Para los que creían que la clase obrera en Brasil había sufrido una derrota histórica con el Impeachment y, por lo tanto, no sería capaz de responder de forma masiva a las contrarreformas de Temer, la Huelga General del 28 de abril fue una demostración completa de una perspectiva totalmente diferente.
Huelgas, bloqueos de carreteras y actos masivos se apoderaron del país
Las ciudades amanecieron desérticas, tal clima sólo fue contrastado con la acción de diversos grupos de activistas que quemaron neumáticos y bloquearon las carreteras y autopistas. En casi todas las ciudades del país la huelga general fue enorme, con paro de los operarios en las fábricas, los trabajadores del metro, los conductores del ferrocarril, los estatales, los maestros, los médicos y las enfermeras. Tomaron parte en la huelga nacional y actuaron contra las «reformas» de Temer en las capitales y centros industriales más de 50 millones de personas, según los sindicatos.
En Sao Paulo la adhesión fue total entre los trabajadores del metro (estuvieron completamente paralizadas las líneas de metro públicas, incluso en contra de la medida cautelar de la justicia) y entre los metalúrgicos, los petroleros, los bancarios, los estatales y los profesores de todas las redes -incluyendo la red privada– la paralización también fue significativa. De acuerdo con el Departamento de Seguridad Pública de Sao Paulo, hubo cortes de caminos y carreteras por la acción de los manifestantes en más de 50 localidades.
Además, varios actos tuvieron lugar en las ciudades del interior y en la costa. En Sao Paulo se organizaron tres actos (error estratégico), el más importante tuvo lugar en el Largo da Batata, al oeste de la capital, que reunió cerca de 70.000 personas que se manifestaron marchando a la casa de Temer.
El dato significativo de esta huelga fue el número de miembros de la clase obrera que después de décadas sin participar en una huelga general llevaron a cabo una movilización de gran alcance. En el ABC Paulista pararon seis plantas de montaje y diversas autopartistas, lo que da una suma de unos 60.000 trabajadores del metal. En otras regiones del estado, tales como Osasco, Taboão da Serra, Mogi das Cruzes, Taubaté, Campinas, Araraquara y Cubatao, la huelga también tuvo un gran apoyo. Sin embargo, la huelga también afectó a otros cinturones industriales del país, como en Curitiba (PR), Volta Redonda (RJ), Belo Horizonte (MG), Camaçari y Manaus.
Podemos derrotar a Temer y sus contrarreformas
La fuerza de esta Huelga General es innegable. El discurso del Gobierno de que la huelga estuvo por debajo de las expectativas no se sostiene con los datos, la percepción general de lo que pasó ese 28 de abril la da el propio gobierno, que se vio obligado a aplazar la votación de la «reforma» jubilatoria porque en la coyuntura más favorable que se abre a los trabajadores llevar la «reforma» de la pensión a la votación es peligroso.
Ante los ataques brutales que quieren terminar con los derechos ganados desde el siglo pasado, eso puede significar para muchos el fin del derecho a la jubilación ( «reforma» previsional) y los derechos laborales básicos («reforma» laboral); la clase obrera, finalmente se levantó como clase contra estos ataques históricos, después de no haber participado de acontecimientos políticos trascendentales como en junio de 2013 o la polarización política que precedió a la destitución de Rousseff.
Esto se debe al discurso del gobierno de que «no hay alternativa» para la recuperación de la economía, el empleo y las cuentas públicas, que no sea a través de dichas «reformas» fue totalmente dinamitado cuando la propaganda crítica llegó a las masas. Desde el momento en que se rompió el bloqueo ideológico del gobierno, de la clase dominante y de los medios de comunicación, en gran medida perdieron las batallas teóricas y políticas comenzando a sufrir importantes bajas. Los ejemplos incluyen la muy baja asistencia que tienen ahora los actos convocados por los movimientos de derecha, organizados por la MBL y similares, por la ruptura de partidos con la base aliada y la reducción del número de votos para la reforma laboral en la Cámara de Representantes.
Es evidente que no es suficiente ganar la batalla ideológica/teórica para derrotar al gobierno, que todavía está en juego la batalla política y a pesar de que la base que tiene el gobierno en el Congreso comienza a desmoronarse, Temer también tiene la unidad de la clase dominante, los medios políticos y controla el aparato represivo para imponer sus contrarreformas.
Sin unidad de acción no se puede vencer a Temer, sin frente de izquierda no se puede derrotar a la burocracia
Esta fue la huelga general más importante desde la Huelga General del 14 y el 15 de marzo de 1989, fue una demostración de que puede ser posible vencer a Temer y sus contrarreformas. Sin embargo, a pesar de ser un movimiento de gran alcance, las correlaciones de fuerzas en la coyuntura no han cambiado por completo, la balanza aún se inclina favorablemente para el gobierno y necesitaremos otros movimientos, acciones y huelgas generales para dividir a la burguesía, asumir plenamente liderazgo, derrotar al gobierno y sus contrarreformas.
En esta huelga de la que participaron más de 50 millones de trabajadores se manifestaron tres cuestiones que consideramos fundamentales. En primer lugar, la clase obrera alcanzó un nivel de indignación ante el gobierno de tal manera que hubiese permitido una huelga más activa si las direcciones hubiesen tenido otra política, es decir, si la principal central hubiese organizado acciones de masas en lugar de bajar una línea de «quedarse en casa», al igual que la CUT Sao Paulo.
En segundo lugar, demostró de manera contradictoria, ya que la deposición de Dilma fue una profunda derrota política para el lulismo, que después de la ofensiva reaccionaria, la destitución y el inicio de contrarreformas, hay un gran poder de recuperación de la burocracia “cutista” y no “cutista” en las organizaciones de los trabajadores. Este es un gran problema ya que esta misma burocracia no quiere derrotar al gobierno en las calles, sino preparar las condiciones para elegir a Lula o a otro candidato suyo en 2018.
En tercer lugar, que es más que necesario desarrollar una política que combine la máxima unidad de acción para derrotar a las reformas con una política de frente de izquierda para enfrentar a la burocracia, para luchar por manifestaciones y huelgas cada vez más activas y aprovechar este tiempo para presentar un proyecto político y electoral alternativo al lulismo. Por lo tanto, la política determinada por la CSP-Conlutas (dirigido por el PSTU) en Sao Paulo de no celebrar un acto unificado con el Frente Pueblo Sin Miedo fue totalmente desastrosa, porque ignora estos elementos fundamentales y terminan haciendo el juego a la burocracia.
Por otro lado, es un hecho que la primera tarea es derrotar las contrarreformas del gobierno en las calles. Sin embargo, es un craso error y un dato sobre el profundo sindicalismo arraigado en muchos sectores de la izquierda, que la izquierda socialista todavía no tenga un nombre alternativo a Lula para 2018. Puesto que se necesita más que nunca combinar la lucha directa contra gobierno mediante la presentación de una alternativa política para los trabajadores ante una crisis que tiende a profundizarse en los próximos meses.
También es imprescindible la presentación de un conjunto alternativo de políticas a la burocracia “cutista” que sólo quiere derrotar parcialmente al gobierno y elegir a Lula en 2018. La realidad exige cada vez más una serie de consignas que partan de lo más inmediato, que es la lucha por los derechos de los trabajadores, y vayan hacia la necesidad de presentar una alternativa política que cumpla con el nivel de movilización y la conciencia de los trabajadores. Creemos que este sistema tiene que ser construido en torno a los siguientes ejes: derrotar las Contrarreformas, ampliar la lucha por el Fuera Temer, exigir elecciones generales ya y una Asamblea Constituyente, democrática y soberana impuesta por la lucha desde abajo.
Antonio Soler, 30/04/2017