Elecciones
del 2011
¿Por qué la izquierda no pelea contra la
proscripción?
“Alrededor de 350.000 votos a nivel nacional: los
candidatos que no obtengan esa cantidad de sufragios en las
internas abiertas, obligatorias y simultaneas de agosto no
podrán competir en las elecciones presidenciales. Lo
estipula el artículo 88 de la nueva Ley de Reforma Política,
que dictamina que se deberá alcanzar ‘el 1.5% de los
votos validamente emitidos’ para pasar a la próxima
ronda, o sea, a los comicios generales de octubre. Clarín
evaluó, a partir de los resultados de la elección
presidencial del 2007, quiénes podrían ser los más
afectados por ese ‘piso’ electoral. Si repiten, o aun si
mejoran un poco su performance de hace cuatro años en las
internas abiertas del 22 de agosto, el conjunto de las
fuerzas de izquierda y algunas de otras tendencias quedarán
excluidas de la disputa presidencial”
(Clarín, 13 de febrero del 2011).
Se
está dando un hecho paradójico las filas de las
organizaciones de la izquierda: la nueva ley electoral
votada a finales del 2009 a instancias del kirchnerismo –y
con la complicidad de la UCR– apunta a dejarla afuera de
las presidenciales, pero no hay una pelea conjunta contra
la proscripción.
Ratificando
que la ley va, ya mismo se está aplicando en los distritos
provinciales donde se realizarán elecciones anticipadas, y
en varios casos está sirviendo para impedir la participación
de todas o la mayoría de las fuerzas de la izquierda
reconocidas, como en Santa Fe (donde solamente el PO habría
llegado a presentarse).
Pero
incluso si alguna o algunas fuerzas de la izquierda lográramos
superar los escollos para llegar a las internas nacionales
de agosto, el piso a alcanzar para tener candidato
presidencial será al menos de 350.000 votantes, con lo cual
difícilmente podrá garantizarse. Se plantea el peligro
cierto de que la izquierda quede excluida de una elección
presidencial por primera vez desde 1983.
Las
maniobras proscriptivas, la participación electoral y la
lucha contra el régimen
A
pesar de lo señalado, la izquierda no ha puesto en pie
una campaña política conjunta contra la proscripción.
Que se entienda bien: todas las organizaciones reconocidas
estamos tratando de cumplimentar los diversos trámites
administrativos para intentar superar los escollos
proscriptivos. Pero prácticamente ninguna, salvo nuestro
partido, ha lanzado una verdadera campaña política en
regla mediante un llamado a encarar esta lucha de manera conjunta.
Esta
aberración se debe a razones políticas que enseguida
veremos. Pero dejemos sentado primero un criterio general
que es parte de la tradición del socialismo revolucionario:
los revolucionarios luchamos estratégicamente contra el
Estado y las instituciones capitalistas, pero tácticamente
participamos en ellas mientras no hayan sido superadas por
la experiencia de las propias masas trabajadoras.
Esto
significa que nuestra obligación principista de denunciar a
las instituciones capitalistas como cueva de bandidos de los
patrones debemos intentar llevarla al recinto mismo del
parlamento burgués, no sólo porque amplifica nuestras
imputaciones sino también, y fundamentalmente, porque no
alcanza con que los revolucionarios sepamos que todo
congreso burgués trabaja para la clase capitalista: es
la clase trabajadora la que debe entenderlo por su propia
experiencia.
Los
socialistas revolucionarios buscamos, entonces, utilizar las
elecciones como un terreno de denuncia política, ya
que en la conciencia de los trabajadores éstas aparecen
como el momento en que se “piensa en política”. No
hacer todos los esfuerzos por aprovechar esa instancia sería
un infantilismo izquierdista que no permitiría avanzar
un solo paso hacia la conciencia de clase de los
trabajadores.
A
sabiendas de esta utilización revolucionaria, la burguesía
muchas veces –como es el caso hoy del kirchnerismo–
busca marginar a la izquierda de las elecciones, aunque en
otras prefiere utilizar la cooptación: la adaptación
reformista a la democracia de ricos llamada electoralismo y
que practican organizaciones como el MST.
Es
la combinación de objetivos estratégicos y medios tácticos
lo que plantea que la izquierda deba luchar por defender sus
derechos políticos –lo que incluye las campañas de
afiliaciones–, al tiempo que como parte de la denuncia del
gobierno y el régimen político capitalista ponga en pie una
campaña contra la proscriptiva ley electoral.
El
peligro de la adaptación oportunista-aparatista a la ley
proscriptiva
Como
venimos señalando, la izquierda no está llevando adelante
esta campaña por razones políticas lamentables.
Acerca del MST nos remitimos a otro texto de esta edición.
Aquí nos queremos detener en el PO y el PTS.
El
PO viene realizando una fuerte actividad por la legalidad de
su partido, pero el grave problema es el ángulo político
con que lo hace: su centro es la sola defensa de los
derechos políticos... del Partido Obrero.
No
hay en su campaña ningún planteo contra la proscripción
del conjunto de la izquierda, sino que solamente
denuncian que la ley le quitaría los derechos políticos
“al PO”. Se trata de un enfoque sectario y
oportunista por parte de esta organización. Todo el
mundo sabe que la izquierda argentina de ninguna manera se
reduce a este partido, lo que se ha ratificado una elección
tras otra en los últimos años: el PO sólo tiene una
parte de la representación electoral de la izquierda, ni
siquiera mayoritaria y mucho menos hegemónica.
Sin
embargo, amparándose en su mayor extensión nacional (que
ganó de pleno derecho), y en su figuración en los últimos
meses, el PO pretende hacer valer una relación de fuerzas
de aparatos apoyándose en los mecanismos
proscriptivos de la ley para garantizar su legalidad a
costa de la de los demás, lo que ya no es lícito sino el más
puro oportunismo aparatista.
El
PO no lucha ni pretende luchar por los derechos políticos
del conjunto de la izquierda, no lucha contra la ley
proscriptiva como un todo y no llama a ninguna acción
conjunta al respecto. Tampoco podría hacerlo mientras
busque, más que pegarle al gobierno, aprovecharse para
pegar contra el resto de la izquierda apoyándose en la
proscriptiva ley electoral K para quedar como
“exclusivo” representante electoral de este espacio
(como está intentando hacer en Santa Fe)
Que
se entienda: es completamente lícita y hasta obligatoria la
pelea por la hegemonía en el seno de la izquierda con el
resto de las fuerzas de la izquierda reconocidas. Pero
intentar lograr esto capitulándole al régimen y apoyándose
en los hechos en condiciones proscriptivas que se dicen
combatir es vergonzoso y un escándalo.
En
cuanto al PTS, también viene juntando adhesiones y
afiliaciones, pero parece estar encarando la actividad con
perfil bajo. Su campaña parece casi clandestina. En el periódico
-o su página web- la denuncia del intento proscriptivo prácticamente
no existe. Por los debates que hemos tenido con su
militancia –sobre todo en La Plata, dónde salieron
desesperadamente a la calle al ver que el nuevo MAS hacia lo
propio - al parecer encaran la cuestión como si fuera
meramente “técnica”, sin ningún perfil político de
denuncia del gobierno y el régimen político capitalista.
Claro
que lo anterior no les impidió que en determinados lugares
hayan querido afiliar compañeros y compañeras a expensas
de nuestra organización, afirmando mentirosamente que “el
MAS no se presenta a elecciones”…
En
fin: por razones similares al PO pero no expresadas
claramente, el PTS encara una actividad que debería ser de
lucha política contra el intento proscriptivo también de
manera oportunista-aparatista, buscando resolver su
propio problema simplemente a expensas de las demás
tendencias.
Llamamos
a la izquierda independiente
Lamentablemente,
por todas estas razones la izquierda ha venido casi callada
ante la avanzada proscriptiva del gobierno K y el régimen.
Esta proscripción, que quita derechos político-electorales
a una importante proporción del electorado –mayormente
trabajadores y jóvenes– no es más que una vuelta de
tuerca reaccionaria a nivel del régimen político. Se
busca “cerrar un grifo” que se abrió luego de la crisis
del 2001: con la nueva ley, hasta 2,7 millones de
votantes hubieran quedado sin representación en 2007 (Clarín, 13-2). Para no hablar de las de octubre de este año,
con un padrón mayor.
Pero
además, una fracción creciente de las capas más dinámicas
de la clase obrera y la juventud estudiantil viene inclinándose
a la votación por la izquierda, como se ha podido volver a
testimoniar en la actividad por la legalidad partidaria
hemos desarrollado intensamente en las últimas semanas.
Es
en estas condiciones que el kirchnerismo viene intentando
proscribir a una izquierda se hace cada vez se hace más
fuerte en las principales expresiones de la lucha y la
recomposición obrera. Por eso es una aberración que hasta
el momento no hayamos podido lanzar una campaña conjunta de
la izquierda.
Es
hora de que las organizaciones que hasta ahora no
han enfrentado la movida proscriptiva del gobierno e incluso
intentan, solapadamente, aprovechar las limitaciones que
impone, abandonen ese curso para poner en marcha una campaña
de denuncia política en común.
Estamos
dispuestos a reunirnos ya mismo para revertir esta situación
no solamente por una campaña unitaria contra la proscripción
sino yendo más lejos: discutir la intervención común
en las elecciones mediante la conformación de un Frente
Clasista, de la Izquierda y los Trabajadores. Llamamos al
PO, al PTS y a IS a avanzar por este camino.
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