Socialismo o Barbarie, periódico Nº 196, 04/03/11
 

 

 

 

 

 

Gadafi

De la “Revolución Verde” a socio de las petroleras

Por Oscar Alba

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, Italia había ocupado el Litoral de Libia, mientras que el resto del país se mantenía independiente. Será en 1931 cuando los italianos derrotan la resistencia libia a la ocupación, sumando al país norafricano al imperio italiano. Al final de la Segunda Guerra el país será dividido en dos regiones administradas por Gran Bretaña y Francia, hasta que en 1949 se unificará nuevamente, pero esta vez como reino independiente de Libia. Al frente del mismo se instalará el rey Idris-al Sanussi, quien fuera jefe de la Sanusiya, una organización musulmana clandestina que había cooperado con los Aliados en la guerra.

En 1960, el descubrimiento de yacimientos de petróleo atraerá a las empresas y significará un antes y después en la historia económica de Libia.

Nacido en una tribu de beduinos, Muammar el Gadafi ingresó a la Academia Militar en la ciudad de Bengazi, la segunda ciudad en importancia del país, y luego siguió su carrera en Londres. Allí organizó, siendo muy joven, un grupo clandestino que se denominó Oficiales Unionistas Libres en 1964. Cinco años después, el 1° de septiembre de 1969, este grupo dirigió un golpe militar que derrocó al rey Idris. Gadafi se convirtió en el jefe del nuevo régimen.

El nuevo jefe de gobierno formó el Consejo de la Revolución que se definió como nasserista, musulmán y socialista. En aquel momento el gobierno de Gadafi realizó cambios políticos y económicos que lo colocaron en la órbita de los regímenes nacionalistas burgueses independientes, que surgían a caballo de los movimientos anticolonialistas luego de la Segunda Guerra y el ascenso del movimiento de masas en el “tercer mundo”. Estos regímenes se declaraban equidistantes tanto de EEUU y sus aliados como de la Unión Soviética.

Sin embargo, aunque sectores de izquierda tomaron como una de sus referencias a Gadafi, su régimen fue también, desde el primer momento, declaradamente antimarxista. Gadafi jamás toleró en Libia ninguna actividad política independiente, ni menos que menos, de izquierda.

Gadafi eliminó las bases norteamericanas e inglesas, condicionó el funcionamiento de las empresas extranjeras petroleras y colocó bajo el control del gobierno la producción del oro negro. También buscó el desarrollo del sector agropecuario en un país de naturaleza desértica. “Gadafi puso en marcha un ambicioso plan de desarrollo, con énfasis en el agro. Cada familia rural contó con un promedio de diez hectáreas de tierra, un tractor, vivienda, herramientas y riego. Se abrieron más de 1500 pozos y dos millones de hectáreas desérticas comenzaron a recibir riego artificial.” [1]

El crecimiento económico atrajo a trabajadores y técnicos de otros países árabes; los trabajadores industriales tenían un 25% de participación en las ganancias de las empresas. De ser el país más pobre de África pasó a tener el ingreso per cápita más alto: 4 mil dólares anuales.

En 1973, impulsa una “revolución” en la cultura buscando eliminar la influencia extranjera. Entre otras medidas prohibió, en escuelas y universidades, la lectura de libros extranjeros. Y condensó en su famoso “Libro Verde” su visión de lo que debía ser la sociedad libia. “Así estableció como forma de gobierno la yamahiría, un neologismo que creó a partir de la palabra árabe yamhuría (república) y que se ha venido traduciendo de forma libre como ‘gobierno de las masas’.”[2]

Fronteras afuera, el régimen de Gadafi se convirtió en enemigo del imperialismo y al interior de Libia tendrá la oposición de los fundamentalistas religiosos, ya que su especial interpretación del islam aderezado con supuestas ideas socialistas, lo convertirán en un hereje a los ojos del extremismo religioso. Y sufre en la década del 90 tres intentos de asesinato por parte del Grupo Islámico de Lucha de Libia.

Gadafi creó “comités revolucionarios populares” y se proclamó “líder absoluto de la revolución”. En realidad esos comités eran un aparato de control dictatorial del régimen. No se trataba de autoorganización democrática de las masas trabajadoras y populares, sino de un instrumento de control manejado desde arriba por Gadafi. Esto le servía a su vez para limitar los poderes del Consejo de Mando de la Revolución y demás funcionarios y desarrollaba el culto a la personalidad del coronel beduino.

En la década del 80 el imperialismo tenía en la mira al régimen libio, que apoyaba a movimientos armados convirtiendo el desierto en campos de entrenamiento militar. Por allí pasaron combatientes de la ETA española, guerrilleros palestinos de Abu Nidal, el IRA (Ejército Republicano Irlandés) y otros grupos. Por otro lado, se lo acusó de impulsar los atentados contra los aeropuertos de Viena y Roma en 1985 y una discoteca de Berlín al año siguiente.

Con la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos, el imperialismo lanzó un ataque contra Gadafi, bombardeando en 1985 Trípoli y Bengazi, segunda ciudad de Libia. En los bombardeos mueren decenas de libios, incluida una hija del líder.

Al parecer, Gadafi responde en 1988 con un atentado contra un avión de Pan Am en la ciudad de Lockerbie, Escocia, que cuesta la vida de 270 personas.

Sigue el tira y afloja: la ONU, por ejemplo, decreta luego sanciones económicas contra Libia, y empresas europeas y norteamericanas abandonan el país. Pero ya en los 90 Gadafi inicia un curso de reconciliación con el imperialismo, que hasta incluiría finalmente la entrega de los agentes a su servicio que llevaron a cabo el atentado al avión de Pan Am.

Un cambio estratégico

Progresivamente, adaptándose a la situación mundial que se abre con el fin de la Unión Soviética y el triunfo mundial del neoliberalismo, Gadafi va a dar un giro en su política exterior buscando los brazos del imperialismo.

Para esto tomó medidas que dejaban en claro un cambio drástico en sus relaciones internacionales. Italia, la ex metrópoli colonial de Libia, fue el intermediario principal de este giro hacia la amistad y la asociación económica con el capital imperialista, principalmente europeo (aunque también EEUU tuvo su tajada).

En agosto de ese año, Gadafi admitió su responsabilidad sobre el atentado de Lockerbie y ofreció una indemnización a los familiares de las víctimas. De la misma manera lo hizo con el atentado que en 1989 costara la vida de 171 pasajeros de un avión de la compañía francesa UTA.

Para reafirmar su “buena letra” anunció su renuncia a la construcción de armas de destrucción masiva.

Poco después Estados Unidos también lo “perdonó” y restableció las relaciones diplomáticas, lo que posibilitó la vuelta a Libia de las compañías petroleras y de gas yanquis.

Las causas de este cambio hay que buscarlas, en general, en las nuevas relaciones de fuerza políticas y sociales a partir de la caída del Muro de Berlín, la invasión a Irak, la mundialización del capital y los límites estratégicos del nacionalismo burgués, que terminaron configurando un giro político completo y reaccionario del régimen libio.

La apertura económica hacia los países centrales no se correspondió con una apertura política al interior del país. Por el contrario, el régimen profundizó su carácter represivo. Su alineamiento con EEUU en los atentados a las Torres Gemelas y los intentos de asesinato en la órbita local serán el pretexto para lanzar una represión brutal contra la oposición política, fundamentalmente contra los islamitas.

En el 2007, aplicando un plan económico de ajuste neoliberal, el gobierno “socialista” del coronel Gadafi anunció la cesantía de 400 mil funcionarios del Estado en forma progresiva como parte del recorte presupuestario estatal. Será el anuncio de lo que vendrá, antes de que los efectos de la crisis económica mundial se hagan sentir sobre la región dando lugar al estallido de una guerra civil que conmociona no solo a la región si no a toda la esfera política internacional.

Por una política independiente de los trabajadores y las masas libias

La comunidad de países europeos presiona al régimen de Gadafi y amenaza con sanciones económicas, y el imperialismo ha comenzado a barajar la opción de una posible invasión ante la posibilidad de que la lucha contra el dictador termine afectando directamente sus intereses económicos y de dominación política. El conglomerado de fuerzas políticas que se oponen a Gadafi abarca distintos sectores sociales: desde la oficialidad del ejército hasta los jefes tribales e incluso ex sectores monárquicos. Los trabajadores y las masas libias tendrán que organizar a caballo de la lucha sus propias organizaciones independientes para la victoria sobre el dictador, la continuidad y la profundización del proceso abierto.


Notas:

1- “La excepción libia”, revista Pueblos, Madrid, 10/10/03.

2- Ángeles Espinosa, “Gadafi, el tirano excéntrico”, El País, Madrid, 20/02/11.