Mientras ocurría el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario con más de setenta mil mujeres participando de cientos de debates y en una marcha histórica de más de cien mil personas en la calle, Lucía aparecía muerta en un centro de salud en Mar del Plata. Los asesinos la llevaron a un Centro de Salud de la ciudad y así como entraron se fueron. Si alguien preguntó algo o no, no se sabe, lo que se sabe es que al día siguiente recién la policía los mete presos. Primero hubo que revisar el cuerpo de Lucía, someterlo a un examen minucioso. La forma en que muere Lucía hace visible la violencia de una forma que es imposible mirar hacia el costado: se ve el odio, el cuerpo como objeto, la anulación de la mujer, el uso del mismo a los fines que disponga el hombre, algo que hemos escuchado tantas veces: “yo a vos te hago lo que quiero y a mí no me va a pasar nada”.
Pero lejos de detenerse semejante aberración social, los casos siguieron apareciendo después que el de Lucía. Beatriz Valencia Parra es encontrada en La Matanza en una caja de cartón muerta por estrangulamiento por su pareja y el hermano de su pareja con quien había mantenido una relación. Natalia Padilla es asesinada por su novio, un chofer de una línea de colectivos de la ciudad de Córdoba, mientras lo esperaba en su auto que terminara su recorrido en la punta de línea. También en La Matanza, Marcela Crelz de 54 años es asesinada por su madre, una mujer de 74 años, a puñaladas. La mujer no toleraba que su hija fuera lesbiana. Marilyn Méndez es asesinada también a puñaladas por su ex pareja en Santiago del Estero, la joven estaba embarazada. SamanthaYoerg apareció semienterrada varios días después en que había sido denunciada su desaparición en una localidad del interior de Córdoba. Su marido se auto incriminó como responsable. María Elsa Acuña fue asesinada en Los Hornos por su pareja, delante de su nieto de tres años, a hachazos. Su hija los encuentra minutos después, el hombre se suicidó después de matarla. Lo mismo el asesino de Margarita Ramírez en Córdoba. Y lo mismo Silvia Ruiz, también en el conurbano bonaerense, fue asesinada por su pareja, quien también se suicida luego.
Disculpen la redacción pero aún quedan cuatro casos. Natalia Vilca muere internada en Jujuy, después de haber sido prendida fuego por su pareja en una discusión. Mariana Beatriz Cañumán en El Bolsón asesinada por su pareja. El último caso es el de Claudia Lizarraga, que fue asesinada el 18, horas antes del “miércoles negro”, en una plaza en Tucumán, a puñaladas.
Son doce casos en total en doce días contando desde el día 7 en el que desaparece Lucía. A los que podríamos sumar los tres femicidios en tres días en Mendoza, que hemos relatado anteriormente en estas páginas, que terminaron en una marcha de casi diez mil personas en la ciudad. En total son dieciocho en el mes de octubre. Uno por día.
En Buenos Aires, en Córdoba, en Río Negro, en Santiago del Estero, en Jujuy y con métodos de los más aberrantes y variados, mujeres mueren en manos de parejas o exparejas. Los medios no tuvieron alternativa que brindar cobertura y las redes sociales estallaron con miles de reflexiones, publicaciones, etc. Se despierta una ola de indignación que, con la fuerza del Encuentro Nacional de Mujeres y dos #NiUnaMenos mediante, termina en una gran convocatoria nacional de Paro de Mujeres.
Sin embargo, a pesar de las doce mujeres muertas no se escuchó ni una sola palabra del gobierno nacional al respecto. Sí hubo declaraciones en relación a la canonización del Cura Brochero, sí hubo declaraciones defendiendo el Operativo Aprender al que sometieron a toda la comunidad educativa. Pero pasaron doce días del femicidio de Lucía en el que no pararon de ocurrir nuevos femicidios y el gobierno continúa sin dar respuestas. Respuestas que necesitamos las mujeres para frenar con la violencia, para que no nos sigan matando, para que no tengamos que soportar ni un día más a un violento porque no tenemos dónde ir. El gobierno reduce el presupuesto del Concejo de la Mujer, por lo que ni los programas de asistencia ni la construcción de refugios serán los mínimos necesarios para atender esta problemática de tal magnitud. Las realidades provinciales son en el mismo sentido. En Córdoba hay un nuevo Polo de la Mujer que es un gran cartel con escasas respuestas concretas para las mujeres en su interior. El gobierno condena a cada vez más trabajadoras/es a la pobreza, al desempleo, la precarización, de las cuales las mujeres seremos las más afectadas.
Las mujeres necesitamos respuestas definitivas que frenen con la violencia, un plan de asistencia social, psicológica y legal, refugios, vivienda y trabajo genuino, y sólo en las calles, plantándonos por todas, se las arrancaremos al gobierno.
Julia Di Santi