El balance de la actividad de nuestro
partido está inevitablemente teñido por la lucha que dimos
en el seno de la izquierda independiente en el último período.
El Nuevo MAS quedó fuera del FIT aun a pesar que fue la única
corriente de la izquierda que desde comienzos de año planteó
claramente que uno de los principales centros de la política
este año debía ser la pelea contra el intento de
proscripción por parte del kirchnerismo. El hecho cierto es
que en la discusión acerca de la formación del FIT el PO y
el PTS se negaron rotundamente a emitir declaración alguna
condenando la ley proscriptiva. Se llegó al ridículo de
terminar haciendo del centro absoluto de su campaña
precisamente el único punto que no figuró en ninguno de
sus dos programas (ni el “restringido” ni el
“expandido”): la pelea contra la proscripción.
Nuestra exclusión del FIT
Frente a esta postura de nuestro
partido, el FIT ha respondido de
manera “informal” dos cosas: que el nuevo MAS no
entró al frente “por los cargos”; y que debíamos
“embromarnos” si no teníamos legalidad, porque a los
componentes del frente les costó “mucha militancia y
plata obtenerla”.
Sobre los cargos, hay que decir que
la propuesta de los componentes del FIT fue una verdadera
maniobra: le propusieron al Nuevo MAS algo imposible de
aceptar y a sabiendas de que la rechazaríamos. Nuestro
partido solamente exigió un lugar cabecera en la provincia
de Buenos Aires desde donde hacer política: el cargo
(completamente testimonial, por otra parte) de senador
nacional. Estábamos dispuestos a discutir todo lo demás.
Esto no fue una estrecha discusión por los cargos (como sí
caracteriza al accionar del PO y el PTS, capaces de romper
cualquier acuerdo si no obtienen lo que sus mezquinos
aparatos exigen): se trataba simplemente de un lugar
desde el cual poder hacer política en un frente que tendría
todo tipo de candidaturas en todo el país.
La cerrada negativa a conceder esto
fue lo que motivó que no aceptáramos integrar el frente en
cualquier condición: no se trataba de un problema de
meros “cargos”, sino de nuestro derecho a la existencia
como organización política independiente. A ninguna
corriente se le puede plantear como un ultimátum que
renuncie a este elemental derecho, que será en todo caso
concedido o retirado por las sectores en lucha cuando vengan
las verdaderas pruebas de la lucha de clases.
En segundo lugar, es imposible obviar
el criterio sin
principios que
utilizaron el PO y el PTS para excluirnos del frente: las
legalidades (la especulación aquí fue que como el nuevo
MAS “no tiene legalidad nacional”, entonces no nos va a
poder quitar los votitos). Han llegado al colmo de decir que
nuestro partido “no hizo campaña por la legalidad" y
ellos sí, y que gastaron "mucha plata" en ella. [1]Pero
esto es completamente falso. El Nuevo MAS realizó una
intensa campaña pública de afiliación a lo largo del año
en la provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Neuquén,
Córdoba y otras provincias más chicas y, obviamente, empeñó
esfuerzo militante, tremenda abnegación y fondos
partidarios iguales o mayores, proporcionalmente, que las
demás corrientes. Subproducto de estos esfuerzos fue que
obtuvimos la legalidad para los cargos nacionales en la
provincia de Buenos Aires, la provisoria en la Capital
Federal, y si la legalidad nacional finalmente no prosperó,
fue porque se nos denegó un recurso ante la Corte Suprema de Justicia.
El criterio sin principios del frente
fue tomar ventaja de la mecánica proscriptiva de la ley
para aprovecharse de nuestras restricciones en materia de
legalidad partidaria, dejándonos afuera de toda posibilidad
de integrar el FIT o de pelearlen igualdad de condiciones.
[2] En realidad, esta maniobra de hacernos responsables a nosotros mismos
por no haber integrado el frente no es más que un ardid
oportunista y
la creencia que las elecciones dirimen de manera sustantiva
relaciones de fuerzas entre corrientes, o incluso su
existencia misma. Pero esta circunstancia se pone por fuera
de lo que es el criterio principal: la participación en
la lucha directa entre las clases, la capacidad de no
capitular a los mecanismos del régimen y el Estado, al
gobierno y la burocracia sindical, que debe demostrar
cualquier corriente revolucionaria que se precie de tal.
El PO y el PTS tuvieron así un
comportamiento sin principios que no se puede justificar por
los votos transitoriamente obtenidos: los votos
no dan derechos a acallar a una corriente
revolucionaria que les compite. Esto solamente se puede
hacer valer a lo largo de toda una experiencia histórica
cuya prueba definitiva no es otra que la lucha de clases.
Nuestra lucha política
Esto nos lleva al centro de nuestro
esfuerzo: no hay forma de barrer bajo la alfombra que la
corriente que salió de manera más consecuente y clara,
desde el principio, a plantear que el problema central era
colocar la pelea contra la ley proscriptiva, fue el Nuevo
MAS.
Ahora está el peligro de que como la
pelea contra el 1,5% multiplicó la votación al FIT, y como
el elemento democrático de la nueva ley fue el reparto de
los medios en ocasión de la interna, el FIT tenga un
discurso en el fondo cínico que ni ellos crean. Es
decir, mientras
cacarea que está en contra de la ley proscriptiva… en los
hechos no hace más que plantear
recursos legales condenados a la esterilidad total,
como para cubrir las formas.
La realidad es que los compañeros
del FIT giraron a último momento
y bajo la presión de las circunstancias-a la campaña
contra la proscripción, y la focalizaron siempre vinculada
a que el FIT pasara el 1,5%. Lo que en sí mismo es lícito,
pero no al precio de no educar nunca acerca del carácter
proscriptivo de la ley. Ahora, a partir de la participación
del 78% del electorado en la interna, la ley quedó
legitimada, pero esto no quiere decir que no sea más
necesario que antes denunciarla.
Esto mismo hace más grave aun el
hecho de que el FIT, en cierto modo, se haya “adaptado”
a la norma sin llegar a denunciarla en su conjunto.
Atención, que no todos los días se
puede convocar al electorado a producir “milagros”. Hoy,
la sensibilidad democrática de amplios sectores produjo el
triunfo de que el FIT pasara el piso. En otras
circunstancias políticas más desfavorables, el 1,5% podría
ser una cuesta irremontable. A esto se suma la distorsión
de tener que someter a nuestras organizaciones a una
actividad permanente para sostener las legalidades
partidarias, lo que amenaza desbalancear el conjunto de sus
tareas partidarias.
Más allá de los resultados
electorales, desde el Nuevo
MAS tenemos el orgullo y la conciencia de haber sido la
organización que planteó la política con que en
definitiva pasó el FIT. No hay ningún “resultado” ni
ningún “triunfalismo” que nos pueda hacer perder de
vista este hecho.
Nuestra actividad
Este año 2011 ha sido de intensa
actividad y temple partidario. Conseguimos la legalidad en
la provincia de Buenos Aires, la provisoria en la Capital
Federal, lo mismo que encaminamos la actividad en Neuquén y
estamos llevando adelante un plan nacional para recuperar la
legalidad nacional partidaria.
Así las cosas, nos presentamos en la
Capital Federal con un eje claro como la campaña por el
derecho al aborto, mientras el FIT balbuceaba la consigna de
“frente de izquierda” como quien vende un producto sin
contenido alguno: no fue capaz de propagandizar consigna
alguna a lo largo de toda la campaña. Nos presentamos en
provincia de Buenos Aires a sabiendas de la desproporción
total de medios en todo el sentido de la palabra, sin
candidatura presidencial, sin prácticamente ningún acceso
a los medios, sin mayores recursos.
A nuestro eje contra la proscripción
le sumamos una identificación con nombre y apellido de quién
quería proscribir a la izquierda (el gobierno K) al tiempo
que colocamos la propagandización de la candidatura obrera
de Jorge Ayala, delegado de FATE, como expresión de la
nueva emergente generación obrera en lucha contra la
burocracia. Perfil que brilló por su ausencia en el FIT,
que hizo una campaña más bien enfocada hacia las clases
medias (ver el spot sobre la familia), y al que le costó
plantear alguna consigna por la positiva, aunque ahora
Altamira se esfuerce por decir lo contrario.
Al mismo tiempo, y lo que es más
importante, educamos a una nueva generación partidaria
-proveniente sobre todo del movimiento estudiantil- en los
primeros rudimentos de una actividad de agitación de masas
que no caracteriza a la que todavía es mayormente una
organización muy de vanguardia como la nuestra.
Pero hay algo más: sostuvimos una
batalla política en relaciones de fuerzas desfavorables a
lo largo de todo el año con un frente de organizaciones
obviamente mayor al nuestro, lo que tiene un enorme valor en
la pelea que
caracteriza al marxismo revolucionario y que es parte
intangible de la democracia obrera: la lucha de tendencias.
Lucha que se puede decir que terminó en la paradoja de que
si la “perdimos” electoralmente, tenemos el legítimo
orgullo de decir que ganamos políticamente.
Notas:
1.
Esta última cuestión tiene que ver con que el PTS llegó a
plantear el veto de que el nuevo MAS no debería recibir prácticamente
nada de los recursos otorgados por el Estado en materia de
campaña electoral porque “no tenía la legalidad”…
2. Atención que nada de esto quiso decir que desconociéramos las
relaciones de fuerzas existentes y que perdiéramos de vista
un determinado orden de “prelación” en el frente
subproducto del tamaño real de cada partido.