José Luis Rojo
“El presidente ya tiene listo su plan económico para el día después de las elecciones. Puertas adentro bautizaron la etapa que viene como la de ‘reformismo permanente’, por la batería de medidas que buscarán aprobar y por la velocidad con la que pretenden hacerlo” (La Nación, 27/09/17).
A pesar de la amenaza de “desborde” provocado por el caso Maldonado luego del primer aniversario de su desaparición, el gobierno aparece ahora controlando los desarrollos sin que se haya abierto una crisis política.
Es verdad que la reciente caída del juez Otranto ha sido un golpe a la estrategia de encubrimiento; un golpe que seguramente dará lugar a desenvolvimientos de importancia en el futuro. Sin embargo, también es verdad que mientras el nuevo juez Lleral toma las riendas del caso, el gobierno gana tiempo para normalizar la coyuntura, retomar su agenda, lanzar la campaña electoral.
En el mismo sentido va la reconciliación escenificada en la reciente reunión de la CGT con Triaca. Siquiera se realizó aun el famoso confederal donde iba a resolverse una medida de lucha. Los “cantos de guerra” han sido depuestos; la CGT ha abierto un nuevo compás de espera hasta después de las elecciones donde se verá en concreto que acuerdo pasan con el oficialismo; un oficialismo que viene con una agenda de “normalización” económica que incluye medidas para multiplicar el ajuste como serían las contrarreformas en materia laboral, jubilatoria, tributarias y demás.
En todo caso la batalla del momento es mantener en alto las banderas por la aparición con vida de Santiago Maldonado; no solo este es un reclamo grave y urgente. Es también el tema de la agenda que, en lo inmediato, podría dar vuelta la coyuntura.
Y esto es así aun a pesar de lo que venimos señalando: que estos días la coyuntura ha aparecido “normalizada”. Una movilización multitudinaria el próximo domingo 1 de octubre podría ser la señal de alerta de que las cosas no son tan simples para el gobierno.
Un contexto adverso
Hemos señalado en estas páginas que la situación política del país ha atravesado coyunturas diversas a lo largo del último año; como si la situación de conjunto buscara un desenlace.
Si marzo, abril y mayo fueron meses de crisis para el gobierno, de emergencia de una amplio proceso de movilización, de expresión de una vacancia política que parecía expresarse por la izquierda, del fenómeno dinámico de la bronca contra Macri, fue evidente en julio como esto se dio vuelta con la escalada de despidos y suspensiones, así como posteriormente con el triunfo electoral del gobierno en las PASO expresando una ola de fondo conservadora que viene desde el 2015 y que aún no se ha agotado.
La desaparición forzada de Santiago Maldonado se inscribe en la dinámica de esta nueva coyuntura conservadora, reaccionaria, y si bien dio lugar (en determinados momentos) a la eventualidad de la apertura de una crisis política, hasta el momento el gobierno ha logrado controlar los desarrollos –vale decir, el encubrimiento de su desaparición- avanzando en conducir el país hacia un punto de equilibrio político y social más a la derecha.
Si de todos modos la Argentina resta como un país muy dinámico y habrá que ver qué fuerzas sociales se ponen en marcha si el gobierno ensaya un ataque más de fondo contra los trabajadores –un actor decisivo que permanece ausente en esta batalla democrática por Santiago-, en todo caso es un hecho que la actual tendencia de los desarrollos en el país coincide con lo que está ocurriendo internacionalmente.
La realidad es que, regional y mundialmente, desde el 2015 los desarrollos vienen siendo hacia la derecha. El ciclo de rebeliones populares y gobiernos progresistas parece agotado; al mismo tiempo, con la llegada de Trump al gobierno de los Estados Unidos terminó de decantarse una coyuntura conservadora a nivel internacional que si bien posee como contrapunto elementos de polarización hacia el otro lado –ver ahora la rebelión independentista en Catalunya- el polo dominante es el reaccionario.
Parte de esto es el enorme peso que tiene en la región los desarrollos en Brasil, donde a pesar de los escándalos de corrupción Temer aparece reafirmado y aplicando una agenda de contrarreformas brutales que están retirando conquistas históricas de los trabajadores del país hermano.
Si vamos al mundo no hace falta señalar que la noticia internacional más impactante de los últimos días ha sido el breakthrought electoral logrado en Alemania por la extrema derecha entrando al parlamento con casi 100 diputados por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Adelantémonos a señalar, de todos modos, que esta extrema derecha nada tiene que ver con el nazismo; no deja de ser un fenómeno político electoral-parlamentario que, para colmo, en el momento mismo de su rotundo éxito electoral, acaba de dividirse al señalar que sus nóveles diputados se expresaran en bloques parlamentarios diferenciados.
Sin embargo, eso no quiere decir que se trate de un fenómeno menor, que no refleje problemas y peligros reales. Lo que expresa es, lamentablemente, como se capitaliza por derecha y no hacia la izquierda el hecho cierto que la socialdemocracia al frente del gobierno una década y media atrás, y el gobierno de coalición con Merkel en los últimos tres mandatos, de tan idénticos ambos partidos mayoritarios, de tan social liberales, han desprestigiado a la izquierda como alternativa.
Merkel y la socialdemocracia vienen hace dos décadas aplicando contrarreformas laborales que han precarizado terriblemente el trabajo y no solo de la juventud: también de trabajadores en edad de jubilarse y ya jubilados.
Alemania es el reino de los “minijobs”: se trata de trabajos precarios que no tienen horario alguno y donde el empleador puede llamar al trabajador a cualquier hora del día para que se presente a cumplir su función. Desde ya que no hay horas nocturnas ni de fin de semana; no existen horas extras y nada por el estilo: es el súmmum del trabajo flexible y explotado que atañe a un porcentaje enorme de la clase trabajadora alemana (país que muchas veces se nos presenta como “un cuento de hadas”).
A esto se le debe sumar la prédica antiinmigrante; la utilización por parte de la extrema derecha de estas motivaciones y resentimientos, las que son alimentadas por los reiterados atentados que en suelo europeo cometen organizaciones islámicas reaccionarias como ISIS.
Y no se trata solamente de Alemania. Está en curso una verdadera oleada mundial de contrarreformas laborales: es el caso de Macron en Francia, de Temer en Brasil; pretende ser el caso de Macri en nuestro país.
Un contexto internacional adverso que está marcado por otro elemento de enorme importancia: la desorientación política que exhiben amplias porciones de la clase obrera; porciones que expresan un enorme malestar con los ajustes, con el deterioro de las condiciones sociales y de vida pero que en vez de expresarse hoy por la izquierda, muchas veces tienden a hacerlo por la derecha.
El contrapunto de esta realidad, el factor dinámico es la emergencia de las nuevas generaciones en la lucha y la vida política, el protagonismo de la juventud como se puede apreciar hoy en el lucha por el derecho a decidir en Catalunya, por ejemplo, y en muchos otros lugares, así como la emergencia mundial de un pujante movimiento de mujeres que es hoy día una de las sensibilidades más progresivas que se aprecian en los movimientos de lucha.
Los trabajadores deben entrar en escena
El centro de la pelea contra el gobierno está puesto hoy en el caso Maldonado; es evidente que no será igual si se impone el encubrimiento a si se logra hacerlo volar por los aires.
Sin embargo, aun si se diera el peor de los escenarios, sería un error sacar de ello definiciones demasiado concluyentes.
Lo que ocurre es que dicha pelea se sustancia en medio de una gran “sordina” de la clase obrera, que le cuesta ver la pelea como suya. A esto contribuye la tradicional “despolitización” de los trabajadores –sobre todo cuando no se trata de cuestiones directamente reivindicativas- como así también, y de manera decisiva, el estricto comportamiento corporativo que imponen las direcciones sindicales tradicionales, que lejos de movilizar a los trabajadores, han planchados las luchas actuando como factótum de la gobernabilidad.
Que esta batalla se sustancie en ausencia de los trabajadores es muy malo; pero también es un error pensar que en ningún momento entrarán los trabajadores en la lisa. ¿Qué pasará si las contrarreformas que vienen luego de las elecciones los impactan de lleno?
Claro que hubiera sido mucho mejor que hubieran plantado cara en la pelea por la aparición con vida de Santiago. Pero antes de sacar conclusiones apresuradas sería mejor no perder de vista que Macri podría tener que vérselas con la clase trabajadora si lanza un ataque demasiado directo.
Todo esto no niega que la coyuntura esté adversa; que incluso la lucha democrática que suele unificar más ampliamente fuerzas diversas, deba remontar dos meses de operativo encubridor, dos meses de criminalización del pueblo mapuche, dos meses donde Bullrich y Otranto se dedicaron sistemáticamente a destruir las pruebas del accionar de Gendarmería.
Tampoco es menor el factor estabilizador que viene cumpliendo la CGT, así como también la estrategia puramente electoral-institucional del kirchnerismo cuyas razones de clase, estructurales, explicábamos en nuestra edición anterior.
Pero en cualquier caso sería un error adelantar conclusiones mientras la batalla por Santiago está abierta, mientras las elecciones del 22/10 aún no han cantado sus resultados.
Es que existen importantes interrogantes que aún no han sido develados. Por ejemplo: ¿logrará el gobierno un acuerdo parlamentario explícito para hacer avanzar sus contrarreformas? ¿Podrá pasar un acuerdo con la CGT que le despeje la conflictividad social de manera duradera por un período de importancia? ¿Logrará hacer valer más medidas reaccionarias que sean el indicador de como el péndulo de las relaciones de fuerzas se ha desplazado lo más a la derecha que hayamos podido ver desde el 2001?
¡El 1/10 todos a Plaza de Mayo por la aparición con vida de Santiago!
En todo caso, como definimos en una reciente reunión partidaria, no es el momento de hacer grandes “elucubraciones”: los interrogantes del análisis, de la transición que están en curso en este año de coyunturas cambiantes, se deben resolver en la política; y la política marca que hay que redoblar los esfuerzos en la campaña por Santiago Maldonado.
De ahí también que sería un error que la izquierda entre en campaña electoral como si tal cosa. Expliquémonos: la campaña se está abriendo paso como un hecho objetivo y seria infantil apartarnos de ella. Nuestras propias campañas electorales en Córdoba, Neuquén, Rio Negro y demás provincia donde rompimos el piso proscriptivo con la Izquierda al Frente están comenzando en estos momentos; incluso estamos participando de importantes debates de candidatos como el que se viene próximamente en La Pampa.
Sin embargo, y como dijera nuestra compañera Manuela Castañeira en un reciente programa de Intratables, tampoco se trata de entrar en campaña insensiblemente, de naturalizar que esta campaña se desarrollara mientras Santiago permanece desaparecido; que existe un inmenso elemento antidemocrático y reaccionario que perturba las cosas, que es que Santiago no aparece; de ahí que no haya programa televisivo ni acción de campaña electoral en el que podamos obviar como izquierda la pelea por la aparición de Maldonado.
Con los ejes de la aparición de Santiago, de la denuncia al curso reaccionario del gobierno, con el alerta de las contrarreformas antiobreras y antipopulares que se vienen luego de las elecciones, en incondicional defensa de las tomas de los secundarios y de su lucha contra las contrarreformas educativas; es con estos ejes que el nuevo MAS en la Izquierda al Frente retoman su campaña electoral en el interior del país hacia octubre.
Pero sobre todo y más allá de las elecciones y en todo el país, la militancia de nuestro partido sigue jugada enteramente en la pelea por la aparición con vida de Santiago, en el impulso a la marcha a Plaza de Mayo el próximo domingo 1, una bandera que será central también para nuestra delegación de Las Rojas que está en los aprestos finales hacia el nuevo Encuentro Nacional de Mujeres que se realizará en Chaco en quince días.