De manera sospechosamente sigilosa, sin hacer olas, sin anuncio previo (todos elementos que le dieron mala espina hasta a los amigos del gobierno), el ministro de Finanzas Luis Caputo hizo pública una emisión de deuda por 2.750 millones de dólares en bonos a ¡cien años! de plazo. El nivel de estafa y de mentira que representa este enésimo capítulo del mega endeudamiento macrista es tan grosero que hay que revisarlo de a poco.
Primera mentira escandalosa: “Esto demuestra la confianza en el país”. Pues no: lo que demuestra es la confianza de los inversores en que el gobierno de Macri va a honrar religiosamente este curro increíble, que pocos se quisieron perder, a punto tal de que hubo ofertas por casi el cuádruple del monto de deuda que se buscaba emitir.
Segunda mentira escandalosa: “Aprovechamos las tasas de interés más bajas de los últimos tiempos”. O, como dijo Marcos Peña, “endeudarse a largo plazo y con interés bajo es ser responsables”. Esto ya es de un descaro tan grande que uno no da crédito a lo que lee. ¡La tasa efectiva que paga el país es altísima, de casi el 8% anual! Es muchísimo más de lo que pagan por bonos de vencimiento mucho más corto la gran mayoría de los países de la región; Paraguay, Bolivia o Perú pagan el 4 o 5% anual. Para que se tenga una medida del curro: alguien que le presta al Estado 100 millones de dólares con este bono, sólo con los intereses recupera la inversión en menos de 13 años. ¡Le quedan 87 años para seguir cobrando una tasa de interés que es de las más altas del mundo!
En cuanto a nivel de cipayismo, entrega, y negociado en beneficio de los acreedores extranjeros, este bono deja muy atrás al récord anterior de la historia argentina, el empréstito de la Baring Brothers a Bernardino Rivadavia en 1824 por un millón de libras, de las que el país recibió poco más de la mitad y que se terminó de pagar en 1904. Preguntita: si de acá a los próximos 100 años la tasa de interés que debe pagar el país para endeudarse, por la razón que sea, baja sustancialmente, al 5%, el 4% o el 2%, ¿a quién le va a reclamar el Estado argentino por la sobretasa que deberá seguir pagando? ¿A los nietos de Macri y Caputo?
Tercera mentira escandalosa y desfachatada: “Estamos más cerca de países normales como Bélgica o México que de Venezuela, con quien el gobierno anterior se endeudaba a tasas del 15%”. No se puede ser tan caradura, ministro. Da la casualidad que recientemente tres países emitieron deuda a 100 años de plazo. Esos países fueron México (en 2015), Irlanda y Bélgica (en 2016). Pues bien, México emitió deuda al 4,2% de interés, casi la mitad de lo que pagará el Estado argentino. Y la deuda de Bélgica e Irlanda fue emitida al 2,3%, es decir, menos de un tercio de la tasa del “bono centenario” argentino. Y para colmo, Caputo se permite tomar burlarse de Venezuela, como si la tasa que paga la deuda argentina no estuviera mucho más cerca de la que paga Venezuela.
Ah, es verdad que Argentina emitió deuda en 2008 a pagarle al Estado venezolano al 15% de interés. Lo que Caputo no dice son dos cosas. Primero, que esa tasa usuraria era para un bono que vencía a los 7 años, no a los 100. Y segundo, vean ustedes, tanto el bono de 2008 como el bono actual a 100 años recibieron una importante suscripción del mismo fondo de inversión: Marathon. Ese fondo semibuitre, especialista en comprar deuda de alto rendimiento (es decir, de tasa bien alta), fue el verdadero destinatario de la emisión del Boden 2015 que se suponía iba a suscribir Venezuela. Y ahora se anotó con todo lo que pudo en esta emisión de Caputo. La moraleja es simple: no nos acercamos ni a México, ni a Bélgica, sino que seguimos siendo los emisores de deuda seriales para que los mismos estafadores de siempre hagan un gran negocio. Repetimos: los inversores que le prestan al país recuperan su inversión en 13 años y les quedan 87 para seguir cobrando intereses (y llevarse el capital al vencimiento del bono, si es que la deuda, la Argentina y el universo siguen existiendo para 2117).
Sigue delirando Caputo: dice que las emisiones de deuda en realidad son canjes de deuda vieja por deuda a tasa más baja, y desvaría con que la tasa promedio del stock de deuda es de sólo el 4,75% anual. Ya lo habrán adivinado: es mentira. Por lo pronto, ni una sola emisión de deuda externa de este gobierno se hizo a esa tasa, o a tasa parecida. Y si así fuera, ¿cómo es que hace una emisión de deuda tan importante, de casi 3.000 millones de dólares, a una tasa de casi el 8%? A otro perro con ese hueso.
Truchada final: Caputo se jacta de que la comisión que cobraron los bancos que efectuaron la operación (HSBC, Citi, Santander y Nomura; los amigos de siempre) fue muy baja, del 0,12%, y se permite, imprudentemente, agregar que “es muy inferior al 1,5% que se llegó a pagar años atrás en la Argentina”. ¡Claro que sí: pregúntenle si no a Néstor Grindetti, actual intendente de Lanús y ex ministro de Hacienda de la Ciudad de Buenos Aires bajo la gestión de Mauricio Macri, que tiene una causa por haber pagado el 2% (no el 1,5%) de comisión en la emisión del bono Tango de la Ciudad, que en su momento fue de 450 millones de dólares! De paso, aclaremos que al menos una de las instituciones financieras que cobraron esas comisiones era una consultora desconocida, amiga vaya uno a saber de quién…
La frutilla del postre es que los economistas que más duramente criticaron el reciente frenesí de endeudamiento en general y este bono centenario en particular resultan ser los más furiosos neoliberales: José Luis Espert, Guillermo Nielsen, Carlos Rodríguez y siguen las firmas. De modo que ya saben: si desde la izquierda se denuncia esta estafa, cualquiera debe desconfiar. Pero si estos hipergarcas sostienen que se trata de “un error garrafal”, “una torpeza política”, una emisión “irresponsable”, “de locos” e “inconcebible”, corramos a los botes que nos tapa el agua.
Marcelo Yunes