Compartir el post "A 100 años de la Revolución Rusa: una mirada sobre la emancipación de la mujer"
“No puede existir, no existe, ni existirá jamás verdadera ‘libertad’ mientras las mujeres se hallen trabadas por los privilegios legales de los hombres, mientras los campesinos trabajadores no se liberen del yugo del capitalista, del terrateniente y del comerciante”. – V. I. Lenin
La Revolución Rusa fue uno de los hechos más relevantes para la historia de la humanidad. En ella las masas oprimidas se levantaron contra sus opresores, demostrándole al mundo que la clase trabajadora tenía los medios y la determinación para tomar el poder y gobernar en beneficio de la sociedad en su conjunto. Esta experiencia terminó antes de tiempo, producto de una economía atrasada, el aislamiento político y económico y las tendencias a la burocratización que todo esto generaba. Sin embargo, sigue siendo una experiencia valiosísima en la cual los trabajadores se pusieron al hombro el gobierno de un país y lo llevaron adelante en beneficio de las masas.
Parte fundamental de este proceso fueron las mujeres, quienes participaron codo a codo con sus compañeros de lucha y cuya emancipación formaba parte fundamental del programa revolucionario. La preocupación de los bolcheviques por la liberación femenina fue constante, formando órganos partidarios específicos para este propósito y dándose numerosas políticas al respecto; sin embargo, como en muchos aspectos de la política revolucionaria, los límites de la economía se hicieron sentir una y otra vez a la hora de llevar a cabo estas ideas.
Este año se cumplen 100 años de la Revolución, esto llama a todos los revolucionarios del mundo a reabrir debates y sacar lecciones de lo que fue uno de los momentos más gloriosos de la humanidad. Parte de estos debates es retomar un tema poco estudiado por los revolucionarios y la Academia: qué sucedió con el problema de la emancipación de la mujer durante la misma.
Mujer, Estado y Revolución
Tras un año de gobierno bolchevique las mujeres habían conseguido más derechos que los que han conseguido con siglos de lucha bajo el capitalismo. Para 1918 era legal el voto universal, reconocer hijos ilegítimos y el divorcio, poniendo a la mujer en igualdad de condiciones legales que el hombre. Sin embargo, todo esto no pasó sin contradicciones y fuertes debates. El código familiar de 1918 que regulaba el matrimonio y el divorcio fue principalmente objeto de controversias entre los bolcheviques y entre las masas de mujeres rusas.
En el aspecto legal, el debate giraba en torno al rol de las leyes y el Estado en un contexto revolucionario. La teoría marxista plantea que en el socialismo tanto el Estado como las leyes se fundirán en la clase y dejarán de ser necesarios, salvo como administradores de cosas. El problema que se le planteaba a los bolcheviques era el siguiente: ¿deberían las leyes de la sociedad rusa, una sociedad en transición al socialismo, achicarse y desregular la familia en un intento de hacer avanzar este proceso tanto jurídico como social de desaparición de las normas e instauración de uniones más libres entre las personas?, ¿o sería mejor que las leyes se adapten al estado de conciencia de las masas actuales y regulasen las uniones y las familias en pos de evitar la descomposición social en un momento en el cual se derrumbaba el viejo sistema pero el nuevo no estaba listo aún para asomar la cabeza?
En un principio esta primera postura fue la ganadora del debate. Así, el código planteaba normas extremadamente laxas para llevar a cabo matrimonios civiles y divorcios. El objetivo de esto era avanzar hacia una sociedad de uniones más libres, donde las personas se unieran por amor y respeto mutuo y no por obligación o necesidad material. Así, un elemento muy progresivo para las mujeres era la posibilidad de pedir el divorcio sin necesitar consentimiento del cónyuge. Esto permitía a muchísimas mujeres escapar de las garras de parejas abusivas con las cuales estaban atrapadas previamente. En materia de cuota alimentaria para los hijos, la justicia fallaba consistentemente a favor de las madres y los niños, llegando a reconocer paternidades colectivas entre varios hombres cuando la paternidad no podía ser establecida, ya que lo más importante era garantizar el bienestar de la mujer y los hijos.
Estas medidas, sin embargo, chocaban con la vida material de los hombres y mujeres. La facilidad para divorciarse, si bien era una vía de escape para mujeres violentadas y buscaba avanzar hacia uniones más libres, se topaba con el problema de la falta de anticonceptivos y educación sexual en una sociedad pobre y mayormente campesina. Así, se empieza a dar un fenómeno en el cual un hombre se casaba con numerosas mujeres a lo largo de su vida, muchas de las cuales quedaban embarazadas durante el lapso del matrimonio. Ahora bien, esto no hubiese representado un problema si la igualdad en los hechos fuese tan fácil de conseguir como la igualdad ante la ley y en un año se pudiesen revertir siglos de analfabetismo, machismo y exclusión del mercado laboral y si estas mujeres hubiesen contado con un empleo y un sueldo digno, un Estado y una sociedad que estuviese en condiciones de contenerlas.
Por lo general estas mujeres no tenían empleo y si lo tenían su sueldo era demasiado bajo para poder mantener una familia, el sueldo de los hombres seguía siendo un poco mayor, ya que realizaban trabajos más calificados, pero aun así éste no alcanzaba en general para mantener a más de una familia. En cuanto el hombre, si se volvía a casar la justicia debía determinar cuál de las familias (o ambas) pasarían hambre. El aparato de preescolares, orfanatos y comedores era a su vez muy escaso aún y se encontraba enormemente desfinanciado para la masa de niños hambrientos y/o sin hogar que aparece producto de la guerra, la peste y la miseria. El problema de la niñez se vuelve cada vez más acuciante con bandas de miles de niños en las ciudades que se dedican al hurto y la prostitución para sobrevivir.
Con la NEP todos estos problemas se recrudecen. Si bien se trataba de una medida necesaria para la modernización de la economía rusa y evitar una crisis económica de mayores proporciones[i], el Estado se ve obligado a desfinanciar las escuelas y preescolares para re-direccionar fondos a los orfanatos, los cuales siguen sin dar a basto. El cierre de preescolares y salas de maternidad hace que muchas mujeres no tengan donde dejar sus niños para ir a trabajar; y las mayores libertades que tienen los encargados de las fabricas bajo la NEP permiten que las mujeres sean desplazadas de las fábricas a favor de los hombres, quienes resultaban mano de obra más barata, ya que las mujeres trabajaban menos horas por ley y tenían licencias de maternidad más largas que en cualquier lugar del mundo, días por enfermedad de los niños, etc.
Y sin embargo, el Estado soviético sigue dando sus mayores esfuerzos para sacar a las mujeres de su lugar de opresión. Así, en 1919 se funda el Zhenotdel, organismo del partido dedicado específicamente a la lucha por la emancipación de la mujer y a las tareas de propaganda y concientización entre las mismas para incluirlas en la vida política.
El Zhenotdel, presidido en sus primeros años por Inessa Armand, en colaboración con Nadezhda Krupskaya y Alexandra Kollontai, quien asumiría el mando del mismo tras la muerte de Armand en 1920, trabajaba en conjunto con cualquier departamento del gobierno que tocase algún tema relacionado con los derechos de las mujeres. Así, realizó campañas de alfabetización, contra la prostitución, de salud e higiene, anticoncepción y cuidado de los niños, etc.
El Zhenotdel, en tanto órgano del partido, replicaba la estructura organizativa del partido bolchevique, contaba con grupos regionales que tomaban para sí las tareas de éste en la región. Así, las mujeres del Zhenotdel iban a las fábricas y las aldeas para realizar círculos de propaganda para sumar a las mujeres a la causa socialista. Para este propósito el mismo editaba un periódico propio, orientado específicamente a las mujeres.
Los locales del Zhenotdel se convertían frecuentemente en escuelas en las cuales se alfabetizaba a las mujeres y se las instruía en sus nuevos derechos, incitándolas a participar de la vida política de Rusia. Estos círculos eran, principalmente en las aldeas y en las provincias más alejadas de Rusia, frecuentemente objeto de recelo por parte de las mujeres y de agresiones abiertas por parte de los hombres. En las provincias orientales y musulmanas, aún más conservadoras que el campo de Rusia central, no era extraño que los hombres esperasen a las mujeres en la puerta de estos círculos para agredirlas físicamente. Y sin embargo el trabajo del Zhenotdel seguía y las mujeres seguían asistiendo. Los congresos de mujeres campesinas y trabajadoras se llenaban de delegadas de todos los rincones de Rusia para discutir cómo mejorar la situación de la mujer en sus regiones.
Alcances y límites de la lucha contra la opresión de la mujer
La política hacia la emancipación de la mujer resultó muy compleja en una sociedad atrasada con una economía en crisis como lo era Rusia. A pesar de sus mejores intentos, los bolcheviques tuvieron serias limitaciones para la acción por estos motivos. Así, lo que empezó como una arremetida en todos los frentes (social, legal, económico) para sacar a la mujer de su lugar de opresión y arrastrar a la sociedad a dar pasos en materia de conciencia socialista y feminista en una visión más bien libertaria de la sociedad y del Estado, fue moderándose ante la realidad. El sistema anterior se estaba derrumbando efectivamente pero en una sociedad de transición el nuevo sistema todavía no se había instaurado. Para moderar la descomposición social que esto generaba la tendencia fue a regular nuevamente la familia; cuando el Estado no está en condiciones de hacerse cargo de la crianza colectiva de los niños y de la colectivización de la labor doméstica, la manera más eficiente y menos costosa para la sociedad es hacerse cargo de estas tareas por medio de la familia. Aun así, los y las bolcheviques libraron una batalla monumental por emancipar a las mujeres, y fundamentalmente que las mujeres se liberen a sí mismas y lograron que en 1918 una mujer campesina, analfabeta de la aldea más alejada en Rusia gozase de más derechos que la burguesa más rica que el capitalismo tenga para ofrecer.
Noelia F.
[i] La NEP es un giro en la política económica que se da en 1921 y que apuntaba a modernizar la economía y sacar a Rusia de la crisis generada por la Guerra Civil. Con el Comunismo de Guerra, política económica anterior a la NEP, todo el excedente del campo era requisado para enviar al frente y a las ciudades, motivo por el cual los campesinos comenzaron a producir sólo lo necesario para su subsistencia en lugar de producir excedente para toda la sociedad. Esto generó crisis y hambrunas y es lo que la NEP principalmente intentaba resolver. Así, se cambiaron las requisas por un impuesto en especie y se permitió el blanqueamiento de ciertos mercados que existían en la clandestinidad. A su vez, se dio una reestructuración del gasto estatal y de la industria que apuntaba a modernizar la economía y optimizar la producción.