Grandes movilizaciones han
estallado en Wisconsin, estado del Medio Oeste de EE.UU.
Vecino de Illinois, donde Chicago es la tercera ciudad del
país, Wisconsin es también uno de los estados que orillan
los Grandes Lagos. Esa gran región del norte –hoy en
grave crisis– fue el corazón industrial de EE.UU. y en
cierta medida del mundo. Allí, en el vecino estado de
Michigan, se hallaba la capital mundial del automóvil,
Detroit, actualmente en ruinas.
Las movilizaciones se han
desarrollado principalmente en Madison, capital de Wisconsin,
en protesta por los recortes presupuestarios anunciados por
el gobernador estatal republicano Scott Walker.
Al 27 de febrero, el edificio
del gobierno estatal cumple aproximadamente dos
semanas de haber sido tomado por miles de trabajadores y
trabajadoras públicos, estudiantes, sindicatos y
activistas. Además, los volúmenes de movilización en las
calles durante esta semana (del 21 al 27) han sido de unas
80.000 personas, para un estado que apenas tiene 5,5
millones de habitantes.
No es necesario aclarar que lo que está sucediendo es algo realmente
insólito en Estados Unidos. Y ahora amenaza extenderse
a otros estados.
El asombro impacta a los mismos protagonistas. Mike Imbrogno, un cocinero de la Universidad de
Wisconsin en Madison, lo expresa de esta manera: “Nunca
había visto algo así. No eran solamente profesores y
miembros del sindicato universitario. Eran trabajadores
metalúrgicos, camioneros, fontaneros, trabajadores de
construcción... Personas que no he visto en una movilización
desde hace años... ¡También los carteles que las personas
hicieron eran increíbles! ¡Muchos de ellos tomaban como
referencia a Egipto. Decían: ‘Hosni Walker: dictador
electo’. Había una mujer de unos 50 años con un cartel
que decía: ‘¡Marcha como un egipcio’."
A su vez, muchos hablaban
del edificio tomado del gobierno como de “nuestra plaza
Tahrir”. Como advierte un conocido periodista, Tom
Engelhardt, “por primera vez en la historia, un
movimiento de árabes está inspirando a los estadounidenses
en Wisconsin y posiblemente en más lugares...”
El ataque del gobernador Walker
El descontento popular
contra Obama y la administración demócrata (que no ha
hecho nada por resolver los problemas de la base social que
lo votó presidente), abrió en las pasadas elecciones de
noviembre la puerta para que ganaran los republicanos y el Tea
Party. Por esa puerta entró Walker a la gobernación
del estado y comenzó a atacar sin contemplaciones a la
clase trabajadora de Wisconsin.
Escudado en la retórica de
“responsabilidad fiscal” mantenida por los republicanos,
Walker ha anunciado una serie de medidas drásticas para
balancear el presupuesto estatal. En números concretos,
Walker está exigiendo que cada trabajador duplique el porcentaje de su salario dirigido a pensión
y seguro médico.
En este momento, un
trabajador público en Wisconsin aporta alrededor de un 2,8%
de su salario para el fondo de pensiones. La propuesta de
Walker es aumentar este monto hasta el 5,8%. Además, en la
actualidad un trabajador destina alrededor del 6% de su
salario para tener acceso a seguro médico; bajo la
propuesta del republicano, ese monto aumentaría a 12,6%.
Además, es parte de la propuesta de Walker eliminar
de las convenciones colectivas de trabajo todos los rubros
relativos a seguro médico y vacaciones. La idea es
limitar las convenciones colectivas solamente a aspectos
relativos al salario.
El plan de los republicanos
en Wisconsin claramente va más allá de conseguir puramente
objetivos económicos. La idea central es quebrar la
estructura de organización de la clase trabajadora,
destruir las convenciones colectivas de trabajo y a los
sindicatos mismos, y no solamente en Wisconsin.
Walker ha llamado a otros
gobiernos estatales republicanos a seguir sus pasos y
eliminar los derechos de los trabajadores de negociar
convenciones colectivas y aumentar los montos contributivos
que éstos pagan en relación a seguro médico y pensiones
La retórica republicana
trata de señalar una y otra vez que los recortes son
necesarios como medidas de contención fiscal destinadas a
disminuir un déficit que se calcula mayor a los 3.000
millones. Con este objetivo siguen la línea ya conocida de
retratar a los trabajadores públicos como “poco
eficientes” y con “altos privilegios sostenidos por los
sindicatos”.
Lo que nunca se menciona son
los montos exorbitantes que el gobierno federal transfirió
a los banqueros de Wall Street luego del estallido de la
burbuja inmobiliaria, o los astronómicos montos destinados
a financiar los frentes de guerra abiertos en Medio Oriente.
Cantidades todas pagadas finalmente por la clase trabajadora
a la que ahora se le procura recortar sus
"privilegios".
El mismo Walker, el día de
su asunción como nuevo gobernador, anunció una amnistía tributaria a transnacionales y a empresas privadas radicadas
en el estado por un monto cercano a los $170 millones.
¡Mientras clama por los déficits presupuestarios, decreta
que las corporaciones no paguen impuestos!
Sin embargo, la movilización
no ha sido suficiente todavía para detener las impopulares
medidas republicanas. Precisamente, en la semana del 21 al
27 la Cámara de representantes de Wisconsin aprobó, luego
de una sesión de 61 horas, el proyecto de ley. De momento,
éste debe de ser también aprobado por el Senado estatal,
que se encuentra imposibilitado de sesionar debido a la
estrategia de huída de los senadores estatales demócratas
a Illinois. Sin los senadores demócratas no existe el
suficiente quórum para votar en firme la ley.
El contagio de la protesta a
Ohio e Indiana
Un hecho muy importante, al
que hay que prestar atención según se desarrolle, es el contagio
de la protesta de Wisconsin a los vecinos estados de Ohio e
Indiana, dominados también por gobernadores y
legislaturas republicanas, donde se han anunciado recortes y
ofensivas antisindicales de la misma naturaleza.
El martes 22, más de 10.000 personas marcharon en Columbus, Ohio, para
oponerse al intento del gobernador republicano John Kasich
de dar el mismo golpe legislativo en contra de los
trabajadores, los contratos colectivos y las organizaciones
sindicales.
Es una especie de
“contagio” nacional e internacional notable. Parece como
si en Wisconsin se tomase el ejemplo de lo que está pasando
en Medio Oriente y, a su vez, esto se trasmite a otros
estados del país.
Necesidad de un frente político
independiente en la movilización
Si todo esto se desarrollase
y efectivamente se extendiese el “contagio”, se abriría
una nueva situación de la lucha de clases en Estados
Unidos.
Pero está muy mediado por
el problema crucial de la orientación política y sindical
que tome este extraordinario movimiento iniciado en
Wisconsin.
El gran peligro es la
subordinación a los sectores “progresistas” del Partido
Demócrata y sobre todo a la burocracia sindical de la AFL-CIO.
Éste es un obstáculo fundamental para llevar adelante y
ampliar el movimiento.
Obama es el responsable Nº
1 de la grave situación de la clase trabajadora, y los
recortes en los estados gobernados por los demócratas no
han sido menos despiadados. Las negociaciones que mantiene Obama con los
republicanos en Washington sobre los recortes al presupuesto
federal, son una prueba contundente de esto.
Por su parte, la burocracia
sindical, en su mayor parte subordinada al Partido Demócrata,
ha dejado pasar los peores ataques a la clase trabajadora
sin mover un dedo.
La tarea debe ser la de un
abrir un frente político independiente dentro de la
movilización, que permita impulsar una respuesta más allá
de las limitaciones propias de los demócratas y de la
burocracia sindical.
Una vez más, la tarea
fundamental es impulsar una posición independiente, a la izquierda de las estructuras demócratas. Señalar una y otra
vez a la clase trabajadora, estudiantes y activistas, que
republicanos y demócratas tienen finalmente la misma
intención: garantizar la permanencia del edificio político
de las corporaciones, y descargar la crisis y los déficits
sobre los hombros de la clase trabajadora.