Compartir el post "“Si pudiera escucharme le diría: Ale, quiero ser un ladrillo en la construcción”"
Lo primero que quiero decir es que esta es una situación muy atípica, nunca me la hubiera imaginado, básicamente porque soy una persona muy perfil bajo, no tengo Facebook, no tengo foto de perfil en el What’s App, sólo hablo con la gente que conozco y esta situación de las escalinatas es muy propicia para Ale pero no es lo mío.
Tengo que decir que he cometido varios errores. El primer error del que quiero hablar es uno que cometí hace pocos días cuando me enteré de esta tragedia y mis hijos me abrazaban con fuerza, y yo les dije: “yo los amo, muchas veces les dije que los amo a los tres por igual, pero les quiero decir algo, que ustedes ahora me abracen el doble o el triple, no va a compensar el hecho de que Ale no me va a poder abrazar más, son como tres compartimentos estancos”, les dije, “cada uno tiene su lugar y los va llenando y hoy el de Ale va a dejar de llenarse, a partir de hoy, Ale, va a entrar en el pasado y con los verbos en pasado y porque hacía y decía y ya no voy a poder usar más el tiempo futuro de va a venir, lo voy a ver, nos vamos a abrazar”. Pero estando acá me acabo de dar cuenta que ese compartimento que Ale llenaba con su presencia y con su humanidad, con su parte física, no se cerró, todos ustedes, cada uno de ustedes, lo está llevando, lo está llenando y ustedes no tienen ni idea, parece tonto lo que voy a decir, con el dolor que venía y con la felicidad que tengo en este momento, es una incoherencia tal vez, no sé, lo tendré que hablar con el psicólogo.
Hace tres días que digo que estoy sin palabras y no puedo dejar de hablar y hablar y hablar. Y entonces yo les quiero agradecer a todos ustedes, a cada uno de ustedes, a los que dijeron algo, a los que no lo dijeron, a los que escribieron tantas cosas hermosas, muchas las leí, otras no pude pero lo voy a hacer. Y los quiero porque me han dado tantas otras imágenes de Ale que yo no tenía. Porque claro, yo no fui testigo de las 24 horas de sus días y los 365 días de sus 25 años. Yo tuve la dicha, el placer, la felicidad de compartir muchos momentos desde que bueno, era así chiquito, que fue el más grande de todos, 4,200 kg, hasta hace poco, hasta el domingo que escuché su voz por última vez en un mensaje de felicitaciones que le mandó al papá por el día del padre.
Mis tres hijos, los tres han sido fuente de enseñanzas para mí, en distintas circunstancias, situaciones, materias, y estoy decididamente reconsiderando esta cosa de si la muerte termina con todo o si la muerte deja abierta una puerta y como dijo Andrés, hay una forma de burlarla y es la de vivir en los otros a través de desearles el bien, de practicarlo, de ayudarlos, de ser solidarios de amarlos, de amar la vida. Yo sé que todavía me queda mucho por llorar, no le tengo miedo, porque total me meto en el baño, en la ducha o no, lloro acá y listo. Me queda un montón por vivir el dolor, pero no le rehúyo al dolor porque es como también una parte que se va, como cuando el viento te entra a soplar, te viene el dolor, que en algún momento el viento cambia y de repente viene un solazo divino y uno la pasa bomba y se ríe de la vida. A Ale lo amé inmensamente, igual que a ellos dos, y siempre se lo dije y siempre me lo dijo, y perdonen las chicas, las ex novias, novias, pero Ale dijo que yo era la persona que más amaba en el mundo, es más, para todos ustedes, es verdad, hacíamos competencias, “¡yo te amo más!”, “no, ¡yo!”. Y es hermoso haber podido expresar eso entre nosotros, y bueno, los que no lo practican les aconsejo que le digan al que quieren que lo aman, porque está bueno, porque aparentemente, digo yo ¿no?, la vida no tiene leyes, no es “la ley de la vida dice que se muere el abuelito, después se muere el padre y después se muere…”, no, la ley de la vida es que es todo un quilombo, cambalache, la biblia y el calefón juntos y te toca lo que te toca, y agarráte Catalina, y poner el pecho. Porque se va a terminar, porque como decía Marina, una de las enseñanzas de Marina de estos días, llorando a los gritos pelados, decía “mamá, yo tengo 22 años y yo quiero seguir siendo feliz, yo soy una persona feliz y quiero seguir siendo feliz, y quiero que todos nosotros seamos felices y no quiero ver de ahora en más porque Ale no está más, una mirada triste, apagada en ninguno de nosotros”, y yo dije, “no hija, tenés razón, yo también soy una persona feliz, yo quiero ser feliz, yo me propongo ser feliz”, no le vamos a sacar el cuerpo al dolor, pero tampoco vamos a dejar que nos gane la batalla. Ale no se lo hubiera merecido, me hubiera dicho: “¡pero mamá déjate de joder!”, “¿pero qué te pasa? me morí nada más, ¡ya está, vieja!”. Te juro que me hubiera dicho eso, estoy segura, no hubiera estado: “¡aaaaay!, ¡me morí!”.
Ale te amo, veo que estás vivo, me están convenciendo, toda esta gente me está convenciendo de que estás vivo, qué se yo, dicen que adentro de ellos… por las dudas no salgas nunca porque me voy a pegar un cagazo. Bueno, yo de verdad les quiero agradecer infinitamente por todo esto. Y les digo que viendo esto, yo entiendo por qué Alejandro militaba con tanto fervor y se reunía tanto con ustedes. Porque cada uno de ustedes, los que conozco mucho, poco, nada, pero cada uno de ustedes ve un ser maravilloso, ve una persona con una calidez humana que no sé, ojalá se pudiera hacer transfusiones de esto, chicos, nos volvemos todos donantes y cambiamos el mundo si esto se pudiera transformar con la transfusión.
Yo le dije a Bobi, “no sé si voy a hablar, me parece que no”, pero le dije: “agarráte si yo hablo, porque yo que sé cuándo termino”. Los quiero mucho, les agradezco muchísimo la presencia, a todos los que estuvieron por casa, si quieren seguir viniendo, vengan, compraremos menos cerveza. Y Bobi me dijo algo hoy cuando hablaba de unos homenajes que se estaban preparando en Francia, y habló de algo así como el germen, semilla y yo pensé, ¿no?, digo semilla, sí qué lindo, porque viste que las semillas son chiquititas, son chiquititas en relación a lo que crece después de la semilla, y yo me imaginé a Ale como semilla y ojalá que eso que estuvo haciendo algo ahí sea como una semilla y que en algún momento esa semilla caiga en terreno fértil, que le caiga agüita, solcito, que sé yo, y salga un árbol y crezca algo importante porque lo que Ale fue a sembrar es algo importante, es algo generoso, es algo solidario, es algo de amor. Porque dicen, “los troskos, las banderas rojas, ¡sanguinarios, se comen a los pibes!”, y no hacen nada de eso, aman a los demás, por eso luchan por eso, porque quieren que todos tengan las mismas posibilidades, que todos tengan acceso al respeto, a la dignidad, a la felicidad, es una palabra muy grande, a un rato de felicidad, pero sobre todo a la dignidad, a la igualdad, y eso es la herencia. En general son los hijos los que heredan a los padres, bueno a mí me tocó la contraria, yo estoy heredando a mi hijo, y yo de mi hijo lo que estoy heredando es esto, y entonces yo, si pudiera escucharme, que sé yo, le diría: “Ale, quiero ser un ladrillo en la construcción, no voy a ir más por la parte de afuera de la marcha, me voy a meter en el centro, Ale”. Muchas gracias.
Ah, quiero agradecer también, a todos ustedes, en nombre de mi marido, el papá de Ale, que muchos conocen, otros no, que es del sexo fuerte, teórico, porque en este momento está muy frágil y sabía que toda esta emoción no la iba a poder sostener, pero quiero que sepan que les agradece, los quiere, y también va a ser otro ladrillo más.