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5/08/11
- Comunicado de prensa del Nuevo MAS ante
el resultado de
las primarias
Gana
Cristina, apoyada en la estabilidad
económica y el clima
político “democrático”
imperante en el país
El
FIT logra el triunfo de pasar el piso proscriptivo con
la
política que el Nuevo MAS venía planteando
desde comienzos
del año
Ayer domingo se realizaron las “primarias” convocadas
por el gobierno kirchnerista mediante la nueva ley
electoral. El primer dato político que las mismas arrojan
es el contundente triunfo de Cristina Kirchner. Este hecho
ha sido producto de dos factores: la situación de relativa
“bonanza” económica que vive el país –y que viene
premiando a los oficialismos en cada distrito y categoría a
la que se vota–, así como un clima político nacional que
no deja de estar marcado por el largo ciclo político de
“rebeliones populares” abierto hace ya diez años en
Latinoamérica, y que sigue haciendo de los motivos y temas
democráticos y populares el sentido común político de las
mayorías.
Sin embargo, el dato señalado no deja de tener una aguda
contradicción. Es que en el momento mismo en que en la
Argentina amplios sectores populares premian al gobierno K
por la favorable situación económica, los llamados
“mercados” viven de derrumbe en derrumbe y ya se
preanuncia una recaída aún más grave en la crisis económica
mundial que la del 2008, lo que no dejará de impactar de
una u otra manera en el país.
Para sumar paradoja sobre paradoja, la circunstancia es
que, en primera instancia, la redoblada amenaza de la crisis
sobre el país no deja de beneficiar al oficialismo K, en la
medida que todos sus opositores patronales defienden un
curso económico neoliberal puro y duro repudiado por
amplios sectores que no olvidan el desastre que fue el país
en la década de los 90. De ahí las malísimas performances
de un Alfonsín, un Duhalde o la misma Carrió.
Pero a mediano plazo, este hecho, que en un primer análisis
beneficia al gobierno, podría terminar dándose vuelta, más
probablemente luego de la elección de octubre, aunque no se
pueda excluir un impacto más inmediato.
Es que las coordenadas políticas imperantes podrían
cambiar en la medida que la crisis impacte de lleno en la
Argentina y desnude al gobierno de Cristina como lo que es:
un gobierno al servicio de la clase capitalista, que ha
gozado de más amplios márgenes de maniobra que lo
habitual. Pero, en caso de pegar un salto cualitativo esta
misma crisis económica internacional, inevitablemente
arrastrará al país detrás de ella, mostrando crudamente
los límites de clase del progresismo K.
Hay un segundo factor que explica la contundencia del
triunfo oficialista. Como expresión parcial, en las
recientes elecciones en Capital Federal, Santa Fe y la misma
Córdoba, el fenómeno nuevo pareció ser un corrimiento
hacia el centro-derecha de un sector del electorado. Pero
como dijeron muchos analistas –y nuestro partido también–
convenía no extrapolar elecciones locales en nacionales.
Es que personajes como Duhalde, expresión de salidas de
“mano dura”, no se condicen con las relaciones de
fuerzas más de conjunto existentes en el país, con el
heredado clima “progresista” de cuestionamiento a las
condiciones económicas y políticas que marcaron los años
90.
Tomada la “encuesta” nacional que significó la elección
primaria, es evidente que el rasgo dominante sigue siendo la
inexistencia de un desplazamiento mayoritario a derecha y la
atracción que siguen generando las medidas progresistas,
“nacionales y populares”, más allá de que esto no se
reflejara para nada en el clima preelectoral, el que entre
las grandes masas fue más bien frío y sin grandes
pasiones: fue una elección “conservadora” en el sentido
de la mantenimiento de la estabilidad existente.
Parte íntima de lo anterior es que, en esta instancia, la
reforma política proscriptiva pareció funcionar, en gran
medida, en sentido opuesto al objetivo buscado por el
kirchnerismo cuando la promulgó. Adelantémonos a decir que
esto exige un esfuerzo de análisis y comprensión no mecánico
de los hechos políticos y sociales.
La paradoja es la siguiente. La reforma se legitimó como
mecanismo y le dio un gran triunfo al kirchnerismo. En este
aspecto, los K lograron lo que buscaban. Porque parte
central de su búsqueda son las vías de legitimación de la
democracia de los ricos; es decir, los mecanismos de
democracia indirecta. Y, además, también les sirvió como
instrumento para lograr un triunfo electoral prácticamente
“aplastante” sobre sus rivales patronales montándose
sobre la “ola democrática” generada. Este es el costado
reaccionario del asunto, el más importante desde el punto
de vista estratégico.
Sin embargo, la contradicción es que esta legitimación
se logró también mostrando, en esta instancia, algunos
resultados diferentes o casi opuestos a los buscados, muy
difíciles de prever, además, porque no había ningún
antecedente de este tipo de elección.
Problema número uno: pareció agigantar más que tender a
resolver el heredado problema desde el 2001 de la
fragmentación del sistema de partidos. Problema dos: generó
una suerte de muy progresiva “sensibilidad democrática”
contra el piso proscriptivo del 1.5%, ola a la que se pudo
subir Altamira para obtener un voto democrático que lo
colocará en la elección de octubre.
Y, sin embargo, aquí está el gran problema: no siempre
se va a poder apelar a este tipo de “milagros” para
superar el piso proscriptivo, el principal sponsor de dicho
“milagro” fue el derechista Jorge Rial. Y si bien la
mayoría de la izquierda independiente, en esta instancia,
logró el triunfo político de sortear la barrera, es un
gravísimo problema que el piso proscriptivo se
institucionalice. ¡Se ha institucionalizado una espada de
Damocles que seguirá pendiendo reaccionariamente sobre la
cabeza de la izquierda de aquí en adelante! Por eso, no
habría que “enamorarse” de este resultado ni menos aún
adaptarse a esta ley reaccionaria hoy supuestamente
“vencida”, sino encarar una seria batalla contra la
misma. Esto, hasta el momento, no ha sido planteado como tal
por ninguna organización de la izquierda salvo por nuestro
partido.
Pero hay algo más. Parte de los elementos contradictorios
de la nueva ley, es la normativa en materia de espacios
publicitarios para hacer campaña. La prohibición de pagar
publicidad y el hecho de que el Estado garantice una X
cantidad de espacios gratuitos funcionó, muy
progresivamente, para visualizar como nunca antes a la
izquierda. Aquí la pelea entre el kirchnerismo y los grupos
privados como Clarín funcionó abriendo una brecha que el
FIT pudo aprovechar –correctamente– al tener candidatura
presidencial. Y, sin embargo, ¡atención!: sean privados o
estatizados los medios de comunicación, al no estar en
manos de los trabajadores, podrían ser usados contra ellos
y la misma izquierda independiente en cualquier vuelta de la
esquina. Sobre esto también cabe alertar.
El logro del FIT de superar el reaccionario 1.5%
proscriptivo se explica, entonces, por estos dos elementos
“contradictorios” que venimos señalando: la “ola”
democrática que generó la propia “primaria” y el
aprovechamiento –subproducto de la candidatura
presidencial– de los medios gratuitos como nunca sucedió
en una campaña electoral para la izquierda.
Sin embargo, lo fundamental no es lo dicho, sino la
circunstancia que a estos dos elementos “objetivos” se
le agregó uno de tipo político y que fue el central,
decisivo y definitorio para que el FIT pase: ¡el giro de último
momento del FIT a hacer campaña contra el piso
proscriptivo, tal cual veníamos señalando como necesidad
desde el Nuevo MAS desde comienzos del año!
Diga lo que diga ahora el FIT, a los compañeros y compañeras
informados de izquierda, seguramente no se les pudo escapar
el hecho de que en una primera instancia el PO se negaba
redondamente a hacer la campaña democrática, que Altamira
arrancó (al igual que la fallida Argumedo) argumentando que
ellos “ya tenían el piso de los 400.000, que el problema
lo tenía Duhalde”. Que luego el PO, por boca de Altamira,
se subió a la campaña por el “corte de boleta”, como
dando por descontado que no pasaban, y finalmente parte del
FIT reaccionó sacando un tímido primer cartel contra la
proscripción sin la firma de quien es, por lejos, la
principal fuerza del mismo FIT, o sea el PO; que incluso
Cristian Castillo había salido a decir allá por abril,
cuando las primeras discusiones de los finalmente
componentes del FIT con el Nuevo MAS, que “no había que
dramatizar la circunstancia”, llegándose al ridículo de
rechazar de plano la propuesta del Nuevo MAS de sacar una
declaración condenando la reforma proscriptiva. Por eso, el
FIT dejó fuera de su programa la pelea contra la cláusula
proscriptiva... que finalmente terminó siendo el eje
excluyente de su campaña... En contraste con esto, Proyecto
Sur no tomó la campaña contra la proscripción, y no pasó.
Desde nuestro punto de vista, este giro de último momento
del FIT, luego de la muy mala elección en la Capital
Federal, se hizo pasándose con armas y bagajes al otro
lado. Es decir, una campaña electoral demasiado vaciada de
otros contenidos. No es verdad que los votantes del FIT
votaron “claras propuestas” como dice Altamira. Eso no
es así: su campaña terminó siendo demasiada
“adelgazada” desde el punto de vista del perfil de clase
que debe tener una campaña electoral de la izquierda
independiente, esto tanto por responsabilidad del PO como
del PTS.
Independientemente de lo anterior, que el FIT haya pasado
el piso, no deja de ser un triunfo político del conjunto de
la izquierda contra el gobierno y las fuerzas burguesas que
pretenden día y noche desautorizarla diciendo que “no
llega al 1%” como se acaba de ver en la solicitada sacada
por la burocracia de la Unión Ferroviaria luego de su
triunfo en la línea Roca. Un triunfo político que tiene,
sobre todo, esa importancia, y no la estrictamente
electoral.
En definitiva: el FIT pasó el piso con la política que
planteamos desde comienzo del año desde el Nuevo MAS,
triunfo al que contribuimos pegando decenas y decenas de
miles de carteles contra la proscripción, repartiendo mayor
cantidad aún de volantes y llamando abiertamente a votar críticamente
a Altamira incluso si esto iba (como fue) contra nuestras
propias necesidades electorales, siendo un hecho visible que
la abrumadora mayoría de nuestros votantes pensaron que estábamos
dentro del FIT y votaron en consecuencia... El hecho cierto
y evidente es que nuestro partido se vio obligado a ir solo
a una elección en condiciones absoluta, total y
completamente desfavorables, y sin candidatura presidencial.
Y sin embargo, estamos muy orgullosos de haber dado esta
dura pelea, de habernos negado a aceptar los términos
antidemocráticos, aparatistas y sin principios del FIT para
“incluirnos” en el frente. Hicimos un enorme esfuerzo de
actividad, obtuvimos las legalidades de Provincia de Buenos
Aires y la provisoria en la Capital Federal, hicimos una
campaña completa y totalmente austera, militante, con un
perfil definido de clase y sacamos pocos votos que
igualmente no dejan de tener su valor, dadas las condiciones
existentes.
Pero sobre todo, y eso es lo que más vale, estamos
seguros que parte importante de la vanguardia obrera y
estudiantil, así como de la militancia amplia de la
izquierda, sabe que desde el Nuevo MAS colocamos el planteo
de lucha contra proscripción, con el que el FIT pasó en
esta instancia. Y también esa vanguardia
nos comprendió en nuestra decisión de no entrar al
frente con criterios sin principios. Estamos convencidos que
eso vale mil veces más que un puñado de votos, votos que
como es sabido, van y vienen y de ninguna manera pueden ser
el criterio principal en materia de política
revolucionaria. Eso es oportunismo y nada más que
oportunismo. El haber sacado algunos votos no le da ninguna
justificación a su burocrático accionar de habernos
intentado acallar y proscribir.
Porque, en definitiva, la clave es avanzar en la
construcción de una izquierda revolucionaria más clasista,
más principista y más democrática, de lo que es habitual
en las fuerzas organizadas de la izquierda en nuestro país.
Son criterios fundamentales para preparar a la amplia
vanguardia obrera y estudiantil frente a los hechos epocales
que se vienen de la mano de la crisis mundial, y que
seguramente pondrán a los partidos de la izquierda
revolucionaria frente a desafíos mucho mayores de lo
acostumbrado en las últimas décadas.
Comisión
Política del Nuevo MAS
15
de agosto de 2011
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