Después
del triunfo en Catamarca
Cristina se prueba el traje de la reelección
El
primer trazo grueso de la coyuntura nacional es que empezó
la campaña electoral entre los partidos patronales. El
hecho es que el 2011 será un verdadero “festival
electoral”. El que golpeó primero ha sido el kirchnerismo
con su resonante triunfo en Catamarca. No se trata de una
provincia importante en si misma. Pero el hecho de ser la
primera elección del año, y de haber destronado contra
todos los pronósticos previos la candidatura del radical
Brizuela, le ha dado un valor agregado a este triunfo
oficialista. Uno que le permite al kirchnerismo vender la
idea de que la reelección de Cristina sería un hecho.
Hay
un segundo andarivel alrededor del cual se están calentando
los motores. Se trata de las paritarias. El gobierno, de la
mano de la CGT (y ambas CTAs seguramente), no va a dejar de
esmerarse para evitar desbordes. Es aún difícil prever cuál
será la dinámica de las paritarias. Pero hay hecho cierto:
la inflación es un aguijón que coloca
permanentemente la preocupación entre los trabajadores por
el deterioro en sus condiciones de vida. Esta preocupación
se va a hacer valer en los porcentajes reclamados, yendo más
lejos que los índices truchos del INDEK. En todo caso,
desde la izquierda habrá que trabajar
para desbordar el
monopolio de la burocracia en los reclamos y las
negociaciones.
A
estos dos procesos en curso en la coyuntura, dedicaremos las
reflexiones que siguen.
Cuando la economía juega
a favor
Hay
una definición global que permite ordenar la coyuntura política
de conjunto: la que tiene mayores probabilidades de ser (re)electa
es Cristina Kirchner.
De
esta realidad han tomado nota los más diversos actores:
desde la patronal industrial (la UIA acaba de designar a De
Mendiguren como nuevo presidente de la misma, una figura no
hostil hacia el gobierno), pasando por la agraria (frente a
esta realidad crecen las desavenencias en la Mesa de
Enlace), la dirección de la CGT, etc., etc.
A
favor de esta perspectiva de reelección K operan un
conjunto de factores. El primero y más importante –y que
actúa a pesar del factor contradictorio de la inflación-
es la favorable coyuntura económica que sigue
viviendo el país. Esto se explica porque la crisis económica
mundial se viene expresando en
dos velocidades.
Mientras
en el norte del mundo siguen dominando las tendencias
al estancamiento, en otras regiones no es así. Países
como China, India o mismo Brasil han mantenido altos índices
de crecimiento. China, en este sector, viene jugando, hasta
cierto punto, el papel de “locomotora sustituta” de EEUU
en la economía mundial. Esto ha arrastrado para arriba los
precios de materias primas y de la producción de la
industria automotriz realizada en el país, dando lugar a un
importante crecimiento del PBI nacional.
Acompañando
esta realidad, la demanda de empleo sigue siendo sostenida.
Esto juega a favor del kirchnerismo, cuando la población
compara esta realidad con el desastre del desempleo de masas
a comienzos de los años 2000.
Esta
situación de “crecimiento + empleo” es el factor
material que más juega a favor de Cristina.
El gobierno se afirmó y aparece fortalecido de cara
a las elecciones, con mayor capacidad de arbitraje. Mientras
tanto, la oposición aparece fragmentada y debilitada, lo
que trae como consecuencia un escenario electoral todavía más
favorable al oficialismo.
El
muro de los lamentos de la oposición
A
diferencia de Cristina, el hecho es que la oposición
patronal no termina de hacer pié. Catamarca acaba de ser un
cachetazo para una oposición demasiado fragmentada y dónde
sus cuentas internas no están saldadas. Es que todos se habían
probado prematuramente el traje de “presidenciables” y
ahora sobran los candidatos, cuando las perspectivas de
desbancar al oficialismo aparecen como cada vez más
improbables.
Incluso
las internas adelantadas del radicalismo y el peronismo
federal parecen estar puestas en cuestión. Entre los
radicales, el que tiene más posibilidades es Ricardo Alfonsín:
al menos no cometió el papelón de Cobos y Sanz de ir a
Catamarca a festejar un triunfo que no fue tal… Pero
Alfonsín se estaba jugando a Binner como candidato suyo a
vicepresidente y ahora éste acaba de declarar que se vería
bien como candidato presidencial.
Por
su parte, en el macrismo las cosas no van mejor. Macri
deshoja la margarita de si no jugar a seguro y buscar la
reelección en Capital. Mientras se decide, Rodríguez
Larreta y Michetti se sacan los ojos entre ellos y la elección
capitalina sigue -al momento- sin definirse.
En
el Peronismo Federal, las cosas van aun peor. Más allá de
las candidaturas impresentables de Duhalde y Alberto Rodríguez
Saa, Das Neves (gobernador de Chubut) enfrenta este fin de
semana elecciones en su provincia, Chubut. Después de
Catamarca, estas elecciones tienen un “pronóstico
reservado”. Por su parte, Solá (al igual que Cobos) dice
que esperará a las internas de agosto, mientras no descarta
incluso algún tipo de acuerdo con Carrió, la que por su
parte no logra levantar en las encuestas a más de 4 o 5
puntos en el orden nacional…
Así
las cosas, el panorama electoral de la oposición lleva a
que muchos en sus filas estén presionando por objetivos más
conservadores: atrincherarse dónde están gobernando,
en vez de salir a pelear por el triunfo en las elecciones
presidencial.
El
rol de tapón de la centroizquierda
El
escenario electoral está marcado entonces por el fortalecimiento
electoral del oficialismo. Pero también por la
circunstancia de que el proceso “normalizador” del país
no ha dejado de avanzar, a pesar de todas sus
contradicciones y de la aparición de procesos de
polarización social y política, como el que vivimos a
finales de año pasado y que seguramente no van a dejar de
reiterarse a lo largo de este año.
En
todo caso, juega en contra de las perspectivas de la
izquierda independiente el hecho de que parte del
proceso “normalizador” es la vigencia de una ley
electoral con fuerte elementos proscriptivos. Es una
situación que venimos denunciando desde estas páginas.
En
resumen, se da una combinación peculiar: Por un lado, el
avance del proceso “normalizador” post-argentinazo,
llevado adelante por el oficialismo K. Esto avanza
devolviendo legitimidad a la democracia patronal. Por otro
lado, el escenario político sigue corrido más o menos a la
“izquierda”: el país no ha dejado de estar determinado
en última instancia por las tendencias originadas en el
Argentinazo del 2001. Las principales opciones electorales
no son las de la derecha conservadora-neoliberal (tipo Macri,
Duhalde, etc.). Se presenta opciones políticos electorales igualmente
burguesas pero mas “a la izquierda” de lo que
es habitual en el país. Esto actúa como un tapón
para una alternativa de izquierda clasista; es decir,
de independencia de clase.
No
nos referimos solamente a Cristina y el oficialismo, que
después del conflicto con el campo y de su derrota en las
elecciones del 2009 se reubicaron con el manto “nacional y
popular”. También emergen dos proyectos electorales de
centroizquierda: los de Pino Solanas y Sabbatella.
Pino
Solanas agrupa a una parte de la centroizquierda que ha
logrado mostrarse más o menos a la izquierda del gobierno
K. Por ejemplo, en materia de cuestionamiento a la
entreguista política minera del kirchnerismo. Atención: no
hay que olvidar ni por un instante que se trata del ala
“sojera” de la centroizquierda (una de las corrientes
internas de Proyecto Sur son los “Chacareros en Proyecto
Sur”…), una variante que no deja de ser patronal o, a lo
sumo, pequeño patronal. Pero el hecho es que aparece para
el electorado en general –sobre todo franjas progresistas
del mismo- como “a la izquierda del oficialismo”.
Por
otra parte, para los que rechazan la centroizquierda
“sojera” de Solanas y no quieren recalar directamente en
el oficialismo K, está la colectora de Sabbatella que
recoge la otra mitad del centro izquierda. Allí está, por
ejemplo, el ala Yaski de la CTA, en la que revistan sectores
que antes fueron de vanguardia independiente, como el de
Beto Pianelli en el subte.
A
esta realidad de prodigalidad de opciones
centroizquierdistas, hay que sumarle una ley electoral
que amenaza con dejar a la izquierda independiente fuera de
las elecciones de octubre y que ya hemos denunciado
largamente en estas páginas.
En
resumen, hay como un movimiento de pinzas que tiene por
objetivo hacer las cosas más difíciles para la izquierda
independiente en las próximas elecciones. Se busca poner
trabas a la expresión política independiente de
una vanguardia obrera y estudiantil que es creciente y que
está madurando en su simpatía por la misma.
Paritarias
con pronóstico reservado
En
todo caso, un factor de dinamismo en 2011 podría venir
desde las luchas obreras. Esto lleva directamente al
problema de las paritarias que vienen. Hay varias cuestiones
a plantear. Como contexto digamos que el hecho a destacar es
que las relaciones de fuerzas más generales -y la
dificultad de encuadrar a los distintos actores sociales:
patronal, burocracia y bases obreras- han impedido por
ahora la puesta en pié de un Pacto Social en regla.
Este es un hecho político para ser destacado.
Al
mismo tiempo, hay un factor material que introduce
“ruido” y presiones en las paritarias: la escalada
inflacionaria.
El
contexto económico para el oficialismo K viene siendo
favorable, pero no las tiene todas consigo. Por un lado, está
el hecho “contradictorio” que en condiciones de menor
desempleola clase obrera tiene mayor disposición de
lucha. Pero además, está la presión de la
creciente inflación, que llega a plantear incluso la
cuestión de que los aumentos que se acuerden tengan cláusulas
de indexación…
La
presión inflacionaria –y los demandas de pase a
planta y equiparación salarial- plantean la
eventualidad de luchas de importancia, como la reciente del
puerto de San Lorenzo o incluso desbordes a la burocracia
como la lucha de los tercerizados del ferrocarril.
Sin
embargo, todavía es prematuro pronosticar exactamente cómo
se va a desarrollar el proceso de paritarias. Es que el
gobierno tiene a su favor factores estabilizadores.
Por
una parte, la administración conservadora del propio
mecanismo de las paritarias. Si por un lado es progresivo
que las mismas existan como horizonte cierto para llevar
adelante los reclamos obreros, por el otro su
administración por parte de la burocracia le da un carácter
conservador e institucional. Es que normalmente no
participan en ellas delegados electos por la base en los
lugares de trabajo. El monopolio de la representación la
tiene habitualmente las burocracias de la CGT y ambas CTA.
Estas direcciones burocráticas –más allá de juegos de
presiones y negociaciones muchas veces por sus propios
intereses- las administran para no superar los techos
establecidos por el oficialismo.
El
año pasado, esta realidad fue desbordada por el conflicto
en el gremio de la Alimentación, sobre todo a partir de la
rebelión que hubo entre las plantas alimenticias en Córdoba.
En todo caso, todavía es prematuro pronosticar cómo
están las tendencias de este año y por dónde podrían
venir desbordes.
Lo
que hay que subrayar es que en este año, muy dominado por
la perspectiva electoral, los reclamos obreros pueden ser
un factor dinamizador de la situación política de conjunto.
De ahí que el gobierno K pretenda curarse en salud mediante
un juego de presiones y acuerdos con Moyano y el resto de la
burocracia sindical para que no saque los pies del plato y
garantice estabilidad.
Recomposición
obrera y perspectivas de la izquierda
En
el marco anterior, hay dos factores que pueden
jugar a favor de la izquierda independiente en el 2011.
En
primer lugar, está el hecho de que continúa el proceso de
recomposición obrera. Un dato no menor es que Pedraza ha
sido procesado, mantenido en prisión y esto obliga a poner
las barbas en remojo a toda la burocracia sindical. La nueva
generación obrera que emerge simpatiza de manera difusa con
la izquierda que es la única que aparece en los conflictos
y este dato es el de mayor importancia estratégica. Otro más
es que la visibilidad de esta misma izquierda independiente
ha aumentado en los últimos meses al compás de la pelea
por el castigo de los asesinos de Mariano Ferreyra.
Claro
que el interrogante es cómo se va a expresar esto en el
terreno electoral. Porque la recomposición obrera sigue
siendo un proceso más social-sindical que aún no tiene una
clara traducción política. Y no deja de ser un proceso
estratégico, pero al mismo tiempo es todavía fragmentario.
Así,
hay varios capítulos a desarrollar a lo largo del año para
la izquierda. Está el capítulo de la Unión Ferroviaria
con toda su especificidad. Está el capítulo del rol que
tenga la izquierda obrera a la hora de las paritarias, y está
el problema de cómo todo esto se vaya a traducir desde el
punto de vista político electoral.
En
lo que hace a este último aspecto, hay que ser serios: a
la izquierda no parece presentársele un panorama electoral
sencillo. No está demás recordar en el terreno
electoral las luchas se presentan siempre muy distorsionadas
respecto de la lucha de clases cotidiana. Si por abajo, a
nivel de la recomposición obrera y estudiantil, la
izquierda roja en el país viene acumulando posiciones de
importancia, la traducción electoral nunca ha sido mecánica.
Y en esta elección no parece que eso vaya a cambiar.
A
lo anterior se le suman problemas que son subproducto del
fortalecimiento del gobierno y el régimen. Los políticos
son bastante obvios: a pesar de que en sustancia el gobierno
de Cristina ha iniciado un giro “normalizador”, esto no
quita que siga maniobrando a derecha e “izquierda”. Para
las conservadoras tradiciones políticas argentinas, aparece
como más “progresista” que lo habitual en un gobierno
burgués. Esto no deja de confundir a muchos. Y a eso
hay que sumarle el carácter proscriptivo de la ley
electoral.
Por un frente clasista.
No a la
proscripción de la izquierda
Pongamos en pie una columna
clasista común el 24 de marzo
En
todo caso, lo que está planteado es que la izquierda
independiente dé una pelea en común para las
presidenciales buscando ser un canal unificado de expresión
para toda la nueva vanguardia obrera y estudiantil que
emerge. En este sentido, nuestro llamado es al PO, al PTS y
e IS para que en conjunto con nuestro partido llevemos
adelante, en primer lugar, una pelea en regla contra la
proscripción, erigiendo una alternativa de
independencia de clase.
En
este camino, tenemos una oportunidad para este 24 de marzo:
en el marco de la convocatoria de Memoria, Verdad y
Justicia, poner en pié una columna común en
apoyo a las luchas obreras, por el castigo a los
asesinos de Mariano, por la defensa de los luchadores
obreros perseguidos judicialmente, contra la
proscripción electoral de la izquierda y por una alternativa
de independencia de clase.
En
el marco de este llamado público, el Nuevo MAS, construirá
una fuerte columna partidaria por estas banderas. A
esta columna invitamos a sumarse a todos nuestros
militantes, amigos y simpatizantes el jueves 24 de marzo
a partir de las 14 horas en Plaza Congreso.
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