La coyuntura
nacional sigue dominada por las elecciones. Los últimos días
han estado marcados por una verdadera danza de candidatos
que se suben y bajan, sin saberse a ciencia cierta para qué
cargo competirán: ya se habla de Solanas e incluso Macri
como candidatos a jefe de gobierno porteño. Sin embargo, la
novedad la está trayendo la irrupción de una serie de
luchas de importancia: desde los petroleros, estatales y
docentes de Santa Cruz, pasando por los judiciales
bonaerenses, los compañeros de la línea 60 y los obreros
marplatenses del pescado.
Es este contexto se
realizarán los actos del 1º de Mayo, con ruido electoral
pero también de conflictos que siguen amenazando con
desbordar a la burocracia sindical de la CGT o la CTA,
mostrando la continuidad del proceso de la recomposición
obrera. Sólo hace falta ver ahora el caso de la expulsión
de Segovia entre los petroleros del sur, independientemente
de los elementos que pueda tener de interna entre sectores
burocráticos. Esta realidad debería haber merecido atención
por parte de la izquierda, evitándose una convocatoria
para el 1º sólo para proclamar candidaturas.
Moyano
busca hacer valer su rol de árbitro” de las relaciones
obrero-patronales
Los actos que se
realizarán configurarán una suerte de radiografía
de la situación política de las distintas representaciones
de los trabajadores y su vanguardia. El más importante
será, obviamente, el convocado por la CGT, con todo su
aparato nacional, para el 29 en la 9 de julio. ¿Cuál es el
significado de esta convocatoria? Hay varios elementos a
destacar. Uno no menor es que la burocracia cegetista
salga a intentar apropiarse el Día del Trabajador.
Durante muchos años la CGT no realizó acto alguno el 1º
de Mayo. Esto tuvo que ver con devaluar lo más posible la
identidad de los trabajadores como clase social
diferenciada, algo muy acorde con las tendencias mundiales
de los años 90 y su relato acerca de la “muerte de la
clase trabajadora”.
Pero los tiempos
han cambiado: ahora lo que se verifica es un intento en
cierto sentido opuesto: de manera estrictamente instrumental
(es decir, al servicio de otros intereses a los manifestados
explícitamente), se pretende hacer un acto
multitudinario para mostrar a la burocracia como legítima
representante de la clase obrera, cerrando el paso a
competidores por la izquierda.
Hay un segundo
objetivo: explicitar el “apoyo político de los
trabajadores al modelo K”; entre otras razones, por las
bondades de la creación de puestos de trabajo en los últimos
años. En realidad, si quedó atrás la Argentina del
desempleo de masas de los años 90, esto no fue producto
directo de ningún “modelo” que haya salido de la cabeza
de algún político patronal, sino porque las masas en las
calles en 2001 dejaron claro que no estaban dispuestas a
seguir soportando esa situación, y si la salida no salía
desde arriba, podría emerger revolucionariamente desde
abajo…
Pero más allá de
la profesión de fe oficialista de Moyano y Cía., el motivo
implícito de la convocatoria más real de todos es hacer una
demostración de fuerza para quedar como garante de la
paz social (y expresión distorsionada del relativo
fortalecimiento de los sindicatos producto de la recuperación
económica), obteniendo a cambio cargos y otras dádivas
oficiales por los servicios prestados.
Moyano ha salido a
boquear que la CGT le pediría a Cristina el cargo de
vicepresidente. Incluso se interroga públicamente acerca de
por qué no podría salir de sus filas un candidato
presidencial para el 2015… Sumado a esto están los
proyectos legislativos de Recalde acerca de la participación
sindical en las ganancias e, incluso, el planteo de poner
directivos cegetistas en los consejos de accionistas de
determinadas empresas (en las que está el Estado vía la
ANSeS, lo que ha generado una polémica con el grupo Techint
que se trata aparte).
En el fondo, todo
esto no son más que juegos de artificio, una pose de máxima
para negociar otras cosas. Porque la burocracia sindical
peronista siempre tuvo un problema estructural que la
hizo socia menor de los políticos peronistas: los
sindicatos peronistas podrán ser columna vertebral del PJ
(como señaló Aníbal Fernández cuando el asesinato de
Mariano Ferreira), pero nunca su cabeza, sencillamente porque el peronismo es un partido burgués dirigido por
políticos burgueses profesionales, no un partido de
trabajadores.
El lugar subordinado
del “movimiento obrero” en el PJ (movimiento que los burócratas
se arrogan representar) es un dato estructural
inmodificable del sindicalismo peronista, que siempre ha estado caracterizado por la subordinación de la clase
obrera a la patronal y no por la independencia política de
clase. Esto no quita que en distintas coyunturas históricas
la burocracia haya tenido una mayor o menor capacidad de
arbitraje de las relaciones obrero-patronales, y es
obvio que Moyano quiere explotar su mayor capacidad relativa
de negociación respecto de los años 90. Pero nada de esto cambia lo fundamental: el acto de Moyano no será
una expresión de las necesidades y luchas de los
trabajadores: será un acto oficialista al servicio de
los intereses de la burocracia cegetista, razón por la cual
llamamos a los trabajadores a no asistir.
La
versión Yasky de la conciliación de clases
Por su parte, una
de las mitades en la que quedó partida la CTA luego de las
bochornosas elecciones del año pasado ha convocado a un
acto el domingo 1° en el Luna Park. Se trata de la mitad
oficialista K de la central, que de alguna manera presenta
el acto como una suerte de “contraofensiva” mirando
hacia la interna de la CTA. La cuestión es la siguiente:
Yasky se siente “reivindicado” por el hecho de que
Cristina iría derechito a la reelección. Y el proyecto de
Micheli, atado a los devaneos de Solanas y la oposición
patronal, es claramente incierto. En puridad, Yasky no se
muestra directamente ligado al aparato K, sino que lo hace vía
Nuevo Encuentro, que es el “espacio” (así se llaman hoy
día estos armados oportunistas de ocasión) creado por Martín
Sabbatella. Esta es la gran colectora “progresista” de
Cristina en la provincia de Buenos Aires, y al parecer también
lo será en la Capital Federal y otros distritos del país.
Así las cosas, el
acto en el Luna Park tampoco tendrá nada que ver con las
necesidades de los trabajadores. Esta mitad de la CTA (la
otra parece que siempre prefiere esconderse bajo la cama) ha
convocado entonces a un acto el 1° (más que para competir
con Moyano, para no dejarle esa bandera a la izquierda),
pero lo hace no para apoyar alguna lucha de los trabajadores
(sus dirigentes están hoy día frenando la pelea de los
judiciales bonaerenses), ni para marcar la necesidad de un
camino independiente, sino simplemente para ponerlo al
servicio de la construcción del propio proyecto oficialista
K de la mano de Sabbatella.
No hace falta
subrayar que, desde su constitución, la CTA jamás
defendió un curso político de independencia de clase.
Todo lo contrario: lo que siempre la ha caracterizado es la
búsqueda de la conciliación con la patronal, sus gobiernos
y el Estado, en todo caso mediante un “modelo sindical”
con matices propios diferenciado del de la CGT.
Una
convocatoria estrechamente electoral
En el escenario
anterior, el PO y el PTS han convocado a un acto en la Plaza
de Mayo. Como hemos señalado públicamente, la convocatoria
está rodeada de una serie de problemas que se anudan
alrededor de su estrecho carácter electoral.
Que se entienda:
que uno de los
ejes de convocatoria del acto sea la defensa de una
alternativa de clase en la actual coyuntura es correcto.
Pero el problema es que todo
el contenido real del acto ha sido reducido a la proclamación
de las candidaturas del “frente”, dejando de lado el
proceso en curso de las luchas, problema que se agrava
cuando los antagonistas concretos en torno al 1º de mayo
serán los actos de la CGT
y la fracción Yasky de la CTA, que si bien tienen un
fuerte contenido electoral no se reducen a eso: son actos
convocados por centrales sindicales.
Así las cosas, el
acto en la plaza debió haber tenido una mayor amplitud política,
de disputa a la burocracia, que la convocatoria sólo
electoral ha restringido gravemente. Así,
todo el perfil específico de la recomposición obrera ha
quedado completamente subordinado al armado electoral del
acto.
Lo
que se ha perdido no es nada menos que la razón de fondo
por la cual fue asesinado el joven militante del PO Mariano
Ferreyra: el proceso en curso de recomposición obrera.
Es este fenómeno
el que reflejan con preocupación diversos analistas: “Los militantes dotados de una visión
finalista de la política, como los pertenecientes a los
partidos de la izquierda tradicional, han contado con una
ventaja estratégica crucial. En efecto, no es casual que
las comisiones internas disidentes más importantes del país
estén controladas por militantes de partidos de izquierda y
no por miembros de la CTA, como los trabajadores de
Kraft o el subterráneo. Incluso en el único gremio
industrial de peso controlado por la CTA, el de los neumáticos,
la principal empresa del sector es controlada por dirigentes
de extrema izquierda opuestos a la conducción de la
central” (Andrés R. Schipani, Le Monde
diplomatique 142).
Además, una
convocatoria tan cerradamente electoral se ha privado de
poder expresar y levantar una tribuna que refleje las
luchas en curso. Esto no podrá ocurrir: una
convocatoria tan estrecha impide lisa y llanamente ofrecer
un lugar a los judiciales en lucha, a los petroleros, a los
compañeros de la 60, a los del pescado y un largo etcétera.
De
Congreso a Plaza de Mayo con acto en el Obelisco
Como una expresión
de las características del acto, el nuevo MAS fue lisa y
llanamente excluido de participar por no integrar el
frente electoral entre esas organizaciones. Al margen de las
diferencias políticas con su convocatoria, a los compañeros
del PO y el PTS les planteamos que igualmente estábamos
dispuestos a participar, aun críticamente, en la
convocatoria que estaban realizando. Pero ambos partidos
persistieron en nuestra exclusión, ahora en el terreno del
acto del 1º. Se trata de una acción de un sectarismo y
aparatismo escandaloso que, lejos de estar al servicio de
unir, termina dividiendo a la izquierda
independiente.
En estas
condiciones, en un escenario dividido de evocación del 1º
y más copado que lo necesario por la burocracia sindical,
el nuevo MAS convoca sin embargo a realizar una conmemoración
activa del primero marchando de Congreso a Plaza de Mayo.
Como parte de la actividad, realizaremos un acto dónde
levantaremos una tribuna en apoyo a las luchas en curso,
contra el intento de proscripción K a la izquierda y por
que el frente se abra a nuestra participación, logrando una
alternativa realmente unitaria para pelear por la
independencia de clase de los trabajadores.