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El
MST en el congreso
Con Pino y con
Micheli
Por
Fernando Dantés
No podía ser de otra forma: los ex troskistas del MST
fueron al Congreso a cantarle loas a la nueva conducción de
la CTA. Una vez abandonada la independencia de clase a favor
de una entidad tan notoriamente capitalista y derechista
como la Mesa de Enlace, era consecuentemente oportunista
convertirse en parte de la burocracia sindical que tomara el
mismo sendero. No se puede decir que sean parte orgánica de
la burocracia, pero hay
que reconocer los denodados esfuerzos que hacen para serlo.
Esta corriente centro izquierdista presentó al Congreso un
documento de “propuestas”. Hay varias cosas para señalar.
En primer lugar, no
hace referencia una sola vez a algo llamado burocracia
sindical. Parece ser que ya no es una tarea de primer
orden para el movimiento obrero sacudirse de encima ese
bozal. La tarea es simplemente armar en los sindicatos de la
CGT y la CTA listas “amplias y unitarias”, de
“luchadores”, pero no antiburocráticas.
El otro gran eje del MST fue pelear para que la CTA sea
parte del armado electoral de Proyecto Sur. Para el MST, el
movimiento obrero debe pelear… para que sus organizaciones
sean parte de un armado político burgués o pequeño burgués.
A este punto ha
llegado el oportunismo de estos ex militantes de izquierda.
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Este 23 de Marzo empezó en Mar del
Plata el largamente postergado Congreso Federal de la CTA,
convocado por la fracción Micheli. En la sesión misma los
convocantes no se cansaron de reafirmar el “incuestionable
triunfo” de la convocatoria. Nos permitimos cuestionar
esta afirmación, que suena más bien a autoconvencimiento
que a otra cosa.
Las discusiones del 23 de marzo llevan a la luz que la
unidad de la Lista 1 está atada por un nudo no muy bien
hecho.
Los Números...
Por todos lados la flamante conducción de la CTA anunció
el arribo de 10 mil delegados de todo el país, número que
desbordaría fácilmente el Polideportivo de Mar del Plata.
Llamativamente, no sólo no
consiguieron copar el estadio sino que los asientos vacíos
parecían ser más numerosos que los ocupados. Estuvo
muy claro que el objetivo de 10 mil delegados les quedó muy
grande.
Más aún la convocatoria, numéricamente floja,
no reflejaba un activismo militante asentado en los gremios,
por todos lados se veían compañeros de los movimientos de
desocupados (Aníbal Verón, MTL, Tupac Amaru, Atahualpa, y
otros). Como frutilla del postre, podemos agregar que no había
precisamente en esta fracción burocrática un clima de
fiesta, sino más bien de incertidumbre.
La fracción de la fracción, de la fracción
En el debate se vio plenamente que de ninguna forma había
unidad en el “Congreso”.
El fortalecimiento relativo del gobierno puso aún más en
crisis al arco opositor sojero. Es un hecho que el
debilitamiento del bando patronal al que Micheli pretendió
atar el destino de la Central sindical, se tradujo en una
crisis política de la nueva fracción dirigente.
De la misma manera que la Central se dividió en año
pasado por diferencias políticas entre los burócratas que
la conducían, las discusiones entre los nuevos
“dirigentes” está cruzada por la orientación política
a darle a la CTA. Se imponía la pregunta: ¿hacia dónde
ir?
Hubo varias fracciones de la fracción que intentaron dar
respuesta a esa pregunta.
Sintéticamente había tres posturas a grandes rasgos:
1.
Los partidarios del inmediato ingreso a Proyecto Sur (MST,
etc.) como supuesta encarnación del “Movimiento Amplio
Emancipatorio” por el que “peleara” desde su fundación
la CTA, subordinando toda política en el movimiento obrero
a un proyecto electoral centroizquierdista tibiamente burgués.
2. Una escasa “Vieja Guardia”, pero con peso simbólico,
que sostiene mantener el ya definitivamente fracasado
proyecto de una “constituyente social” poli clasista a
la que se debería subordinar todo aquél que pretendiera
aliarse políticamente a la CTA. El único planteo concreto de este grupo era la exclusión de
los ex izquierdistas del MST, la CCC y todo partidario del
ingreso a Proyecto Sur.
3. No faltaron quienes defendieron “una reconciliación”
con el yaskismo, hablando abiertamente de la debilidad de la
CTA después de las últimas elecciones, y posterior división
de la Central.
Estas fueron a grandes rasgos, con diferentes matices, las
posiciones fundamentales. La posibilidad de una síntesis
entre ellas era tan lejana que la dirección michelista se
vio obligada a no definirse sobre las cuestiones políticas
fundamentales de la realidad nacional, en
pos de la contención de las tendencias centrífugas en su
seno. Un ejemplo claro es no haber tomado posición ni
una sola vez sobre el gobierno kirchnerista en el “Documento para el debate” de Micheli, a pesar de la exigencia de
todo un sector de una oposición clara.
Los “planes de lucha” de la CTA
El día anterior había sido el Congreso provincial del
“gremio madre” de la CTA Micheli, el sindicato de
estatales ATE. En él, se
traslució el sentido reclamo de la base de un plan de lucha
por salario (ver nota aparte). La burocracia de ATE decidió subordinar todo plan a lo que
decidiera el congreso de la CTA del día siguiente. Algunos
delegados plantearon la crisis de la Central, como el
problema de “llegar a la base”, tomando sus
reivindicaciones. Sin embargo, ellos no pudieron dar otra
respuesta que la clásica cantinela centroizquierdista “el
hambre es un crimen”, y el pomposo anuncio de la necesidad
de paro y movilización por esa consigna que dice mucho,
para no decir nada (más el planteo de un aislado “paro”
el 8 de junio por el 82% móvil). La indefinición política
del Congreso pinta de cuerpo entero a la burocracia
michelista y su crisis.
Los posibles “planes de luchas” futuros no son más
que “patear la pelota” para adelante, mientras el
fracaso del proyecto político de la CTA subordinado a las
patronales agrarias sigue quitándole el sueño a Micheli,
De Gennaro y Cía.
Por una alternativa clasista en la
CTA
Las fraudulentas elecciones de la CTA del año pasado
desnudaron la verdad sobre la burocracia de Yasky y Micheli.
Ninguna de las dos variantes sirve para organizar la lucha
consecuente por las necesidades de los trabajadores y menos
para pelear por una alternativa política de independencia
de clase. En el plano estrictamente sindical hay que
terminar con esta fantochada de Congresos que no son más
que monólogos de la burocracia. Hay que pelear
por congresos con delegados mandatados por la base, y en
el plano político hay que avanzar en el reagrupamiento de
los sectores clasitas tanto en una CTA como en la otra, como
también en los gremios de la CGT.
La Lista 5 fue un enorme paso en el que se conformó un
frente único de algunas de las experiencias más avanzadas
de la organización independiente de los trabajadores, como
el SUTNA San Fernando y el Cuerpo de Delegados de FATE, la
Junta Interna del Hospital Garrahan, los Judiciales de Morón,
entre otros. Desde el Nuevo MAS consideramos imperioso
continuar y profundizar esta experiencia, empujando por el
reagrupamiento del un nuevo clasismo.