Con la intención de poder acercar a los compañeros de la corriente internacional un reflejo de la situación de los trabajadores agrícolas en Europa, surge este artículo a modo de testimonio o vivencia personal de las situaciones a las que son expuestos los trabajadores del sector, en su gran mayoría, inmigrantes.

En regiones de España como Murcia y Valencia y en algunas ciudades más pequeñas del sur de Francia (Pirineos orientales – Nimes)  y muy probablemente de amplia inserción en Europa, se extiende un enorme sistema de precarización laboral que tiene que ver con la contratación con fines de desplazamiento para trabajos específicos y de carácter temporal.

Se trata de la existencia de “mediadores”, que facilitan mano de obra a las empresas principales, basando su ganancia en la confiscación de una parte del salario del contratado. Estas empresas de trabajo temporal (ETT) generalmente carecen de organización empresarial propia y tienen como único objeto ceder trabajadores en términos de prestación de servicios. La particularidad es que dicha intermediación genera un vacío de respaldo para los trabajadores, ya que la empresa principal o contratante no se hace cargo de los aportes de seguridad social, cotizaciones de vejez, seguro de desempleo, vacaciones, entre otros. Beneficios que por derecho les conciernen a los trabajadores y que al no ser considerados en el salario son valores que pasan directamente a enriquecer los bolsillos de los intermediarios.

En España estas empresas son también conocidas como subcontratas, responsables de conflictos laborales como los de Telefónica y Vodafone, cuya mano de obra precarizada representa altos porcentajes de su personal.

Sin embargo, en el trabajo agrícola el perjuicio recae fundamentalmente sobre los trabajadores inmigrantes, en su mayoría magrebíes y latinoamericanos. Se trata en parte de trabajadores sin papeles, expuestos a una mayor vulnerabilidad por las condiciones que son capaces de soportar, en tanto su única posibilidad de sobrevivir se traduce en estar atados a trabajos precarios bajo condiciones deplorables. Una buena parte de los trabajadores agrícolas en Francia han debido pasar por el filtro de conseguir la nacionalidad española, ya que en el país galo los controles de explotación laboral suelen ser más exigentes.

Conseguir la nacionalidad no es un trámite fácil. Requiere, además de pasar varios filtros como la adquisición del idioma y la evaluación de conocimientos, demostrar residir tres años en el territorio de manera ilegal y en algunos casos la misma exigencia de un contrato de trabajo para su obtención. Es el tipo de situaciones sin salida a las que son expuestos los trabajadores inmigrantes, el perro que se muerde la cola: para obtener la regularización es necesario un trabajo, para tener un trabajo es necesario estar en condiciones regulares.

Los testimonios a los que tuve acceso de los trabajadores de temporada es que en muchos casos llegan a Europa con papeles falsificados para poder facilitar su acceso al mercado laboral. Muchos trabajadores españoles llegaban años atrás para beneficiarse de los altos salarios franceses, pero hoy en día no les sale a cuenta a consecuencia de la nueva intervención de los intermediarios.

Una de las ETT más conocidas en este ámbito es Terra Fecundis, quienes no únicamente se dedican a la prestación de servicios agrícolas temporales sino que realizan campañas impunes de atracción de trabajadores latinoamericanos prometiendo condiciones de trabajo casi de lujo, reservándose el derecho de manejar las transferencias de dinero que destinan sus trabajadores a su lugar de origen, las consejerías jurídicas y formaciones de empleados polivalentes. Es decir, la empresa cuenta con mecanismos coordinados de coacción sobre sus empleados, garantizando su permanencia en un sistema precario. Esta empresa murciana hoy empieza a ganar terreno también en Francia.

Por otra parte, en el trabajo de temporada en Francia hay mucha variabilidad entre la actividad, según el tipo de cosecha del que se trata. Hay actividades que son mucho más duras que otras y dependen generalmente si las empresas cuentan con maquinarias que en algunos casos facilitan el trabajo, pero en otras son las garantes de la prescindibilidad de los trabajadores.

En todo caso, en esta ocasión tuve acceso a la temporada de recolección de uvas para la fabricación de vino en una empresa que explota 250 hectáreas de terreno en diferentes pueblos del sur de Francia. La empresa contrata directamente entre diez y doce cortadores, pero tiene entre dos y tres prestadores de servicios, con lo cual añade a su servicio entre treinta y cuarenta trabajadores en negro. Así, se exime de toda responsabilidad laboral de casi más de la mitad de la plantilla de recolección.

A la empresa estos trabajadores le cuestan menos a nivel impositivo y por lo tanto les genera un beneficio. Por otra parte, los prestadores de la empresa ni siquiera constituyen una ETT. Se trata de migrantes marroquíes, en su mayoría ex trabajadores de temporada, que se dedican a hacer de esta prestación un negocio propio. Al no tener una plataforma empresarial, elaboran un documento a modo de contrato por un día o dos, el espacio de la fecha puede ser llenado el día en que llegue un controlador fiscal para ser rellenada en el momento y tener un justificativo.

La empresa requiere trasladar a los trabajadores de una viña a otra y sin embargo no cuenta con un transporte propio, son los trabajadores que ponen sus autos a disposición del empleador sin ningún tipo de cobertura de gastos de desplazamiento ni combustible. Los tiempos de desplazamiento no son considerados como tiempo de trabajo, así como tampoco las pausas de almuerzo que se efectúan generalmente en el lugar (a más de 30 grados de temperatura promedio de un día de verano). Con esto, hay un gran porcentaje de tiempo de trabajo que no es considerado por parte de la empresa como hora de trabajo, con lo cual jamás el trabajador llega a cumplir las 35 horas semanales, sino que cumple un promedio entre 22 y 25 horas a razón de 9.67 euros la hora, siéndoles descontados los cargos de seguro para aquellos que están en blanco, pero permaneciendo netos para aquellos que trabajan en negro. Es una de las razones por las que siempre habrá plantilla disponible de trabajadores en negro para este tipo de trabajo.

Es inevitable poner atención en contradicciones tales como que los más explotados sean siempre los más disponibles al trabajo de explotación agrícola, o que por otra parte, sean ellos mismos los que de alguna manera se encargan de atraer más gente a este sistema de precarización. De esta manera, se construye un círculo vicioso en que los sectores más precarios, tanto en términos laborales como migratorios, son muy susceptibles, como fruto de esta situación precaria, a integrarse al sistema y formar parte de estos propios mecanismos de dominación. La precarización abre paso a una guerra de todos contra todos, donde la salida de subir al menos un escalón (por ejemplo en el caso de ex trabajadores precarizados que se convierten en intermediarios) aparece como la única alternativa. La lógica que se sigue en el ámbito del trabajo es la de tener el comportamiento más agradable al patrón y de callar y obligar a los otros a callarse ante alguna injusticia. Se trata de sectores con un bajo nivel de organización, con una débil conciencia de clase, donde además es corriente la idiosincrasia basada en principios religiosos, con aspectos machistas y patriarcales.

Se trata también de una “respuesta” por parte de estos sectores, que cuanto más adaptados estén a las “reglas del juego” imperantes y menos olas hagan, más aceptados se sentirán por parte de una sociedad que los marginaliza y estigmatiza permanentemente, además de tratarse de sectores más vulnerables a la represión sindical o directamente policial. Precisamente por esto se hace más compleja la tarea de incentivarlos hacia una nueva manera de organización en la lucha por sus derechos y en su reconocimiento como clase explotada, cuyo destino sea una definitiva liberación. Esa es la ardua tarea que tenemos por delante, lograr que estos trabajadores se eleven por sobre la lucha de todos contra todos para desarrollar formas de acción colectivas que les permitan luchar por sus derechos y su emancipación.

 

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