Rafael Salinas
Más de un millón de manifestantes en las calles contra la estafa de la jubilación privada
¿Chile vuelve a estallar? En enormes columnas que recuerdan y superan las movilizaciones estudiantiles de 2011, un millón trescientos mil manifestantes salieron a protestar en todas las ciudades y regiones del país. Hubo marchas desde Punta Arenas –en el extremo Sur bajo fuertes nevadas– hasta la isla de Robinson Crusoe en el Pacífico.
Esta vez el motivo no fue el escándalo de que la educación hay que pagarla en todos los niveles. Esta vez es un ataque aún peor. Se trata de la estafa de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs), que después de 30 años o más de aportes pagan pensiones miserables, robando lo cotizado por los trabajadores.
Gobierno y “oposición” desprestigiados
Para el actual gobierno de “izquierda” encabezado por Michelle Bachelet y, en general, para los políticos del régimen, esto puede ser más difícil de manipular que las protestas estudiantiles. Es que no se trata de movilizaciones solamente juveniles, sino masas de trabajadores activos y pensionados de toda edad, cada vez más indignados. Las jubilaciones son un tema que cruza a la gran mayoría de la sociedad.
La otra gran dificultad para calmar las aguas, es que, del otro lado del mostrador, no está el flamante gobierno de “izquierda” que acababa de arrasar en las elecciones presidenciales, y que ilusionó a medio mundo… como sucedía a inicios de 2014.
Hoy, tanto el gobierno de Bachelet con los partidos que lo integran y/o lo apoyan, pero también la “oposición” parlamentaria, están profundamente desprestigiados y sin mayor legitimidad. Un compañero chileno nos describía así la situación, poco antes de desencadenarse la tormenta de las jubilaciones:
“El domingo pasado (19 de junio), en medio de movilizaciones educativas, se realizaron las votaciones Primarias para el proceso electoral que decidirá los candidatos de las dos principales coaliciones para las alcaldías. Del padrón electoral, se presentó a las urnas sólo el 5,6% de los electores… Esto demuestra que el pueblo chileno ya no confía en los representantes, que han rotado por innumerables cargos públicos y que pretenden seguir usufructuando para sus propios intereses. Todo ello acompañado de casos de corrupción y financiación ilegal… […] Se ha establecido como un hecho político en las grandes masas de electores, que ya no confían en la democracia burguesa.
“Incluso, sectores que decían representar a las grandes masas, específicamente el Partido Comunista, han quedado deslegitimados por hacer pactos que van en franco debilitamiento de los sectores de trabajadores. El Partido Comunista Chileno, como parte del gobierno, está en crisis, afirmando su pacto con la Nueva Mayoría (coalición de partidos oficialistas) y el gobierno de Bachelet, para llevar adelante la «Reforma Laboral».
“Sobre esta «Reforma», amplios sectores de lucha denuncian que limita la participación sindical y la creación de sindicatos. La CUT [Central Unitaria de Trabajadores], principal representante de los trabajadores, dirigida por el Partido Comunista, apoya una reforma que le quita poder a los trabajadores.”
Las encuestas dan a Bachelet menos de un 15% de aprobación. Pero la “oposición” de derecha, que le hace de acompañante, llega apenas al 10% de opiniones favorables. No existe, por el momento un reemplazante con suficiente consenso.
La infame estafa de la jubilación privada
Como decíamos, el reclamo unánime es terminar con la infame estafa de la jubilación privada. El sistema de las AFPs (Administradoras de Fondos de Pensiones) fue impuesto por la dictadura de Pinochet para acabar con el “sistema de reparto” y llenar los bolsillos de un puñado de bandidos de bancos y financieras. La dictadura de Pinochet sabía muy bien lo que estaba haciendo, porque terminó con el sistema jubilatorio de reparto para todo el mundo… menos para los militares. Fueron los únicos a los que se les permitió conservarlo.
Bachelet, los canallas del Partido Socialista chileno, sumados a sus socios de la coalición oficialista Nueva Mayoría y por supuesto los opositores de “derecha”, siempre coincidieron en dejar intacto el sistema de jubilación privado. Esta es una de las herencias más nefastas de la dictadura, y retrata, además, de pies a cabeza, el carácter parasitario de la burguesía chilena.
Ya al asumir Bachelet el tema estaba calentándose. La realidad de la estafa había demorado en ponerse en evidencia. Pero ahora, muchos de los que comenzaron sus aportes bajo la dictadura, entraron en edad de retirarse.
Frente a los reclamos que ya se oían al inicio de su mandato, Bachelet creó una “Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones”. La Comisión no tuvo mucho apuro… tardó casi dos años en producir un informe con propuestas de “reformas”… que además no implicaban un cambio del sistema. Con algunos retoques, seguiría marchando la estafa de las AFPs. Pero lo que terminó de indignar a las masas que han tomado las calles, es ni siquiera esas modificaciones cosméticas se llevaron a cabo. No fueron ni discutidas en el Congreso.
Bachelet inició su gobierno en marzo de 2014 encabezando una coalición de partidos –Nueva Mayoría– que en su momento se presentaron como de “izquierda”: el Partido Socialista, el Partido Comunista Chileno, el Partido Demócrata Cristiano, y otras agrupaciones menores. Había grandes ilusiones en un cambio que por lo menos moderase las brutales desigualdades sociales heredadas de la dictadura.
Pero, ya en el poder, no sólo dejaron intacto el sistema jubilatorio de Pinochet, sino que en general no han cambiado nada de nada. O, cuando hacen algún cambio es para peor, como denuncia el compañero que nos escribe, en relación a la legislación laboral. De allí la magnitud del desprestigio de Bachelet, proporcional a las esperanzas que defraudaron desvergonzadamente
Ahora que las papas queman con el tema de las jubilaciones, vuelven a hablar de “cambios”. Pero hacen trabalenguas que revelan sus verdaderas intenciones. Así, uno de los más cínicos personajes del entorno gubernamental, el diputado Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista, declara: “Es legítimo plantearse un cambio hacia un sistema que incorpore un potente pilar (¿¿??) de reparto administrado por el Estado”.(Web del PC, 19/08/2016)
¿Por qué este señor diputado no habla corto y claro, diciendo lo mismo que los millones de trabajadores que están manifestando? ¿Por qué no dice simplemente: “¡No + AFPs!”? ¡Así, todos entenderían qué propone realmente!
No lo dice, porque el señor Teillier y el gobierno que apoya, están en contra de terminar con el cáncer de las Administradoras de Fondos de Pensiones. Quiere que sigan operando, sólo que poniéndoles al lado “un pilar de reparto”. Teillier no aclara en qué consiste este “pilar”, ni qué atribuciones tendrá… pero viene bien como cortina de humo para que los más crédulos toleren que los estafadores de las AFPs sigan en el negocio…
Los viejos e históricos partidos de la “izquierda” chilena –en primer lugar, el Partido Socialista y el Partido Comunista– son hoy dos cascarones vacíos de cualquier contenido progresivo. Ni siquiera se los puede calificar de “reformistas”, como fueron, por ejemplo, antes del golpe militar de Pinochet de septiembre de 1973. Lo mismo podemos decir de las formaciones menores que los acompañan en la coalición Nueva Mayoría.
Reformista era, por ejemplo, Salvador Allende, el presidente del PS asesinado en ese golpe de Estado. Hoy, ni el PS ni el PC promueven “reformas” que beneficien substancialmente a los trabajadores. Lo que hacen es seguir administrando, con maquillaje “rosado”, el sistema de neoliberalismo salvaje heredado de la dictadura.
Por eso, más de un millón de trabajadores han tenido que salir por segunda vez a la calle para decir “¡No + AFPs!”. Y las respuestas que reciben desde arriba –como el “pilar” de Teillier– tampoco son “reformas” en serio, como sería terminar con las AFPs, sino otro fraude para que los de abajo se calmen.
En esa situación, se genera el “vacío político” y de legitimidad que se refleja en la escasa simpatía y participación electoral, que castigan tanto a los partidos de gobierno como a la oposición.
Pero los “vacíos políticos” nunca son ni pueden ser eternos. Si no los llenamos desde la izquierda, otros los llenarán desde la derecha. Y tampoco los pueden reemplazar directamente y por sí mismos los movimientos sociales (como el ¡No + AFPs!), sindicales, estudiantiles, etc. Entre otros motivos, porque en última instancia la lucha contra nuestros opresores y explotadores no es una mera lucha puntual ni tampoco una suma de ellas (por ejemplo, una huelga por salarios, o para que no nos roben la jubilación, o para que la enseñanza sea gratuita, etc.), sino un combate global (la cuestión de qué sociedad queremos).
La pudrición de los viejos partidos políticos reformistas hace que en muchos países, especialmente en las nuevas generaciones de luchadores, se genere la ilusión de que es posible (y hasta muy bueno) prescindir de lo imprescindible, de un instrumento de lucha política (que no es sólo ni principalmente para participar en elecciones, sino en todos los terrenos que nos obligue la lucha de clases). Eludir esta tarea, es como pretender ir a la guerra sin estrategia, sin organización, sin armas y sin municiones.
En Chile, como en muchos países, los viejos e históricos partidos que una vez fueron organismos políticos de la clase trabajadora, hoy están muertos en ese sentido. ¡Entonces, son imprescindibles nuevos partidos! Esa es la única conclusión realista, si queremos luchar por algo más que migajas… luchar por una transformación global, revolucionaria, de la sociedad.