporte, distribución y comercialización de estos productos fuera de las fronteras del país”...

Esto fue la excusa del por qué el gobierno pretendió aumentar los precios. Por supuesto que esto es una gran mentira: si bien la administración es incapaz de custodiar las fronteras, de ningún modo es justificativo el contrabando para descargar un brutal aumento de los precios sobre la población explotada. La realidad fue otra: se pretendió agradar a las multinacionales sobre la espalda del obrero, el docente, el gremial y el campesino.

El  ministro de Economía, Luis Arce, lo dijo con total claridad: “en adelante, el precio de los combustibles estará ‘indexado’ al precio internacional del petróleo. Antes del incremento, el barril costaba U$S 27 para el consumo interno y con ese precio, las empresas no tenían incentivos para aumentar la producción de líquidos, que es deficitaria, apuntó” [1]

Siguiendo con esta misma línea, el economista Armando Méndez decía lo siguiente en apoyo a Evo Morales: “Morales ha defendido con absoluta claridad la razón por la que tomó esa drástica medida: si no se tomaba, el país no habría podido producir líquidos porque el precio de 27 dólares no convenía a las petroleras y Bolivia estaba condenada a no producir” [2]. El motivo del aumento es claro entonces: el hacer rentable la extracción de petróleo para las empresas trasnacionales.

Y acá nos preguntamos entonces: ¿de qué sirvió la supuesta nacionalización si las mismas petroleras extranjeras le exigen al Gobierno que aumente sus ganancias? Al parecer, a estas empresas ya no les servía estar trabajando en el país. Era “imperativo” que se eleven los precios para que ellos “ganen lo suficiente”. El gobierno “popular” hizo lo que todo gobierno capitalista puede hacer: que los trabajadores paguen las ganancias de las empresas.

El analista económico Julio Alvarado dijo con toda razón: “aquí las más beneficiadas son aquellas empresas vilipendiadas en estos cinco años. Las trasnacionales petroleras aumentaron sus ganancias en más del 100%”.

El gobierno da “paliativos” pero no logra frenar la crisis

Tres días después que se anunciara el draconiano Decreto, el país ya estaba explotando. El Gobierno trata de salir a explicar lo inexplicable: por qué una medida tan impopular tendría que ser aceptada. El propio Evo Morales anuncia que “no se retrocedería en las medidas” pero le durarán muy poco sus palabras: “soy responsable con Bolivia; esa plata, en vez que se vaya, que se quede aquí (…) Esto no es ‘gasolinazo’, esto es como nivelar los precios de los combustibles” [3].

Al mismo tiempo, el gobierno intentó decretar algunos “paliativos”. Estas medidas fueron puestas para frenar a los sectores que podrían ser más “conflictivos”. Y, por otra parte, tener asegurada a la policía por la vía de un aumento salarial a las fuerzas de seguridad. Al darles el aumento a los militares y policías del 20%, esto garantizaba que seguirían estando de parte del gobierno si es que las cosas se ponían más complicadas.

Por otro lado, aumentó en mismo porcentaje al Magisterio y a los trabajadores de la Salud. Son dos sectores con capacidad de movilización y que suelen arrastrar a otros sectores. Fueron los primeros en salir a las calles. El Magisterio el día lunes 27 de diciembre, solamente un día después del decreto. Esto  desencadenó una ola de manifestaciones de otros sectores.

Por este lado buscó cubrirse las espaldas. Y por el otro buscó también beneficiar al sector campesino, una de las bases sociales principales del masismo. Con el dinero que se ahorraba el Gobierno de la subvención de los combustibles pagaría “planes de riego” para el campo y para los pequeños productores, compraría soja a precio internacional, y también prometió comprar al 10% más –del precio que está en el  mercado– arroz, trigo y maíz.

Por otra parte, también anunció para comerciantes o trabajadores informales un aumento a los bonos sociales como para contentar a ese sector de la población. Migajas que la población no se creyó: el aumento era demasiado brutal como para compensarlo con bonos.

Estas eran las “grandes medidas” como para controlar el país. Pero no duró mucho tiempo. Al otro día (27 de diciembre) el país se paralizaba. La medida tenía algo de “unificador”: a todo el mundo le afectaba, los precios habían aumentado entre un 30% a un 60%.

Además, hubo rumores de corridas bancarias que pusieron más tensa la situación. El rumor de un “corralito” de los depósitos se hizo sentir como en Argentina del 2001. Los bancos fueron abordados por miles y miles de personas para sacar sus depósitos. Se estima que cerca de 200 millones de dólares se fueron de las entidades bancarias.

Esto no era cierto. Pero hizo que la población sintiera miedo por sus ahorros. Esto termina adicionando mucha más indignación. O sea, quisieron jugar con la gente. Por otro lado, la escasez de alimentos se hacía sentir. La misma empresa del Estado, EMAPA, había aumentado sus precios de arroz, azúcar y harina. La gente tenía que hacer colas de horas para conseguir estos alimentos. Los fantasmas de la época de la UDP se hicieron sentir en la población.

A río revuelto la derecha salió a pescar...

“La política de hidrocarburos es un fracaso porque ha sido mal ejecutada y, obviamente, YPFB ha sido mal administrada. Esto se cae de maduro y ahora todo el mundo lo puede ver de manera nítida, todo fue discurso y demagogia”
(Rubén Costas, gobernador de Santa Cruz [4])

Como suele pasar en estos acontecimientos donde el descontento es generalizado, aparecen las figuras de la derecha a querer aglutinar algún sector. Esto fue evidente en La Paz porque ya se siente con más fuerza que el Gobierno pierde apoyo más rápido de lo que el mismo MAS supone.

Ya no es la misma situación que hace 3 ó 4 años donde la ciudad de El Alto le daba el 80% de apoyo al MAS. Ahora las cosas han cambiado bastante. Más allá de esto, la derecha quiso ganar un espacio que hace tiempo no tiene. O sea, dirigir a cierta parte de la población.

El oportunismo más barato se ve en las figuras del MIR y el MNR. Estas nefastas figuras siempre estarán diciendo cosas para ver si tratan de meterse en el movimiento, aunque están tan desprestigiadas que nadie les hace caso.

Pero por otro lado, Juan del Granado, junto con Revilla, alcalde de La Paz con el Movimiento Sin Miedo, sí tienen bases sociales específicamente de la clase media urbana que los siguen. Si bien sus políticas no difieren mucho del MAS, en esta oportunidad trataron de ponerse de parte de la población y llevar agua a su molino. Recordemos que no hace mucho tiempo el MSM estaba de íntimos amigos con el MAS...

Hay que salir a denunciar a estos personajes de la derecha que jamás han hecho nada por el pueblo trabajador. Solamente los medios le dan cobertura porque es la salida que más les conviene. Asimismo, el MSM proviene de las bases de la derecha hoy reciclada por la coyuntura que le toda vivir. Pero esta “readecuación” a los tiempos es un engaño que termina siendo peligroso para la población. También se evidencia que salen a hablar en contra del Decreto porque les afecta sus bolsillos, pero de ninguna manera salen a defender los intereses de la población.

... pero el desborde fue por izquierda

Más allá de los manotazos de la derecha, la realidad es que el gobierno del MAS terminó siendo desbordado por la izquierda como no se había visto nunca desde el 2006. Las protestas tuvieron un espectro nacional porque el decretazo afectaba a la mayor parte de la población. Esto, salvo excepciones, como los paliativos anunciados para el sector petrolero y agroindustrial, aunque estos últimos también miraban con desconfianza porque no se había aclarado la modalidad de sus beneficios.

La ola de protestas no demoró en hacerse sentir. Desde el lunes 27 de diciembre la gente estaba en las calles. Pero lo que terminó de definir el descontento generalizado fue el discurso de Evo Morales el día 29. Un discurso que pese a todo el “prestigio” del mismo, no logra dar respuestas suficientes: las medidas concretas para paliar la suba de precios eran ínfimas. La población explotada decía en las calles: “si no retrocede con el ‘gasolinazo’, a Morales, así como lo subimos, lo bajamos”. ¡Toda una lección popular para tantos adoradores del progresismo que en el mundo hay!

Es por esto que al otro día el pueblo alteño baja en marcha, sin antes dejar de quemar las oficinas del Peaje de la autopista. Y lo hace yendo a estrellarse previamente contra las oficinas de la Alcaldía y la Federación de Juntas de Vecinos (FeJuVe).

Hay todo un descontento desde las bases por las malas direcciones que vienen habiendo. El desborde de las bases era evidente. El pedido de derogación del Decreto 748 estaba acompañado de la exigencia de “renuncia” de los ministros de Economía, Luís Arce Catacora; de Hidrocarburos, Fernando Vincenti y de la presidenta de Aduanas, Marlene Ardaya. También se pidió la renuncia del vicepresidente García Linera e, incluso, de... Evo Morales [5].

Esta marcha bajó hasta la ciudad de La Paz tratando de entrar a la Plaza Murillo donde fue reprimida por la Policía por varias horas. Luego, en horas de la tarde, otra movilización, esta vez de pobladores de La Paz, empieza a marchar por dicha ciudad junto con transportistas, el Magisterio y población que se iba sumando a la movilización.

El centro de la ciudad fue totalmente paralizado a causa de que el transporte público estaba también movilizado. Ni siquiera vehículos particulares circulaban por la ciudad. Solamente se veían miles y miles de personas marchando por la urbe paseña.

Estas movilizaciones se dieron conjuntamente en otras ciudades del país como Potosí, Oruro, Cochabamba y Santa Cruz. El país estaba mayormente paralizado. El Gobierno minimizaba los hechos, las declaraciones de Evo Morales en CNN solamente sumaban más bronca en la gente.

El gobierno retrocede antes que la clase obrera entre en escena

Al parecer, el propio oficialismo vio que el país se ponía, en un viraje coyuntural, inestable, y tuvo que retroceder antes que las cosas no tengan margen de retroceso. Sólo una hora y media antes que terminara el año, Evo Morales retrocede en la medida del Decreto. El desprestigio del Gobierno empieza a sentirse. Pero por ahora –y ante el retroceso gubernamental– de manera desigual.

El propio Evo Morales salió diciendo que había “escuchado al pueblo”... Pero trató de justificarse insistiendo que “el Decreto era necesario” y que “se verá cómo se implementa en algún momento”. Esto ya está siendo trabajado por el propio Evo, yendo a hablar con las diferentes organizaciones campesinas para que le terminen de dar el apoyo y diciendo de “lo necesario que es el aumento”...

O sea, la derogación se aplazó hasta que el MAS termine de comprar a las direcciones y garantizar que el país no termine incendiándose nuevamente y tratar, esta vez sí, de darles el palo por la cabeza a los trabajadores.

El Gobierno aprendió la lección y quedó bastante desprestigiado. El hecho cierto es que los fantasmas de Octubre del 2003 siguen presentes. En parte porque jamás hubo una nacionalización de los hidrocarburos. Esto solamente quedó en papel mojado: solamente hubo una readecuación de los contratos.

Los dirigentes que estuvieron con el MAS todo este tiempo, después de derogado el Decreto, vuelven al nido del masismo. La nefasta dirigencia de la Central Obrera Boliviana es el ejemplo más concreto. Pedro Montes, ejecutivo de la COB, plantea que el incremento lo tienen que discutir los propios trabajadores: “vamos a tener una evaluación y un Ampliado…Allí se va a discutir cómo y cuándo hacer esta nivelación de los precios de los carburantes. Seguro el Gobierno verá qué ministros son los culpables y los sacará” [6].

O sea, la nefasta dirigencia está totalmente de acuerdo con el gasolinazo pero maniobró para no quedar más traidores de lo que ya venían siendo. El colaboracionismo con el gobierno sólo se “fracturó” por unos días y después volvió todo a la “normalidad”. Y ahora plantean que los trabajadores “discutan” cuándo y cómo se les tiene que reducir el sueldo por la mitad...

Más allá de esto, los trabajadores estaban preparados para entrar en las protestas. Pero el MAS vio que si esto sucedía la cosa podía no tener retorno y las dirigencias iban a ser desbordadas.

Aparte, ya se le hacía complicado poner medidas de “mediación”. El Gobierno había intentado fracturar la protesta pero no le salió bien la jugada. Y, por otro lado, si aumentaba realmente los salarios, ¿para qué servía el impuestazo si lo que entraba de aumento a las gasolinas... se iba en el aumento de sueldos? Además, quedaba todo el movimiento popular que no tenía muchas formas de darle paliativos frente al aumento: darle algo para que salga de las calles.

Acá, lo que el gobierno no dice, es que tiene un déficit fiscal de más de mil millones de dólares que no sabe de dónde sacarlos. A esto se jugará este año. A cubrir los números en rojo porque más plata no le está entrando. La única medida que podía tranquilizar el país era retroceder completamente, como lo tuvo que  hacer. Ahora viene toda una pelea porque el Gobierno querrá imponerlo por otros medios: las trasnacionales petroleras presionan al masismo a que dé estas medidas, pero si los trabajadores y el pueblo salimos a enfrentarlos en las calles, ya sabemos que podemos torcerles el brazo.


Notas:

1. http://www.elnuevoherald.com/2010/12/28/860137/transportistas-paralizan-bolivia.html#ixzz19ykpJaqB

2. La Prensa, día 30 de diciembre de 2010.

3. La Prensa, 30 de diciembre de 2010.

4. La Prensa, 4 de enero de 2011.

5. Acá aclaremos que una cosa era pedir la renuncia de los ministros como lo veníamos viendo en todo este año en los conflictos que existieron. Pero pedir la renuncia del propio presidente, sí que es parte de un cambio de los ánimos de la gente. Igualmente esto también estuvo manejado por intereses explícitos de aparte del MSM que de a poco se va sumando a ser una organización nacional.

6. La Prensa, 4 de enero de 2011.