Ante la situación que está viviendo el pueblo mapuche en la Patagonia Argentina, entrevistamos a Sandro y Sanmartiniano, dos conocidos referentes mapuches de Bariloche, quienes nos contaron con mucha camaradería cuál es la realidad que están viviendo las distintas comunidades de la región y el pueblo mapuche en general ante el feroz ataque de este gobierno.
¿Cuál es la situación del pueblo mapuche en la actualidad?
Sandro: Nosotros no podemos dejar de hablar de la actualidad del pueblo mapuche sin referirnos al pasado, porque todo lo que está pasando ahora es parte de lo que ocurrió con nuestro pueblo. Nosotros decimos que hay un genocidio fundante. En 1878 vino la avanzada más fuerte del Estado argentino, al mando del General Roca que comenzó en Choele Choel un 25 de mayo de 1878. Allí avanzaba el ejército argentino y hacía su primera ocupación militar del territorio mapuche. Nosotros tomamos esa fecha como punto de partida donde comenzó un genocidio para nuestro pueblo. A partir de eso hubo campos de concentración, traslados forzosos. Cuando se atacaba a las comunidades lo que se hacía era atacar a la población civil, niños y mujeres; los hombres resistían y combatían hasta que podían. Nosotros decimos que se produjo en ese momento un genocidio fundante que fue exitoso, porque nadie lo cuestiona. Estamos a 140 años y nosotros venimos diciendo que hay un genocidio que se cometió contra nuestro pueblo y no ha sido reparado. (…). A partir de ese hecho, y por eso es que decimos que no podemos hablar del presente sin hablar de este pasado, como no se reparó, no se reconoce actualmente, ningún gobierno ni partido político ha reconocido este genocidio fundante, no se ha hecho juicio a los culpables de este genocidio, eso se vuelve a repetir a lo largo de la historia.
¿Cuando hablas de campos de concentración, a que te referís?
Nosotros tenemos como la fotografía de la gente judía en los campos de concentración nazis, pero acá mismo ya había ocurrido eso que hoy denominamos campos de concentración. Por ejemplo en Valcheta se había hecho un gran corral con alambre, donde mantenían prisioneros a los hombres que podían dar batalla al ejército argentino, y los dejaban morir de hambre. Está reconocido ese campo de concentración. Después hubo otro en Chichinales y otro en la Isla Martín García, cuando los llevaban para allá, donde murieron muchos de enfermedades que en esa época no tenían cura. A eso nosotros llamamos campos de concentración, donde el Estado argentino concentró a la población mapuche y dejó que se mueran de hambre ahí o los mataban. Esto no sólo lo decimos nosotros, hay crónicas del diario de Mitre, donde ellos mismos reconocen que hubo crímenes de lesa humanidad, donde había militares que mataban a los mapuches, eso fue publicado. Osvaldo Bayer hace esa investigación. Entonces podemos decir que en esa época no todo el mundo pensaba como la aristocracia, sino que había gente que denunciaba esto, que estaba sucediendo una gran represión sobre un pueblo en una batalla desigual, en una época en que Roca estaba siendo financiado por Inglaterra y habían comprado el armamento más moderno de la época, mientras que los peñi luchaban con lanzas y boleadoras. Había una resistencia desigual, eran masacres lo que producían. Nosotros venimos denunciando esto desde esa época. Y lo que revive la época, no solamente con este gobierno, ya que nosotros venimos denunciando que también con el gobierno anterior, en Paichil-Antriao, había sucedido una gran represión con el kirchnerismo en el año 2012. Denunciábamos que seguían reprimiendo con la misma ferocidad. Ahora esto se profundizó y hay una política clara de crear un Estado policial, militarizar a las comunidades, y no les importa desaparecer personas ni asesinar. Nosotros vinculamos eso, el pasado con el presente y decimos que nunca salimos nosotros de ese genocidio, de esa campaña del desierto. De hecho estamos en este momento reviviendo mucho dolor y mucho miedo. (…)
La situación actual es esa: nosotros estamos viviendo dentro de un Estado, que es el argentino, y somos un pueblo que sigue vivo, que sigue peleando, y que no hay un reconocimiento de nosotros como pueblo. Estos hechos de masacre estatal que no tienen reparación o donde no hay culpables, están dentro de esa misma historia. Lo que pasó con Rafael Nahuel o con Santiago Maldonado, está dentro de esta historia mapuche que seguramente van a contar nuestros nietos, que es una continuidad de lo que fue el genocidio fundante.
¿Puede haber una reparación histórica por parte de este Estado?
Sandro: Nosotros estamos diciendo que tiene que construirse y refundarse otro Estado. Si este Estado se construyó bajo una masacre estatal, bajo una violación hacia los derechos humanos, no puede ser un Estado sano, entonces hay que refundar el Estado y repensarlo, para construir un Estado que reconozca a las naciones preexistentes. Esa es nuestra lucha también. Donde se reconozca también su forma de habitar el territorio, su espiritualidad y su forma de construir política. Porque es totalmente diferente a la política que vino de Europa.
Se habla de que queremos fundar un Estado aparte, o queremos hacer un país mapuche, pero no se habla de qué propuesta puede haber. Y la propuesta es que haya un reconocimiento a nivel del Estado donde primero se diga que se cometió un genocidio y luego de ver cómo se refunda el Estado con pueblos preexistentes que siguen existiendo hoy, donde hay un conflicto estructural que es el tema del territorio, que va a seguir estallando por todos lados. Porque en definitiva esa es la causa de todos los conflictos, que el Estado que gobierna hoy es un Estado empresarial que le facilita a los empresarios nacionales e internacionales lo que ellos llaman “recursos naturales”: el petróleo, el agua, la minería, el negocio inmobiliario. Y para dejar el camino limpio tiene que chocar con una forma de vivir, una forma de pensarse en el mundo que choca de frente con este pensamiento capitalista. Y su solución va a ser siempre la represión y la muerte, como en la conquista del desierto. Vamos a tener que crear una coexistencia, pero viendo cómo se va a crear una relación de poder distinta, entre pueblos preexistentes, que tienen una forma de ver el mundo, y otros pueblos que vinieron de Europa, que tienen una forma diferente de ver el mundo, de hacer política, y de pensarse habitando un territorio. Si no se reconoce todo esto, de ninguna manera va a haber paz.
¿Qué respuesta das a quienes sostienen que los mapuches quieren hacer su propio Estado?
Sandro: Lo que hay que discutir primero es el concepto de Estado, pueblo y nación. Digamos el Estado es una organización administrativa que te da una determinada forma de hacer política en el mundo, que vino de Europa. Y esta administración se impuso en los territorios del pueblo mapuche. Y fue cometiendo un etnocidio con todas las instituciones que pudo crear, a nivel de dejar sin el sistema de salud originario mapuche, sin el sistema de educación que tenía el pueblo mapuche, sin la lengua existente que tenía el pueblo mapuche, imponiendo un monoculturalismo, una sola forma de ver el mundo. Y después la nación. Nosotros decimos que somos una nación preexistente. Eso está reconocido por la Constitución Nacional a partir de 1994 donde dice que reconoce la identidad étnica y cultural. Y digamos nosotros somos una nación porque nosotros, si la queremos definir rápidamente: tenemos un idioma propio, tenemos nuestra propia espiritualidad, la filosofía mapuche de habitar el mundo, de estar en el mundo y una forma de construir organización política que son los traum, cuestiones horizontales que son un consenso para tomar decisiones. Tenemos nuestra propia vestimenta, tenemos un propio sistema educativo, un sistema de salud que ha sido destruido pero no del todo por la cultura occidental. Siempre soñamos en volver a una forma de habitar el mundo que sea mapuche, sin destruir la naturaleza, siendo parte de ella. Y este es el sueño mapuche.
Y después cuando dicen que el pueblo mapuche quiere construir un Estado aparte yo creo que ellos (lo que hablábamos recién) nunca preguntan hacia el otro diferente. Siempre te construyen según cómo te piensan. El Estado se piensa de una manera represiva, de una manera violenta y armamentista. Entonces piensa que el pueblo mapuche puede construir un Estado parecido que venga a someterlos a ellos. Eso digamos construyen los medios y construye la sociedad. ¿Qué conozco yo? Un Estado que cometió genocidio fundante, cometió genocidio en los años 70 y que puede volver a cometer genocidio. Un Estado policial que en cualquier momento puede matar y desaparecer gente. Entonces piensa que el pueblo mapuche puede llegar a construir una sociedad así. Y nosotros decimos no, el pueblo mapuche en su filosofía de vida, su espiritualidad, respeta todas las vidas, respeta todas las formas de ser en el mundo. Entonces jamás podríamos nosotros construir un Estado que se base en la muerte. Nosotros decimos: sí ellos piensan y temen que el pueblo mapuche pueda construir un Estado aparte porque el Estado que nosotros vivenciamos es un Estado policial incluso terrorista, entonces imagínense, si el pueblo mapuche construye un Estado nos van a hacer esto: lo que nosotros le hacemos a ellos históricamente, lo que le hicimos durante toda la historia. Entonces esa construcción genera mucho miedo en la población. (…) Esa construcción la generan los medios pero en base a una historia a la que siempre nosotros volvemos, este genocidio no reconocido y que se puede volver a repetir en cualquier momento, de hecho lo estamos vivenciando ahora en la actualidad.
¿En ese pensar la refundación del Estado, cómo se plantean el vínculo con toda la gente no mapuche que no se identifica con este Estado genocida: los trabajadores, el pueblo, los sectores más oprimidos?
Sandro: Nosotros creemos que hay que dejar reconstruir al pueblo mapuche en todas sus variantes, en toda su diversidad y todo su potencial, desde la lengua, la espiritualidad, la filosofía, las formas de habitar el territorio, la forma de curarse, de sanarse. Y a partir de ahí me parece que se puede dar una real coexistencia entre el pueblo argentino y chileno donde gente que no sea mapuche puede adherir incluso a la forma de habitar la tierra del pueblo mapuche y seguramente se va a poder coexistir, porque el pueblo mapuche siempre fue un pueblo que albergó y que contuvo a mucha gente. Ahí está abierta la construcción, pero tienen que dejar construir y apoyar que hay otra forma de habitar el mundo, que no solamente es el capitalismo occidental. Que hay otras formas que el capitalismo no quiere dejar desarrollar o revitalizarse porque sabe que son totalmente contrarias a su filosofía de habitar este mundo que es la destrucción, generar riquezas y concentrarla, la tenencia de la tierra. Entonces la propuesta cabría también para la gente que se considera oprimida por este sistema, decirles: “mirá, hay otras formas de habitar la tierra: no existe la propiedad privada sino que existe la propiedad comunitaria; existe una forma diferente de curarse, una forma diferente de hablar, de aprender y de habitar la tierra”. Ahí está la propuesta mapuche para la gente no mapuche. Los mapuches nos proponen esto: volver a reconstruir un mundo, que para nosotros la utopía no está en el futuro, está en el pasado. Nosotros vivimos ese mundo. Nuestros ancestros vivieron ese mundo donde no había hambre, donde no había enfermedades, donde no había genocidio de un pueblo contra otro. Hay una utopía que nosotros buscamos en el pasado, reconstruirlo. Y es fuerte esa utopía y esa utopía está adentro de cada mapuche.
El otro día me preguntaban y está la duda muchas veces. ¿Qué pasó con Rafael Nahuel? ¿Los mapuches lo cooptaron, lo reclutaron? También hay una forma de pensarse, porque pensarse en volver a ser mapuche, el ser,descolonizar el ser no es un proceso como adherir a un club de fútbol, o ser parte de un partido político o adherir incluso a una ideología. Abarca todo el ser. Cuando un muchacho se empieza a reconocer mapuche empieza a ver la vida de otra forma. A mí me parece que le estaba pasando ese proceso a Rafael Nahuel y ese proceso de autoafirmación, de reconocimiento de un ser ancestral es imparable, no lo puede parar nadie. Es un camino de liberación. Lo vivenciamos nosotros como mapuches. Decimos: “tenemos un camino acá, de liberación que no está afuera, está dentro nuestro. Nos hicieron creer a nosotros que nuestras familias no valían, que nuestros abuelos no sabían, que eran ignorantes, que incluso a nivel racista que nosotros éramos feos, que nuestra piel era fea…” Entonces este colonialismo que sufrimos todo el tiempo cuando lo vivencia un joven, una joven, es liberador porque de pasar a ser los malos, feos, empieza a ser como: ¡Mirá lo que tengo dentro mío! Es un proceso muy fuerte y a Rafael Nahuel le estaba pasando eso por más que la familia dude, él estaba reconociéndose y estaba soñando reconstruir y construir otros mundos. Eso es lo que les pasa a los jóvenes cuando se reconocen y ya ahí no importa nada, no hay miedo a nada. Uno puede estar enfrentando al poder más descomunal porque se siente uno, se siente que está luchando por algo que vale la pena para los jóvenes y los no tan jóvenes. (…) Y es un mundo liberador, por eso es tanto miedo. ¿Qué pasa si lo dejamos crecer a los mapuches como pueblos indígenas? Se nos viene una muy fuerte porque son pequeños grupos que han asumido roles más de avanzada, de enfrentar cuerpo a cuerpo al sistema. Si fuéramos toda la cantidad de mapuches que hay en Bariloche estarían en problemas.
¿Tienen más o menos estimado un porcentaje de pobladores de Bariloche de origen mapuche?
Sanmartiniano: Creo que una primera visión es que hoy somos criollos. Ya no somos más mapuche, mapuche como se dice, un poco por las razones que contaba el peñi. Hace diez años atrás se hablaba de un 60% de la población de Bariloche que eran mapuche, algunos directamente o indirectamente pero en su gran mayoría eran mapuche. Eso tiene que ver con la gran migración que hubo y con el despojo de territorio. Ese despojo de territorio, ¿qué hizo? Que generalmente la gente quedara con un campo muy chiquito con una familia grande, te quitaban los mejores campos, y finalmente los jóvenes se terminan yendo a la ciudad. La gran mayoría no se reconoce, pero si uno ve los trabajadores municipales, el 90% son mapuche, en las escuelas, la policía, los gastronómicos, la mayoría de los empleados estatales, son mapuche. Y podemos hablar de toda la provincia, porque los que no están acá están en Viedma, están en Roca y sino en Neuquén, en Patagones. Generalmente se dice que los mapuches vinieron a exterminar a los Tehuelches. Esa es una versión que la hizo el escritor Casamiquela. Y en general en la mayoría lo que hay es una fusión, donde somos mitad y mitad, mapuche-tehuelche. El Estado exterminó, no vino a decir, a ver vos sos Mapuche, vos sos Tehuelche. Exterminó a todos los pueblos del sur. Hay una realidad y un trabajo muy importante para que el mapuche se termine reconociendo. Porque la memoria está. (…) Hay una memoria que está, y que nosotros tenemos que buscar. Y esto es pacíficamente, el pueblo mapuche ha sido pacífico, ha resistido a una violencia. Hoy podemos decir que hay un avance. Si uno mira 30 años atrás, es una continuidad, de despojo, de juicio, de terratenientes que se quedaron con las tierras. Y hoy lamentablemente el marco político es este: hay un gobierno que defiende a los terratenientes. Y pone toda la fuerza represora para que no avances sobre Lewis, sobre Benetton. Y eso es lo que nos trae a recordar todo lo que sucedió antes. El esquema, la forma, es igual. Si uno ve lo que pasó con Santiago Maldonado, la arremetida de 400 tipos contra 8 peñi, que no tuvieron otra que salir disparando. Mataron a un compañero que quería colaborar, estar ahí. Y lo que se dio con Rafael Nahuel fue exactamente lo mismo: entraron 60 tipos tirando balas contra unos pibes que tuvieron que salir cerro arriba porque no tenían otra. Entonces esa es la forma que tuvieron siempre y lo siguen sosteniendo. Eso es lo que la gente del pueblo tiene que darse cuenta. Después todo lo que se viraliza por los medios, de que somos terroristas, que tenemos armas, eso es todo mentira, sino hubiese quedado en evidencia: no existen las armas, siguen existiendo las formas de defenderse que tenían antes los mapuches: con piedras o alguna improvisada lanza que no mata a nadie. Eso es lo que la sociedad debe entender. El pueblo mapuche siempre va a estar abierto a construir con la gente. En estos lugares podemos vivir todos, pero no con esta forma que nos están imponiendo. Y no solamente para el pueblo mapuche, hoy en la cantidad de barrios que hay, están con un pie encima y los jóvenes no saben qué hacer, no tienen trabajo, andan desesperados, y la familia lo mismo. Entonces ese llamado a la conciencia, al trabajo conjunto, al respeto. Nosotros vemos que hay mucho desconocimiento. Ahora los medios llaman, quieren entrevista, y a muchos nosotros les decimos que no, porque necesitamos protegernos también. A nosotros y nuestra gente, cuando después los medios te destruyen todo lo que vos querés plantear.
Ante lo que vos decís que plantean los medios, que son terroristas, aparece la RAM. ¿Qué es la RAM hoy?
Sanmartiniano: Nosotros pensamos que hay planteos que los fue construyendo el mismo Estado desde el 2010 en adelante. Acá y en Chile. Hubo toda una avanzada de la derecha que planteaba la historia de cómo se están organizando. Construyeron un monstruo que supuestamente le iba a generar un problema grande al Estado. Y esto no es de ahora…
Pero de existir existió…
Sí, pero no es la visión o pensamiento del pueblo mapuche. No existe para el pueblo mapuche una organización del nivel que están nombrando a nivel nacional o internacional. Si existiera estaríamos en un gran problema, porque la forma de pensar del pueblo mapuche no es esa. Los grandes lonko, hacían hablar hasta a los chiquititos. Eso no existe en ese planteo. Nunca existió una organización que pueda movilizar al pueblo mapuche con una acción de ese tipo. Después obviamente, cada espacio puede plantear lo que le parece. Hoy es muy fuerte el colonialismo. No nos olvidemos cuando nacieron los piqueteros, el nivel de enfrentamiento fue muy fuerte, hubo muertos, pero no del lado del Estado. Ahora están haciendo lo mismo, inventaron un RAM y ahora tenemos dos muertos y puede haber más. Y hay gente que tiene mucho miedo.
¿Existe un proceso actual de retorno al territorio por parte de las jóvenes generaciones mapuches?
Volver a la tierra, al territorio, es el gran sueño mapuche. Tanto las recuperaciones de Cushamen o Lafken Winkul Mapu (Mascardi) son legítimas y son legales. La Constitución dice que se entregarán a los pueblos indígenas tierras aptas y suficientes. Existen tratados internacionales que avalan el derecho al retorno. Cuando un pueblo se reconstruye y tiene la fuerza para volver a su territorio, tiene el derecho a volver. Y volver donde pueda instalarse. Y eso está en el sueño, en la cosmovisión mapuche de volver a reconstruir un mundo que vivieron nuestros ancestros. El eje de la reivindicación mapuche es la reivindicación territorial. Después viene el tema del idioma, la cultura. Lo que quiere el sistema es que uno reivindique folklóricamente, pero que no hable del territorio, porque ahí viene la represión.
Siendo conscientes estos jóvenes, en algún momento se vuelve al territorio. Con los riesgos que eso lleva: volver al territorio es cuestión de vida o muerte. Eso lo saben los jóvenes y los viejos, porque lo venimos padeciendo a lo largo de la historia. Hay un proceso del pueblo mapuche de volver al territorio de diferentes formas: esta es la forma más cruda, la lucha cuerpo a cuerpo. Hay otras luchas que han logrado que se restablezca a través del derecho “huinca”. Pero el sueño mapuche es volver al territorio. Y es la disputa con la cultura dominante, donde para el occidental la propiedad privada está por encima de la vida, y para el pueblo mapuche somos parte de la tierra. Nos condenan al exterminio cuando niegan que comunidades nuevas empiecen a desarrollarse y querer vivir como mapuche. Entonces hay procesos que han ido acelerándose y tienen el choque frontal con el sistema, que es lo que estamos viendo ahora.
¿Siendo que ustedes son trabajadores, cómo vinculan esta lucha por la identidad con la lucha por los derechos de los trabajadores?
Sandro: Nosotros tomamos el mestizaje, que los Estados han ido construyendo negativamente, como una oportunidad. Esa contradicción interna del mestizo, que no me quieren ni allá ni acá, como motor para movilizar y construir otros mundos. Hoy por hoy todos somos mestizos. Nadie está “puro” hoy por hoy. Esa fuerza que deben reconocer los trabajadores, que están en un continente que su raíz vital son los pueblos indígenas, es la que va a potenciar cualquier cambio en la sociedad. Nosotros invitamos porque somos parte también de trabajar, como consecuencia histórica. Este sistema se impuso para todos. Nadie nos preguntó si queríamos ser trabajadores o empresarios, se nos impuso un lugar, como a todos. El puente está en construir otros mundos, en construir formas de habitar la Tierra que chocan contra el capitalismo y la propiedad privada. Y ahí está la unidad que se puede dar entre los explotados del mundo con los pueblos indígenas. ¿Cómo construimos otro mundo? No lo van a hacer los empresarios, ellos no quieren hacer eso. A nosotros nos queda ver qué mundo queremos construir, con la solidaridad de los oprimidos. Uno está doblemente oprimido. Por indígena, por trabajador. Y tenemos que tener la oportunidad de construir y escucharnos, y no quedarnos solamente en una identidad de clase tampoco, ya que cuando empezamos a raspar un poco hay sustancia para construir con más potencia. Sin negar eso tampoco, a nosotros nos llueve el capitalismo como a todos.
Este planteo de volver al territorio, no sé cómo es, pero no creo que se dé en lugares como el conurbano bonaerense, pero en lugares como Bariloche y la Patagonia, donde el territorio está ahí nomás, el sueño mapuche de volver al territorio, de dejar de estar oprimido en un barrio periférico marginal de una ciudad, está muy latente y es el sueño de muchos jóvenes. Es el sueño seguramente de Rafael Nahuel, que era un asalariado, un muchacho que hacía changas, que estaba explotado como cualquier pibe en este sistema, pero él soñó liberarse.
Sanmartiniano: Yo creo que el camino es ese. ¿Cómo construimos algo diferente? Yo seguramente no lo voy a ver, ya soy jubilado. Pero estarán mis hijos, mis nietos, pero me parece que esa construcción tiene que darse. Con el trabajador, con la gente que está hoy desplazada, en el mundo y acá mismo. Este sistema en su oratoria habla de igualdad para todos. Y no es así. Cuando no tenés nada, no sos nadie. Tenemos que ir construyendo una mirada diferente pero con acción. Y si avanzamos no debería quedar nadie afuera: ni los jubilados, que han sufrido permanentemente, y muchos vienen arrastrando una historia indígena. Hay que buscar esa historia, reconstruirla, y construir juntos.
¿Alguna palabra más que quieran transmitir?
Sanmartiniano: Yo, reconocer a la gente de Buenos Aires, a la gente de derechos humanos, que están haciendo un gran trabajo. Reconocer eso porque nosotros hoy, si bien tenemos un marco político desde el lado del gobierno que es totalmente en contra, en nuestro país existen las Madres. Las Madres generaron un marco diferente, con su lucha. Poner en debate los derechos humanos y gracias a ellas hay muchos que se están condenando. Y nosotros hoy gracias a eso también estamos protegidos. Porque el marco no es el mismo en Wall Mapu (Chile). En Chile los derechos humanos no existen. Pero acá toda esa lucha te marca una diferencia. Toda la movida que se hizo por Santiago fue tremenda. Yo como mapuche estoy re agradecido, que si este marco no estuviera este gobierno haría lo que quisiera, y ¿a quién le vas a ir a pedir? Mi cierre es eso, agradecer a las Madres, y a toda la gente que de alguna u otra manera, sin conocer mucho, apoya nuestra causa.
Sanmartiniano
Mari mari lamien, mari mari peñi, soy parte del espacio de articulación mapuche y construcción política. Un espacio que nació en el año 2010, en un contexto bastante parecido a este, donde si bien acá estábamos con algunas situaciones, lo más grave estaba pasando en Wall Mapu (Chile), donde había unos 60 peñi que estaban haciendo huelga de hambre, había machi que estaban haciendo huelga de hambre, una machi joven, y algunas lamien que estaban embarazadas. El espacio es abierto, no es sólo para mapuche, hay gente que se ha sumado, pero en general tratamos de construir con otros, ese es el objetivo. Construir con el otro ante una situación como esta, o la misma situación que viven los peñi que hoy están en el alto, en los barrios, podemos construir y empezar a hacer un trabajo desde nuestro sentido de pertenencia.
Sandro
Nosotros también confluimos en el espacio de articulación mapuche y construcción política, donde estamos conformando un equipo de comunicación. Tenemos un programa de radio en Radio Nacional Bariloche, donde laburamos el tema de los conflictos en las comunidades, el tema de revitalizar en mapuzundun, nuestra lengua, y mantener comunicados a la gente de la línea sur, de los parajes y a la gente del barrio alto de Bariloche. Confluimos en el espacio donde venimos laburando hace 7 años. El programa en Radio Nacional tiene 10 años, han pasado varios gobiernos, y tuvimos que pelearla siempre. El gobierno de turno nunca quiere que se hable de la cuestión mapuche. Políticamente son correctos, pero cuando pueden te ponen trabas en el camino. Con el gobierno anterior tuvimos que hacer una radio abierta porque no nos dejaron transmitir durante un tiempo. Y con este gobierno también hicimos una radio abierta afuera de la radio para reclamar que saliera al aire. Nunca nos dejan estar cómodos ahí, tenemos que pelearla todo el tiempo. Y eso tiene que ver con que uno denuncia cuestiones como la invasión al territorio, la represión a las comunidades, y con que no nos casamos con ningún partido político. Ese espacio se sostiene a militancia y activismo, nadie cobra un peso. La producción la hacemos nosotros, la operación, el micrófono, todo.