El viernes pasado trascendió la noticia del desplazamiento del periodista de C5N. A través de sus propias redes sociales, no se mostró sorprendido: “Previsible. Me comunicaron que me han echado de @C5N. Emocionadamente GRACIAS a todos dentro y fuera del canal que me regalaron 1 año y medio de felicidad profesional. ¡Viva la libertad de expresión!”
En posteriores declaraciones volvió a indicar que desde un tiempo venía esperando la noticia de su desvinculación, no hay que olvidar que hace pocas semanas despidieron a Roberto Navarro del mismo canal y que a pocas semanas de asumir el nuevo gobierno, Víctor Hugo fue despedido, junto a todo su equipo, de radio Continental. Las muestras de solidaridad en aquella oportunidad y en esta no se hicieron esperar y llegaron de variados sectores. Nuestra candidata Manuela Castañeira también hizo extensivo su apoyo: “Me solidarizo con Víctor Hugo ante su despido arbitrario, todo un caso de censura política! En su programa siempre hemos podido expresar nuestras posiciones con total libertad. Un abrazo solidario desde nuestra parte @VHMok”.
No caben dudas de lo acertado de llamar a este despido un caso de censura política. El propio Víctor Hugo hizo público que las razones que le dieron desde el canal fue que los nuevos dueños tenían una visión irreconciliable con la del periodista. De la misma forma que con otros casos en los que el macrismo avanza antidemocráticamente contra derechos de opositores, sean o no de nuestro arco político, no hay lugar para sectarismos: el despido de Víctor Hugo debe ser denunciado categóricamente como una arbitrariedad antidemocrática que ataca la libertad de expresión.
No caben dudas de que el gobierno necesita la menor cantidad de voces opositoras para poder pasar la reforma laboral con el menor barullo posible: mientras se mete en el bolsillo a los sindicalistas tradicionalmente traidores, “purga” las voces opositoras de los medios de su influencia. El problema es, evidentemente, que no existan medios independientes con una llegada realmente masiva y capaz de competir con estos grandes grupos. Este despido llega en pleno traspaso del canal de un grupo a otro, liderado por Ignacio Rosner, antiguo inversor del grupo Clarín que hoy tiene su fondo de inversión en el Grupo Indalo. Víctor Hugo denunció a este empresario como el que ordenó su despido en función de los intereses del gobierno nacional.
Estos personajes que maquillan sus fondos de inversiones bajo nuevos nombres operan sin mayores dificultades. La Ley de Medios que se planteaba como un proyecto de democratización de los medios audiovisuales no llegó a hacerle cosquillas a los grandes concentradores de los monopolios. Resuenan los lamentos de los simpatizantes k (y de algunos militantes) por haberle “perdonado la vida” al grupo Clarín y a Magnetto. En el mejor de los casos las maravillosas medidas democratizantes de los K, beneficiaron a las “corpos amigas” contra la “corpo de Clarín”, pero no se rompió el vínculo entre medios de comunicación y mercado capitalista y tampoco se llevó hasta el final la avanzada contra Clarín. En tanto la posibilidad de informar y opinar sobre los problemas sociales de forma masiva quede reducida a aquellos que pueden comprar los medios, la pluralidad de voces se reducirá a una voz: la empresarial. En nuestro país la libertad de expresión (una de cuyas formas es la libertad prensa) no sólo no está garantizada, sino que asistimos a firmes pasos hacia una verdadera persecución de las voces disidentes.
Violeta Roble