Cómo ganar enemigos y repudios en todo el mundo

«La atención mundial sobre Trump se debe no sólo a la división política de EEUU y los enfrentamientos que provoca. Además, se percibe en Trump al producto de una situación mundial crítica y, a la vez, el posible operador o, más bien, el detonador de situaciones críticas… que pueden desembocar en cualquier cosa, como guerras y crisis de todo tipo… Las preocupaciones aumentan en la medida que los dichos y hechos de Trump hacen pensar en un “mono con navaja”.»
(“La incógnita de Trump”, Socialismo o Barbarie, semanario Nº 412, 26/01/2017)

Muchos años atrás, en la década de los 30, salió en EEUU un libro que fue best seller mundial. Era el primero de los “libros de autoayuda” y de “éxito en los negocios”. Se llamaba “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, y su autor, Dale Carnegie, se hizo rico y famoso.

Hoy Donald Trump podría escribir un manual que se titulase: “Cómo ganar enemigos y repudios en todo el mundo”.

Efectivamente, desde el primer día de su mandato ha tenido la habilidad para provocar e incentivar, tanto dentro como fuera de EEUU, la bronca de los más amplios sectores, a una velocidad y una escala inédita para un presidente recién estrenado. Lo más serio, es que esto no se ha limitado a meros sentimientos, sino que se ha expresado en movilizaciones muy importantes en EEUU y otros países.

Este panorama no tiene punto de comparación con los primeros días de anteriores presidencias estadounidenses, ni en este siglo ni en el anterior. Por supuesto, aunque ni la CNN ni Hollywood gusten recordarlo, la historia de Estados Unidos ha estado cruzada por momentos y períodos de movilizaciones y grandes luchas, tanto de los trabajadores como de movimientos sociales. ¡Y también de diversas crisis!

Sin embargo, en EEUU, como en muchos otros países, generalmente ha primado la norma burguesa de la “luna de miel” con los nuevos gobiernos.[1] O sea, dejarlos hacer lo que quieran en los primeros meses. En este caso, de parte del aparato del Partido Demócrata y sus figuras, como Obama y Hillary Clinton, hubo inicialmente la misma actitud. Ambos, en solemnes declaraciones después de la jura de Trump, llamaron a darle apoyo y colaboración, y no ponerle “palos en la rueda”…

Pero no hubo “luna de miel”. La realidad política y social de EEUU y del mundo… junto con el carácter del gobierno Trump, han dictado otra cosa.

Marcha de la Mujeres, la movilización más numerosa de la historia de EEUU

El primer gran acontecimiento fue la “Marcha de la Mujeres” del sábado 21 de enero, movilización contra Trump al otro día de asumir. En la anterior edición de Socialismo o Barbarie, publicamos sobre ella una nota de nuestro corresponsal en Washington[2]. La Marcha de las Mujeres en la capital superó de muy lejos en concurrencia al acto de asunción de Trump del viernes 20.

Pero quizás lo más importante fueron las dimensiones enormes que esta movilización alcanzó a escala nacional, que a su vez excedió de lejos el desfile de la capital. Haciendo el recuento de desfiles y protestas en centenares de ciudades en todo el territorio de EEUU, ese sábado habrían salido a la calle de tres a tres millones medio de personas. Según la prensa de EEUU, a nivel nacional, las protestas del sábado 21 superaron en quince veces al acto de asunción de Trump.

¡A nivel nacional, el sábado 21 tuvo lugar la movilización de protesta más numerosa de la historia estadounidense!

Asimismo, según todas las encuestas, Trump entra en la Casa Blanca con el nivel de aprobación más bajo de un presidente en la historia moderna.

Decreto discriminatorio y racista de Trump detona una ola de protestas… y una crisis política

Luego de este inicio de su presidencia, el “clima” político en relación a Trump no se ha calmado ni en EEUU ni en el exterior.

Además de incidentes previos como el Muro de México, las amenazas a China y otros episodios, Trump desató una tormenta nacional e internacional con su veto a la entrada en EEUU de ciudadanos de siete países de población mayoritariamente musulmana. Estos son Siria, Irak, Irán, Somalia, Sudán, Yemen y Libia.

El pretexto es proteger a Estados Unidos del “terrorismo islámico”. Esto es doblemente ridículo. En primer lugar, la medida no significa ninguna prevención efectiva. Pero lo más significativo es la lista de países proscriptos, que desnuda el carácter provocador de esta “orden ejecutiva” de Trump.

De ninguno de ellos han venido personas que hayan realizado alguna vez “atentados terroristas” en EEUU. En cambio, los principales ataques terroristas en ese país (como los Torres Gemelas y Washington en 2001) los cometieron ciudadanos de Arabia Saudita, principalmente, y también de Egipto.

Pero ninguno de esos países figura en el decreto de Trump. Es que el régimen de barbarie de la monarquía de Arabia Saudita es, junto con Israel, uno de los aliados (y agentes) históricos del imperialismo yanqui en Medio Oriente. Además, EEUU, con bombardeos de su aviación, participa hoy en el genocidio que el ejército saudita está perpetrando en Yemen. ¡No se puede molestar a estos buenos amigos de la familia Saud, que además en la guerra de Siria financian a diversos grupos de la barbarie islamista!

Y, por supuesto, EEUU tampoco puede malquistarse con el dictador de Egipto, Al Sisi, que ha cumplido la tarea de masacrar a los activistas de la Primavera Árabe. ¡Y, por si esto fuera poco, Al Sisi también sirve a Israel de carcelero de los palestinos de la Franja de Gaza!

La medida de Trump, de descarada discriminación por religión y nacionalidad, no sólo generó una ola de repudio y manifestaciones en ciudades y aeropuertos de EEUU y Europa. También alentó una inédita crisis por arriba en el aparato de Estado.

La fiscal general de EEUU, Sally Yates, vetó la “orden ejecutiva” por ser ilegal. Es que contradice las normas que prohíben la discriminación por motivos religiosos y/o de nacionalidad, en la legislación estadounidense.

La respuesta de Trump fue destituir inmediatamente a la fiscal. Esto abrió una crisis política. Es que ésta y otras acciones de Trump comienzan a esbozar un panorama de serios problemas institucionales; es decir, del régimen político.

Trump evidentemente procede como un gerente y/o patrón, que despide al empleado que no obedece y le lleva la contra. No actúa como un político dentro de un régimen que se autoproclama “democrático”. O mejor dicho, actúa como el mando supremo en un régimen de tipo “bonapartista”, autoritario, lo que implica un cierto “cortocircuito” con el régimen democrático-burgués que supuestamente organiza el Estado norteamericano.

Claro que la democracia burguesa “químicamente pura” es un lujo de Estados que no estén en crisis… y en eso EEUU no puede ser una excepción… Las épocas “complicadas” y conflictivas auspician el autoritarismo… lo que a su vez siembra de bombas de tiempo el panorama político.

EEUU ha entrado en épocas difíciles. Trump es consecuencia de eso… y a su vez puede ser causa de que la crisis política –y el clima de protestas– de EEUU se complique cada vez más.

Consecuencias en el exterior

Esta crisis desatada por el decreto discriminatorio de Trump fue más allá de las fronteras. Por supuesto, ha sido aprovechada, por ejemplo, en las alturas de la Unión Europea, para cobrarle a Trump varias facturas.

Así Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo (y vocero oficioso de la señora Merkel), aprovechó para declarar a Trump como “una de las tres grandes amenazas para Europa y el mundo”. La segunda es “Rusia, China y los islamistas” y la tercera, “la retórica antieuropea, nacionalista y cada vez más xenófoba” dentro de la misma Europa.

Pero no todo fueron discursos como los de Tusk. En el Reino Unido, lo de Trump generó movilizaciones importantes de repudio, que de carambola chocan también con el gobierno conservador de la premier británica Theresa May.

May fue la primera gobernante extranjera en ser recibida por Trump. Ya el recibimiento en sí mismo fue una provocación monumental contra la Unión Europea… y también contra casi la mitad de los británicos que votaron contra el Brexit.

“El Brexit es maravilloso” –proclamó Trump– “Van a poder hacer acuerdos de libre comercio sin tener a nadie vigilando lo que hagan… Las relaciones entre Estados Unidos y Gran Bretaña jamás fueron tan fuertes”, etc., etc. Y acordó con Theresa May “trabajar en un acuerdo de libre comercio” entre ambos países… Trump anunció que viajaría a Londres para avanzar en ese tema.

Sin embargo, lo del viaje al Reino Unido amenaza ser un boomerang… Tanto para Trump como para Teresa May podría ser contraproducente. Ya desató una ola de movilizaciones de repudio, especialmente en Londres. Una petición al parlamento para que anule el viaje ha logrado casi dos millones de firmas. Si finalmente Trump aterriza en Londres como su primera visita al exterior, corre el riesgo de detonar protestas de alcances peligrosos. Es evidente que Trump es un maestro para hacerse de enemigos. Su presencia puede unir a todo el que tenga una cuenta pendiente con él y con el actual gobierno británico.

En resumen. Es difícil hacer pronósticos precisos. Pero los primeros pasos de Trump como Bonaparte estadounidense pueden activar un mecanismo clásico (y peligroso) de los bonapartismos… Que el personaje que se pone por encima de todos, termine logrando que todos lo tomen de blanco de su odio.

Por Claudio Testa

Notas

1.- Por supuesto, con la excepción en 1861 de la Guerra de Secesión al asumir Lincoln.

2.- “Masiva marcha de mujeres inaugura la presidencia de Trump”, Socialismo o Barbarie, Nº 412, 26/01/2017.

3.- Y aunque así fuese, no correspondería ningún “castigo” colectivo.

 

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