Para toda la vanguardia, para el activismo estudiantil, de las mujeres y los trabajadores, la experiencia que se viene desarrollando en la lucha contra el macrismo aporta valiosas enseñanzas. En primer lugar, la imposibilidad de que cualquier expresión de un partido tradicional de la burguesía argentina (principalmente hablamos del PJ, ya que la UCR forma parte de Cambiemos) pueda ser una alternativa para derrotar a un gobierno de los capitalistas. Hasta la variante discursivamente más “antimacrista”, el Frente para la Victoria, viene siendo garante de la gobernabilidad e incluso aplicadora rabiosa del ajuste y la represión, como en el caso de Santa Cruz. Al kirchnerismo no le quita el sueño en lo más mínimo la posibilidad de derrotar a Cambiemos. Su estrategia es cada día más clara: ganar las próximas elecciones sobre una tierra arrasada por el ajuste.

También ha sido el terreno de la lucha contra el macrismo el que ha demostrado que el Frente de Izquierda, lamentablemente, no puede ser una alternativa para los trabajadores, las mujeres y la juventud. Cada día que pasa, sus disputas por cargos (recordemos que se trata de una cooperativa electoral) impiden que se transforme en una referencia real para los trabajadores. Y su orientación totalmente mezquina frente al resto de la izquierda lo lleva a destruir cualquier instancia de frente único de clase, como ocurrió con el Encuentro obrero de Racing durante los primeros meses del gobierno de Cambiemos.

Pero la organización que se lleva el premio a la debacle política más profunda es, sin lugar a dudas, Patria Grande. Quienes aún se llaman “izquierda popular” han pasado sin solución de continuidad (aunque de manera previsible) a engrosar las filas de la burocracia de CTERA y a pedirle, casi de rodillas, a Cristina Kirchner que sea su candidata. Estamos ante una de esas ocasiones en las cuales las presiones de la lucha de clases ponen las cosas en su lugar de manera categórica, en este caso demostrando los enormes límites y nulos alcances de este tipo de proyectos políticos. Pasaremos revista a algunas cuestiones de importancia.

Patria Grande: con Baradel y contra la lucha docente

Aunque luego nos adentraremos en algunas definiciones políticas, hay un hecho que por su magnitud no se puede dejar pasar. Si bien Patria Grande jamás tomó una definición de independencia de clase –en general, se ubicó siempre más bien con la definición amplia de “progresismo” dando lugar a todo tipo de frentes policlasistas- podemos decir que esta organización acaba de cruzar el Rubicón: en el distrito más importante y numeroso de la Provincia de Buenos Aires, La Matanza, Patria Grande cerró un acuerdo con la Lista Celeste de Baradel en el SUTEBA. Debemos recordar, además, que en la actualidad dicha seccional está en manos de la Lista Multicolor, expresión antiburocrática que agrupa al activismo (incluida la Lista Gris Carlos Fuentealba que impulsamos desde nuestro partido) en toda la provincia. Es decir, que Patria Grande suma su esfuerzo no para desplazar a la burocracia traidora de Baradel, que viene siendo cómplice de la destrucción del salario y las condiciones de trabajo de los docentes desde hace años, sino a colaborar con él contra una dirección combativa y de izquierda. Este hecho gravísimo debe ser conocido y repudiado por todo el activismo docente y estudiantil.

Asimismo, desde su corriente estudiantil (La Mella) están ensayando un frente único con el kirchnerismo (ver nota sobre el Congreso de la FUBA) que implica una capitulación total a la burocracia Celeste. El mayor ejemplo es su defensa irrestricta a la famosa “escuela itinerante”, que es una maniobra de la Celeste para levantar los paros en la provincia y mantener el conflicto congelado hasta las elecciones de SUTEBA, que tienen lugar el 17 de mayo. Desde luego que repudiamos la represión macrista a la carpa, pero muy distinto es desconocer que la misma no forma parte de un plan de lucha, sino un intento por liquidar cualquier atisbo del mismo. Por esta vía, Patria Grande termina haciéndole al macrismo el mayor favor imaginable: ser cómplice de quienes desactivan la lucha más emblemática en lo que va del 2017.

 

Un proyecto político impotente

 

Es importante también pasar revista de algunos problemas políticos. A fines de marzo, Patria Grande publicó en su sitio una nota de su referente Ulises Bosia (con el sugerente título “Las calles y las urnas”)[1] y una declaración de su plenario nacional[2]. Pasando en limpio, hay dos puntos a destacar: el apoyo a una eventual candidatura de Cristina Kirchner y la elaboración de un supuesto “programa mínimo” de colaboración de clases que involucre hasta a la Iglesia.

La primera cuestión es de un nivel de fantasía insospechado. Citamos: “La discusión sobre una posible candidatura de Cristina Kirchner es la que conlleva mayores interrogantes en el campo popular. Más allá de las diferencias por las que no integramos el Frente para la Victoria, ni en la actualidad ni en el pasado, creemos que por el liderazgo y las expectativas que su figura despierta en amplios sectores de nuestro pueblo como principal vector de oposición frontal al gobierno de Cambiemos, sería determinante si su candidatura fuera lanzada y puesta al servicio de la construcción de un frente político y social con las características mencionadas” (Derrotemos la ofensiva neoliberal, 29 de marzo de 2017). El nivel de cinismo de esta idea convierte al resto de la nota en un palabrerío hueco. ¿Es necesario recordar una vez más el rol clave que jugó el kirchnerismo en el sostenimiento de la gobernabilidad a favor de Cambiemos, o que la propia Cristina Kirchner expresó su voluntad de que a este gobierno “le vaya bien”? Resulta que para el “nuevo” reformismo[3] el Estado burgués y hasta los partidos capitalistas son supuestos “terrenos en disputa”, sin un carácter definido o, en palabras de su lamentable inspirador intelectual Ernesto Laclau, “significantes vacíos”, cáscaras vacías. El kirchnerismo y hasta una ex presidenta que gobernó durante ocho años desde el PJ a favor de los empresarios nacionales y extranjeros podrían despertarse un día y tomar la propuesta que le propone Patria Grande… una vez más, una incredulidad (o, mejor dicho, cinismo) que deja atónito a cualquiera.

Es importante hacer una aclaración: una cosa era impulsar la unidad de acción incluso con sectores de la base kirchnerista durante los primeros meses del gobierno de Macri, para desatar la lucha; otra muy distinta es buscar un frente único político-electoral en momentos en los cuales los trabajadores ya dieron importantes muestras de su voluntad de luchar y el kirchnerismo sólo piensa obturar este proceso y capitalizarlo electoralmente. Si en aquella oportunidad le criticamos al FIT su sectarismo a la hora de abordar la primera tarea, debemos ser igualmente inflexibles con el oportunismo de Patria Grande que inventa argumentos en la búsqueda de pequeños espacios dentro del Estado burgués.

Mientras tanto, en ambos textos se enarbola una especie de “programa mínimo”[4] (sic) que no es otra cosa que la constitución de “frentes amplios” con la “Corriente Federal” (encabezada por la burocracia bancaria del radical Palazzo), la CTA, las PyMEs (es decir, sectores empresariales) y con el Papa Francisco, al cual Patria Grande ya responde junto al Movimiento Evita y Libres del Sur por vía de la CTEP (por increíble que suene, todo esto está realmente contenido en las notas citadas).

Lejos del planteo fundamental de la independencia de clase de los trabajadores, planteo que levantamos como principal definición desde La Izquierda al Frente por el Socialismo, el único sector que no queda contenido en su propuesta son los trabajadores de carne y hueso (desde el marxismo rehusamos considerar a la burocracia sindical como una parte del movimiento obrero, sino como una casta separada del mismo y con intereses contrapuestos). A este punto lleva el oportunismo del “reformismo del siglo XXI”.

De esta forma, el único objetivo que parece plantearse esta organización (“derrotar el ajuste neoliberal” pero sin plantear ninguna perspectiva ofensiva) queda obturado cuando toda su propuesta es con sectores que buscan garantizar el orden capitalista a como dé lugar. Esto no ocurre sólo en Argentina: incluso la nave insignia de estas corrientes políticas, el chavismo, se encuentra en una profunda crisis como producto de sus propios límites, de no haber transformado para nada las estructuras atrasadas y desindustrializadas de la región, abriendo las puertas a la derecha más reaccionaria.

Para derrotar al gobierno de Macri y a todos los sectores reaccionarios, para abrir realmente el camino al gobierno de los trabajadores y al socialismo, se debe partir de la independencia de clase de manera tajante. Patria Grande, tras años de ser una organización centrista, ha pasado ya de manera definitiva al campo de los capitalistas.

Marcos Duch

Notas

[1] http://patriagrande.org.ar/las-calles-y-las-urnas/

[2] http://patriagrande.org.ar/derrotemos-la-ofensiva-neoliberal/

[3] Reformismo que se viste con nuevas ropas pero no tiene nada distinto al viejo reformismo que nació a principios del siglo XX, salvo tal vez su menor envergadura y un discurso mucho más conservador. Una especie de tragedia convertida en farsa, una vez más…

[4] Esta terminología está directamente tomada de la socialdemocracia reformista. Como señalara Lenin oportunamente, el “programa mínimo” no era otra cosa que una serie de puntos de reforma en los marcos del sistema capitalista, visto como lo único posible en cada momento, mientras que el “programa máximo” (el socialismo) siempre era algo dejado para el futuro. Una de las principales lecciones extraídas por Lenin y Trotsky de la lucha de clases que les tocó vivir es que la táctica y las reivindicaciones parciales siempre deben estar determinadas por la estrategia, por la perspectiva revolucionaria, difuminando de esta forma la distinción entre “programa mínimo” y “programa máximo”.

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