Socialismo o Barbarie, periódico Nº 199, 14/04/11

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Por un 1° de Mayo unitario, de pelea y clasista

Elecciones, luchas y
recomposición obrera

Las elecciones en Salta solamente ha venido a confirmar lo que ya se sabe: que el gobierno de Cristina K viene fortalecido de cara a las elecciones de octubre. Más allá de que el gobernador Urtubey se haya querido despegar del gobierno nacional diciendo que es peronista y no kirchnerista y que el triunfo es “local”, evidentemente hace parte de la seguidilla de las últimas elecciones (Catamarca, Chubut y ahora Salta) donde el oficialismo se impuso o hizo una importante elección. Esta realidad no ha hecho más que acelerar la crisis en la oposición patronal: hace no mucho sobraban las figuras con ganas de ponerse el traje de presidenciables, y ahora se pelean para bajarse de la nacional:, como Macri y Solanas. Mientras tanto, la CGT y la CTA (en sus dos versiones) siguen trabajando para achatar la coyuntura de las luchas y negociar paritarias a la baja. Sin embargo, el desborde de los petroleros en Santa Cruz –y ahora la lucha de los docentes patoteados por militantes de la UOCRA K– podrían estar preanunciando que esto no será tan sencillo.

La coyuntura es K, el mediano plazo... se verá

En lo inmediato los astros parecen haberse alineado a favor de la reelección de Cristina. Las razones son varias y ya las hemos destacado en estas páginas: desde una coyuntura económica favorable, pasando por la falta de un proyecto coherente de parte de la oposición, hasta el hecho de que las relaciones de fuerzas entre las clases en el país difícilmente soportarían un giro conservador y neoliberal de conjunto.

Pero si en lo inmediato los K parecen tenerlas todas a su favor, el mediano plazo es mucho más incierto. Demos por descontado que Cristina se presentará a la reelección. Si esto no fuera así, todo el escenario cambiaría; habría que barajar y dar de nuevo. Sin embargo, por ahora es la hipótesis más improbable.

Partiendo de que el gobierno va a la reelección, detengámonos en las contradicciones que a mediano plazo podrían dinamizar la situación política del país. Aquí hay varios elementos de importancia. El primero es la economía. Por ahora, sigue el llamado “viento de cola”: el altísimo precio de las materias primas en el mercado mundial hace que solamente por exportaciones agrarias la Argentina esté embolsando este año 30.000 millones de dólares, de los cuales 8.500 irán al Estado en concepto de retenciones.

Pero estos altísimos precios de las commodities (y el ingreso de divisas al país asociado a ellos) engendran crecientes contradicciones. Una es la inflación, que ronda el 25-30% anual, la segunda detrás de Venezuela en Latinoamérica y una de las más altas a nivel mundial. El ajuste inflacionario significa que aunque se otorguen aumentos en paritarias monopolizadas por la burocracia, estos van por detrás del constante aumento de los precios. Ni hablar respecto de los bienes de consumo básico, los que más aumentaron en 2010, como la carne y los combustibles.

Al problema inflacionario se le agrega otro: el del ingreso masivo de divisas, conla consiguiente revalorización del peso frente al dólar. Si a esto se suma la remarcación de los precios, la resultante es que la economía argentina está perdiendo competitividad en el mercado mundial. Por ahora, está el contrapeso de que el principal socio comercial del país, Brasil, tiene su moneda, el real, por las nubes, y esto permite que la Argentina compense la apreciación de la suya. Pero este fortalecimiento del peso es fuente de contradicciones, como que el superávit comercial se sigue deteriorando, al igual que el fiscal.

Contra los análisis catastrofistas de otras corrientes de la izquierda acostumbradas a confundir sus deseos con la realidad, en el corto plazo la situación económica está bajo control. Pero es en el mediano plazo dónde los elementos que estamos señalando seguramente se van a hacer valer por intermedio de una escalada de crisis y ajustes. Por ejemplo, las tarifas del transporte y los servicios vienen muy atrasadas como tributo a la rebelión popular del 2001. No es nada descartable que luego de las elecciones el gobierno festeje su triunfo “nacional y popular” mediante un clásico ajuste económico en regla que desate las iras populares.

La oposición en su laberinto

Hay un segundo elemento de inestabilidad a mediano plazo: la crisis del intento bipartidista. Que la oposición no logra hacer pie en materia electoral ya no es noticia., pero expresa un problema más de fondo. Parte estratégica de la proscriptiva ley electoral K es un operativo para reestablecer el bipartidismo en el país. Es decir, se busca que un nuevo escenario de crisis como en 2001 no encuentre al sistema de partidos tan desvencijado.

Pero aquí hay un problema estructural: no hay operativo o ingeniería electoral que pueda circunscribir la vida política del país a los dos partidos tradicionales: el PJ y la UCR. Si la crisis del primero por ahora está contenida por el proyecto K (aunque esto tuvo idas y venidas en los últimos años) lo que salta nuevamente a la palestra es la nunca saldada crisis de la UCR.

Esta crisis tiene problemas históricos más de fondo. Es que la UCR nació como organización burguesa que representaba a un amplio sector de las clases medias, de los pequeños propietarios de la ciudad y el campo. Ese sector social hace décadas que o ha desaparecido casi completamente o se ha transformado cualitativamente (caso los pequeños productores agrarios nucleados en la FAA, hoy transformados en capitalistas). Además, como supuesto representante de esas clases medias, el radicalismo  nunca hizo realmente pie entre los trabajadores, y no controla sindicatos de importancia. Este problema nunca pudo ser resuelto (recordar la fracasada ley Mucci de Raúl Alfonsín), y la UCR lo arrastra hasta hoy.

También hay problemas más “coyunturales”. En la UCR conviven actualmente dos “proyectos” (el término es excesivo). Por un lado, Ricardo Alfonsín ya está lanzado sin interna alguna como candidato oficial del aparato radical a la presidencia. Este sector defiende un proyecto de perfil “progresista”, buscando acuerdos que van desde el Partido Socialista de Binner hasta Solanas. Pero, por otra parte, si bien Cobos se bajó de la compulsa presidencial, Sanz, formalmente presidente del Comité Nacional radical, plantea que irá a la interna de agosto y sostiene un proyecto opuesto: una alianza de centroderecha con Macri, Duhalde y Cía, única alternativa que supuestamente podría ser “ganadora” frente a Cristina. Así las cosas, lo que se pone sobre la mesa es la eventualidad de una nueva división del radicalismo.

En todo caso, el laberinto en el que está sumida la oposición se muestra en la crisis de sus principales candidaturas al haber comprendido que Cristina se encaminaría derechito a la reelección. Las candidaturas presidenciales que antes se multiplicaban hoy sufren una acelerada devaluación.

En este marco, con la nueva crisis en ciernes en la UCR y el posible lanzamiento por aclamación de Cristina, no se sabe qué destino tendrá una interna abierta donde no habría realmente nada que decidir.

El panorama a este respecto continúa siendo de incertidumbre total: con la ley electoral sin reglamentar, nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán las reglas de juego para las elecciones, elemento antidemocrático que suma a la deslegitimación de todo el mecanismo de las internas, que la izquierda no se ha dedicado realmente a combatir.

De los petroleros a los obreros del pescado

Volviendo a los elementos dinámicos de la realidad, la inflación genera otra contradicción: como mecanismo de “estabililización” económica, paga tributo a una determinada relación de fuerzas. Con un menor desempleo relativo y los trabajadores más fuertes para negociar, la burguesía busca apropiarse del trabajo no pagado de los trabajadores (plusvalía, en términos marxistas) de manera inflacionaria: es decir, remarcando los precios todos los días. En los años 90, de gran derrota de la clase obrera, el ajuste era por el método opuesto: la deflación y la paz de los cementerios del desempleo de masas.

Para contrapesar el dinamismo de reclamos constantes está el rol de la burocracia sindical en las paritarias: la acción de “mediador” de Moyano al frente de la CGT. A muchos sectores patronales –y al mismo gobierno– les desagrada muchas veces esa capacidad de arbitraje que tiene Moyano respecto de los reclamos obreros. Pero la realidad es que, en todo lo que es esencial, Moyano hace los deberes como corresponde a un fiel servidor de los capitalistas. Moyano puede impulsar antipáticas “guerras civiles de bolsillo” contra uno u otro sector patronal, como en los bloqueos al diario Clarín, pero esto solamente lo hace para servir mejor a los capitalistas como clase de conjunto.

De allí que, como para mostrar su papel irremplazable en materia de “estabilización” de las relaciones obrero-patronales, se haya apresurado a firmar la paritaria de Camioneros  a la baja (ver nota aparte).

Pero aun con la burocracia sindical de por medio, el aguijón de la remarcación de precios es permanente. El mayor nivel de empleo y la inflación actúan como acicate para que los trabajadores salgan con reclamos salariales. Y esto es algo que Moyano y la burocracia pueden intentar “administrar”, pero no impedir.

Ahora mismo está el caso de los petroleros de Santa Cruz –a los que se han sumado los docentes patoteados de esa provincia– en una huelga por tiempo indeterminado  desbordando a la burocracia cegetista de Segovia. En Mar del Plata, en el gremio del pescado, hubo días atrás un bloqueo fuertísimo del puerto por parte de 1.000 trabajadores por reclamos salariales.

Esto no es más que una nueva demostración de las tendencias al desborde que anidan en la clase obrera argentina, y que tienen dos fundamentos. Por un lado, la situación objetiva mejorada de nuestra clase: una nueva generación obrera ha entrado a trabajar, a lo que se suma la constante presión inflacionaria. Y por el otro, el hecho que el proceso de recomposición obrera que se está viviendo en el país tenga rasgos que parecen haber llegado para quedarse, y que de manera lenta pero sin pausa va avanzando.

Las condiciones inflacionarias y la recomposición material y subjetiva de la clase obrera en curso, en el contexto del debilitamiento burocrático, es otro de los factores dinámicos que se van a hacer presentes a lo largo del año, y que a la vez constituye una de las tendencias de fondo de la inestabilidad del país en el mediano plazo.

El 1° de mayo debe estar presidido por la perspectiva de levantar alternativas clasistas en los sindicatos y por la pelea contra la proscripción k

En estas condiciones, la izquierda independiente en nuestro país tiene dos tareas por delante en la coyuntura. Por un lado, poner en pie alternativas clasistas para las diversas elecciones sindicales que se avecinan. Una elección histórica al cuerpo de delegados del Roca podría estar cerca, aunque seguramente los tiempos los va a manejar el pedrazismo sin Pedraza, con la venia de Tomada y Cristina. También para las elecciones de ATE (más formales, ya que no hay gran proceso en el gremio a pesar de la división de la CTA ) está planteado levantar una alternativa más o menos clasista.

En cambio, de gran importancia serán las elecciones a los cuerpos de delegados y al gremio nacional en el SUTNA. Para esta tarea, desde el nuevo MAS trataremos de poner a disposición la experiencia realizada el año pasado mediante el Frente Clasista en la CTA , al tiempo que apoyamos incondicionalmente cualquier lucha y desborde que pueda haber a la burocracia como subproducto de las paritarias.

En segundo lugar, está planteado redoblar la campaña antiproscriptiva contra el gobierno K. El escenario político-electoral todavía tiene muchas variables  y falta ver cómo evolucionan. La pelea unificada contra la proscripción de la izquierda y la exigencia al recientemente constituido frente de abrirse al nuevo MAS será otro de los andariveles de nuestra actividad en las próximas semanas.

Esto dos esfuerzos señalados deberán confluir en un 1° de Mayo unitario, de lucha y clasista que signifique un contrapunto con el acto burocrático y pro oficialista que convoca Moyano para el 29 de abril.