Por Roberto Sáenz
A la hora de desarrollar un balance de la campaña electoral de nuestro partido hay que tomar estos apuntes como un borrador inicial.
Lo primero a subrayar es que realizamos la campaña electoral más importante en la historia de nuestro partido. Desde la iniciativa de aprovechar el giro político en la situación con la asunción de Macri para llamar a conformar un frente electoral de independencia de clase con el MST (con el que veníamos y subsisten enormes diferencias políticas y estratégicas), pasando por la mudanza estratégica de Manuela a la provincia de Buenos Aires, los ejes políticos que desarrollamos en la campaña, la actividad desplegada por el partido en todo el país, y el hecho que estuvimos muy cerca de romper el piso proscriptivo en la provincia de Buenos Aires, además de lograrlo en todo el interior del país, el balance de la campaña electoral es extraordinario.
Dicho balance podemos dividirlo en tres partes. Nuestra iniciativa de conformación del frente propiamente dicho, la apuesta política a la instalación de Manuela Castañeira como una de las principales figuras emergentes de la izquierda argentina y la política que sostuvimos a lo largo de la campaña, en todos los rubros el balance de la campaña es de un éxito enorme, más allá de no haber podido lograr el objetivo de quebrar las PASO en la provincia.
Una política electoral revolucionaria
Arranquemos por nuestra política electoral. Lo primero a señalar es la ratificación de los ejes que sostuvimos en la campaña. Señalemos que la campaña procesó un debate estratégico en el seno de la izquierda. Desde el vamos partimos de la idea que debíamos presentar un programa global, no sólo consignas sueltas.
Es que si no podía colocarse el problema del gobierno en su conjunto –no estuvo planteada la salida de Macri- sí se colocó en el centro de la escena -y se ratificó con las contrarreformas que impulsa el gobierno-, el problema de su orientación de conjunto.
El planteo de un Plan B aun si requería -y requiere- una explicación de medidas pedagógicas específicas, partió correctamente de esta globalidad (por oposición a la suma de consignas fragmentarias, que es lo que caracterizó la campaña del FIT[1]).
Pero el transcurso de la campaña puso en el centro de la escena el problema del ajuste, así como colocó un debate estratégico en el seno de la izquierda.
La campaña de nuestro partido, nuestro frente y de Manuela colaboró de manera muy concreta en alertar a amplios sectores de los trabajadores, las mujeres y la juventud, sobre los ataques y el ajuste que se viene. En esto el rol de Manuela fue extraordinario, objetivándose en un papel de un verdadero tribuno popular; una cuestión sobre la que deberemos seguir desarrollando.
Un tribuno popular recoge los sentimientos, aspiraciones, que vienen desde abajo, las broncas, y les da una perspectiva de conjunto, una perspectiva política, una perspectiva que busca contribuir a la conciencia de clase[2].
Por lo demás, la campaña desarrolló un debate estratégico de enorme importancia (además de uno metodológico y principista, que veremos más abajo). La acentuación de Del Caño y el FIT alrededor de la elección de 20 o 30 diputados como el objetivo de la campaña fue realmente un desastre por donde se lo mire: estratégica y concretamente[3]. Un objetivo no solamente irreal sino oportunista, que no educa a los trabajadores en las perspectivas correctas que tienen que ver con tomar en sus manos todas las tareas, en confiar solamente en su movilización, sino en un cálculo de aparatos por lo demás ridículo.
Cuando Manuela retrucó que al gobierno “se lo castiga en las urnas y se lo derrota en la calles” colocó la perspectiva correcta hasta por el hecho que a lo sumo la izquierda (de la mano del FIT) podrá elegir un diputado por provincia de Buenos Aires en octubre.
Finalmente, no desarrollaremos aquí in extenso el escándalo principista de los ataques provocadores contra Manuela, las impugnaciones del frente en la justicia electoral, el intentar dirimir representaciones de la izquierda con el arbitraje de nuestros enemigos de clase, el querer quitarnos votos en el escrutinio definitivo, etcétera.
Todo esto debe ser materia de una reflexión mucho más profunda que la que podemos hacer aquí, pero que remite a la sustitución de la política revolucionaria por las maniobras; a la pérdida de criterios elementales de principios en función de un curso aparatista.
También en esto nuestro partido y nuestro frente dimos un ejemplo distinto en esta elección: la de la construcción de la izquierda revolucionaria que no tiene por qué ser una cloaca metodológica, que supone una lucha de tendencias durísima, mortal, pero con los métodos de la clase trabajadora y no de nuestros enemigos de clase.
La conformación de Izquierda al Frente por el Socialismo
El segundo acierto fue la conformación del frente con el MST. Esto ocurrió dadas las circunstancias de cerrazón del FIT y aprovechando el giro político nacional que significó la asunción de Macri, que abrió una posibilidad de acuerdos políticos entre nuestros partidos.
Un acierto que educa en que la política revolucionaria es concreta, que se formula en función de las circunstancias concretas y no en base a abstracciones fuera de tiempo y lugar; un acierto que alejó al MST de sus alianzas de conciliación de clases –más allá del caso de Santa Fe- y lo trajo –aun así sea provisoriamente- hacia un acuerdo de independencia de clases; es decir, hacia la izquierda.
La realidad es que a pesar de las enormes diferencias con el MST, el carácter poco claro –desde el punto de vista de clase- de sus llamados a la unidad, además de otros problemas estratégicos, de momento los integrantes de la Izquierda al Frente por el Socialismo tenemos quizás más acuerdos políticos que lo que ocurre entre las fuerzas del FIT, donde el PO recae en una orientación que pierde de vista el centro en el enfrentamiento al gobierno de Macri, que fabula que en la Argentina habría un “cogobierno oficialismo- oposición”, que llegó a definir a Macri como “más de lo mismo” en relación a los K y otra serie de definiciones bordiguistas o del tercer período, o una IS que apoya a los escuálidos en Venezuela…
Estos son problemas políticos que de momento no tenemos en la Izquierda al Frente, esto más allá que subsisten con el MST –entre otras diferencias, como por ejemplo, frente al tema De Vido[4]– el problema que nunca está claro el alcance de clase de sus llamados a la unidad (ver otra vez el caso de Santa Fe).
En todo caso, la conformación de Izquierda al Frente y su primera experiencia electoral permitieron colocar a la ofensiva el problema de la unidad de la izquierda, cuestión que se refuerza de aquí en más, incluso debido a que pasamos las PASO en el interior del país; sumado a esto que el FIT no logre consagrar nuevos diputados, podría colocarse con fecha cierta la finalización de su monopolio de la representación de la izquierda.
La instalación de Manuela como figura nacional
Por último pero de la máxima importancia, está toda la inmensa experiencia de la instalación de Manuela como una de las principales figuras de la izquierda argentina. A fuerza de política revolucionaria, de pasión, de sensibilidad, de valentía y coraje en la confrontación con los representantes políticos burgueses, de una política de diálogo hacia la base K, así se fue forjando la figura de Manuela, que sale de esta campaña electoral con un nivel de instalación y conocimiento sin precedentes.
Muchas cuestiones podríamos desarrollar aquí que son enormemente importantes y que han dejado enormes enseñanzas; preferimos abordarlas en un texto específico trabajado más en profundidad.
La cosa parte de una suerte de mix entre el peso hoy de las personalidades políticas, así como su proyección al campo político, el terreno de los medios, la representación de una figura que no es un político profesional: es una militante proveniente del movimiento de mujeres, que expresa a las nuevas generaciones, una joven trabajadora no docente.
La apuesta a darle ese contenido de renovación política militante –“la izquierda renueva sus fuerzas”- se reveló también como un enorme acierto. Pero no sólo como un tema de “imagen”, como una persona sin atributos propios (ver otras figuras de la izquierda en este sentido), sino como la emergente de un movimiento real, en el caso de Manuela, repetimos, del movimiento de mujeres, con una personalidad propia que se hacer valer como tal en todas las luchas, en las relaciones con los trabajadores, con la juventud, en la polémica en los medios, etcétera.
De esas confrontaciones Manuela salió con un enorme reconocimiento mostrando elementos de objetivación creciente entre sectores de masas, con los más de cien mil votos obtenido en provincia, teniendo en cuenta además que Manuela colaboró a los votos del frente en todo el país transformándose sin duda alguna en la principal figura nacional de nuestro frente.
No cabe duda que la proyección de Manuela como figura de la izquierda ha dado un salto cualitativo sin antecedentes, lo que es otro logro enorme de nuestro partido en esta campaña.
La actividad del partido
Finalmente, cabe destacar la titánica actividad del partido en esta campaña, de toda su militancia, la fiscalización enorme en la provincia de Buenos Aires, el que toda una nueva camada de militantes se haya fogueado en la campaña, saliendo de los “nichos de la vanguardia” hacia un diálogo amplio con sectores de masas.
El partido fue más allá de sus límites; el partido se extendió a nivel nacional en provincias y regiones donde no estábamos, abrimos decenas de nuevos locales, toda una actividad inconmensurable que todavía no podemos evaluar en todos sus verdaderos alcances.
En todo caso, lo que queremos señalar es la maduración de toda la militancia partidaria y cómo el partido está para más en materia organizativa y territorial a partir de esta campaña; cómo el partido debe ir a más en ambos terrenos.
La campaña electoral ha sido un éxito inmenso para el partido, un triunfo de proporciones aun si debemos ser objetivos que el objetivo de romper las PASO en provincia no se logró, lo que no dejó de ser un trago amargo dentro del éxito inmenso de esta campaña.
Pero está claro que el Nuevo MAS está acercándose a un salto histórico en su desarrollo; salto histórico para el cual venimos acumulando cada vez mayores condiciones.
[1] Esto más allá que el FIT tomó correctamente como uno de sus ejes de campaña el conflicto del Pepsico, lo que de todas maneras no obsta para su habitual auto-referencialidad.
[2] Un elemento de importancia aquí fue el esfuerzo por desnudar el carácter empresarial del gobierno de Macri, su profundo sentido de clase, además de dejar en evidencia como todas las fuerzas de la oposición patronal de una u otra manera vienen colaborando para dejar que pase el ajuste,
[3] Del Caño repitió varias veces que ese era el objetivo del FIT en la campaña; que con “20 o 30 diputados, senadores, la represión en Pepsico no hubiera ocurrido”… una perspectiva falsa por donde se la mire, más allá que tácticamente es de enorme importancia poder tener diputados de la izquierda.
[4] Al igual que el MES en Brasil, el MST defiende una orientación que no es de clase frente al tema de la corrupción patronal y burguesa.