Al momento de salir esta edición, el conflicto de los trabajadores de AGR-Clarín está cumpliendo dos meses. Dos meses de dura pelea contra el dúo Magnetto-Macri que se han negado sistemáticamente a dar alguna respuesta a los compañeros por la reapertura de la planta y la reincorporación de los 380 despedidos.
Desde el primer momento estaba claro que no iba a ser un conflicto fácil: la patronal eligió pegar en pleno verano, cuando gran parte del país estaba de vacaciones. Sin embargo, la determinación de los trabajadores y el apoyo de la vanguardia política fueron determinantes para construir el conflicto y desarrollar un conjunto de medidas que lo fueron fortaleciendo: cortes, bloqueos, fondo de huelga, etc.
Así es que durante varias semanas, el mismo se mantuvo como el conflicto en curso más importante, y en sus primeros plenarios se manifestaban una variedad de sindicatos, comisiones internas, trabajadores en conflicto, organizaciones políticas. En otras palabras, mientras parte de la pelea era por romper el cerco mediático y que lo conozcan millones, era un punto de referencia para la vanguardia y los sectores de trabajadores en lucha.
Señalamos estas características para alertar sobre el marcado contraste con el acto desarrollado el lunes 13 en la puerta de la planta. El mismo fue convocado en defensa de la toma, luego de la difusión de un audio que delataba el intento de desalojo por parte de un grupo de barrabravas y lumpenes, en conjunto con la Gendarmería. El llamado al rechazo al intento de represión, fue tomado por un grupo reducido de organizaciones políticas, la mayoría de las cuales sostenemos el acampe cotidianamente. Justamente, un evento democrático de estas características que pudiera nuclear a un espacio más amplio del arco político (organizaciones de derechos humanos, sociales, etc.), no logró mayor trascendencia ¿A qué se debe esto? Es evidente que el conflicto ha venido perdiendo el carácter que señalamos más arriba: el factor tiempo, sumado a la imposibilidad de colocarlo como un conflicto nacional, lo ha corrido como punto de referencia de las luchas, tendiendo a aislarlo.
La paradoja es que esto sucede en momentos en que la coyuntura del país se dinamizara luego de las jornadas del 6, 7 y 8. El paro docente que se encuentra en un curso ascendente, los cortes de calles se multiplican en la Capital Federal, el humor social expresa una profunda bronca contra Macri y está llevando a que importantes franjas de trabajadores pasen a la oposición política al gobierno; está planteado el paro general, y sin embargo, el conflicto parece haberse debilitado en sus perspectivas.
Hay que aprovechar el momento para salir del impasse
Pero además, el acto sirvió para dejar claro un conjunto de orientaciones. Este debate se fue procesando a lo largo de las intervenciones de los distintos oradores, en su abrumadora mayoría del Partido Obrero.
Esta corriente, que posee un peso determinante en la dirección del conflicto, tendió a diluir los problemas objetivos que el mismo posee, en pos de una idea de que los resolvería de por sí: el paro general. Esta medida, que sin duda sería muy importante en este momento para definir a una franja de los trabajadores que rompen abiertamente con el gobierno y para poner en crisis los planes de Macri, tendría también el poder de resolver la situación de los compañeros. O al menos así lo entienden los compañeros del PO, quienes no propusieron otra medida más que esperar que la CGT convoque al paro.
Un debate similar se sustanció a la largo del mes de febrero, cuando el PO opinaba que había que esperar hasta marzo para empalmar con las luchas que iban a venir. Pero cuando efectivamente, marzo llegó y se desatan un conjunto de luchas, no se plantea ninguna medida que rompa el impasse en el cual se encuentra el conflicto.
El clima general de mayores movilizaciones y luchas favorece objetivamente el conflicto, en la medida que crea un terreno adecuado para pelear en mejores condiciones. Pero estar en mejores condiciones para ganar y ganarlo efectivamente son dos cosas muy distintas. En nuestra intervención, señalamos que es necesario que AGR-Clarín se convierta en una piedra en el zapato del gobierno. Es preciso transformarlo en un nuevo frente de conflicto, el cual sumado al de los docentes, piqueteros y otros sectores en lucha, derrote la política del gobierno e incline la balanza de forma favorable para los trabajadores. Entendemos que no basta con aguantar en la toma y esperar a que el paro lo resuelva todo. Hay que aprovechar la bronca que se respira contra Macri y empalmar con el sentimiento de millones de trabajadores. Este estado de ánimo adverso al gobierno nos pone en mejores condiciones para endurecer nuestras acciones. Insistimos en la necesidad de aprovechar el momento, incluso planteando medidas concretas de impacto nacional como podría ser el bloqueo a Zepita y la no salida del diario. Medida que sin duda reinstale al conflicto como una de las luchas más importantes de la coyuntura y que muestre que es posible ganar.
Maxi Tasán