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Noticias de Macrilandia XXIII –

Consultoras escépticas – Suben las ganancias y suben Ganancias – La aspiradora de dólares, a full – El blanqueo por la escalera, el FGS por el ascensor – Sturzenegger atrasa o adelanta demasiado – Anticorrupción y PRO corrupción – Justicia poética para los manteros

 

El Banco Central hace mensualmente un relevamiento de expectativas de mercado (REM) con estimaciones de decenas de consultoras privadas. Parece que no quieren escuchar los cantos de sirena de Macri y su pandilla, porque insisten con una inflación superior al 40% en 2016, y del 20% en 2017. Sobre todo, les preocupa el déficit fiscal, al que ven todavía más alto en 2017 (410.000 millones de pesos) que este año (375.000 millones). Y entretanto, el dólar seguiría retrasándose. “Populismo electoral”, suspiran resignados.

 

Bueno, más o menos. Al menos si se juzga por el proyecto de cambios a la escala de Ganancias, que, a contramano de los regalitos a grandes empresarios y la prédica de “bajar los impuestos altos que nos dejó el kirchnerismo”, consiste en… subir la alícuota para la categoría más alta de Ganancias del 35 al 40%. De este modo, los asalariados de sueldos altos tendrán el privilegio de ser los que paguen impuestos más elevados de toda la Argentina: más que los sojeros, los exportadores, los industriales, los especuladores financieros y cualquier otro contribuyente. Justicia distributiva estilo PRO.

 

Mientras el equipo económico se ufana de que van a llover dólares y de que el tipo de cambio está planchado, no son pocos los que, silenciosamente, no comparten tanta confianza y prefieren apostar, como desde hace décadas, al billete verde. Segú informó el propio BCRA, los ahorristas (más de 600.000) todos los meses compran más de 1.000 millones de dólares, a los que hay que agregar otros 700 millones de dólares mensuales de saldo negativo por el turismo. Sólo entre ambos rubros, hay un desbalance anual de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares, que más pronto que tarde van a ejercer presión sobre el tipo de cambio, salvo que eso se compense con los dólares del blanqueo… o con la continuidad del festival de endeudamiento.

 

Hablando del blanqueo, digamos que hasta ahora no es exactamente una avalancha: a más de un mes de lanzado, lleva recaudados 42 millones de pesos, es decir, 2,75 millones de dólares. Considerando que las estimaciones de la plata guardada en cajas de seguridad y domicilios (el “colchón”) no bajan de 40.000 palos verdes, hay que decir que no parece mucho entusiasmo. Todo indica que los evasores esperan todavía más beneficios (por ejemplo, ya se estableció que las cuentas especiales que abrirán los bancos para el blanqueo tienen coronita: no pagarán impuesto al cheque), y quieren más garantías de parte de las provincias antes de sumarse. Por supuesto, el gobierno no dará datos del blanqueo hasta el 31 de octubre; no sea cosa de adelantar papelones.

 

Siguiendo en el tema, digamos que quedó al desnudo la mentira del pago a los jubilados. Recordemos que uno de los argumentos del blanqueo era que con el dinero recaudado se saldaría la “reparación histórica a los jubilados”. Pues bien, ahora está claro que la única caja que puede pagar a los jubilados es la de la ANSeS, esto es, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Un analista resumió así el caso: “La Argentina parece haber entendido ya, después de las últimas décadas, que todo lanzamiento de un plan económico se inicia con algún manotazo sobre algún ‘gran stock’” (I. Olivera Doll, Ámbito Financiero, 6-9-16). Como dijimos en su momento, se pagará a (pocos) jubilados de hoy comprometiendo los ingresos de (todos) los jubilados de mañana.

 

Hace poco contábamos que el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, atrasaba unas décadas en su pensamiento antiinflacionario. De hecho, la próxima reunión de economistas en Jackson Hole, EEUU, discutirá ideas como subir el objetivo de inflación de los bancos centrales del 2 al 4% anual, e incluso (¡oh, herejía!) abandonar las metas de inflación por metas de crecimiento del PBI (The Economist, 26-8-16). Como para compensar, ahora Sturzenegger se dedica a pronosticar el futuro en un género inventado por él, la “finanza-ficción”. ¿Qué dijo? Cosas como “haremos todas las operaciones desde casa o en nuestras supercomputadoras de bolsillo”; que “los empleados en los bancos dedicados a la banca minorista serán educadores, asistentes sociales o psicólogos”; que habrá “menos oficinas, menos transporte, menos equipamiento, pero más inteligencia, más software, más automatización”, y que todo esto sucederá en lo que “obviamente, será un mundo sin efectivo. De hecho, el efectivo ya llevará por entonces muchos años en desuso”. Hasta ahora, el aporte de Sturzenegger a este idílico futuro es haber logrado que, en verdad, ya haya una parte importante de la población sin efectivo.

 

Empieza a tomar cuerpo el “modelo macrista”, al menos en términos de estructura del comercio exterior. Tiene la simpleza de los genios: exportar aquello donde se tiene competitividad y hundir el resto. Veamos un ejemplo: en noviembre el gobierno iniciará un verdadero plan piloto de reconversión industrial en Tierra del Fuego, que consiste en desmontar la producción de netbooks y transferir a los trabajadores (¿a todos? Mmm….) a otras ramas más competitivas. El objetivo es que se consigan notebooks más baratas, mejores… e importadas, claro. “La idea es que este proyecto sirva después como ensayo para otros sectores de la economía donde se considera que la producción nacional es cara en dólares” (C. Burgueño, Ámbito Financiero, 5-9-16). En efecto, ése es el plan: concentrarse en los sectores competitivos y reventar el resto. El problema es que, históricamente, lo único “competitivo” en términos internacionales es el campo, y “el resto” es casi toda la industria. Las cifras de comercio exterior de la gestión Macri confirman el proyecto: en los primeros siete meses de 2016, las exportaciones de productos primarios crecieron un 20% por encima del año récord, 2011, seguidas por las manufacturas de origen agropecuario, un 15% más que en 2011. En cambio, las manufacturas de origen industrial se desplomaron un 25% respecto de 2011. Pese al estancamiento de los precios de las commodities, la apuesta macrista es clara: apoyarse en el campo y “reconvertir” la industria. Sólo que nos tememos que transferir los 1.000 obreros de notebooks a otras líneas como televisores y aires acondicionados es una cosa, y otra muy distinta es reubicar a todos los trabajadores de las industrias “caras en dólares”. La idea no es nueva: es calcada del plan Cavallo de los 90; sí, el mismo que en 1982 le regaló millonadas a la burguesía argentina en seguros de cambio. Todo vuelve, todo cierra, todo coincide.

 

Macri anunció en China que será implacable con la corrupción. Suponemos que eso significa: a) la próxima renuncia o juicio político a la vicepresidenta Gabriela Michetti, cada vez más enmarañada en el affaire de fundaciones fantasma y bolsos de dinero que van y vienen, y b) que el presidente dará las explicaciones transparentes del caso sobre el modus operandi del clan Macri en la época de la estatización de los créditos al sector privado (regalito de Domingo Cavallo a toda la clase capitalista argentina en 1982, cuando fue presidente del BCRA durante dos meses). Los detalles están en los datos que aportaron a la Justicia el senador Pino Solanas y el investigador de la deuda externa Alejandro Olmos. ¿Supondremos mal?

 

Un dato curioso que demuestra que a veces el racismo y el prejuicio social, además de ser muy feos, implican escupir para arriba. Se recordará que muchos comerciantes reclamaron airadamente al gobierno de Macri (y de Rodríguez Larreta) que erradicara la competencia desleal echando a los manteros. El PRO respondió en el caso de la avenida Avellaneda, en Flores, con represión y desalojo brutales, cosa que todavía no se atrevió a hacer en el barrio de Once. ¿Resultado? Cada vez cierran más locales en Flores, pero crecen las ventas en Once. ¿La explicación? Parece que la presencia de los manteros aumentaba el flujo de clientes y beneficiaba indirectamente a los locales “legales”. Cuando echaron a los manteros, se fueron los clientes. Moraleja para los comerciantes garcas: no seas botón, que hay para todos.

 

Frase PROtuda de la semana: el regreso de un clásico, o en este caso una clásica. A propósito de la Marcha Federal y otras, se escuchó este comentario tan sagaz y suspicaz que es casi procaz:

“Desde el gobierno no vemos un problema social, no vemos que realmente la gente que está saliendo hoy a las marchas sea gente que está en una situación difícil” (ministra de Seguridad Patricia Bullrich, a quien deseamos una pronta mejoría de sus problemas oftalmológicos. Si no los soluciona, pronto va a ser ella la que va a estar “en una situación difícil”).

M.Y.

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