Los
días 3, 4 y 5 de junio tuvo lugar el Encuentro de
Estudiantes por el Cambio Social, organizado por el Frente
Popular Darío Santillán, La Mella y otras organizaciones.
Uno de los paneles fue el de “Teoría y práctica
feminista para la transformación social”. Las Rojas
participamos como oyentes, ya que el famoso horizontalismo
de estas agrupaciones queda reducido a un grupo de
“expertas” (todas integrantes de la Campaña Nacional
por el Derecho al Aborto, por cierto) hablando al micrófono,
y el resto de la gente escuchando. El público no podía
intervenir, a lo sumo enviar una pregunta por escrito, que
era leída si las organizadoras querían.
En
primer lugar, se reduce el movimiento de mujeres a las
organizaciones y feministas que integran la Campaña
Nacional por el Derecho al Aborto, desconociendo gran
cantidad de organizaciones y mujeres que luchan y se
organizan y que no formamos parte de esa organización.
Primer problema, no sólo por autoproclamatorio, sino por
conceptualmente interesado y equivocado: reducir el
movimiento de mujeres de la Argentina a las feministas que
vienen alentando desde hace años la confianza en que el
gobierno K va a dar el derecho al aborto y que el cabildeo
con los funcionarios es el método adecuado para
conseguirlo, en lugar de aportar a la movilización y
organización de las mujeres de a pie, que no figuran en
ningún ministerio K ni en ninguna cátedra de género,
sigue educando en la idea de que las “expertas” y
“feministas de profesión” constituyen el movimiento,
mientras mantienen separadas al resto de las mujeres.
Todas
las panelistas reivindicaron la consigna de los movimientos
de mujeres de los años ’60 y ‘70 del siglo pasado:
“lo personal es político”. Claro que nosotras también
reivindicamos esa consigna. Pero en la concepción
autonomista se utiliza para señalar que la gran fuerza del
feminismo reside en que cuestiona la vida cotidiana y en que
puede modificar las relaciones patriarcales en
la vida cotidiana. Como si fuera posible cambiar la vida
cotidiana sin cuestionar las relaciones sociales de
conjunto. Los movimientos feministas lograron politizar los
problemas que la sociedad patriarcal hace ver como sólo
personales, privados o domésticos, a eso se referían con
la consigna “lo personal es político”. Pretender que
eso significa que no hay que cuestionar las instituciones
sino intentar “prefigurar una nueva manera de estar en
todas las instituciones” es invertir en 180° el significado que le daba a esta frase el
feminismo de los 60, todo para concluir que la acción queda
reducida a lo que una de las panelistas, Ruth Zubbringen,
del colectivo La Revuelta, calificó de “pedagogía
feminista”. Las acciones que realiza su agrupación tienen
el sentido de educar a los compañeros varones que luchan en
distintos ámbitos sobre el “lenguaje no sexista”. Esto
a primera vista puede parecer muy loable. Ahora bien, como
movimiento de mujeres que se propone “ser parte del cambio
social” (tal como decía el título del taller), nos
parece que queda un poco estrecho tener por objetivo
simplemente cambiar el lenguaje de los compañeros
organizados en internas combativas, organizaciones sociales
o políticas. Y si ese es el
único objetivo, ya se vuelve lamentable.
Opresión
de las mujeres significa kilómetros de camisas planchadas,
kilos de comida cocinada, horas de vida dedicadas a las
tareas de la casa y el cuidado de los demás; y también el
crecimiento de los femicidios, la masacre del aborto
clandestino y las redes de trata. Dudamos
seriamente que el programa para terminar con esta barbarie
tenga como eje educar a los hombres de la clase trabajadora
en que dejen de hacer chistes sexistas.
Pero
sobre todo, nos parece que esta “pedagogía” adquiere un
tufillo antiobrero y
anti-izquierda cuando el primer sexismo cuestionado no
es el de la burocracia sindical que avala la expulsión de
las mujeres del mercado laboral, ni el del Estado proxeneta
que protege las redes de trata y mantiene la clandestinidad
del aborto, sino el lenguaje de los trabajadores que luchan
contra la burocracia sindical junto a los partidos de
izquierda, como los obreros de Zanón, a los que la
panelista se dedica a “educar”.
La
lucha por la emancipación requiere la organización de las
mujeres en un movimiento que pueda enfrentarse a todas las
manifestaciones de la opresión patriarcal y que pueda
aliarse a la clase trabajadora en la lucha por revolucionar
la sociedad y construir una sociedad opuesta a la
capitalista, sin clases sociales, sin oprimidos ni
explotados. Reducir el feminismo a la negociación con
funcionarios de los gobiernos capitalistas y constituirnos
en pedagogas del lenguaje políticamente correcto del
sistema… es una caricatura de feminismo.
Las
Rojas seguiremos luchando para contribuir al surgimiento de
un movimiento de mujeres feminista y socialista, aliado de
la clase explotada, que luche por la emancipación de las
mujeres y por un mundo sin explotación ni opresión.