Aclaramos que esta breve nota no está hecha por un músico, ni siquiera por alguien que sabe “leer” el pentagrama. Quizás como menuda carta de presentación, digamos que sí tiene más que presente toda la discografía de los cuatro de Liverpool a la que viene escuchando (y disfrutando) desde hace décadas. El sargento Pimienta, uno de los pocos sargentos (sino el único) al que le guardamos real cariño llegó este 1° de junio al medio siglo de vida. Fue un ícono de los “moviditos” sesenta. Los Beatles obraron el “milagro” de unir calidad artística con popularidad (léase en el capitalismo: récord de ventas). Mafalda y sus compañeros (otros emblemas de esa década) le dedicaron un número de la tira y sólo Manolito los rechazaba, mientras con cara de pocos amigos esbozaba un “A ésos…”
Cuenta Geoff Emerick, el ingeniero de sonido beatle a partir de 1966, que mientras estaba en los estudios de grabación del Sargento… John Lennon le decía enfervorizado: “Lo que quiero es una especie de remolino musical ¿entiendes?”. Emerick y el director musical del grupo, George Martin, entendieron pronto el mensaje y también comprobaron el esfuerzo titánico que les esperaba. El resultado será lo que Charly (y no sólo él) afirma en el epígrafe.
Pequeña sinopsis previa. Los Beatles, saturados de giras enloquecedoras y shows en vivo, en donde el griterío de sus fans “tapaba todo”, dan su último concierto en San Francisco (EEUU) el 26 de agosto de 1966. A partir de allí deciden que toda su obra será realizada en los estudios y sin público alguno. Inspirados en Elvis, que si no podía concurrir a un lugar… mandaba a su Cadillac!!, como cuenta la leyenda; Paul Mc Cartney pensó en inventar una banda de alter egos para mitigar las consecuencias del éxito. Ese fue el origen, a lo Elvis, del suboficial entrañable: La banda de los corazones solitarios del Sargento Pimienta reemplazaría a los Beatles.
Una rápida comparación. El primer disco LP del grupo (así se denominaba el vinilo “largo” que contenía entre 12 y 14 canciones, a diferencia del simple que sólo tenía 2), Please please me, lo grabaron en 13 horas… corridas. Para Sargento utilizaron 700 horas, una orquesta de 90 integrantes, efectos especiales y hasta un fragmento de canción de un surco oculto del vinilo. Un verdadero remolino musical, como quería John. La dedicación y el ya conocido profesionalismo de los “cuatro magníficos” fue total. Las drogas y en menor medida el alcohol, bancaron dicho esfuerzo. Se cuenta que Lennon estuvo a punto de caerse de la terraza de Abbey Road, el mítico estudio de grabación de la compañía EMI, sumergido en el ácido. Lo importante era que la evolución musical y en especial, instrumental, era notoria. Emerick señala:
Ése era el secreto del sonido suntuoso e increíblemente opulento del bajo que caracteriza a Sgt Pepper: la disposición de Paul a pasarse horas concentrado creando unas líneas de bajo armónicamente complejas para luego tocarlas lo mejor posible. Algunas noches trabajábamos hasta el amanecer, y Paul tocaba hasta que los dedos, literalmente, le sangraban.
Como decía el compositor romántico del siglo XIX Robert Schumann, cuando le preguntaban qué quería decir con su música: “la interpretaré de nuevo, sólo siéntanla”, lo mismo vale para esa obra de arte que Los Beatles hicieron a mediados de 1967. Obra conceptual desde el propio diseño de su mundialmente conocida tapa. Como en un caleidoscopio, en ella conviven: Edgar Alan Poe, Albert Einstein, Karl Marx, Marilyn, el actor Tony Curtis, el boxeador Sonny Liston y muchos más. Es el primer álbum del rock que incluye las letras en el sobre que contiene el disco. Si bien la idea original era que todos los temas estuviesen “enganchados”, eso sólo se logra en los tres primeros, pero la totalidad integrada que el mismo tiene, se puede apreciar casi con naturalidad. El rock rabioso a lo Berry (“si el rock naciera de nuevo habría que llamarlo Chuck Berry”, sentenciaba John), las baladas llenas de armonía, los géneros confundidos y la influencia hindú que traía Harrison, todo convive en El Sargento y se observa sobremanera en ese exactísimo cierre del disco que es A day in the life en donde Lennon/Mc Cartney demuestran lo profundos y esmerilados compositores que eran.
Digamos también que si bien el disco beatle fue la gema más importante de ese gran año musical del pop y la psicodelia, otros álbumes contemporáneos son realmente estupendos: The piper at the gates (Pink Floyd); The Doors (ídem); Are You Experienced?(Jimi Hendrix) y (tapa plagiada incluida) Their Satanic majesties (The Rolling Stones), por nombrar sólo unos pocos.
Políticamente el mundo presentaba rebeliones y semi insurrecciones en donde obreros y estudiantes se encontraban “unidos y adelante”, como se cantaba en las calles. Entre ellas, las marchas anti Vietnam en el corazón del imperialismo yanqui, el Mayo Francés en la principal universidad parisina, confluyendo con algunas fábricas y talleres, la llamada Primavera de Praga en el Estado burocrático checo, las huelgas de las automotrices italianas, como así también las protestas estudiantiles en México y el Cordobazo argentino. A propósito de éste, el historiador norteamericano James Brennan, que lo estudió e intentó radiografiar, dice haber recogido testimonios y tener vistas fotos de casas de obreros de la FIAT cordobesa en donde se hallaba la icónica tapa del Sargento beatle.
Si Lenin afirmaba que tenía que dejar de escuchar la hermosa Appasionata, sonata para piano de Beethoven, porque eso lo absorbía totalmente y le restaba tiempo para preparar la revolución, permítasenos disentir en esto con el gran marxista ruso. Construyamos el partido, preparemos a nuestra clase para que tome en sus manos el destino del mundo, pero sigamos escuchando al Sargento, sabiendo que la revolución, como Lucy, crecerá y vencerá obstáculos un día en la vida en la búsqueda de un cielo de diamantes.
Guillermo Pessoa