Compartir el post "Macri y Magneto imponen el desalojo de AGR-Clarín"
Luego de 82 días de ocupación obrera el gobierno de Macri ha impuesto hoy el desalojo del taller de AGR. Mediante un inmenso operativo de las fuerzas represivas en uniforme y de civil, previa firma de un acta sobre las condiciones del taller con los trabajadores, Magnetto y Noble recuperaron la planta.
Inmediatamente después de que la patronal se hizo cargo de la planta, se comenzaron a observar movimientos dentro de la misma por parte del personal jerárquico encaminados a ponerla a funcionar próximamente; una verdadera provocación en la cara de los compañeros despedidos.
Los compañeros de AGR, forzados a dejar la ocupación, resolvieron sostener un acampe afuera además de dar curso a una serie de actuaciones legales y otras iniciativas. Toda la militancia del nuevo MAS seguirá acompañando la pelea de los compañeros en todo lo que ellos resuelvan para intentar revertir esta adversa situación.
En lo que sigue intentaremos sacar algunas primeras conclusiones de una pelea que no termina; que entra en un nuevo capítulo.
Durante 82 días se sostuvo la ocupación: un logro de gran importancia. Desde que comenzó la pelea de AGR saludamos que la planta haya sido ocupada, algo que en otros conflictos duros equivocadamente se había evitado. Al mismo tiempo, alertábamos que se venía una lucha muy dura que enfrentaba no solamente a la patronal de Magnetto sino al propio gobierno de Macri.
Era evidente que el grupo Clarín venía fortalecido de su triunfo en la pelea interburguesa contra los k; bajo el nuevo gobierno, había recuperado la operatoria sin trabas de todo su monopolio, y en todo su accionar no podía sino contar con el apoyo incondicional de Macri.
Macri llegó para intentar superar las relaciones de fuerzas heredades del 2001 y que los k no habían logrado acabar: una normalización neoliberal y reaccionaria del país. En este contexto, una de las cuentas pendientes de Magnetto y Noble era, precisamente, liquidar la experiencia independiente de AGR-Clarín, por lo que fue evidente que encararon esta pelea juntos: en Santa Alianza contra los compañeros.
Desde el principio nuestro partido alertó que la pelea era contra estos dos enemigos que estaban en tándem; que había que clarificarles esto a los compañeros en lucha. Y que, además, se trataba de una pelea dura en la que el tiempo no necesariamente nos iba a jugar a favor.
Es que los tiempos de la situación política más general no siempre son complementarios con los de conflictos duros y aislados como este; no siempre los compañeros que están en una lucha concreta, y que tiene a su cargo sus familias, pueden esperar a que otros hechos se desarrollen para obtener una solución favorable a su pelea.
La evaluación de los compañeros del PO de que “el tiempo jugaba a nuestro favor”, que el eje era una “estrategia de desgaste”, nos pareció equivocada desde el principio, y así lo hicimos público en los diversos plenarios desarrollados en la puerta de la planta, notas en nuestra prensa, etcétera.
Se tuvo una evaluación equivocada de los actores en juego (la lucha es contra Magnetto + Macri), de las relaciones de fuerzas reales (enfrentamos un gobierno más fuerte y a la derecha de los k), lo que dio lugar a una orientación de “espera”: orientación que no alcanza cuando de lo que se trata es de aprovechar todas las oportunidades para ampliar las bases de apoyo de la lucha.
En cierta medida, a pesar de que hubo un sinnúmero de iniciativas, ese tiempo fue desaprovechado en beneficio de una orientación conservadora. Es que nunca se logró del todo transformar la pelea de los compañeros en un hecho político nacional como si ocurrió otros conflictos dirigidos por la izquierda en estos últimos años: ¡era (y es) necesario que toda la sociedad hablara del conflicto de AGR!
La ocupación arrancó muy fuerte y se sostuvo mucho tiempo. Pero ese punto de apoyo sólido en un comienzo, no logro ser aprovechado para hacer de AGR una causa nacional.
No era verdad, como dijera el PO, que la dinamización de la situación política, por sí sola, mecánicamente, iba a ayudar al conflicto; es que cuesta muchas veces que las luchas confluyan, mucho más si las otras luchas están dirigidas por la burocracia sindical (ver por ejemplo como la CGT y la CTA se sacaron fotos con los compañeros, pero no movieron un dedo para su triunfo, lo mismo que el rol nefasto de la dirección del sindicato gráfico).
Así se fue dejando pasar el tiempo sin lograr instalar del todo al conflicto como un hecho político. Uno de los puntos más altos de la pelea, más allá de la ocupación de la planta, fue el exitoso cerco a Zepita en la segunda mitad de enero pasado. Pero desde esa acción pasó demasiado tiempo; nunca más se logró poner en pie una iniciativa de ese tipo.
Es verdad que se intentaron muchas cosas. Marchas. Festivales. Iniciativas varias contra el cerco mediático de las empresas del sector en solidaridad con Magneto. Que se logró el paro de un día del gremio, así como una movilización de los delegados del mismo a Plaza de Mayo. También que se editó una revista VIVA de los trabajadores, experiencia extraordinaria que mostró la capacidad de los obreros para poner la fábrica a producir.
Pero lo que no se logró es radicalizar lo suficiente el conflicto. Aquí se coloca el debate acerca de los balances de Gestamp, Lear y mismo lo actuado en AGR hasta aquí. Una política demasiado “desbocada” puede rifar el conflicto en el primer giro del mismo, lo que está mal. Pero también es equivocado manejarse con una política que sólo busca “conservar lo que se tiene”, “no poner en riesgo nada”. Existe una inercia de las cosas (por ejemplo, atenerse más de la cuenta al terreno de lo legal), que si no es desafiada, termina jugando en contra de la lucha.
Cada conflicto es distinto y entran en juego muchos elementos: el tipo de patronal, la burocracia, la base y el activismo, también el tamaño del partido de izquierda que esté involucrado en el mismo, además de la situación política general, el gobierno, etcétera.
Esto hace que cada circunstancia sea concreta. Pero en el caso de la lucha de los compañeros, de su enorme ocupación de 82 días, se hacía cada vez más evidente que los desarrollos se estaban volviendo en contra; que algo había que hacer para evitar que el conflicto retrocediera.
No se pudo volver a Zepita. Tampoco se logró evitar que a pesar de la patronal y la burocracia traidora del sector, la producción de los talleres carneros que producían para Clarín, se viera afectada. Sí hubo una respuesta masiva la madrugada del pasado lunes 3 ante una primera amenaza de desalojo.
Así se llegó al desalojo de hoy. La presencia represiva era impresionante, es verdad. Pero también es verdad que las relaciones de fuerzas se prueban en la lucha, y que siempre es mejor dar las peleas que no darlas. Claro que la cuestión no era “inmolarse” allí. Pero si se hubiera hecho una resistencia mínima, posiblemente la cosa no hubiera pasado “sin pena ni gloria”: AGR se habría transformado en un hecho político nacional inevitablemente. El PO no dio esta orientación: fue un error entregar la planta sin resistencia.
Veníamos del parazo nacional de ayer. Es verdad que, de todas maneras, el gobierno no aparece debilitado. Ha perdido el apoyo de amplios sectores por abajo, pero por arriba la patronal y el imperialismo lo apoyan de manera incondicional; lo mismo que la burocracia le es cómplice. Y más si se trata de atacar una experiencia dirigida por la izquierda como AGR.
Sin embargo, ayer sintió el golpe del paro. Y, además, no pudo evitar los piquetes conformados por la izquierda. Es real que luego procedió al desalojo en la Panamericana; pero eso pudo hacerlo recién sobre el final de los cortes.
A la jornada de hoy los compañeros de AGR llegaron debilitados; son muchos días de lucha y siempre es un error, repetimos, pensar que en un conflicto duro de este tipo, el tiempo simplemente nos juega a favor: porque en el medio están las necesidades de los compañeros.
De todas maneras, hubiera sido mejor ofrecer alguna resistencia al desalojo de la planta apostando a que todo el país, todos los trabajadores, se solidarizaran con los compañeros de AGR Clarín.
De todos modos, la lucha no ha terminado. Dejamos estas líneas como un aporte a los elementos de balance de lo actuado hasta aquí. Y lo hacemos como siempre ha caracterizado a nuestro partido: de manera clara y franca. Porque es importante sumar enseñanzas de las luchas donde la izquierda tiene importancia. Y sobre todo también porque tener claridad puede ayudar a fortalecernos para lo que viene.
Se abre una nueva fase de la pelea donde el eje es redoblar la solidaridad con los compañeros, fortalecer el acampe. La pela de AGR no termina. ¡Fuerza compañeros!
Compañeros y compañeras del Nuevo MAS en el acampe