En la semana que va del sábado 20 al sábado 27 de mayo, Donald Trump realizó una gira internacional que sigue dando que hablar. Es que quizás algunas de sus consecuencias podrían implicar cambios notables, como la ruptura o, por lo menos, el agrietamiento de las alianzas geopolíticas históricas que se constituyeron después de la Segunda Guerra Mundial, a saber, la de Estados Unidos con las potencias de Europa occidental.
Esta alianza se corporizó militarmente en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), pero también en infinidad de políticas y lazos orgánicos comunes del llamado “bloque occidental” o “atlantista”, encabezado por EEUU, seguido del Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, etc.
La gira de Trump duró una semana. Se inició en Arabia Saudita, donde estuvo el sábado 20 y el domingo 21. Siguió, el lunes 22 y martes 23, en Israel-Palestina. El miércoles 24 saltó a Europa, comenzando por una audiencia con el papa Francisco en el Vaticano. El jueves 25, continuó en Bruselas con reuniones con la Unión Europea y la OTAN. Finalmente, el viernes 26 y sábado 27 en Sicilia, en una reunión del G-7 se encontró con Merkel (Alemania), Macron (Francia), Theresa May (Reino Unido), Trudeau (Canadá) y representantes de Italia y Japón.
Su viaje tuvo, entonces, dos tramos muy diferentes, tanto en lo geográfico como en lo político: el inicial en el Oriente Próximo, y el segundo tramo europeo. Aquí veremos este último y, en nota aparte, el de Arabia Saudita e Israel-Palestina.
Focos de incendios se extienden en Estados Unidos
«Nunca ha habido un presidente de EEUU que iniciara su primer viaje internacional siendo perseguido por escándalos como estos.» (Larry Sabato, University of Virginia Center for Politics, AP-Time, May 19, 2017)
Trump inició el pasado sábado 20 una gira internacional mientras en EEUU seguían extendiéndose varios focos de incendio. Su viaje también estuvo lleno de claroscuros. En algunos lugares, como en Arabia Saudita, recibió aplausos delirantes… En otros, como en Europa, se dio de narices… Este contraste habla por sí mismo del saldo final…
Aquí haremos un recuento inevitablemente incompleto del viaje. Pero da una idea de las contradicciones y crisis cada vez más complejas –y sobre todo cada vez más peligrosas– que cruzan hoy al “mundo feliz” de la globalización neoliberal, a menos de tres décadas de la caída del Muro de Berlín.
Lo primero a tener en cuenta, es que mientras se desarrollaba esa gira, en Estados Unidos la crisis generada por revelaciones sobre contactos previos de Trump con el Kremlin –presuntamente “ilegales” o, por lo menos, “irregulares”–, se fue inflando cada vez más.
Apenas subido al avión que lo trasladaba a Europa, a Trump le estallaron dos nuevos petardos. El primero, las revelaciones de John O. Brennan, hasta hace poco director de la CIA, ante el “House Intelligence Committee” (Comité de Espionaje de la Cámara de Diputados) sobre reuniones del entorno de Trump con funcionarios del Kremlin durante la campaña electoral del año pasado. El otro escándalo compromete directamente a su yerno –y principal operador político– Jared Kushner. Habría intentado “crear una línea de comunicación directa con Putin por fuera de los canales diplomáticos establecidos”.[1]. Para eso habría hecho gestiones ante un banquero ruso, notorio agente de los servicios de espionaje de Putin.
Es imposible saber en qué medida esas “investigaciones” –que desde que asumió la presidencia llenan diariamente la primera plana de los grandes medios como el New York Times y la CNN– son sólo presiones y amenazas para “disciplinar” a Trump y hacerle marcar el paso… o si ya, a pocos meses de su asunción, operan en un terreno “destituyente”… algo que sería insólito en la historia política de EEUU.
Esto es difícil de responder… y no es quizás lo más importante. Lo fundamental es que revelan una seria crisis política y de dirección del imperialismo yanqui… crisis que no se sabe en qué irá a parar finalmente…
En verdad, el Estado norteamericano venía arrastrando sus problemas en ese sentido desde antes de Trump. Por supuesto, una “crisis de dirección” como la actual, no se da en el aire. Tiene diversas fuentes que la alimentan, desde su relativa decadencia como la superpotencia imperialista que antes mandaba sin rivales en el planeta, hasta los graves deterioros sociales y el descontento por abajo, y las divergencias de intereses por arriba, que la globalización provocó en la sociedad estadounidense.
Pelea con sus tradicionales aliados
Como señalamos al inicio, el poder global del imperialismo norteamericano después de la Segunda Guerra Mundial tuvo, por así decirlo, una “espina dorsal”, la alianza atlántica; es decir, con las potencias europeas. Es una alianza que asumió expresiones militares –como la OTAN– pero también políticas y económicas.
Esto fue puesto en cuestión desde que Trump tuvo sus primeras reuniones en Bruselas el jueves 25 con la UE y la OTAN y culminaron en la posterior reunión del G7 en Sicilia.
La prensa occidental ha difundido mucho los incidentes tragicómicos en que Trump es campeón indiscutido, como por ejemplo, empujar hacia atrás a un primer ministro para colocarse en primera fila. Pero ha aclarado menos las diferencias geopolíticas y económicas de la reunión.
En primer lugar, Trump había agitado en su campaña electoral su rechazo el art. 5 del Pacto de la OTAN… que por otra parte es la “piedra fundamental” de esta alianza. Este artículo dice que un ataque contra cualquiera de sus miembros se considera como un ataque contra todos. Asimismo, recordemos que Trump en su campaña había declarado a la OTAN “obsoleta”.
Trump no ha vuelto a repetir textualmente esos conceptos, pero tampoco los ha desechado explícitamente. Evitando ese terreno peligroso, ha pasado a la ofensiva contra sus socios de la OTAN en el tema económico y en otros aspectos… Reclama a los Estados europeos un aumento significativo de sus contribuciones a la OTAN: por lo menos, el 2% del PBI, algo que ni Alemania garantiza.
El presidente yanqui dedicó un buen tramo de su discurso del jueves 25 en la reunión de la OTAN a reprochar que casi todos los Estados miembros no cumplen con sus contribuciones obligatorias del 2% del PBI… Y añadió que “con el aumento de las amenazas, incluso ese 2% del PBI es insuficiente». O sea, quien quiera OTAN, que la pague.
Pero las exigencias de Trump no se detuvieron allí. También reclamó que los europeos envíen un número substancial de tropas a Afganistán. El ejército afgano, que opera con respaldo militar y económico de EEUU –ya habría gastado 70.000 millones de U$A–, está perdiendo la guerra contra el Talibán. Y Trump exige que Europa también contribuya con tropas a cubrir ese vacío. No necesitamos aclarar la impopularidad que tendría esa medida si se tratase de aplicarla en serio, enviando algo más que algunos simbólicos especialistas o instructores…
Irán: ¿guerra o inversiones?
La cruzada contra Irán, agitada por Trump en Arabia Saudita e Israel, es otro punto de colisión. Europa apoya con todo el acuerdo del G5+1 con Teherán. Ahora, después que las recientes elecciones ratificaron a Hasán Rohaní en la presidencia, los planes del gran capital europeo no son los de participar en una guerra santa anti-chiíta –como desearían Trump y sus amigos de Arabia Saudita e Israel–, sino aprovechar la oportunidad para sus inversiones en Irán. Aunque lo de Irán no es la “gran divergencia”, Alemania y las potencias europeas que firmaron el acuerdo G5+1 apuntan en un sentido opuesto al de Trump.
Rechazo categórico al Tratado de París sobre cambio climático
No menos terminante fue el rechazo de Trump al Tratado de París sobre el cambio climático. Desde ya, ese Tratado no implica un conjunto de medidas consecuentes para enfrentar este gravísimo peligro que amenaza a la humanidad. Pero lo de Trump es muchísimo peor. Es un negacionista total del cambio climático, en sintonía con los sectores más retrógrados de sus votantes… y sobre todo de sus amigos de las corporaciones que producen y consumen carbón… que aumentan la contaminación, pero también sus ganancias.
Este es otro choque frontal con un continente donde la conciencia de las amenazas ecológicas es muy alta.
El tema económico, otro “casus belli”
Finalmente, el conflicto con Europa y en particular con la Unión Europea desemboca en el tema económico. Allí, los choques con Trump no fueron menores que en el tema OTAN y otros rubros. Y también, principalmente, la pelea se personalizó en Trump versus Merkel. Es decir, EEUU contra Alemania.
Aunque, como advierte The Economist (May 28th 2017), “Angela Merkel no es la reina de Europa”, la personalización de Trump tiene que ver con que Alemania sí encabeza hoy a las principales burguesías del continente y sus Estados.[2]
En su estadía europea, Trump aprovechó para reprocharle de todo, desde la “competencia desleal” de “vender millones de automóviles” a EEUU que arruinan a la industria estadounidense, hasta que Alemania es deudor moroso de la OTAN.
¿Adónde va Europa continental?
Las accidentadas reuniones con Trump, tanto de la UE y OTAN como del G7, dejaron un clima de crisis y trazaron líneas de posibles rupturas… pero que aún no se han concretado…
Esto se perfiló con más claridad días después, en un discurso de Merkel, esbozando un nuevo rumbo de Europa continental, principalmente en relación a Estados Unidos.
“Nosotros, los europeos –dijo Merkel– debemos efectivamente tomar nuestro destino en nuestras propias manos, por supuesto con amistad hacia los EEUU, con amistad hacia Gran Bretaña, y también con las mejores relaciones posibles con Rusia y otros países. Pero debemos saber que tendremos que luchar como europeos por nuestro futuro y nuestro destino.
“Han pasado ya los tiempos en que podíamos depender completamente de otros [léase, EEUU]. Esa es la experiencia de los últimos días… [es decir, de los días con Trump].”
Dicho de otro modo, cada uno por su lado. Después de la Segunda Guerra Mundial, “dependimos completamente” de EEUU, y pusimos “nuestro destino” en sus manos. Desde ahora, no podemos “depender completamente” de EEUU, debemos luchar solos por nuestro futuro.
Este discurso de Ángela Merkel tuvo enorme repercusión en Europa… pero hay que tomarlo con pinzas. Del dicho al hecho puede haber un largo trecho… y con más razón si se trata de la ruptura de uno de los dos principales bloques geopolíticos que se constituyeron tras la Segunda Guerra Mundial.[3]
Lo que es indiscutible, es que la crisis de la globalización neoliberal está generando fuerzas centrífugas cada vez más notables. Habrá que ver hasta dónde llegará este comienzo o, más bien, esbozo de ruptura del “bloque occidental” EEUU-Europa.
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1.- “Investigation Turns to Kushner’s Motives in Meeting With a Putin Ally”, New York Times, May 30, 2017.
2.- El Reino Unido es una excepción que, más allá del Brexit, dibuja hoy un gran signo de interrogación sobre sus rumbos futuros.
3.- El otro, fue el bloque de los Estados mal llamados “socialistas”, que se fue también disgregando en un largo proceso que finalizó en la disolución de la Unión Soviética.
Claudio Testa