Compartir el post "Un debate con la LIT: ¿Por qué lucha el feminismo socialista?"
Desde el Nuevo Partido Socialista (NPS) y Las Rojas (Integrantes de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie) continuamos con el debate con el Partido de los Trabajadores (PT) y la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT), sobre el feminismo socialista que fue abierto con la publicación del PSTU argentino y que la LIT replicó con una pretendida mayor elaboración. En ese sentido, esta segunda parte responde directamente al PT, pues sostiene que la estrategia socialista es contradictoria con la feminista (incluso la feminista socialista), lo que en realidad contiene una incomprensión de los alcances del movimiento de mujeres y de la juventud actual, así como un profundo sectarismo que procederemos a explicar.
En esta polémica nos interesa referirnos a tres aspectos medulares. En primer lugar, a la relación existente entre capitalismo y patriarcado, con el fin de comprender las relaciones económicas y sociales que devienen de esta alianza. En segundo lugar, plantear nuestras diferencias con las tendencias que intervienen en el movimiento de mujeres que se encuentra en curso a nivel mundial y nacional. Por último, la estrategia feminista socialista, dado que no es la misma que la de otras tendencias feministas, pero intervenimos políticamente y en unidad de acción con ellas.
La relación dialéctica entre patriarcado y capitalismo
A partir de “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” de Engels, podemos comprender a detalle la génesis de las relaciones sociales que de conjunto denominamos patriarcado. Por supuesto, estas relaciones sociales (como todas en la historia, según los materialistas marxistas) tienen una base económica que coincide con el desarrollo de la propiedad privada.
Con el surgimiento de la propiedad privada se produjo la necesidad para el hombre de cambiar el orden de herencia establecido, así fue abolida la filiación femenina y el derecho hereditario materno, sustituyéndose por la filiación masculina y el derecho hereditario paterno. Fue en ese momento histórico que la mujer se convirtió en un instrumento de reproducción, lo que Engels llamó la derrota histórica de las mujeres. Además, se establece la familia monogámica dirigida por el hombre para que la paternidad fuese indiscutible y los bienes heredados efectivamente a sus hijos.
Tanto Marx como Engels afirmaron que la primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos, incluso Engels añadió que el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino.
Con esta conceptualización, sostenemos que el capitalismo subsumió las relaciones de opresión anteriores en una nueva totalidad, por eso, hablamos de capitalismo patriarcal. Sin embargo, pareciera que el PT no consigue entender que con el capitalismo las relaciones de opresión se transforman, pero no desaparecen porque afirman que ´en este intento del feminismo marxista o socialista por combinar ambas teorías (marxismo y feminismo), terminan reivindicando el feminismo y la teoría del patriarcado como base, y en su intento por “combinar” las relaciones sociales del capitalismo (relaciones de clase) con las relaciones “patriarcales” (de sexo), lo dominante termina siendo para estas corrientes la teoría patriarcal´.
Las Rojas y el NPS no concebimos una teoría patriarcal y otra teoría marxista, esta es una separación teórica que realiza el PT a partir de que establecen una diferencia ficticia entre el patriarcado y la familia burguesa. A nuestro parecer, tal como mencionamos anteriormente, el patriarcado institucionaliza la familia monogámica que fue subsumida por el capitalismo, de donde proviene la familia burguesa, institución que cumple un rol esencial para el sostenimiento de la sociedad capitalista.
En ese sentido, decimos que el origen de la opresión hacia las mujeres es más antiguo que el capitalismo, pero a la vez el capitalismo la utiliza a su conveniencia para eximirse del trabajo doméstico y el cuidado de los niños y niñas. Así, el capitalismo sintetiza la opresión de las mujeres en su dedicación a las tareas domésticas, separadas de la producción social. Por eso, en “Problemas de la vida cotidiana” Trotsky argumentó que la preparación material de las condiciones para un nuevo modo de vida y una nueva familia no puede separarse tampoco del trabajo de la construcción socialista.
Para el NPS y Las Rojas es fundamental plantear la necesidad de socializar el trabajo doméstico, para que las mujeres sean liberadas de las tareas del cuidado, la limpieza y la lavandería, sólo así se puede garantizar que la unión entre los seres humanos no dependa de un accidente o necesidad económica, sino que su base sea el afecto mutuo, esto es terminar con la familia burguesa y construir relaciones sexo-afectivas verdaderamente libres, verdaderamente humanas donde, entre otras cosas, la elección sexual no sea un estigma ni una sentencia de muerte, como ocurre con los asesinatos de odio hacia trans y travestis (en aumento, por ejemplo, en Brasil). De esta manera, la familia humana, en palabras de Engels, “pasará del reino de la necesidad al reino de la libertad”.
El debate con las tendencias del movimiento #NiUnaMenos y la política sectaria del PT
Antes de caracterizar al movimiento de mundial mujeres de la actualidad, exponemos brevemente nuestra caracterización de la situación internacional. Desde el NPS y la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie (SoB) consideramos que existe en la política internacional un giro reaccionario, el cual se refleja fundamentalmente en los gobiernos de Trump, Macri, Temer y otros, pero que en general tiene en común el ataque a los derechos de la clase trabajadora y a los derechos democráticos elementales, incluidos los derechos de las mujeres.
En este contexto, la tendencia mundial de salir a luchar por los derechos de las mujeres es una de las tendencias más progresivas en este momento. Esto se puede corroborar con las manifestaciones masivas de mujeres tras la asunción de Trump en Estados Unidos, con el paro de mujeres en Polonia por la defensa del derecho al aborto tras los ataques del gobierno ultracatólico y ultrareaccionario, con el movimiento #NiUnaMenos, que viene en crecimiento desde hace dos años en toda América Latina, así como con el Paro Internacional de Mujeres del pasado 8 de Marzo que en más de cincuenta países movilizó a cientos miles de mujeres contra la violencia patriarcal.
En este marco, sostenemos que este giro reaccionario es relativamente enfrentado por la juventud, sector que en los últimos años marca un recomienzo histórico y constituye una fuerza potencialmente revolucionaria, pero también por el movimiento de mujeres, componente muy importante de la juventud que sale a luchar en este período. No obstante, decimos que es relativamente enfrentado porque todavía la clase obrera -como sujeto- no aparece de conjunto en escena contra este giro reaccionario, pero eso no significa que no pueda hacerlo eventualmente ni que la lucha de la juventud y las mujeres no pueda tener rasgos anticapitalistas o de solidaridad con las luchas de la clase trabajadora[1].
El PT se equivoca cuando asevera que ´si todas las luchas de las mujeres son objetivamente anticapitalistas como plantean el NPS y el Nuevo MAS, la organización de todas las mujeres (independientemente de la clase social a la que pertenezcan) se convierte en un aspecto central para alcanzar la revolución.´ Este es un razonamiento totalmente anti dialéctico. Las luchas de los explotados y oprimidos no son en sí mismas anticapitalistas, lo son en la medida que enfrentan las consecuencias del capitalismo en la lucha de clases viva, no por declamación, sino porque enfrentan concretamente al poder, al Estado, a los gobiernos y sus políticas.
Nunca hemos afirmado que las luchas de las mujeres son objetivamente anticapitalistas, de hecho, nuestra corriente SoB se construyó diferenciándose del objetivismo que caracterizó al trotskismo de la posguerra (incluido el movimiento morenista del cual la LIT hace parte), para los cuales hubo revoluciones socialistas inconscientes, aunque la clase obrera no tuvo ninguna participación política independiente en las mismas (como sucedió en China y Cuba, o los Estados burocráticos del Este europeos creados por decreto del Ejército Rojo).
Lo que sí defendemos es luchar políticamente para que las peleas del movimiento de mujeres se planteen la necesidad de ir a fondo contra el capitalismo y que para ser triunfante en la lucha por la emancipación de las mujeres, necesita aliarse con la clase trabajadora y demás sectores oprimidos, por ejemplo la población LGBTTI, entre otros. Al respecto, dos elementos nos parecen claves para el debate.
1. El PT y la LIT no dimensionan la importancia que la juventud y el movimiento de mujeres internacional tienen como fuerza potencialmente revolucionaria en la lucha de clases. Por el contrario, sectariamente, todas sus políticas y consignas hacia el movimiento de mujeres son exclusivas para las mujeres obreras “puras”, subestimando que cuando esas mujeres salen a luchar y cuestionan relativamente la “normalidad” del sistema son potenciales enemigas del sistema. Por eso, como feministas socialistas queremos ganar a esas mujeres (no a las burguesas) a la perspectiva de transformar la sociedad de conjunto, para acabar con las relaciones de opresión y explotación, pero en alianza con la clase trabajadora (sujeto de la revolución), y demás sectores oprimidos por el sistema capitalista patriarcal.
En esta discusión, es pertinente recordar el debate que tuvieron Clara Zetkin y Lenin contra la sección austríaca de la socialdemocracia. Los socialdemócratas austríacos se encontraban en 1907 en medio de la lucha sufragista, y habían decidido que la tarea clave era conquistar los derechos universales para los hombres, alegando que la reivindicación del sufragio femenino podría hacer peligrar la posibilidad de conseguir el voto para los trabajadores. Clara Zetkin propuso que fuera determinado en el congreso internacional. Así, el Congreso de Stuttgart de la Segunda Internacional votó censurar al partido austríaco por sacrificar el principio de igualdad de derechos de la mujer.
Traemos a colación esta polémica porque existen antecedentes en la tradición marxista de luchar por los derechos democráticos de las mujeres, no solamente de las mujeres trabajadoras, tal como parece reivindicar el PT, puesto que sus consignas son exclusivamente dirigidas a las mujeres trabajadoras y dejan de lado las consignas que se refieren a derechos democráticos de las mujeres en general, que perfectamente podrían incluir a la juventud, tal como el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito.
2. El PT y la LIT subestiman al movimiento de mujeres, el cual puede radicalizarse y cuestionar elementos del régimen o del capitalismo patriarcal, tal como parece ser la coyuntura en la que se encuentra el movimiento de mujeres a nivel internacional. Por eso, nos referiremos a dos momentos de una misma lucha, al movimiento #NiUnaMenos y a la pasada jornada de lucha del 8M.
Una experiencia que ejemplifica el cuestionamiento del movimiento de mujeres a instituciones del régimen fue la movilización histórica del 13 de agosto del año pasado en Lima y todo el Perú, donde miles de mujeres salieron a las calles contra la violencia patriarcal bajo la consigna del #NiUnaMenos, pero también contra la violencia ejercida por el propio Estado y su justicia patriarcal, que dejó libres a violentos y femicidas, mostrando su rostro misógino. Lamentablemente, la carencia del elemento subjetivo (un partido revolucionario) no posibilitó el avance del cuestionamiento de masas al conjunto del régimen político.
Asimismo, durante la pasada jornada del 8M el movimiento mundial de mujeres se movilizó y paró en más de 200 ciudades durante una fecha histórica para las mujeres trabajadoras. Desde luego, las consignas son muy variables entre los países, en algunos la lucha se desvirtúa contra los hombres, pero en muchos lugares del mundo el descontento se dirigió contra el Estado, los gobiernos capitalistas patriarcales, contra el racismo e incluso se retomaron reivindicaciones de la clase trabajadora. Por mencionar algunos ejemplos: el ¡Fuera Trump! en EUA, el ¡Fora Temer! en Brasil y el ¡Paro General! en Argentina.
En Costa Rica también hubo esfuerzos desde diversas tendencias feministas para la organización del #NiUnaMenos! el pasado 8 de Marzo, que fue sumamente progresivo y exitoso porque posicionó la lucha en las calles contra la violencia a las mujeres, también porque se realizó una movilización masiva el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, lo cual es histórico en el país. Además, que la asistencia a la marcha estuvo repleta de una generación de jóvenes deseosas y deseosos de luchar.
Desde Las Rojas y el NPS señalamos en nuestro balance este elemento progresivo del 8M en Costa Rica, pero también señalamos los límites de las agrupaciones que eran mayoría en la organización de la movilización (en su mayoría autónomas-anarquistas y simpatizantes del feminismo queer) al no dirigir los reclamos contra el gobierno del PAC porque se invisibiliza su responsabilidad directa de dar una respuesta al aumento de la violencia contra las mujeres. Además, porque el gobierno de Luis Guillermo Solís no ha tomado medidas contra el acoso sexual ni contra la violencia a las mujeres. Asimismo, es responsable de garantizar que aún Costa Rica sea un Estado confesional y que no se garantice el derecho al aborto legal.
No obstante, Las Rojas participamos de la organización del #NiUnaMenos haciendo estos señalamientos, dispuestas a la unidad de acción y el debate para construir un movimiento de mujeres que luche contra el capitalismo patriarcal y en alianza con explotados y oprimidos.
Por otro lado, el PT sostuvo que ‘somos las primeras en participar en unidad de acción,- como lo estamos haciendo para este 8 de Marzo-, con todas las organizaciones feministas y sectores que quieran defender los derechos de las mujeres, y convocamos de manera especial a la clase obrera’. También dijeron que ‘a pesar de nuestras diferencias estratégicas, en las luchas concretas, nosotros luchamos por hacer la más amplia unidad de acción con todas las corrientes y activistas que son parte de las luchas por la emancipación de la mujer’. Sin embargo, estas afirmaciones no pasaron del discurso.
El PT y Lucha Mujer no se sumó a ninguno de los espacios para organizar la marcha del 8M, no entabló ningún diálogo ni debate con las compañeras involucradas en el frente que encabezó la organización de la marcha. Entonces, ¿cuál es la unidad de acción en la que dicen participar? Todo parece indicar que su sectarismo hacia las tendencias feministas las conduce a separarse del único espacio que en los últimos años ha logrado organizar conjuntamente una marcha masiva por los derechos de las mujeres en el país.
Este sectarismo del PT y la LIT no solamente no comprende la dinámica coyuntural del movimiento de mujeres mundial, de hecho en su comunicado de cara al 8M no incluyen reclamos contra los femicidios ni la violencia a las mujeres, pues se limitaron a reclamar trabajo digno cuando la realidad de la violencia patriarcal se impone[2]. Es decir, invisibilizan el grito del #NiUnaMenos que tiene resonancia en toda América Latina y el mundo, que fue el eje que dinamizó la jornada internacional del 8M. También, al separarse del incipiente movimiento de mujeres que podría llegar a consolidarse en el próximo período, renuncian a luchar políticamente para que las luchas de las mujeres en el país avancen contra el gobierno, la patronal y levanten la bandera de la clase trabajadora. ¡Pero luego es muy cómodo nada más señalar los límites del movimiento de mujeres, aunque su partido no lucha para que este movimiento avance contra el capitalismo!
¡Por la unidad de los explotados y oprimidos contra el capitalismo patriarcal!
En primer lugar, queremos aclarar en qué consiste ser feminista socialista, porque el PT está muy lejos de comprenderlo. Ser feminista socialista no significa que anteponemos las relaciones de género a la lucha de clases ni que consideramos que son las mujeres las únicas que deban dirigir la revolución.
El feminismo socialista no solamente lucha contra la opresión de las mujeres, sino también contra el conjunto de las relaciones sociales capitalistas al lado de la clase trabajadora. Ciertamente, la clase trabajadora, en tanto productora del mundo y el capital, es el sujeto social de la revolución, al cual queremos organizar para que luche por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres, como decía Rosa Luxemburgo. Sin embargo, no hacemos fetichismo de la clase obrera, pues en ocasiones reproduce los atrasos del sistema capitalista y la ideología burguesa, por lo que, se requiere luchar contra esos atrasos en el seno de la clase trabajadora.
No obstante, si no acabamos con las relaciones de explotación capitalista, no es posible pensar en la liberación de las mujeres ni de la humanidad, pero tampoco es cierto que el socialismo vaya a garantizar automáticamente el fin de la opresión de las mujeres, tal como lo demuestra el esfuerzo denodado de los bolcheviques por tener políticas para elevar el nivel político de las mujeres después de la revolución, por dotar a las mujeres de capacidad para dirigir el Estado y la sociedad a la par de los hombres, que la última cocinera aprendiera a dirigir la sociedad, decía Lenin. Por eso, no basta con decir que el socialismo liberará a las mujeres, necesitamos estar organizadas y luchar en alianza con la clase trabajadora contra nuestro enemigo en común: el capitalismo patriarcal.
El marxismo, el leninismo y el trotskismo adoptaron como programa para la emancipación de las mujeres la abolición de la división sexual del trabajo, la integración de las mujeres a la producción social y la socialización del trabajo doméstico. Por su parte, los bolcheviques también se plantearon la superación de la familia patriarcal para la construcción del socialismo. Por eso, después de la ola feminista de los 60, quienes se llamaron socialistas y aportaron a la perspectiva de la liberación de las mujeres adoptaron el nombre de feministas socialistas, término al que tanto miedo tienen algunos partidos de izquierda, entre ellos el PT.
Como venimos argumentando, las relaciones de opresión abiertas con el patriarcado fueron subsumidas por el capitalismo, pero ambas se sintetizan en la reproducción de la lógica capitalista patriarcal, aunque son problemáticas que conservan sus especificidades. Por eso, la lucha feminista socialista no se reduce a las reivindicaciones de las mujeres, sino que también lucha contra el conjunto de relaciones que oprimen y explotan a la clase trabajadora y demás sectores oprimidos. No obstante, sostenemos que si no se adopta el feminismo, se invisibiliza al patriarcado, lo cual reduce la opresión a un producto de la explotación, es decir, la lucha por la liberación de las mujeres y la comunidad LGBTTI queda supeditada a un momento ulterior.
Las Rojas y el NPS luchamos por los derechos de las mujeres en unidad con las luchas de explotados y oprimidos, como un programa general por la emancipación de la humanidad. Pero a su vez, reconocemos las especificidades del patriarcado, por lo que peleamos contra la familia burguesa patriarcal, por la socialización del cuidado y del trabajo, pero también por los derechos que el patriarcado nos ha negado históricamente, por el derecho al aborto libre, por la equiparación salarial, por una educación sexual laica, científica y feminista, por el derecho a vivir libres de violencia patriarcal.
La tarea del feminismo socialista es combatir al sistema y ganar al conjunto de la clase obrera para que tome también como propias las reivindicaciones de los demás sectores oprimidos. Por ejemplo: una clase obrera que no sea xenófoba, tampoco machista. En ese camino reivindicamos a los trabajadores de la fábrica Pilkington de Argentina que ante el femicidio cometido por un obrero de la fábrica, se posicionaron del lado de la mujer asesinada y no tuvieron ninguna reacción corporativa (iniciativa impulsada por un obrero delegado del Nuevo MAS-SoB en la fábrica).
En resumen, nuestra propuesta para la organización de las mujeres consiste en construir un movimiento que luche en las calles junto a la clase trabajadora contra el capitalismo patriarcal, pero para eso también llevamos a la clase trabajadora la bandera de la lucha por los derechos de las mujeres. De esta manera, seguiremos debatiendo con las tendencias feministas que rechazan la lucha directa contra el gobierno, seguiremos aportando para la construcción del #NiUnaMenos! en Costa Rica y en cada país donde intervienen Las Rojas y SoB para ganar a las mujeres y a la clase trabajadora a la lucha contra el capitalismo patriarcal, por un mundo sin explotación ni opresión.
[1] De hecho, cuando escribíamos este artículo, en Argentina y Brasil se realizaron enormes movilizaciones de docentes y sectores obreros contra los ataques de sus respectivos gobiernos.
[2] Aunque son correctas las reivindicaciones por trabajo digno para las mujeres y el respeto a sus derechos laborales, resulta absurdo que este fuera el principal y único eje del PT y Lucha Mujer en la jornada del 8M, cuando la jornada internacional tenía como punto central la denuncia de la violencia contra las mujeres, en particular los femicidios.
Heidy Valencia Espinoza