Criminalización de las huelgas y protestas
Componente fundamental de la represión al nuevo movimiento obrero es la criminalización de los activistas independientes. Los burócratas del PCCh, con toda razón, ven la actividad sindical independiente, incluso la más “moderada”, como un desafío político, no meramente sindical. Es que, más allá de la dimensión de sus demandas, cuestiona el monopolio burocrático-stalinista, su pretensión de control absoluto de la vida política, social y hasta cultural… algo que se va haciendo cada vez más difícil a la burocracia.
Por eso, una de las tareas más importantes del nuevo activismo obrero independiente es la defensa de los luchadores incriminados por el régimen. Un caso típico es el del activista Wu Guijun, que está preso desde hace casi un año.
Una parodia de juicio contra Wu Guijún comenzó en Shenzhén el 4 de de este mes. Lo importante –que expresa de alguna manera esos “cambios en las relaciones de fuerza” que aludía el Financial Times– es que esa farsa judicial no quedó sin contestación, algo no habitual en los “juicios” stalinistas de la burocracia china.
Piquetes de activistas manifestaron ante el tribunal llevando pancartas con la consigna “Hacer huelga no es un crimen. ¡Libertad a Wu Guijún!”. La sala del tribunal, llena de activistas, rompió en aplausos y vivas cuando el acusado entró en medio de dos policías.
Pretenden condenar a Wu a tres años de prisión por “congregar a una multitud para perturbar el orden del transporte público”. Es decir, estar al frente de una gran manifestación de obreros de la fábrica de muebles Diweixin. Los trabajadores tomaron las calles en protesta por el plan patronal de “relocalizar” la fábrica para despedirlos sin compensación. Wu había sido electo como su representante por los obreros de Diweixin.
Esta es una de las maniobras patronales en boga actualmente. “Relocalizar” las fábricas, mudándolas a zonas menos “conflictivas” y despidiendo a los obreros sin siquiera indemnizarlos. Por su parte, el PCCh hace su tarea reprimiendo a los que protestan.
La creciente conflictividad obrera en China se combina con un mecanismo que hace doblemente explotada a buena parte de la clase trabajadora. Es la cuestión de la “residencia”. Esto “calienta” por encima de lo “normal” cualquier conflicto que afecta a esos sectores.
Como en otros regímenes stalinistas, los trabajadores no tienen derecho a cambiar de lugar de residencia, sin permiso de sus amos burocráticos. Esto convierte a una buena parte de los obreros de China en inmigrantes “ilegales”… dentro de su país!!!
En EEUU y la Unión Europea, el capitalismo se aprovecha de sus infames leyes de inmigración para convertir al inmigrante en un trabajador doblemente explotado y sin derechos. En China, la burocracia hace algo similar en aras de los bolsillos de los capitalistas chinos y extranjeros, mediante el sistema “hukou”, de “registro de residencia”… un registro que por supuesto la burocracia maneja a su arbitrio, para dejar por fuera un amplio sector.
Se calcula que en China los “trabajadores emigrantes” (provenientes casi todos del campo) llegan a 300 millones. Sin derecho de residencia, como “clandestinos”, tienen los peores trabajos y los salarios más bajos.
El estado y los capitalistas fomentan la más brutal discriminación contra esa capa del proletariado. Es que, al igual que el racismo antiinmigrante en EEUU y la UE, les sirve para dividir a la clase trabajadora; en este caso, en dos categorías: urbana y rural. Esta discriminación se extiende no sólo al salario y condiciones de trabajo, sino también en cuanto a servicios de salud, educación, etc.
En el trabajo, muchos son víctimas de cadenas de intermediarios y “subcontratistas”, mafias ligadas a la burocracia, que no sólo se quedan con gran parte del salario, sino que llegan muchas veces hasta el asesinato de los que protestan.
Al mismo tiempo, una de las señales del despertar de la clase obrera china, son los estallidos frecuentemente muy violentos de estos sectores de trabajadores. Una parte de los obreros en lucha de Nike-Adidas pertenece a este sector migrantes del campo, de bajos salarios y discriminados. La rabia acumulada que tienen, parece haberlos motorizado no sólo para hacer huelga, sino además para salir a la calle diariamente a enfrentar una de las policías más brutales del planeta.