“¿Cómo podríamos soportar el presente, el horror del presente, si no supiéramos que se trata de un presente histórico? Quiero decir, porque vemos cómo va a ser y en qué se va a convertir podemos soportar el presente”

Marcelo, protagonista de “Respiración artificial”

Luego de soportar una penosa enfermedad, falleció en Buenos Aires el escritor y crítico literario Ricardo Piglia a la edad de 75 años. Fue sin dudas, uno de los grandes escritores y ensayistas de habla española de la segunda mitad del siglo pasado y lo que llevamos de éste.

A riesgo de ser sumarios en el juicio, pensamos que los grandes textos de Piglia fueron aquellos de crítica literaria: uno de sus últimos libros publicados, “Las tres vanguardias”, además de confirmar esto, nos muestra también a un excelente profesor y conferencista (sobre esta actividad, sus encuentros sobre Borges que emitió la televisión pública hace tres años son realmente antológicos) y nos permite rastrear la historia estética y social de la literatura argentina a través de tres escritores contemporáneos, expresiones claras de la vanguardia literaria, como fueron Puig, Saer y Walsh.

Su obra de ficción, como ocurre en muchos grandes escritores universales, incursiona también en dicha crítica literaria explícitamente y cómo se manifiesta el proceso de creación. Sus “Tesis sobre el cuento” son de lectura obligatoria para todo aquél que se largó a escribir un relato alguna vez. No posee una producción cuentística muy prolífica pero “Las actas del juicio” (narrado por un soldado de Urquiza que combatió en Pavón) y “Luba”, en homenaje a Roberto Arlt, son realmente magníficos y arquetípicos. Promovió la novela negra en el país y trabajos como “Plata quemada” y “Blanco Nocturno” son su contribución autoral a ese género. Creemos que “Respiración artificial” (poniéndonos en guardia ante el término) integra el canon de grandes novelas en lengua española.

En “Los diarios de Emilio Renzi” (su alter ego), que es la transcripción de más de 300 cuadernos que el escritor fue realizando desde fines de los cincuenta y de los cuales se llevan editados dos volúmenes (aparentemente estaría casi  finalizado el tercero), era considerada por el propio Piglia, su obra más importante. Y la verdad sea dicha, cuesta contradecirlo. Además “Los diarios…” nos permiten no sólo ver el derrotero literario y político de su autor (marxista heterodoxo en especial en cuanto a lo estético, no estuvo exento de cierta fascinación por algunos grupos armados como de la experiencia china, lugar al que visitó) sino también observar coyunturas y períodos muy ricos de la vida político cultural de Buenos Aires de los últimos treinta años del siglo XX.

En las Jornadas del Pensamiento Socialista que llevamos a cabo en el pasado mes de agosto, el compañero Marcelo en su intervención citó a Piglia (un Piglia 1985, en medio de toda la parafernalia alfonsinista y del auge de la democracia representativa burguesa, en un reportaje a un matutino) que, como señalamos en dichas Jornadas, conservan hoy, inusitada actualidad. Nos parece el mejor cierre a esta nota, recordarlas nuevamente. El autor de “El último lector”, afirmaba:

“Bueno, perdón… la Comuna de París, los primeros años de la Revolución Rusa, eso es la utopía y eso es la política, en este país hay que hacer la revolución, sobre esa base se puede empezar a discutir de política. O vamos a entender la política como la renovación de las cámaras legislativas, o la interna peronista. Si la política es eso, prefiero dedicarme al ajedrez o a la literatura del siglo XX”.

 

 

Guillermo Pessoa

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