El NPA
(Nuevo Partido Anticapitalista) viene de realizar su primer
congreso, en los días 11, 12 y 13 de febrero. Fue un congreso
de profunda crisis, que además no logró tomar
ninguna resolución seria para resolver esa crisis en
algún sentido, ni hacia la derecha ni hacia la izquierda.
Dividido en cuatro tendencias sin que
ninguna de ellas sea mayoritaria, el Congreso no pudo votar
si el NPA finalizaba su conversión en un partido
reformista, de “izquierda” antineoliberal, cuya única
actividad real son las campañas electorales; o si, por el
contrario, el NPA se reorienta hacia la construcción de un
partido o movimiento político militante, con programa y
posiciones marxistas revolucionarias, cuyo eje de actividad
sea combatir en las luchas obreras, estudiantiles y
sociales.
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La
dimensión internacional de la crisis del NPA
La bancarrota de
un proyecto estratégico
Es
un tema que no podemos desarrollar aquí. Sin embargo, es
importante dejar sentado que la crisis del NPA no es un
hecho exclusivamente “francés”.
Es la bancarrota de un proyecto estratégico
y largamente teorizado por una importante corriente
trotskista, la llamada IV Internacional del Secretariado
Unificado (SU). Es la corriente inspirada por Ernest Mandel
(1923-1995) y después por Daniel Ben Saïd (1946-2010), que
sigue siendo mayoritaria en el trotskismo de Europa
continental.
Se trata de la estrategia de los
“partidos amplios anticapitalistas”, puesta en pie en la
década pasada, y ya ensayada con resultados desastrosos en
otros países. Podríamos sintetizarla así:
1) Se orienta esencialmente la actividad
hacia la participación en las elecciones burguesas,
buscando un atajo para llegar a ser “partidos de masas”.
2) En ese tren,
se elimina todo lo que se estime que podría
“ahuyentar votos”. Las palabras “revolución”,
“socialismo”, “comunismo”, “gobierno obrero y
popular”, “clasismo”, “burocracia sindical”,
“lucha de clases”, “huelga general” y otras que
puedan asustar a los votantes, quedan proscriptas. Son
reemplazadas por un vago antineoliberalismo y un
“anticapitalismo” aun más impreciso.
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Lógicamente, esta indefinición ha
agravado la seria crisis que arrastra el NPA desde hace
mucho tiempo. En el camino, el NPA ha perdido gran parte de
sus adherentes iniciales, muchos de ellos jóvenes
activistas que se acercaban con la ilusión de tener un
instrumento político unificador para su intervención en
las luchas.
En el Congreso de fundación de febrero
de 2009, el NPA registraba, teóricamente, 9.000
“militantes”-adherentes. Ponemos lo de “militante”
entre comillas, porque las condiciones para ser considerado
como tal en el NPA son muy laxas y “socialdemócratas”.
No implican reunirse ni sobre todo hacer actividad
regularmente (es decir, militar), sino esencialmente
estar al día con las cotizaciones. Entonces, es difícil
estimar quiénes son militantes reales y quiénes meros
adherentes.
De
todos modos, esa cifra de 9.000 “militantes”-adherentes
era muy superior a la que tenía la LCR (Liga Comunista
Revolucionaria), organización fundadora del NPA. Esto
reflejó en ese momento un impulso real de sectores de la
vanguardia a agruparse en el NPA.
De estos 9.000 militantes sui generis
del 2009, hoy quedarían teóricamente unos 6.000. Pero sólo
alrededor de la mitad votaron en las AG (asambleas
generales) donde se eligieron los delegados al Congreso. En
verdad, hoy la mayor parte de los militantes reales que
quedan en el NPA son los provenientes de la antigua LCR.
Pero lo más grave no es esta sangría,
que como decíamos ha significado el éxodo de muchos jóvenes
activistas que se acercaron ilusionados en el momento de su
fundación. Lo peor ha sido haber perdido completamente
la oportunidad de ganar a todo un sector de la vanguardia
obrera y estudiantil, que por decenas de miles encabezó
las jornadas de lucha contra Sarkozy en los meses de octubre
y noviembre del año pasado.
En
esas semanas, hasta los mismos comentaristas burgueses
hablaron de un “nuevo Mayo del 68”. Esto no llegó
a darse, pero la situación estuvo próxima. Los activistas
obreros y estudiantiles desbordaron en cierta medida a las
burocracias traidoras de la CGT, CFDT y Cía., paralizando
el país y poniendo a Francia al borde de la huelga general
indefinida.
El
NPA estuvo totalmente a la cola (y a la derecha) de los
acontecimientos, limitándose a balbucear comentarios tardíos.
Más allá de la participación por cuenta propia que tuvo
un sector de sus militantes individualmente, el NPA, como
organización, no tuvo nada que ver con este inmenso
movimiento. La orientación cien por ciento
electoralista y, además, la posición de no criticar ni
oponerse a los burócratas sindicales, lo dejó por fuera
y a la derecha de lo que estaba pasando.
Esto
marcó un agudo contraste con el Mayo del 68, donde
la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) nació como un fuerte
partido de vanguardia. El pequeño grupo de trotskistas de
la corriente de Ernest Mandel supo ponerse al frente del
Mayo del 68, y así ganó a centenares de militantes y miles
de simpatizantes, lo que le permitió fundar la LCR. Su
sucesor, el NPA, orientado por completo al electoralismo, hizo
lo contrario... y así le fue.
Pero
dar la espalda a la lucha de clases tampoco le ha traído al
NPA éxitos electorales. El espacio electoral a la izquierda
del Partido Socialista –la franja del reformismo
“antineoliberal”– ha sido ocupado por el Front de
Gauche (Frente de Izquierda), conformado por el nuevo Parti
de Gauche (PdeG) y el viejo PCF. Son claros y auténticos
reformistas y no nebulosos “anticapitalistas”.
Este
doble y rotundo fracaso –en la lucha de clases y en las
elecciones– ha llevado al NPA a una crisis muy seria.
El Congreso, lejos de resolverla, la ha agravado.
Cuatro
posiciones y ninguna mayoría que decida el rumbo
Los
352 delegados electos al Congreso se dividieron en cuatro
“posiciones” (en verdad, tendencias permanentes). La
Posición 1 obtuvo el 41,95%; la Posición
2, el 27,87%; la Posición 3, el 26,43%;
y, finalmente, la Posición 4, el 3,73%.
La Posición 1 agrupó al núcleo de dirección fundador del NPA
y que lo ha conducido hasta hoy. En el Congreso de
Fundación del 2009, este sector contaba con una clara mayoría,
de alrededor del 70%. Esto le permitió ganar el
mismo porcentaje de puestos en la dirección del NPA –el
CPN (Comité Político Nacional)–, y así poder dirigir al
partido. Ahora sólo logró el 42% del CPN. Las otras
“posiciones” también obtuvieron puestos en el CPN, en
la misma proporción de sus delegados al Congreso.
De esa manera, el nuevo Comité Político Nacional no
tiene una mayoría. Se parece a uno de esos parlamentos
europeos inestables, cuando ningún partido tiene más del
50% de los diputados para poder gobernar sólo, y el
“primer ministro”, que representa a la primera minoría,
debe hacer toda clase de acuerdos y malabarismos para que se
vote algo. Esto puede funcionar en los parlamentos
burgueses, pero implica un nuevo escalón de crisis en un
partido que todavía, de vez en cuando, se dice
“revolucionario” y, de ocultis, trotskista.
Derecha,
centro e izquierda: las distintas posiciones
La Posición 3 agrupa a la derecha del
NPA. Es decir, a los que quieren llevar hasta el
final la deriva oportunista y electoralista de la
dirección histórica de la LCR y de su corriente
internacional, la “IV Internacional” mandelista. En
Francia, en primer lugar, eso significa renunciar a
cualquier pretensión de independencia e integrarse al Front
de Gauche. O sea, asumirse como una corriente más del
reformismo “antineoliberal”, en compañía de los
socialdemócratas “de izquierda” del PdeG y los pos
estalinistas del PCF.
Las posiciones 2 y 4 expresan, por el
contrario, a la izquierda del NPA, sosteniendo la independencia
respecto al reformismo “antineoliberal” y no entrar de
ninguna manera al Front de Gauche, postulando especialmente un
giro de la actividad del partido hacia las luchas obreras y
juveniles.
Pero, mientras la Posición 4 sostiene
esto a través de un programa y propuestas políticas que
son claramente marxistas revolucionarias y de reorientación
hacia la lucha de clases, la Posición 2 se queda a mitad de
camino. No va hasta el final. Diluye puntos fundamentales,
en vistas de llegar a algún acuerdo “parlamentario” con
la Posición 1, para dirigir conjuntamente al NPA.
Esto implica, entre otras cosas, dejar en
el tintero un punto crucial para dar un giro hacia las
luchas: la necesidad primordial de combatir a los burócratas
sindicales, que primero las frenan y luego las aíslan y
traicionan cuando no pueden impedir que estallen.
Por
una salida socialista revolucionaria a la crisis del NPA
Evidentemente,
el Congreso no ha dado una salida positiva a la crisis del
NPA, que por el contrario puede agravarse llevando a la
desmoralización a muchos militantes.
Los
comentaristas de la prensa burguesa festejan el hecho, al
mismo tiempo que “aconsejan” a los militantes del NPA
terminar con las locuras “sectarias” del trotskismo e
integrarse al Frente de Izquierda, dedicarse exclusivamente
a las elecciones y así acabar de convertirse en buenos y
sensatos reformistas.
Creemos
que hay que marchar en sentido contrario de estos
interesados “consejos”. ¡Más que nunca, en medio de la
crisis del capitalismo y de los estallidos de masas, hay que
ir a las luchas obreras y populares, con programa
y posiciones marxistas revolucionarias!