Los medios describen con frecuencia la crítica situación
que atraviesa Japón como apocalíptica. En el caso del
desastre nuclear de la planta de Fukushima, esta cortina
casi religiosa busca desligar las responsabilidades
concretas de los empresarios y el gobierno japonés,
arrimando la situación al bíblico fin del mundo, trágico
e ineludible. Pero no es la bestia del triple seis el que
actúa en Japón, ni la solución es la redención divina.
La
absoluta responsabilidad de lo sucedido recae en las
corporaciones de energía nuclear (como la Tokio Electric
Power Company-Tepco, dueña de la planta nuclear de
Fukushima) y en los sucesivos gobiernos japoneses. Dichas
corporaciones (Tepco incluida) vienen sobornando
funcionarios y técnicos ¡desde por lo menos 1980! para
ocultar fallas, evitar sanciones y el cierre de diversas
centrales nucleares, incluso luego de decenas de accidentes,
fatales algunos y peligrosísimos otros. Como bien dice un
periodista español: “En cualquier caso, en un país con más
de 50 reactores nucleares repartidos por todo su territorio,
sumado a la larga trayectoria en el uso de esta tecnología
(se popularizó en los años 50), los incidentes ya han
pasado de ser algo aislado a tener un alto grado de
incidencia.”1
Como
el problema de Fukushima se presenta para el gobierno japonés,
la Tepco y gran parte de los profesionales de diversos países
que fueron a ayudar, de una magnitud impresionante, sin
solución a corto plazo y con tendencias a empeorar, han
montado un operativo de escamoteo de información y
distracción. Por ejemplo, recientemente el gobierno japonés
ha reconocido que la gravedad de la crisis ameritaba ser
etiquetada con un nivel 5 en vez de 4 en la Escala
Internacional de Eventos Nucleares (0 a 7), llegando así al
mismo nivel que el mayor desastre nuclear en la historia de
Estados Unidos (cuando la fusión parcial del núcleo de un
reactor de la planta de Three Mile Island, Pennsilvania, en
1979). Esto mientras que el presidente de la Autoridad de la
Seguridad Nuclear de Francia lo considera de nivel 6 y
Greenpeace, de nivel máximo (7), como el de Chernobyl.2
Los “héroes de Fukushima”
También
los apodan los “samurais nucleares”. Lejos de ser héroes
de dibujitos animados japoneses, son los trabajadores que
están dando su vida por frenar la catástrofe, mientras,
obviamente, políticos y empresarios japoneses ni se acercan
a la planta de Fukushima.
No
son 50 “los héroes” sino más de 1.000 los ingenieros,
técnicos y operarios que trabajan más de 12 hs. por día
en los reactores, en condiciones que, impuestas por el
gobierno y la empresa, son lisa y llanamente deplorables. Un
ejemplo de esto es que la semana pasada 3 operarios
sufrieron quemaduras en sus pies por caminar por agua con
altos niveles de radiación.
Esta nota refleja la tremenda situación diaria de estos trabajadores:
“Los especialistas empiezan el día a las 6. Antes de ir a
trabajar, para desayunar cada uno recibe 30 ‘galletas de
supervivencia’ y 180 mililitros de jugo de fruta,
equivalente más o menos a un vaso (…) Los expertos no
reciben un almuerzo. Hasta el 22 de marzo se les daba además
una botella de 1,5 litros de agua mineral al día, pero, a
partir del 23, empezaron a llegar más bienes a la central
nuclear, y ahora los técnicos pueden pedir una botella
adicional. La jornada de los trabajadores es ardua: intentan
estabilizar los reactores, extienden cables para restablecer
la electricidad, despejan escombros y ponen en
funcionamiento los sistemas de refrigeración, mientras los
problemas de filtración se multiplican. Los ‘héroes’
regresan a sus hospedajes a eso de las 17, cuando empieza a
oscurecer. ‘Están destrozados cuando terminan de
trabajar’, añadió Yokota [autoridad
de la agencia de seguridad nuclear japonesa (NISA)]. (…) La cena consiste en
raciones magras de arroz precocido, listo para ser mezclado
con agua caliente, y una lata con carne de pollo o pescado
para cada uno. Los operarios sólo pueden comer alimentos
empaquetados y se los deben meter rápidamente en la boca
para evitar la radiación. ‘No creo que estén
suficientemente nutridos a través de la comida que
reciben’, dijo Yokota. (…) Los técnicos duermen en
salas de conferencia y en los pasillos de la central. Antes
de cubrirse con sus mantas habituales, se envuelven en paños
de plomo para protegerse de la radiactividad. El aire que
rodea la planta está tan contaminado por la radiación que
los trabajadores deben llevar máscaras, incluso cuando están
en el interior de lo que se llama la sala segura, donde
duermen y comen. La mayoría de los expertos trabaja una
semana hasta ser sustituidos. Los técnicos no pueden
utilizar teléfonos celulares para hablar con sus
familiares, ya que no tienen señal en la planta. ‘Los
trabajadores dan lo mejor de sí, pero ni siquiera pueden
hablar con sus familias’, los elogió ayer Yokota”. (La
Nación, 30/03/11)
Frente
a esta terrible situación, Yukio Edano (vocero del gobierno
japonés) “reconoció
que podía hacerse más por los trabajadores, pero dijo que
la prioridad tenía que ser impedir un desastre en la
planta. ‘Hemos estado haciendo todo lo que pudimos por los
trabajadores, pero no ha sido bastante, porque hemos puesto
nuestra prioridad en la contención del accidente’” (Ídem).
Una vez más en la historia la clase obrera pone su vida en
juego para salvar a una porción de la humanidad de la
barbarie a la que la lleva el capitalismo.
No se puede tapar el sol con la mano
Por
más que han intentado dar una imagen de “control de la
situación”, este parece estar más lejos que lo que le
gobierno japonés sostiene públicamente. No pudieron
ocultar los altos niveles de radiación en el mar (1.250
veces superior a lo normal), en el suelo, en los alimentos
cultivados y el sistema de agua potable de la región. Según
el diario La Nación del 30 de marzo, se han evacuado a unas
70.000 en un radio de 20 km. de la planta, mientras 130.000
han sido puestas en cuarentena, en un radio de 10 km.,
cuando Greenpeace pide la evacuación dentro de los 40 km.,
dada la radiación encontrada. ¡Todo esto a unos 250 kms.
del aglomerado de Gran Tokio, que tiene alrededor de 39
millones de habitantes! Ya se ha confirmado que ha habido
fusiones parciales3 en, al menos, el reactor nº
2. El reactor nº 3 sigue incendiándose y se ha encontrado
plutonio en las cercanías de la planta proveniente de este
reactor, el cual utiliza combustible nuclear de mezcla de óxidos
(conocido con la abreviación MOX), una peligrosa combinación
de plutonio y uranio reciclado de lo utilizado por o de
armas con componentes nucleares de diverso tipo.
Esto
ha llevado al gobierno japonés a declarar que la situación
todavía es “muy imprevisible”. Por otro lado, no hay
que olvidar los provisorios y ya dramáticos resultados del
terremoto y el tsunami. La Nación del 30 de marzo da cifras
oficiales: más de 10.000 muertos, más de 17.000
desaparecidos, con un estimado de víctimas totales superior
a las 30.000, y un costo económico entre 200.000 y 300.000
millones de dólares (el 50% ó 75% del PBI de Argentina, el
4% ó 6% del PBI de Japón). Hace dos semanas, el enviado
especial del diario El País relataba: “La situación del
medio millón de personas que perdieron sus casas por el
maremoto y se encuentran en refugios se hace cada día más
dura, debido a la nieve y las bajas temperaturas en lugares
sin calefacción, la escasez de comida, agua y gasolina”.
(J. Reinoso, El País, 19/03)
El
terremoto, el tsunami y el desastre de Fukushima ocurren en
un Japón golpeado tanto por una recesión endémica, que ya
lleva más de dos décadas, y por la crisis capitalista del
2009, como se puede leer en la edición anterior de este
periódico.4 Las grandes crisis originan cambios
profundos en las clases sociales, en su fisonomía, su
pensamiento, su acción, su organización. Sacudida ya por
una crisis que tiene hace años en knock-out técnico al
capitalismo nipón, más el crack de la economía mundial,
bajo cuya frecuencia todavía se crujen y reacomodan todas
las economías, clases y gobierno del mundo, y sumado al
terremoto, el tsunami y la catástrofe nuclear, uno no puede
sino pensar un escenario en el que grandes acontecimientos
sucedan en la lucha de clases en el archipiélago japonés.
Si bien es necesario tener en cuenta la advertencia metodológica
del artículo mencionado en el periódico anterior sobre lo
prematuro de hacer previsiones, el escenario actual plantea
una reactualización de diferentes contradicciones en
diversos terrenos de la lucha de clases del país que se
vienen acumulando, algunas, hace muchos años.5
Muto Ichiyo, en su obra “Toyotismo. Lucha de clases e
innovación tecnológica en Japón”6, plantea
que los años que van de 1952 al 1954 fueron años de
grandes luchas obreras, donde decenas de miles de
trabajadores lucharon durísimamente contra la ofensiva
patronal de racionalización de la producción, luchas que
derrotadas sentaron la paz de los cementerios en la cual se
consolidaría el llamado “toyotismo”.
En los tiempos que vienen, la lucha de clases puede dar un
batacazo: de la hecatombe combinada del la crisis económica,
el desastre generado por el tsunami y el terremoto y la
crisis nuclear está la posibilidad de que surja un nuevo y
combativo movimiento obrero japonés, que relance lo mejor
de la tradición de lucha obrera y popular japonesa y
colabore con el despertar del movimiento obrero chino y la
importante tradición de lucha del movimiento obrero
coreano.
Notas:
1.
R. Gutiérrez, El País, 16/03. Por otro lado, en un cable
del 17 de marzo, la agencia Reuters afirma que “La
información respecto al fraude de la empresa [Tepco] fue
develada por WikiLeaks, que ya había denunciado que la
empresa sabía que sus reactores no soportarían un
terremoto superior a los 6 grados.” El terremoto que sufrió
Japón fue de 9 grados, y se han registrado más de 7 réplicas
que superan los 6 grados.
http://neic.usgs.gov/neis/bulletin/bulletin_esp.html
2. El País, 19/03; CNN, 15/003; diario ABC, 26/03. El
desastre podría ser peor que Chernóbil. Según Stephen
Leahy, destacado periodista canadiense que se dedica a
investigar temas de medio ambiente “En comparación, Chernóbil
tenía en total 180 toneladas de combustible nuclear,
mientras que Fukushima Daiichi cuenta con 560 toneladas en
sus reactores, más 1.700 de combustible gastado” (Inter
Press Service, 18/03).
3. Cabe recordar que la fusión nuclear no es un proceso
que la humanidad ha podido controlar íntegramente hasta el
momento.
4. “Del ‘apocalipsis’ nuclear en Japón a la situación
mundial” periódico SoB 197, 18/03/11.
5. Lo que no quiere decir que lo que venga será
necesariamente progresivo: ha habido sobrados ejemplos en la
lucha de clases del siglo XX donde luego de grandes crisis
revolucionarias, se sucedía una salida
contrarrevolucionaria, luego de derrotar al movimiento
obrero y a las masas populares.
6. Publicada por la editorial Antídoto, en 1996.