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El
desbarranque de Hebe de Bonafini
Crónica
de la pérdida de
la independencia política
Por Ana
Vázquez
El
prestigio de las Madres arranca desde la dictadura no sólo
por plantarse frente a la Casa Rosada en el año 1977. Es
también porque surgieron como una organización independiente
y a la izquierda de los aparatos tradicionales que
dirigían los organismos de derechos humanos. En éstos se
organizaban los figurones de los partidos patronales como
Alfonsín, el Partido Comunista que apoyaba a los generales
“democráticos” de la dictadura y sectores de la Iglesia
“no oficial”. Por el contrario, las Madres levantaron
consignas –como la de “Aparición con vida”– que se
oponían a su política conciliadora y apostaron a la
movilización en la calle.
Sin embargo, no
superaron lo que sería su particular sectarismo, negándose
a pelear por la unidad de acción con otros nucleamientos,
partiendo de no levantar otras consignas democráticas que
no fueran las referidas a los desaparecidos. Por ejemplo, no
reclamaban la libertad de los presos políticos.
Pero lo
más equivocado era que no trataban de unirse, aunque fuese
difícil en una primera etapa, a los trabajadores y el
pueblo, y sus luchas. No tuvieron una política para ligarse
a los compañeros de trabajo y estudio de los miles de
desaparecidos.
Sólo
cuando la presión del movimiento obrero empezó a tallar, vía
la resistencia obrera, las Madres tuvieron que ser algo más
unitarias.
Con la
caída de la dictadura, se opusieron correctamente a la
CONADEP, que fue el gran “dulce” del gobierno de Alfonsín.
Posteriormente se distanciaron de las Abuelas y se
dividieron de las Madres - Línea Fundadora, encabezadas por
Nora Cortiñas, por el tema de la indemnización que
otorgaban a los familiares de las víctimas.
Siempre
aparecieron más a la izquierda, pero también relativamente
elitistas y alejadas del movimiento obrero, con un discurso
ultracombativo pero al margen de las luchas concretas de los
trabajadores. Uno de los peores ejemplos fue cuando
aplaudieron el ataque a las Torres Gemelas en EEUU, sin
comprender que esta acción terrorista sólo iba a
beneficiar al imperialismo yanqui.
Sin
embargo, más allá de las críticas que pueda merecer ese
perfil, conservaron su independencia frente a los
gobiernos y estado, hasta la llegada del gobierno K. Aquí
comienza el desastre, al ser cooptadas por el kirchnerismo y
transformarse prácticamente en una rama del aparato del
Estado.
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En una coyuntura electoral donde
el gobierno quiere aguas calmas de cara a octubre, le explotó
debajo de la mesa un escándalo público como hace tiempo no
saltaba a la luz, el
cual taparlo a cualquier precio es una de las primeras
misiones de todo el kirchnerismo. Schoklender, Hebe de
Bonafini y los manejos de los fondos para hacer viviendas
por parte del gobierno nacional a la fundación de las
Madres de Plaza de Mayo “Sueños Compartidos”
quedaron en el centro de la tormenta. Las denuncias públicas
sobre el nivel de crecimiento del patrimonio de las empresas
ligadas a Shoklender y sus bienes son elocuentes: desde una
Ferrari hasta un yate… en menos de 20 (¿) años y tras
salir de la cárcel rascando el fondo de la lata. El escándalo
saltó en el momento menos propicio para el gobierno, que
intenta instalar al “progre” Filmus en la Capital.
A Sergio Schoklender, hijo pródigo
de Hebe Bonafini que ahora es señalado por todo el arco K
como único responsable de todo, no le alcanzaron los medios
para explicar que él era solo un empleado y que su fortuna
“la hizo trabajando”.
Pero aunque quieran tapar el sol
con las manos poniendo a los hermanos Schoklender y a un
grupo pequeño que lo acompañaba como corruptos sin escrúpulos
y al resto de los miembros de la fundación como
desentendidos de la cuestión, el principal problema que
cruza a Hebe y la dirección política de las Madres de
Plaza de Mayo es que han vendido su independencia política
al gobierno K, para transformarse prácticamente en una
oficina de administración pública donde circulan millones
de pesos y se cocinan jugosos negocios inmobiliarios.
El
mecanismo de cooptación kirchnerista más eficaz es la
billetera
Apenas asumido el mandato de Néstor
Kirchner empezó un proceso de cooptación de distintos
sectores de la vanguardia luchadora y del movimiento de
masas. En primer lugar, las que más le molestaban en el
2002: los movimientos de desocupados. La política fue dar
planes sociales y fondos a los movimientos afines
(Movimiento Evita, Libres del Sur —en aquellas épocas
eran rabiosos kirchneristas, hoy “sojerosolanistas”— y
un largo etc.) y buscar reventar a los independientes y
opositores. Pero no se quedaron ahí, sino que tuvieron como
estrategia cooptar a dirigentes de distintos movimientos de lucha. En
este sentido, también avanzaron, por ejemplo, hacia las
organizaciones del movimiento de mujeres, y mientras
organizaciones del movimiento como Las Rojas se mantenían
luchando por el derecho al aborto y contra el gobierno que
lo niega, muchas ex luchadoras independientes vendieron su
independencia por un puesto en el INADI. También lo
hicieron con algunos dirigentes sindicales que se mantenían
independientes: con la CTA de Yasky sucumbieron a las
tentaciones de la burocracia dirigentes como Beto Pianelli.
Con estos casos vemos distintos
ejemplos de la cooptación, pero la de los organismos de
DDHH como las Madres de Plaza de Mayo es otra historia,
porque distinta es su historia. Por el contexto político en
el que surgieron (el año de más represión de la
dictadura), porque sus acciones democráticas tuvieron
impacto y confluyeron con la lucha obrera y popular para
tirar abajo al gobierno militar. Y además, porque (a pesar
de políticas erradas y divisiones) se mantuvieron
independientes bajo los distintos gobiernos democráticos en
la lucha por el juicio y castigo a los genocidas… Hasta el
gobierno de Néstor K. Éste arrebató sus banderas y las
soldó con el accionar institucional del gobierno. Fue ahí
cuando entregaron su independencia política, para terminar
transformándose en un Ministerio más (que ni siquiera es
de derechos humanos), sino que en los últimos tiempos podríamos
ubicarlas en el ámbito del Ministerio de Planificación o
Vivienda. Porque del “apoyo”
al gobierno a participar de los negociados capitalistas en
la construcción de viviendas, cuando está de por medio la
cooptación de la “billetera”, hay un camino de ida.
Lo intragable del caso para
cualquier luchador honesto es que el símbolo histórico de
la lucha contra la dictadura a nivel nacional y mundial
arrebatado por los K esté metido en el asunto.
De
los derechos humanos ya no mencionan una palabra
En forma cada vez más
desembozada, Hebe demostró su ligazón con los K en el
terreno de los negocios bajo el paraguas de las cooperativas
de trabajo “para construir viviendas para los más
pobres”. El broche de oro de esta escalada cada vez más
fuerte hacia el aspecto comercial de la gestión del
organismo, abandonando incluso la actuación en los juicios
contra represores, fue el acto en el Mercado Central el último
24 de marzo. Hace menos de tres meses, desde estas páginas
señalábamos su total desbarranque y capitulación cuando
declaró que “hoy nos importa más que un niño sea feliz
que meter preso a un milico”, y agregábamos que con su
dicho de “meter presos a los milicos es tarea de los
abogados”, el acto de Bonafini no era otra cosa que “la
clausura oficial de Madres como organismo de lucha contra
los crímenes del Estado, y su inauguración plena como
empresa constructora de casas de telgopor y organización de
propaganda electoral oficialista, sin molestos aditamentos
como ‘meter presos a los milicos’, tarea de la que de
ahora en más se ocuparán ‘los abogados’” (ver SoB
198-1/4/11).
Los efectos del giro hacia los
negocios inmobiliarios de este organismo de derechos humanos
se empezaron a sentir fuertemente con la renuncia traumática
de Schoklender al frente de la Fundación, que puso al
desnudo las cifras millonarias de los negociados. Negociados
que no sólo incluyeron manejos turbios de la plata del
Estado, sino que lucraron con el sudor y el salario de los
obreros de la construcción empleados en los emprendimientos
y con las viviendas de telgopor de los trabajadores que tenían
acceso a ellas.
Los
únicos eternos son los laureles
La lucha de clases, los procesos
políticos y el accionar programado, insistente y tenaz de
la burguesía y sus gobiernos acorralan a las organizaciones
y dirigentes independientes para convertirlos en apéndices
de su política.
A veces los fractura, otras no lo
logra y otras compra hasta a los más “pintados”.
Las organizaciones de lucha
(también agudamente los partidos o movimientos
revolucionarios), sean obreras o democráticas, sufren esas
terribles presiones de la burguesía y las burocracias.
Cuando sucumben y pierden su independencia, se transforman,
cambian el objetivo por el que se han constituido. Como
mantienen el nombre y su “chapa” histórica, confunden a
los que las siguieron y respetaron. Actúan en contra del
avance de su conciencia. Ayudan a afirmarla o desviarla
hacia la confianza en la burguesía y sus instituciones.
En el caso de las Madres, la
vanguardia más activa ya hizo su experiencia frente a su
degeneración precipitada. Pero para amplios sectores de
masas siguen siendo las Madres luchadoras, más como símbolo
que como realidad presente. Tal es así que, frente a esta
situación, ni los más reaccionarios ponen en duda su
“honestidad”.
Por este viraje y nueva ubicación
se transformaron en el principal eslabón para aplicar la
política central de derechos humanos del gobierno. Poner
presos a algunos centenares de genocidas (204 según
registros de la unidad fiscal de la Procuración General de
la Nación publicados en Clarín del 14/4/11), pero
relegitimando a la principal institución represiva y
resguardo del régimen: las FF.AA.
En el acto que encabezó el
jueves pasado en Plaza de Mayo Hebe de Bonafini, Julio
Piumato, secretario de derechos humanos de la CGT, dijo que
las Madres “necesitan saber que no están solas”. ¡Vaya
trágica paradoja! En 1981, en la primera marcha
multitudinaria contra la represión en la dictadura, el órgano
del PST (Partido Socialista de los Trabajadores) titulaba en
una nota al respecto: “No estuvieron solas”. Sus acompañantes
eran en ese momento luchadores obreros, estudiantiles,
democráticos y de izquierda. Los que ahora no sólo son
ninguneados, sino que atacados de manera directa, tanto por
los K como sus acólitos.
Sus nuevos acompañantes intentan
levantar una Muralla China alrededor de las Madres y por
consiguiente, alrededor del gobierno, para que el escándalo
no las salpique. Pero la corrupción está unida como la
sombra al cuerpo a la obtención de la ganancia capitalista,
sea de empresarios privados, del Estado o de una ONG
samaritana, aunque su devenir sea de un movimiento heroico.